terça-feira, 9 de maio de 2023

El Uno en la Materia

En el siglo III d.C., la religión pagana de Roma, que incluía un complejo conjunto de prácticas espirituales tradicionales y regionales, extranjeras e innovadoras, se encontró tambaleante ante los Misterios presentados por el Cristianismo. Cuando las prácticas espirituales paganas empezaron a perder fuerza y los templos dedicados a los dioses comenzaron a vaciarse, surgió un movimiento filosófico que comenzó a organizarse para ofrecer la salvación del Alma, pero completamente al margen del espíritu religioso cultivado por el Cristianismo. Este movimiento filosófico fue el Neoplatonismo.

Como vimos anteriormente, el Neoplatonismo fue un movimiento dirigido por muchos filósofos que no estaban de acuerdo en todos los puntos. Y ésta fue la razón por la que triunfó el cristianismo, pues donde el neoplatonismo ofrecía una diversidad de ideas, conceptos y prácticas místicas y mágicas, el cristianismo era más simple en la teoría y en el ejercicio. Cualquier teólogo dirá que la fe, la doctrina y la filosofía del cristianismo no son fáciles ni sencillas. Pero si bien esto es correcto, toda su complejidad se desarrolló en los enfrentamientos filosóficos trazados entre los filósofos y sacerdotes neoplatónicos y los primeros teólogos del cristianismo. Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) fue uno de los primeros teólogos que utilizó los argumentos de la Filosofía contra los neoplatónicos.

Debido al gran número de filósofos que componían el neoplatonismo, muchas fueron las cuestiones de relevancia que se plantearon. Y aunque el Cristianismo buscó respuestas sencillas a estas cuestiones que no servían a los filósofos, sí servían a una gran masa que no estaba interesada en cuestiones como éstas. Entre las preguntas más importantes destaca una: ¿qué existe?

El proceso por el cual existe la materia fue un tema ampliamente debatido por los neoplatónicos de la antigüedad. El estudio de esta materia tiene varias capas. Trabajaremos en la capa más superficial en estas primeras Lecciones por razones prácticas, para hacer de la teurgia un ejercicio más práctico.

Trata de imaginar la materia sin ningún tipo de cualidad, un objeto libre de adjetivos que puedan describirla, libre de sustantivos que la clasifiquen. Al final llegarás a un concepto que los filósofos llamaban hylé, una palabra griega para designar la materia, el bosque o la madera, la madera o la viga, la estructura. Imagina arcilla. Considera que esta arcilla no tiene cualidades. Si le imponemos alguna cualidad, se convertirá en algo. Si le damos forma y color puede convertirse en un cuchillo, una taza, una grapadora. Si le añadimos propiedades químicas, puede convertirse en nitrógeno, vapor de agua o xenón. Y con la ciencia que tenemos hoy, podemos descomponerla en electrones, protones, etcétera. En cualquier caso, para transformar esta materia en algo, necesitamos imponerle ideas, características, cualidades.

Ahora bien, para que esta creación de materia funcione, necesitamos transformar las ideas que no tienen forma ni existencia temporal y espacial en materia condensada en el tiempo y el espacio. En primer lugar, hay que darle un comienzo, porque todo lo que existe se sitúa en el tiempo, es decir, debe existir en el tiempo. En segundo lugar, debemos darle una ubicación, pues todo lo que existe está en algún lugar. Por tanto, entre el Mundo de las Ideas y el Mundo de la Materia existen dos cosas: el tiempo y el espacio.

Es lógico que podamos constituir una cadena que nos defina lo que precede a la materia, rastreando su procedencia, pero antes debemos definir lo que precede. Si el tiempo es algo que existe antes que la materia, entonces algunas cosas también existirán antes que el tiempo, de este modo, el antes que queremos sondear no puede ser antes dentro del tiempo. En su lugar, piensa en el antes como una estructura ordenada: toda estructura se construye a la vez, pero las vigas son anteriores a las paredes y las paredes son anteriores al tejado. Si quitamos el tejado, las paredes no se derrumban, pero si quitamos las paredes, el tejado se derrumba. Así que podemos decir que una cosa es anterior a la otra o, en términos de la cosmología neoplatónica, una emanación depende -o es dependiente- de la otra, conectadas en cadena.

Una vez que tenemos tiempo y espacio, podemos empezar a hablar de cualidades. Por ejemplo, algo puede ser de color rojo, brillante, grande o dulce. Podemos añadir cantidad: tres, cuatro, cinco, seis, etc. No veremos, de este modo, número o cualidad separados de la materia. Es decir, no podremos ver algo rojo sin que sea rojo, aunque sólo sea un rayo de luz. Nunca veremos tres sin que algo no sea tres. Pero podemos abstraer la idea del color rojo y del número tres de algún objeto, lo que significa que la idea es anterior al objeto. Así pues, la idea existe antes que la materia, que sólo la refleja.

Así pues, el tiempo y el espacio, la calidad y la cantidad -las ideas sobre las cosas- existen antes que la materia, y la materia depende de las ideas. Si eliminamos el tiempo, el espacio, la calidad y la cantidad, nos daremos cuenta de que la materia no puede existir tal y como la experimentamos. El tiempo, el espacio, la cualidad y la cantidad son ideas y, como tales, en nuestra experiencia sólo existen en la conciencia. Sin embargo, nuestra experiencia de la conciencia es material, es decir, es algo que experimentamos dentro del tiempo, por lo que debe existir algún tipo de conciencia fuera del tiempo y anterior a él, donde existan ideas fuera del tiempo. Esta otra conciencia es llamada por los neoplatónicos el Nous y la parte de ella donde existen las ideas de tiempo, espacio, cualidad y cantidad es llamada la Psique[2].

Numerosos neoplatónicos han llegado a conclusiones cosmológicas distintas. En el curso de nuestras lecciones, especialmente en las Lecciones 6, 7, 8 y 9, nos detendremos en la cosmología y en la interpretación del Alma según Jâmblico. Pero el objetivo de la Lección 2 que ahora estudiamos es tratar de simplificar al máximo la interpretación cosmológica de Jâmblico para facilitar la comprensión y posterior realización de los ejercicios espirituales y la práctica de los rituales. Comencemos así:

Existe una idea en el nous, podemos decir, E = mc2. Esta idea existe aparte de la mente humana, que puede captarla o no. Sin embargo, la mente humana puede captarla, pero aquí es necesario comprender que simplemente no recibimos mensajes y actuamos como monos autómatas. Pensamos y pensamos pensamientos atemporales. Reconocemos la verdad intemporal de estos pensamientos, aunque no somos intemporales. ¿Cómo explicar esta paradoja?

