sexta-feira, 13 de abril de 2018

La Très Sainte Trinosophie




































































































Ignosticismo e Ateísmo agnóstico


El Ignosticismo o igteísmo es la posición respecto a la creencia de Dios, en que primero se cuestiona la definición de Dios. El ignóstico se pregunta: ¿Qué se entiende por Dios?, para que una vez conocida la respuesta se pueda comprobar si eso existe o no existe.
Esta postura filosófica asume considerable importancia sobre el concepto de Dios y otros conceptos teológicos antes de argumentar sobre la probabilidad de su existencia como en otras posiciones teológicas o metafísicas (incluyendo el agnosticismo). El término ignosticismo fue acuñado por el rabino Sherwin Wine, fundador del judaísmo humanista.
El ignosticismo se puede definir como algo que abarca dos puntos de vista acerca de la existencia de Dios:
Definición de Dios. El primer punto de vista es que una definición coherente de Dios debe ser presentada antes que la cuestión de su existencia deba ser discutida de manera significativa. Además, si esa definición no puede ser falsable, el ignóstico toma la posición noncognitivista teológica de que tal cuestión sobre la existencia de Dios, por definición, no tiene sentido. En este caso, el concepto de Dios no se considera sin sentido; pero el término "Dios" se considera carente de sentido. Aunque aquí debemos aclarar, primero, qué entendemos por 'sentido'. Pues generalmente suele utilizarse, desde la tradición neopositivista, para hablar de proposiciones. En este orden de ideas, si el sentido de la palabra 'Dios' depende de un cierto uso proposicional, entonces carecerá de sentido dicha proposición.
¿Qué se entiende por Dios?. El segundo punto de vista es verlo como sinónimo del no-cognitivismo teológico, y se salta el paso de la primera preguntando "¿Qué se entiende por Dios?" antes de proclamar sin sentido la pregunta original "¿Existe Dios?".
Algunos filósofos han visto el ignosticismo como una variación del ateísmo o agnosticismo,1​ mientras que otros han considerado que es distinto.[¿quién?] Un ignóstico no puede decir si es teísta o ateo, hasta que sea presentada una mejor definición del teísmo.

Relación con otros puntos de vista acerca de Dios

El ignosticismo y no-cognitivismo teológico generalmente se consideran sinónimos,2​ pero la relación del ignosticismo con otros puntos de vista no-teístas es menos clara. Mientras que Paul Kurtz considera este punto de vista compatible con el ateísmo débil y el agnosticismo,3​ otros filósofos lo consideran distinto.
En un capítulo de su libro de 1936 Lenguaje, Verdad y Lógica, A. J. Ayer sostuvo que no se puede hablar de la existencia de Dios, o incluso la probabilidad de la existencia de Dios, ya que el concepto es en sí no verificable y, por tanto, carente de sentido.4​ Ayer escribió que está descartado el ateísmo y el agnosticismo, así como teísmo, porque las tres posiciones que asumen la frase "Dios existe" le atribuyen algún significado.5​ Dado el sinsentido de las reclamaciones teístas, Ayer opinó que "no había motivo lógico para el antagonismo entre la religión y la ciencia natural",6​ el teísmo por sí solo no implica ninguna propuesta que el método científico pueda falsar.
Al igual que Ayer, Theodore Drange considera que el ateísmo y el agnosticismo son posiciones que aceptan la frase "Dios existe" como una propuesta con significación; los ateos juzgan que sea "falsa o probablemente falsa" y los agnósticos consideran que tal propuesta se encuentra inconclusa hasta que más pruebas se cumplan.
Según las definiciones de Theodore Drange los ignósticos no son ni ateos ni agnósticos. Una simplificación máxima en la materia establece que un ateo diría, "No creo que Dios exista", un agnóstico diría, "No sé si Dios existe o no", y un ignóstico diría "No sé qué se quiere decir cuando se dice Dios existe".
El ignosticismo no debe confundirse con apateísmo, que aunque ambas posturas asumen nula importancia al papel de Dios o deidades en el mundo experimentable o sensible, el apateísmo puede asumir su existencia dándole solo nula importancia mientras que el ignosticismo no le ve sentido a los argumentos en favor o en contra de su existencia sobre la base de que tales conceptos están mal definidos o son infalsables. Es decir, en el apateísmo se puede asumir su existencia o no existencia, mientras que en el ignosticismo primero se debe refinar o cambiar totalmente el concepto de Dios o deidades antes de asumir alguna postura sobre la probabilidad de sus existencias.