El hermetismo, movimiento esotérico nacido de la confluencia de las culturas griega y egipcia, intenta explicar esta paradoja con argumentos oscuros para la mayoría de la gente: como arriba es abajo y como abajo es arriba. Nuestra mente, nuestra conciencia, refleja la realidad del cosmos. Así que podemos modificar el diagrama anterior por:

Nuestra psique es el Alma, que recibe -o se alimenta de- las percepciones que provienen del cuerpo (hylé) y las percepciones que provienen de la mente (nous). De este modo, el Alma humana se alimenta de las percepciones sensoriales de la hylé y de los fantasmas del nous, unos producidos por la memoria y otros por el propio nous. Estos fantasmas son imágenes que se precipitan en la pantalla de la mente, impresiones sensoriales no recibidas por los sentidos. Si le pido que visualice un gato en su mente o que imagine el olor de una rosa o el sonido de una ola rompiendo en los acantilados de una playa, producirá fantasmas sensoriales. De hecho, construimos estos fantasmas cuando vemos, olemos, tocamos, saboreamos o sentimos algo. No percibimos la materia tal cual es, sino los fantasmas que construimos en nuestra mente sobre las experiencias sensoriales. Por eso los recuerdos que afloran a la superficie pueden removernos tanto: son fantasmas que creamos a partir de experiencias sensoriales. En el transcurso de nuestros estudios, aprenderás que estos fantasmas son entidades, daimones con los que debes aprender a tratar.

Los fantasmas también pueden producirse -o proceder directamente- del nous. Nuestro nous es la Mente, no la construcción pensante, sino la mente que puede producir los pensamientos de la eternidad, atemporales. Veamos cómo:

Visualiza un punto (pausa). Ahora mueve este punto en cualquier dirección a cualquier distancia, dibujando una línea (pausa). Ahora mueve esta línea perpendicularmente hacia abajo a 90° (pausa). Repite el proceso para el otro lado con la intención de formar un cuadrado en la pantalla de la mente (pausa). Ahora mueve este cuadrado perpendicularmente fuera de su plano para que se convierta en un cubo (pausa). Ahora mueve este cubo de nuevo 90° perpendicularmente hasta que forme un hipercubo (pausa). Este hipercubo es un objeto que no existe en el mundo y que, con la práctica adecuada, puede ser visualizado fácilmente por la mente. Esta imagen no existe en la materia, sino sólo en el reino del nous como idea, y es posible acceder a ella a través de la mente, construyendo a partir de este proceso un fantasma.


Ejercicio espiritual: Contemplación de la materia


Este ejercicio espiritual es una contemplación de la materia. La intención es que con la práctica puedas llegar a ser consciente de cómo las fuerzas espirituales actúan sobre la materia. Para ello, experimentarás la materia en unidad con ella. Aunque se trata de un ejercicio sencillo, servirá como entrenamiento para otros procedimientos teúrgicos, como colocar el vehículo aéreo de un dios dentro de una estatua.

Paso 1: Siéntese cómodamente en un lugar donde no pueda ser molestado. Para este ejercicio espiritual, elija un objeto para contemplar. Puede ser un objeto sagrado, una piedra o cualquier otra cosa.

Paso 2: Analice todas las cualidades del objeto elegido. Comience describiendo el objeto con adjetivos o sustantivos, como si se lo estuviera describiendo a otra persona. Describa el objeto detalladamente y, si es posible, escriba los detalles en una hoja de papel o en su diario mágico. Con el tiempo ya no será necesario tomar notas, ya que con el entrenamiento su mente será capaz de categorizar todas las cualidades del objeto, incluyendo los fantasmas que invoca: visuales, táctiles, etc.

Paso 3: Ahora deje el objeto a un lado. Lea en sus notas o traiga a su memoria las características del objeto y construya en su mente un fantasma del mismo. Intente visualizar en detalle cada característica del objeto (pausa).

Con el fantasma del objeto claro en la pantalla de tu mente, intenta descaracterizarlo. Elimina su olor. A continuación, elimine su color. Elimine su textura. Continúe descaracterizando el fantasma de sus cualidades incidentales (pausa).

Paso 4: Después de des-caracterizar al fantasma de sus cualidades incidentales, intenta des-caracterizarlo de sus cualidades esenciales. No puede equivocarse. Cuando despojes al fantasma de su color, no lo visualices blanco o de cualquier otro color. Visualízalo sin color, porque el color como cualidad ya no lo caracteriza. En otras palabras, no sustituyas un color por otro. Las cualidades deben eliminarse, no sustituirse.

Trata de desvirtuar el fantasma hasta que ya no tenga ninguna cualidad. Esto es muy difícil y el éxito, cuando existe, sólo se produce tras años de entrenamiento, porque lo que queda sin cualidad es pura materia, hyle sin ninguna impresión del nous. Es sólo materia, receptiva y maleable.

Al practicar este ejercicio espiritual, sentirás a cada golpe que la experiencia deja siempre en el aire esa sensación de que algo permanece bajo cualquier -y total- mala caracterización. Algo tenue, meramente existente, que está ahí, no se sabe dónde ni cómo. Pero observa que todo eso que llamamos existente, son fantasmas que creamos en nuestra mente a expensas de las experiencias con los sentidos y los órganos de los sentidos. Cuando pasas cerca de una piedra y la pateas, hay una sensación y se produce una experiencia a partir de ello. Sin embargo, eso no significa, por ejemplo, que la piedra sea pesada, porque esa concepción es un fantasma de la mente.