Dependencia según la visión particular sobre la palabra “Dios”

Drange hace hincapié en que cualquier posición sobre el tema "¿Existe Dios?" se hace con respecto a una forma particular de lo que uno pretende estudiar y representar como "Dios".
Dado que la palabra "Dios" tiene muchos significados diferentes, es posible que la frase "Dios existe" exprese diferentes proposiciones. Lo que tenemos que hacer es centrarnos en cada propuesta por separado. Por cada uno de los sentidos de la palabra "Dios", habrá teístas, ateos y agnósticos en relación con su concepto.
El significado de Dios es muy diferente para diferentes personas; cuando se habla de la palabra, un ignóstico puede tratar de determinar si algo como la definición de Dios de un niño se entiende o si el concepto de un teólogo tiene lugar.
Un niño en general tiene un concepto simple y coherente de significado, sobre la base de una concepción antropomórfica de Dios: un gran hombre poderoso en el cielo responsable de ciertos asuntos.9​ Esta concepción antropomórfica fue rechazada por Spinoza, así como de Ludwig Feuerbach en "La esencia del cristianismo" (1841).
El concepto en un teólogo es más complejo y abstracto, a menudo refiere a conceptos tales como primera causa, sustentador, impasible, y reclama atributos tales como omnipotente, omnisciente y omnibenevolente. Para el ignóstico, de estas abstracciones, tomadas por separado o en combinación, no se puede decir si son falsables, solo que son confusas, auto-contradictorias, lingüísticamente vacías, o tal vez poéticas. Por lo tanto, no se puede exponer un punto de vista de manera significativa sobre la existencia o inexistencia de Dios.
El ignóstico coherente, por lo tanto, espera una definición coherente de la palabra Dios (o de cualquier otra expresión metafísica que se someta a discusión) antes de exponer y participar en argumentos a favor o en contra de la existencia de Dios.

Ateísmo agnóstico

El ateísmo agnóstico, también llamado agnosticismo ateísta, combina el ateísmo con el agnosticismo. Los ateos agnósticos son ateos porque no creen en la existencia de alguna deidad, y son agnósticos porque no afirman saber que una deidad no exista. El agnóstico ateo contrasta con el agnóstico teísta, que son los que creen en uno o más dioses pero sin afirmar tener conocimiento de que existan.
Los individuos que se identifican como ateos agnósticos o agnósticos ateos pueden justificar su posición haciendo referencia a la epistemología, a la teoría de la justificación o a la navaja de Ockham.

Espectro de probabilidad teísta e Apateísmo

Popularizado por Richard Dawkins en su libro El espejismo de Dios, el Espectro de probabilidad teísta es la manera de una persona de categorizar su creencia según la probabilidad de existencia de Dios.

Ateísmo, teísmo y agnosticismo

Jack Smart argumenta que la distinción entre ateísmo y agnosticismo no es clara y muchas personas que se describen como agnósticas son, de hecho, ateas.
Escribe que esta caracterización errónea se basa en un escepticismo filosófico no razonable y que no nos permitiría obtener mayor conocimiento del mundo si se aplicara en otros ámbitos.​ Propone el siguiente análisis:
Vamos a considerar la conveniencia o no de que alguien (llamémosle 'Filo') se describa a sí mismo como un teísta, ateo o agnóstico. Sugeriría que si Filo estimando la plausibilidad ser tal que ante la evidencia, la probabilidad del teísmo fuera casi uno, se describa a sí mismo como un teísta; si fuera casi cero como un ateo; y si fuera algún punto intermedio se llame a sí mismo agnóstico. No hay reglas estrictas acerca de esta clasificación debido a que las fronteras son imprecisas. Y si es necesario, como un hombre de mediana edad que no está seguro de si se debe llamarse calvo o no, podría explicarse mejor.