Ejercicio espiritual: Contemplar el Uno


Este ejercicio espiritual complementa el anterior, en el que buscamos contemplar la naturaleza de la materia a través de nuestra imaginación y visualización, descubriendo así que, aparte de nuestros sentidos y de las caracterizaciones que su experiencia construye en la mente, la materia es una niebla de posibilidades. En el presente ejercicio trataremos de contemplar el Uno. Aunque simple en su estructura, no es un ejercicio fácil y debe ser practicado regularmente, años y años, y su perfeccionamiento un requisito exigido para la práctica de la teurgia, cuya meta es la henosis.

Nos es posible experimentar el Uno o la Materia porque existimos en cada uno de los niveles de la existencia: somos cuerpo, mente y Alma y como tales pertenecemos al Uno. Aprende esta lección esencial de la teurgia: porque el Alma puede alimentarse a medida que penetra en los diversos niveles de existencia, desde los reinos inferiores hasta las esferas superiores, se enriquece con los códigos de luz de todo el cosmos. Por eso se dice, y lo veremos profundamente en otras lecciones, que el teúrgo sólo participa en la teurgia que ya emprenden los dioses. No inicia ni finaliza un ritual teúrgico. Lo que hace es participar en la teurgia de los dioses a través de los rituales que realiza. Ese es el verdadero significado de participar en la demiurgia del cosmos, un continuo eterno fuera del tiempo y del espacio. A este continuum se accede a través de la henosis en los rituales de la teurgia. De este modo, la práctica de la teurgia alimenta el Alma con los códigos de luz del Uno mientras buscamos elevarla hacia Él.

Antes de comenzar tu ejercicio, reflexiona y contempla (lectio divina) el siguiente pasaje del Corpus Hermeticum:

Hazte crecer hasta corresponder a la grandeza sin medida, por un salto que te libere de todo cuerpo; elévate por encima de todo tiempo, conviértete en el Aíòn: entonces comprenderás a Dios. Sabiendo que no es imposible para ti, considéralo inmortal y capaz de comprenderlo todo, todo arte, toda ciencia, el carácter de todo ser viviente. Sube por encima de toda altura, desciende más que toda profundidad, recoge en ti las sensaciones de todo lo creado, del fuego y del agua, de lo seco y de lo húmedo, imaginando que estás al mismo tiempo en la tierra, en el mar, en el cielo y que aún no has nacido y que estás en el vientre de tu madre, que eres un adolescente, un anciano, que estás muerto y que estás más allá de la muerte. Si alcanzas con el pensamiento estas cosas al mismo tiempo: tiempo, lugar, sustancia, cualidad, cantidad, podrás comprender a Dios.


Paso 1: Para realizar este ejercicio, siéntate cómodamente. Puedes realizarlo al aire libre o dentro de tu cámara de iniciación. Con el tiempo y cuando estés familiarizado con el ejercicio, podrás realizarlo incluso cuando estés haciendo otras tareas.

Paso 2: Respire profundamente varias veces. Si está sentado, intente mantener la espalda erguida y el cuerpo quieto, pero de forma relajada, sin provocar tensión en el cuerpo.

Realice respiraciones cuadradas: inhale y cuente hasta cuatro; aguante la respiración con los pulmones llenos y cuente hasta cuatro; exhale y cuente hasta cuatro; aguante la respiración con los pulmones vacíos y cuente hasta cuatro. Haz tantos ciclos como sean necesarios hasta que sientas que tu cuerpo y tu mente están completamente relajados.

La intención de este paso 2 no es sólo relajar el cuerpo y la mente, sino inducir a la mente a la calma y la serenidad ante las dificultades. Para algunas personas, simplemente sentarse quietas y practicar este ejercicio de respiración es muy difícil. Debes intentar superar la tensión con relajación y la ansiedad con paciencia.

Paso 3: Cierre los ojos. Proyecte su conciencia fuera de sí mismo y vea su cuerpo sentado en la silla, como si estuviera viendo una película, como un espectador.

Paso 4: Con cada exhalación, intente distanciarse. Exhale y aléjese de su cuerpo en la silla. Exhale y aléjese del lugar donde está haciendo este ejercicio. Exhala y aléjate de tu ciudad. Exhala y aléjate de tu estado. Exhala y aléjate de Brasil. Exhala y aléjate del Planeta Tierra. Exhala y aléjate de tu galaxia. Exhala y aléjate de todo el Universo.

Continúe este ejercicio con calma. Tómese su tiempo para distanciarse. Concéntrese en la distancia, manteniendo la concentración y la visualización constantes. Tenga paciencia.

En este camino, sigue visualizando todo el Universo y detente a observarlo a distancia durante unos minutos. Ves galaxias enteras, cientos de soles y planetas, estrellas y lunas, personas, animales, lugares. Desde donde estás puedes contemplar todo el Universo.

Paso 5: Manteniendo todo el Universo en tu perspectiva, disuelve todos sus límites. Haz que tu estructura se derrumbe y ya no haya diferencias entre personas y estrellas, galaxias y planetas (pausa).

Luego disuelve incluso las fronteras que separan el Universo de otros Universos.

Si eres capaz de producir esta experiencia, que puede llevar algún tiempo de entrenamiento y dedicación, tendrás destellos del Uno.

Paso 6: En la teurgia, el viaje de vuelta es muy importante. Con esto en mente, después de pasar por la experiencia de contemplar al Uno, comience un viaje de regreso a su cuerpo físico. Con cada inhalación busca regresar desde los bordes del Universo a la materia de tu cuerpo físico. Inspira y te acercarás a la Galaxia. Inspira y acércate al Planeta Tierra. Inspira y acércate a Brasil. Inspira y acércate a tu estado. Inspira y acércate a tu ciudad. Inhala y acércate al lugar donde estás ejecutando el ejercicio. Inhala y vuelve a tu cuerpo físico.


Abra los ojos.

De nuevo, no se precipite en este último paso. Mantenga la visualización y cultive la paciencia.

Estos dos ejercicios también pueden realizarse en un contexto ritual, entre un procedimiento Teúrgico y otro.

La Experiencia Filosófica


En el texto De Sócrates a Patãnjali, estudiamos que:


El diálogo socrático es un ejercicio espiritual del yoga occidental. Invita al descubrimiento de uno mismo, de la realidad interior esencial, distanciando lo que no somos de lo que verdaderamente somos. Esto sigue siendo urgente hoy en día: hemos llegado a un periodo de la historia humana en el que la identidad de etiqueta ha oscurecido por completo el conocimiento de nosotros mismos. Con la identidad de etiqueta Patañjali estaba describiendo un poderoso estorbo o perturbación en la realización o ejercicio del yoga, un poderoso mal que aleja al hombre de su verdadera realidad interior y lo llamó abhiniveśaḥ. La práctica del yoga oriental funciona del mismo modo que la filosofía o el yoga occidental, es decir, a través de una purificación interior. Las impurezas que queremos eliminar son todas aquellas creencias, hábitos o recuerdos que condicionan nuestro pensamiento a recorrer caminos que no son los nuestros, es decir, que nos hacen pensar con cabeza ajena. Cuando cometemos este error, el de dejarnos guiar por opiniones ajenas, nuestra capacidad de percepción se ve perjudicada por esta perturbación descrita por Patañjali.

El diálogo socrático pretende deconstruir ese conjunto de ideas o acumulación de desechos culturales, ese lenguaje cultural al que estamos encadenados en la esclavitud del sentido común y lo políticamente correcto. El diálogo socrático es un ejercicio espiritual que permite trascender ese cúmulo de detritus culturales para ir directamente a la Fuente, al Absoluto, y desde ahí absorber la experiencia filosófica de la propia realidad.

Otra opción que ofrece la filosofía es la meditación, un aspecto importante del método filosófico de transformación e integración. La experiencia filosófica se revela en el silencio. Es en el refugio del silencio donde el filósofo encuentra la esencia profunda de su filosofía. Por meditación no entendemos una técnica meditativa. Existen innumerables técnicas cuyo objetivo es conducir a la meditación, que es un momento en el que el Alma intelectual trasciende el reino de la mentación y penetra en las profundidades de la Realidad. Sentarse durante unos minutos a practicar una técnica meditativa no significa que se esté meditando realmente. Las técnicas en sí mismas son grandes herramientas terapéuticas, porque su ejercicio organiza las fuerzas de la mente y equilibra las funciones del Alma, poniendo al Logoi al mando de las Almas animal y emocional, pero aun así no es la experiencia de la meditación. Sólo el tiempo, la disciplina y la práctica pueden conducir a cualquier filósofo del ejercicio meditativo a la meditación profunda.

Esta disciplina, como estudiamos en el texto La Purificación Filosófica, proporciona el ambiente ideal para el desarrollo interior, regulado por purificaciones, oraciones, theosis y henosis el Alma intelectual encuentra un camino seguro para su pleno desarrollo. Un ejercicio meditativo fundamental para el desarrollo filosófico es un tipo de visualización en el que se evocan, a través de la imaginación, los caminos que llevaron al filósofo a sus conclusiones. Se espera que, tras un periodo de entrenamiento para acceder a la fuente de la experiencia filosófica de muchos filósofos, uno esté preparado para acceder a la filosofía de su propia Alma.

El éxtasis místico alcanzado a través de oraciones e invocaciones es un poderoso acceso a la verdadera experiencia filosófica. En la teurgia, las oraciones, los himnos y los conjuros son indistintos y contienen los nombres bárbaros en secuencias de vocales. Cuando son cantados repetidamente por el filósofo, proporcionan un éxtasis místico que puede revelarse en visiones o profecías. Gamblicus decía que el éxtasis místico producido por un rito teúrgico complementa y va más allá de la experiencia filosófica obtenida mediante la meditación.

En la teurgia un símbolo es un portal de acceso directo capaz de establecer una conexión inefable con la Realidad trascendente que representa y ésta es la mecánica del talismán. Un talismán en el contexto de la teurgia tiene que ver con una conexión ontológica con aquello que representa, una conceptualización distinta a la concepción moderna en la que el talismán es una mera representación metafórica de aquello que pretende representar. Un símbolo (sunthāmata) en la teurgia puede ser una piedra, hierbas, huesos, incienso, un encantamiento, himno, música, ritual, texto sagrado, oración o cualquier otro objeto que esté conectado a una deidad por simpatía y en el amor. Los nombres bárbaros o voces magicae son poderosos encantamientos considerados un símbolo de lo divino trascendente en la teurgia. Se consideran nombres inefables, ininteligibles e inexpresables en el contexto ritual o inscritos en estatuillas y otros aparatos rituales como talismanes. Gamblico explica que los nombres bárbaros son nombres secretos de los dioses y, por tanto, operan en un nivel suprarracional de la realidad. Algunos ejemplos de oraciones teúrgicas se encuentran en las obras del filósofo neoplatónico Procloto, que habitualmente se abría con una oración como prefacio a sus obras mayores. Por ejemplo, al comienzo de su Comentario al Parménides, la oración de Procloto invoca a toda la jerarquía celeste, desde los dioses hipercósmicos hasta los ángeles, daimones y héroes, solicitando la asistencia apropiada de cada jerarquía divina para la recepción de la divinidad y la visión mística de Platón. En el De Misteriis, una de las cuestiones centrales planteadas por Porfirio se refiere a la ejecución y los fines de la oración teúrgica y la invocación religiosa:

Pero las invocaciones [...] se dirigen a los dioses como si estuvieran sometidas a una influencia externa, de modo que no sólo están sometidos los daimones, sino también los dioses".

Porfirio parece apuntar a una crítica popular y contemporánea de las oraciones e invocaciones en la Antigüedad: es decir, si los dioses son inmutables, eternos y no están sujetos a las pasiones, postura aceptada por la mayoría de los filósofos de la Antigüedad, ¿cuál es la finalidad de las oraciones e invocaciones? ¿Acaso pretenden influir, obligar o constreñir a los dioses? Ahora bien, puesto que cualquier persona con formación filosófica aceptaba que Dios o los dioses no están sujetos a pasiones y que el orden cósmico está (totalmente o en gran medida) determinado como producto de la providencia de Dios, se convirtió en una cuestión ampliamente debatida si se podía influir en los dioses o en el curso de los acontecimientos mediante oraciones o sacrificios.

Gamblico responde a este desafío de tres maneras: en primer lugar, a través de una discusión del Uno del Alma, que es el principio divino del Alma humana, la semilla o Logoi del Nous plantado en el hombre. En segundo lugar, a través de una discusión sobre la asimilación y la semejanza con la deidad, que Gamblico considera el objetivo central del ritual y la invocación. En tercer lugar, a través de una discusión sobre la naturaleza y el significado de la providencia divina, el amor divino y la voluntad divina en relación con el ejercicio de oraciones e invocaciones.