La formulación de Dawkins

Dawkins añade que la existencia de Dios es una hipótesis científica como cualquier otra. Propone un espectro continuo de probabilidades entre los dos extremos de certeza absoluta, con siete posturas típicas:

Teísta fuerte: 100 % de probabilidad de la existencia de Dios. En palabras de Carl Jung: No creo, sé.
Teísta de facto. Probabilidad de existencia de Dios muy alta: "No puedo saberlo por seguro, pero creo firmemente que existe Dios y vivo mi vida como si Dios existiese".
Técnicamente agnóstico, pero cerca del teísmo. Más del 50 % de probabilidades de que Dios exista. "Es incierto, pero me inclino hacia la creencia en Dios."
Agnóstico completamente imparcial. Exactamente 50 %. La existencia de Dios y su inexistencia es igual de probable.
Técnicamente agnóstico, pero cerca del ateísmo. Menos aunque cerca del 50 % de probabilidad de que Dios exista. No sé si Dios existe, pero me inclino hacia el escepticismo.
Ateo de facto. Probabilidad muy baja, pero lejos de cero. No puedo tener la seguridad de que Dios no exista pero creo que es muy improbable, así que vivo mi vida asumiendo que Dios no existe".
Ateo fuerte. Sé que Dios no existe, No lo creo, lo sé.
Dawkins argumenta que mientras existen muchas personas que se emplazan a sí mismos en la posición "1", no existen ateos que se consideran a sí mismos "7", ya que el ateísmo surge de la falta de evidencia. Dawkins se considera a sí mismo en una posición entre 6.0 y 6,5 en la escala.

Apateísmo

El apateísmo, también conocido como ateísmo pragmático, es una de las dos principales variantes del ateísmo (la otra es el ateísmo teórico). Se trata de una forma de actuar en la cual, aunque no se niega la existencia de dioses, se considera (implícita o explícitamente) nula la influencia que estos tienen o tendrían en la vida cotidiana. Por tanto, los ateos prácticos viven como si no existiera ninguna deidad o valor religioso.
A diferencia del ateísmo teórico, el ateísmo práctico no constituye una forma de pensar, sino de actuar. Aunque en algunos casos ambos aspectos se complementan, no siempre conviven: un ateo práctico puede no respaldar su forma de actuar con ideas o teorías, mientras que un ateo teórico puede no respaldar su forma de pensar con actos o acciones.
En ocasiones se usa el término ateo práctico para referirse a aquellas personas que dicen creer en Dios o que efectivamente creen en él, pero que no demuestran o respaldan esta creencia con sus acciones cotidianas.Se considera que este último fenómeno es relativamente reciente,y que no se da instantáneamente en los creyentes, sino como un proceso gradual.
Un concepto semejante al ateísmo práctico es la corriente conocida en inglés como apatheism (una composición de apaty «apatía» y theism «teísmo», a veces traducido como apateísmo), consistente en la apatía o falta de interés respecto a la existencia o inexistencia de Dios.

Definición

El ateísmo práctico puede interpretarse como uno o varios de los siguientes comportamientos:

Ausencia de motivación religiosa: La creencia en dioses no motiva acción moral, acción religiosa, o cualquier otra forma de acción.
Exclusión activa de la religión como motivo u objetivo de persecución intelectual y acción práctica. Estos dos primeros comportamientos se dan en individuos creyentes.
Indiferencia o ausencia de interés en la religión;Desconocimiento del concepto de deidad.