Hablar de estos tres puntos iluminados por Jâmblico está más allá de los objetivos de este cuaderno de meditación, pero tejeremos unas líneas sobre el Uno del Alma, que está estrechamente relacionado con el papel de la providencia divina y la voluntad divina dentro del ritual teúrgico.

En respuesta a las preguntas de Porfirio sobre el uso de las invocaciones y si este uso implica que los dioses están sujetos a influencias externas, Gamblico comienza su defensa de la teurgia explicando cómo funciona el ritual teúrgico:

De las operaciones de la teurgia realizadas en cualquier ocasión, algunas tienen una causa secreta y superior a toda explicación racional, otras son como símbolos consagrados desde la eternidad a seres superiores, otras conservan alguna otra imagen, como la naturaleza en su función generadora imprime [en las cosas] formas visibles a partir de principios de razón invisibles; otras se realizan en honor de sus súbditos, o tienen por objeto algún tipo de asimilación o establecimiento de familiaridad".

Aunque las invocaciones religiosas puedan parecer coercitivas, Jâmblico afirma que el filósofo está sintonizando con los dioses al utilizar los símbolos que han sido sembrados en todo el cosmos por los propios dioses. Jâmblico afirma también que algunos ritos teúrgicos pretenden una especie de asimilación o establecimiento de familiaridad con lo divino. ¿Qué significa esto exactamente? Más adelante en el De Mysteriis, Gamblico subraya la duplicidad inherente a los ritos, que parece corresponder a la naturaleza dual de la propia Alma humana:

Por una parte, [el ritual] es realizado por los hombres y, como tal, observa nuestra posición natural en el universo; pero, por otra parte, [el filósofo] controla los símbolos divinos y, en virtud de ellos, se eleva a la unión con las potencias superiores, y se dirige armoniosamente según su dispensación, lo que le permite asumir con propiedad el manto de los dioses. Es en virtud de esta distinción, por tanto, que el arte invoca naturalmente a las potencias del universo como superiores, en la medida en que el invocador es un hombre, y sin embargo, por otra parte, les da órdenes, ya que se inviste a sí mismo, en virtud de símbolos inefables, con el papel hierático de los dioses.

Gamblico afirma que, desde una perspectiva, los rituales teúrgicos son realizados por seres humanos. Sin embargo, todos los humanos llevan una semilla o principio divino dentro de sus Almas. En su Comentario al Fedro, Jamblicus se refiere a este principio como el Uno del Alma. Recurriendo a símbolos divinos, como los nombres bárbaros utilizados en las invocaciones, el filósofo activa este principio divino del Alma, permitiéndole asumir el manto de los dioses y ascender a los reinos de la luz y la perfección, en lugar de sugerir que los dioses desciendan. Así, la vocalización ritual de los nombres bárbaros funciona como un poderoso acto de habla teúrgico que permite al filósofo asumir un papel divino ascendiendo, por similitud y asimilación, a lo divino. Los nombres bárbaros, por tanto, funcionan como contraseñas de los misterios que certifican la aptitud del filósofo para penetrar en la Realidad y recibir allí la Gnosis de la experiencia filosófica. Cuando el filósofo reza e invoca a los dioses, puede hacerlo gracias al principio divino que hay en su Alma y que tiene el potencial de ser despertado y activado para tomar conciencia de las constantes iluminaciones de los dioses. El daimon personal, por ejemplo, que está en contacto constante con este principio divino del Alma, se acerca al filósofo en los momentos de oraciones e invocaciones cuando este principio divino se activa, haciendo posible recibir sus instrucciones a través de la intuición, a través de visiones, etc.

Los Primeros Filósofos


Los primeros filósofos fueron seres espirituales, humanos que encarnaron preparados para acceder a verdades sutiles que las mentes profundamente embrutecidas eran incapaces de percibir. Uno de los descubrimientos de los hombres de conocimiento de la antigüedad fue el Alma (psique). Estos filósofos eran maestros de la introspección, a través de la cual les fue posible percibir con claridad y precisión el Alma misma, sus partes, funciones y los medios adecuados para armonizarlas y alimentarlas. A través de estos filósofos, a través del trabajo que hicieron sobre sí mismos como seres espirituales encarnados, nos es posible sondear los rincones de nosotros mismos a través de las notas que dejaron. Fue una obra colosal, parémonos a pensar, la de aquellos primeros filósofos naturalistas que iniciaron el trabajo de sondeo de la realidad que les rodeaba hasta que, tras siglos de perfeccionamiento del mecanismo de búsqueda e investigación, es decir, de perfeccionamiento del aparato intelectual, descubrieron el Alma y su poder de animar la materia. A ellos debemos una obra que no necesitamos esforzarnos en descubrir. A ellos debemos mucho.

Que el Alma es única en sí misma, indivisible, es una idea de Aristóteles, una idea novedosa en su época. Él definió el Alma como el primer principio, la primera causa de algo, su propósito de ser. El Alma de un reloj es demostrar el tiempo. El alma de un perro es ser un perro. Para Aristóteles, el alma es la causa del cuerpo. Sin cuerpo no hay Alma, ni siquiera necesidad de ella. Esta fue la respuesta directa de Aristóteles al platonismo, que sostiene que no sólo existe el Alma, sino que también es el intermediario entre la conciencia humana y el Mundo de las Ideas, el nous. El Alma en la tradición neoplatónica es algo maravilloso, porque a diferencia de todo lo demás en el universo, el Alma humana no es prisionera de diferentes formas de ver la realidad. Volviendo a la lectio divina de La República, nuestra Alma es la que nos saca de la caverna.

Platón describe el Alma en tres partes. En Fedro dice que el Alma es como un carro de dos caballos. Haz aquí un pequeño ejercicio mental: imagínate al mando de un carro de dos caballos. Sabes adónde vas y cuál es el mejor camino para llegar allí. Desde su asiento en el carruaje, la visión es clara y el camino se muestra ante usted, a veces con baches, en otras partes con mucha maleza, pero en otras el paso está despejado. Pero aunque todo esto esté claro para su intelecto de acuerdo con Logoi, sintonizado -o en sintonía- con su racionalidad, el carruaje sigue siendo tirado por dos caballos. Uno de estos caballos es una yegua briosa e inteligente, a la que ha llamado Timós. A veces se asusta por las sombras en el camino, se intriga por los olores del camino o corre detrás de algo sólo para ver qué es. A veces se encierra y no sale del lugar, donde se queda estabulada sin moverse. El otro caballo es un semental macho al que ha llamado Eros. Sabe lo que quiere y coge lo que quiere cuando quiere en plena acción. Su apetito es enorme y siempre se detiene cuando ve algo verde para comer, sea bueno o malo. Además de ser fuerte, arrastra consigo a Timós. Timos, por su parte, a veces sigue el ritmo de Eros, pero otras veces tira de él hacia atrás e incluso se pelea con él. Sin embargo, tiene en sus manos el arnés que controla a estos dos caballos, mediante el cual puede dominarlos y conducir el carro hasta el claro despoblado de la henosis.

El Logoi o Logos es la parte superior (intelectual) del Alma, la que controla los dos caballos, reflejo de la Mente de dios, el Nous. En esta parte del Alma vive el espíritu de la lógica, de la razón y del entendimiento. Cuando la parte superior del Alma se cultiva mediante un estilo de vida filosófico, comanda las otras dos partes del Alma: Timós, la parte emocional del Alma y Eros, la parte instintiva del Alma. Timos dirige todas las emociones, ya sean buenas, sublimes, refinadas, elevadas, filantrópicas o egoístas, compasivas, feroces, celosas y temerosas. Es interesante observar que en griego antiguo la palabra thymos significaba aspiración, pero en griego moderno significa cólera. Eros es la parte del Alma que administra los apetitos de sexo, comida y placeres. Cuando la parte superior del Alma, el Logoi, controla a Eros, los apetitos demuestran moderación. Sin embargo, cuando Eros se mueve en revelación de la estructura del Alma, sucumbe a los vicios, la pornografía, la gula, etc.

La práctica filosófica, que implica ascetismo y disciplina espiritual, aliada al ejercicio de la teurgia que eleva el Alma hasta los planos de luz y perfección, es un estilo de vida que armoniza las tres partes del Alma y transforma la personalidad.

La mayoría de nosotros nos preocupamos por actuar de tal manera que la parte superior del Alma controle a estos dos caballos incontrolados. La falta de comprensión de su naturaleza, o la dificultad de tratar con ellos, ha llevado al hombre a construir sistemas religiosos y filosóficos para tratarlos mejor. Hay sistemas que son acusados de controladores, porque insisten en socavar cualquier actividad del Alma emocional, como si fuera posible no tener ni producir emociones. Los estoicos son, de forma inmadura y sofística, acusados de esto. Sin embargo, lo que los estoicos enseñan es que somos más felices cuando no intentamos controlar las cosas que están fuera de nuestro control. Dado que lo que está dentro del alcance de nuestro control son las emociones y las reacciones a los acontecimientos de la vida, los estoicos enseñan que el camino hacia la felicidad es controlar las emociones, pero eso no significa refrenarlas. De hecho, dicen que las emociones sirven a fines poderosos y valiosos. Sin emociones, no merece la pena vivir. Los estoicos dicen que es posible ser feliz ahora mismo, en este preciso momento, independientemente de las circunstancias. Cuando están bien controladas, las emociones pueden elevar el Alma también al plano de las virtudes, donde vive el espíritu de la compasión. Un hombre sin compasión, es decir, que no tiene pacto con el espíritu de compasión, se vuelve frío e insensible. Es el pacto con el espíritu de compasión lo que hace al hombre sensible, que viene de la palabra sentimiento.

La teurgia es el agente potenciador del Alma emocional. Mediante el proceso de devoción ferviente a las deidades a través de invocaciones, cantos y letanías, el Alma emocional es invadida por los códigos de luz de los dioses y las virtudes. En este proceso se produce la curación de las emociones negativas y depresivas, tórpidas y violentas, lo que cambia la calidad del sentimiento y hace al teúrgo más tolerante, amoroso y caritativo. La transformación no ocurre de la noche a la mañana y, a veces, dependiendo de la calidad del Alma, pueden pasar años antes de que el teúrgo vea algún cambio.

¿Es posible eliminar por completo los apetitos del Alma? Los místicos de todas partes y de todos los tiempos lo han intentado, pero un carro de un solo caballo no llega muy lejos en el camino hacia la henosis. El ascetismo espiritual goza de gran estima en la tradición neoplatónica, pues proporciona las condiciones necesarias para que el Logoi tome el control completo y definitivo de Timos y Eros, enseñándoles los límites.

Normalmente, se piensa que el cuerpo alberga el Alma. Sin embargo, intenta pensar que es el Alma la que posee un cuerpo. Cuando Logoi está a cargo de Timos y Eros, naturalmente el teurgo asume un estilo de vida más saludable. Cuando Eros tiene antojo de chocolate, patatas fritas, coca-cola y pornografía antes de acostarse, el Logoi ofrece una noche de descanso, contemplación, un baño a la luz de las velas y un buen caldo con rapadura de postre, oraciones e invocaciones antes de dormir. Esta práctica puede adoptarla cualquiera después de un largo día de trabajo. Muchos peregrinos pasan del trabajo al smartphone; de la confusión de un día de trabajo al desorden de una vida desordenada e indisciplinada. Para que Logoi tome el control total de Timós y Eros, debe cultivarse un estilo de vida adecuado que alinee ejercicios espirituales acompañados de ritos teúrgicos.