Apateísmo

El apateísmo (una composición de apatía y teísmo/ateísmo) es un comportamiento en el cual no se niega o afirma la existencia de Dios, sino que simplemente se ignora. Los apateístas consideran irrelevante o sin importancia la cuestión de si Dios existe o no. En otras palabras, se trata de actuar con apatía respecto a Dios y hacia la creencia en él.
Por estas razones el apateísmo es considerado más bien un tipo de actitud respecto a la creencia en Dios en vez de un tipo de creencia en sí.

Agnosticismo apático

El agnosticismo apático reclama que ninguna cantidad de debate puede probar la existencia de una o más deidades, e incluso si estas existiesen, no estarían preocupadas sobre el destino de los humanos. Por tanto, según esta corriente, su existencia tiene poco o ningún impacto en asuntos personales y tendría que ser de poco interés teológico.

Naturalismo metodológico

Una forma de ateísmo práctico con implicaciones para la comunidad científica es el naturalismo metodológico: la «tácita adopción o suposición del naturalismo filosófico dentro del método científico con o sin la plena aceptación o creencia en él».

Historia
Apateísmo

Históricamente, el apateísmo era asociado con el fracaso moral, la ignorancia, y la falta de respeto. Se decía que las personas consideradas ateas prácticas se comportaban como si Dios, la ética, y la responsabilidad social no existieran; abandonando los deberes y abrazando el hedonismo.
Según el filósofo católico francés Étienne, «el apateísmo no es el rechazo de la existencia de Dios, sino la acción completamente alejada de Dios; es un mal moral al no implicar el rechazo de la validez absoluta de la ley moral, sino simplemente una rebelión contra aquella ley». En respuesta a Voltaire, el filósofo francés Denis Diderot escribió: «es muy importante no confundir cicuta con perejil; más no en absoluto creer o no en Dios».
En el siglo XXI, el apateísmo ha sido visto desde una luz más positiva. El periodista Jonathan Rauch cree que «el apateísmo debe ser celebrado como nada menos que un importante avance de la civilización. La religión, con incontables actos de violencia que en el nombre de Dios ha ocasionado, se mantiene como la fuerza social más divisiva y volátil... el apateísmo, por tanto, no tendría que asumirse como un acto de pereza... Sino todo lo contrario: es el producto de un esfuerzo cultural determinado a disciplinar el pensamiento religioso, y a menudo de un esfuerzo personal igualmente determinado en dominar las pasiones espirituales. No es una falla momentánea. Es un logro».

Posteísmo

El Post-teísmo propone que el teísmo es una creencia no tanto rechazable, como puramente obsoleta. Se trata de una variante del No teísmo.
En esta postura el concepto de dios pertenece a una época del desarrollo humano hoy en día histórica y superada. Dentro del no-teísmo, el post-teísmo contrasta con el antiteísmo. El término, además, aparece en la teología cristiana liberal, así como en el post-cristianismo.
Frank Hugh Foster en 1918 hablaba de como la cultura moderna había llegado a una etapa post-teística en la que la humanidad había tomado posesión de los poderes y la creatividad que anteriormente había proyectado en Dios.
Denys Turner argumenta que Karl Marx no elegía el ateísmo sobre el teísmo, sino que más bien rechazaba la selección feuerbachiana, de forma que al ser post-teísta, necesariamente se es post-ateísta.
Aparecen ideas similares en "Muerte de Dios", de Friedrich Nietzsche y de forma menos pesimista en el transteísmo de Paul Tillich y Pema Chödrön.