Eros, el Alma animal siempre hambrienta, no anhela verdaderamente nada en el reino de la generación, sino que anhela los fantasmas de los objetos, producidos por la interacción de los sentidos o por la memoria. Si recordamos a qué saben las patatas fritas y deseamos comerlas, el impulso se debe a un fantasma de la memoria, no a las patatas en sí. Lo mismo ocurre con los impulsos sexuales y, cuando los consumimos, alimentamos inconscientemente los fantasmas de la memoria. Y aunque muchos peregrinos no prestan la debida atención a la exploración del Alma, tampoco suelen tener en cuenta el poder de Eros en la magia. Cuando deseamos cambiar algo en nuestras vidas mediante la práctica de la magia, ya sea una atadura, una maldición o un hechizo para la prosperidad, significa que deseamos con fuerza. Es como si Eros no mantuviera su rumbo en el camino y se distrajera con todos los objetos de sus deseos a su alrededor. En tales circunstancias, Eros estaría siendo acechado por fantasmas que vienen de todas partes en un caótico conflicto de deseo y aversión. De ese modo, la magia no funciona, pues es imposible que el carro mantenga el rumbo de la henosis. Cuando Logoi tiene el control, se enseña a Eros a centrarse en el objetivo, lo que es esencial para el éxito de la magia.

Mientras que Eros, el Alma animal, es atraído por el canto de la sirena, los fantasmas producidos por la memoria y la interacción de los sentidos con los objetos, Timós, el Alma emocional, es atraído por el espejismo, las construcciones de pensamientos producidas sobre los fantasmas. El hombre no se siente triste o feliz por los objetos y/o las circunstancias, sino por lo que piensa sobre los objetos y las circunstancias. Si ganamos una apuesta, nos sentimos felices. Si perdemos la apuesta, nos sentimos tristes. La tristeza o la felicidad no tienen nada que ver con la apuesta. Si ganamos la apuesta y estamos contentos, nos entristece que la gente no la valore como nosotros. La mayoría de los pensamientos que producimos sobre el miedo, la duda, la ira, la sensualidad, el odio, la depresión, la violencia, etc., son construcciones irracionales, es decir, desaprobadas por Logoi. Este tipo de construcciones mentales sólo se producen cuando el Logoi no controla o incluso manda a Timos y Eros. Son construcciones irracionales porque nacen directamente de la experiencia de las Almas animales y emocionales. En estas circunstancias, el Logoi es incapaz de aprobar o desaprobar cualquier pensamiento torpe producido por las emociones incontroladas y los impulsos aleatorios del reino de la generación. Por lo tanto, la disciplina para aprender a tratar con Timós, el Alma emocional, consiste en que el Logoi reconozca los pensamientos que dirigen los impulsos antes incluso de que Timós se dé cuenta de ellos. En otras palabras, su control no está en evaluar las emociones, sino en los pensamientos que las provocan. Cuando vamos en un carruaje, miramos hacia delante, hacia la carretera, no hacia el caballo.

Un ejercicio espiritual para aprender a hacerlo consiste en anotar y clasificar en un diario los pensamientos que sirven de detonante a los desencadenantes emocionales. Es más difícil hacerlo de memoria. El método más eficaz consiste en anotar inmediatamente la ocurrencia de una situación en cuanto se produce. Por ejemplo: si estás en una cola de Lojas Americanas esperando tu turno para ir a la caja a pagar algún producto y te irritas con la señora que subrepticiamente pasó delante de ti, pregúntate: ¿por qué estoy irritado? ¡Porque la señora que pasó delante de mí no tiene educación! ¡Pero esa respuesta es el fantasma! Ahora debes evaluar los pensamientos producidos sobre este fantasma. ¿Cuáles son? ¿Has pasado mucho tiempo esperando en la cola para que una persona pase delante de ti sin más? ¿Que deberías avergonzarte por hacerlo? ¿Que la señora sea atropellada en la calle por ponerse delante de ti? El hecho de que sea mayor, ¿no le da derecho a ponerse delante de ti? Cuando se pone en práctica este ejercicio espiritual, es posible cavar con una pala hasta llegar a la raíz irracional condicionada de los pensamientos. Empieza por observar la irracionalidad de tus pensamientos. Evalúa si se apoyan en una moral colectiva o personal; si están respaldados por la Constitución o si se basan en leyes colectivas o comportamientos culturales. ¿No se limita a proyectar sus valores personales sobre el comportamiento de la señora? Cuando estamos en la cola de un banco y pensamos: el cajero debería ser más rápido, construimos un pensamiento irracional, sin la lógica del Logoi. Sería más lógico y racional decir: me gustaría mucho que la cajera fuera más rápida.

Este tipo de práctica es un ejercicio de ascesis espiritual capaz de poner a Logoi al mando de Timos y Eros. Lo que Platón reconoció en su evaluación del Alma, es que se trata de un sistema. El Logoi razona, Timos siente y Eros desea. Estas partes del Alma están en comunicación entre sí y el Logoi debe comandar a Timos y Eros como un capitán comanda un barco, a menos que haya un motín. Platón comprendió que todos somos como barcos amotinados, cuando los miembros de la tripulación se debaten ante un capitán débil e irresponsable. El trabajo consiste, de este modo, en proporcionar al Logoi a través de la teurgia (que incluye un estilo de vida filosófico) las condiciones naturales para que desempeñe sus funciones, una conexión o sintonía entre la mente del teúrgo y la Mente de Dios.

Los Símbolos en la Teúrgia


La teurgia neoplatónica clásica se ha asociado a la espiritualidad transmitida por los Oráculos caldeos, tanto en sentido cosmológico como soteriológico. Se trata de un debate que sigue abierto. Algunos estudiosos han argumentado que la Teurgia Clásica no es más que la versión helénica de un conjunto de prácticas mágicas y místicas procedentes de diversas tradiciones espirituales que florecieron en Oriente Próximo y Egipto. Una versión teúrgica de diversas ideologías de la realeza que proponían el Estado como espejo del cosmos. Estas tradiciones espirituales y sus tecnologías místicas y mágicas que proponían una armonía entre todas las partes del Alma humana y el continuo del cosmos, es decir, la propia teurgia, se transformó y pervivió como mecanismo de mejora -o enriquecimiento- del Alma y su proceso de salvación, tema sobre el que versa toda la tradición platónica.

Por este camino, la Teurgia Clásica neoplatónica, cuyo exponente más destacado es Jâmblico (245-325 d.C.), sería la helenización de una tradición metafísica común de renacimiento e inmortalidad solar compartida, por ejemplo, por pitagóricos, órficos, dionisíacos, caldeos, babilonios, egipcios y, en Extremo Oriente, védicos.