Indiferentismo

Indiferentismo o indiferentismo religioso es la postura religiosa que, sin necesidad de afirmar o negar la existencia de Dios, considera indiferente adscribirse a una religión concreta, o a ninguna de ellas. Entendido como indiferencia religiosa, sería el descuido en el cumplimiento de los deberes religiosos por quien cree en ellos. Esta última actitud, más que "indiferentismo" es "tibieza religiosa", la que suele designarse con la expresión "creyente, pero no practicante"; mientras que la del propiamente indiferentista se designaría con la expresión "no creyente".
Cuando se presenta de un modo cínico o hipócrita (según se haga abierta o solapadamente), el indiferentismo puede llevar a cambiar de religión por conveniencia. El caso más famoso históricamente es el de Enrique IV de Francia, al que se atribuye la frase "París bien vale una misa" (era protestante y se hizo católico). No hay que confundir esa postura con el egoísmo: la decisión de Enrique puso fin a una terrible guerra de religión, y le puso a él en una posición no precisamente cómoda (de hecho, terminó asesinado por un fanático católico).
El indiferentismo niega o relativiza la principal implicación del teísmo: que sea deber del hombre rendir culto a Dios mediante la creencia y práctica de una única religión verdadera (asumiendo que hay una única verdadera, y que por tanto todas las demás son falsas). Frente a ello, Gibbon describe así las posturas que en el mundo romano se adoptaba ante las distintas religiones existentes: fueron para el pueblo igualmente verdaderas; para el filósofo, igualmente falsas; y para el magistrado, igualmente útiles.
En la terminología filosófica católica, "indiferentismo" es la creencia en que no hay una religión o filosofía superior a otra,​ por lo tanto cada persona es libre para elegir y practicar la que crea. Es habitual adscribir el indiferentismo a cualquier postura religiosa o filosófica que quiera denigrarse (libertinismo, librepensamiento, materialismo, ateísmo, agnosticismo). En apologética se distinguen tres tipos de indiferentismo: indiferentismo absoluto, indiferentismo restingido e indiferentismo liberal o latitudinario.​ El indiferentismo se define y condena por primera vez en la encíclica Mirari vos de Gregorio XVI (1832).

Indiferentismo político y tolerancia religiosa

Además del indiferentismo como postura personal también un indiferentismo político como postura estatal: la política religiosa​ de un Estado que trata a todas las religiones de igual forma, de modo que haya o no relaciones Iglesia-Estado, en ningún caso hay religión oficial. Aunque muy a menudo se identifica esa política como tolerancia religiosa, en realidad tal concepto implica que una religión, la dominante, "tolera" la existencia de otra u otras. Algunas coyunturas históricas son paradigmáticas: además de la Francia del edicto de Nantes (de 1598 -Enrique IV- a 1685 -Luis XIV-), en Roma (en cuanto al cristianismo) el periodo que va del Edicto de Milán (313, Constantino el Grande) al Edicto de Tesalónica (380, Teodosio el Grande), en Extremo Oriente el imperio de Gengis Khan, y algunos periodos de la Edad Media española caracterizados por el intercambio cultural (algunos momentos del Califato de Córdoba, el Toledo de la escuela de traductores). En la Europa moderna destacaron el Imperio turco, la Venecia del siglo XVI y el Ámsterdam del siglo XVII; en el siglo XVIII algunos de los despotismos ilustrados: la Prusia de Federico II el Grande o la Rusia de Catalina la Grande; e inaugurando la posición propia del Estado liberal de la Edad Contemporánea, el tratamiento de la religión en Estados Unidos a partir de su independencia.

Indeferentismo absoluto

Immanuel Kant argumentaba que el indeferentismo absoluto representa una extrema forma de escepticismo que argumenta que no existe una posición racional para aceptar ninguna posición filosofica,​ una posición que coincida con la comprensión católica del término. Según la Iglesia católica, este tipo de indiferencia absoluta resulta en la voluntad de conceder cualquier posición. A menudo se asocia con el relativismo moral.

Teología secular e Teología negativa


El campo de la teología secular es un subcampo de la teología liberal abogada por el obispo anglicano John A. T. Robinson, quien combina el secularismo con la teología.
Reconocido en los años 1960, fue influenciado por las ideas neo-ortodoxas (Teología dialéctica) de Dietrich Bonhoeffer y Harvey Cox y el existencialismo de Søren Kierkegaard y Paul Tillich.
La teología secular digiere movimientos modernos como la teología de la muerte de dios propugnada por Thomas J. J. Altizer o el existencialismo filosófico de Paul Tillich facilitando la introducción de estas ideas en el mainstream teológico haciendo tanto evaluaciones constructivas, como contribuciones a la corriente teológica mayoritaria.
John Shelby Spong aboga por una aproximación matizada a las escrituras (opuesto al embotado literalismo bíblico, en el otro extremo de la escala) enseñada por el estudio y la compasión, algo que, argumenta, puede ser consistente tanto con la tradición cristiana como con la comprensión contemporánea del universo.
La teología secular sostiene que el teísmo ha perdido credibilidad como concepción válida de la naturaleza de dios.2​ Rechaza el concepto de Dios persona y abraza el estatus de Jesús de Nazaret, la Cristología y la escatología cristiana como una mitología cristiana sin base en eventos históricos.
El movimiento es principalmente respuesta a la insatisfacción con la tendencia cristiana a caer en el pardillismo5​al presentar ideas teológicas inusuales hoy aunque comunes hace 50 años.6​7​8​ El movimiento también sugiere la legitimidad de la búsqueda de lo sagrado fuera de la iglesia; sugiere que la iglesia no tenía derechos exclusivos sobre la inspiración divina en sentido de que existe una fuerte revelación continua donde la verdad religiosa se encuentra en la poesía, la música, el arte o incluso en la calle.
Algunas otras religiones además del cristianismo han desarrollado teologías seculares y aplican estos conceptos nucleares en sus propias tradiciones. Algunos ejemplos notables han sido el judaísmo reconstruccionista de Mordecai Kaplan, quien entiende Dios y el universo de una manera concordante con el naturalismo de John Dewey.

Teología negativa

La teología negativa, también llamada teología apofática (del griego ἀποφάναι que significa "decir no", "negar"), es una vía teológica que se aparta de todo conocimiento positivo de la naturaleza o esencia de Dios.
De acuerdo a la teología negativa, para el intelecto humano sólo es posible aprehender lo que Dios no es, mientras que la comprensión real de la divinidad es imposible, aún de manera fragmentaria, porque trasciende la realidad física y las habilidades cognitivas humanas.
Para esta vía, Dios es incognoscible e incomprensible; lo que conocemos y comprendemos nunca es lo divino, sino una entidad finita. De aquí se deduce que sólo podemos decir de Dios lo que no es: que no es un género, ni una especie, y que está más allá de todo lo que podemos conocer y concebir.
La teología negativa o vía negativa, como forma de expresar lo inefable, se inicia en el neoplatonismo pagano mediante Plotino y la filosofía patrística cristiana con Clemente de Alejandría (siglo III); su desarrollo continúa en la obra San Agustín (siglo V) y, sobre todo, en los escritos del Pseudo Dionisio (siglo V).
En esta perspectiva, el enfoque más adecuado para conocer a Dios es lo que se espera del silencio, la contemplación y la adoración del misterio, y que es independiente de cualquier proceso de investigación racional y de especulación de lo divino. En palabras del Pseudo Dionisio, cuando la mente ha desnudado su idea de Dios de los modos humanos de pensamiento, penetra en la "oscuridad del no-saber", en la cual "renuncia a toda aprehensión del entendimiento y se entrega a lo que es totalmente intangible e invisible... unida a Aquel que es totalmente incognoscible." (Teología Mística, 1).
Escoto Eriúgena (neoplatónico cristiano traductor de las obras de Dionisio) incluso ha llegado a proponer una ontología negativa, ya que no sólo Dios es incognoscible, sino también lo son las esencias de las cosas (que, en cierto sentido y en palabras de Escoto Eriúgena, terminan siendo parte de Dios —en tanto causa).
Esta teoría propone exactamente lo contrario del catafatismo, que es la teología afirmativa, la cual ofrece la posibilidad de conocer a Dios a través del uso de la razón y el intelecto.