Dicho esto, tiene sentido considerar la teúrgia no sólo en un sentido neoplatónico, que tiene en cuenta el neologismo acuñado en el siglo III d.C. a partir de los Oráculos Caldeos, sino más simplemente, como la obra de los dioses (theon erga) y la teofanía que esta obra implica. Así tenemos teurgia como:

El poder divino mágico y creador que sustenta e impregna todo lo que existe: el mundo material, psíquico y espiritual. Como veremos más adelante, el teúrgo que se pone a practicar la obra de los dioses no la inicia ni la termina, pues esto no compite a su individualidad finita ni a su posición en el cosmos como Alma encarnada en la materia. Simplemente se convierte en un agente del demiurgo del propio Demiurgo en la obra de los dioses.

Toda la metaestructura eidética del cosmos-estado y su razonamiento de realeza ontogenética y escatológica, apoyada en mitos soteriológicos ritualizados que siguen los ritmos cotidianos del cosmos.

Para que los dos puntos anteriores se acepten como válidos, debe haber una visión del mundo que los apoye. Y la hay: el espíritu y la materia están entrelazados dentro de la misma sustancia. Esta cosmovisión subyace a la propia hierofanía de los dioses en el mundo y, por tanto, sostiene que no hay diferencia entre los dioses y sus imágenes (estatuillas, símbolos o ídolos, estaciones, paisajes, templos, árboles o seres humanos como dramatis personae). Cuando se utilizan como vehículos para invocar el nombre o la esencia de la sustancia de los dioses, se animan, es decir, se transforman mágicamente de una mera imagen material en un ídolo magnetizado o infundido con la sustancia noética que representa. La materia es la manifestación de la Luz noética que suena y da vida; dicho de otro modo, la -o en- el mundo la luz noética vibra e impregna todas las cosas, animándolo todo con vida y sustancia espiritual. Las imágenes sagradas (sinthemāta), de este modo, son vehículos de la presencia de lo divino.

En De Mysteriis, la apelación que Gamblico hace a los misterios de Egipto es clara. En este ensayo, que responde a numerosas preguntas y postulados sobre la teurgia formulados por su maestro, Porfirio (circa 234-304 d.C.), Gamblico apoya la opinión platónica de que la teología egipcia es teúrgica en el sentido de que imita la ingeniería del cosmos y la energía creadora de los dioses como agentes o vectores de fuerza de la gran maquinaria del universo. En la teología egipcia, una acción que está en resonancia directa con el cosmos es una acción ritual, es decir, una acción realizada litúrgicamente. Esta acción, sin embargo, no es individual. En los rituales de la teurgia, los sacerdotes egipcios se identificaban con los dioses. Este tipo de acción ritual está presente incluso en los Papiros Mágicos griegos, donde la conciencia individual es incluso anulada en detrimento de la posesión divina. Los filósofos y sabios caldeos, hermetistas y representantes de la genuina tradición de los Maghdim, no se erigían en ejecutantes individuales de la teurgia, sino sólo en símbolos o máscaras que imitaban la demiurgia del cosmos. Al hacerlo, sólo compartían directamente con los dioses la Obra Divina (theourgia), como vehículos de la misma, no como sus ejecutores, iniciadores o finalizadores. La teurgia ocurre en el continuo perpetuamente como obra de los dioses. El teúrgo se limita a participar en ella a través del ritual. Este punto de vista sobrevivió sobre todo en el neoplatonismo y el neopitagorismo.

La Imagen Sagrada de los dioses, sus sinthemāta, están animados con sus vehículos pneumáticos noéticos y pueden ser, como se ha mostrado anteriormente, árboles, el sol, la luna y las estrellas, montañas, estaciones y puestas de sol, pero también piedras, estatuillas o iconos. En este último caso se puede establecer un paralelismo con la doctrina tántrica del nyāsa, cuyo objetivo es infundir ritualmente prāṇa (esencia vital) en una estatuilla o en el propio cuerpo físico, transformando o transubstanciando su materia densa en un cuerpo divino, simbolizado en el concepto filosófico de āsana, no como asiento, sino como perfección adquirida. Es en este sentido, y no al del asiento, que el Yogasūtra del sabio Patañjali dice que āsana lleva al practicante a volverse inmune a los pares de opuestos. Continuando, una acción que no está ritualizada no es una acción divina, sino sólo un acto secular ordinario. Una acción ritualizada establece un patrón eidético en la mente, haciendo del ejecutante un mediador de la luz neótica entre la materia y los planos de luz y perfección.

La comprensión de lo que es un ritual teúrgico es necesaria para el cierre de nuestro razonamiento. Un ritual teúrgico invoca la perfección divina. Esta es la interpretación de innumerables teúrgos desde la antigüedad hasta nuestros días. Mediante la realización de un rito teúrgico, se abre una puerta que convierte al teúrgo en mediador entre el cielo y la tierra. El propio rito tiene lugar en el reino de los dioses, que lo presencian y participan en él en un continuo eterno, es decir, en la propia demiurgia del cosmos. Esto es lo que hace sagrado a un ritual teúrgico, ya que a través de él el espíritu y la materia se entrelazan dentro de la misma sustancia. De este modo, el ritual da acceso al teúrgo a este entrelazamiento perpetuo de materia y espíritu.

Del mismo modo que un teúrgo neoplatónico se convierte en el dios que invoca, el teúrgo tántrico también asume la forma del dios en iṣta-devatā. Este es el punto crucial de la ritualística teúrgica, cuando el cuerpo del teúrgo se convierte en un verdadero templo, un agalma o imagen viva transformada de acuerdo con la iconografía cultural y ritual. Un teúrgo en su ritual, de este modo, es un agathos aner, una imagen de lo divino mismo y encarnación de la virtud y de todo lo que es bello, armonioso y estable, como una estatuilla de Kouros.

En la Teurgia Clásica Neoplatónica, un símbolo (snmbolon) es un portal de acceso directo y capaz de establecer una conexión inefable con lo divino trascendente representado por él y ésta es la mecánica del talismán. Un talismán en el contexto de la teurgia tiene que ver con una conexión ontológica con aquello que representa, una conceptualización distinta de la concepción moderna en la que el talismán es meramente una representación metafórica de aquello que pretende representar. Un símbolo (sunthāmata) en la teurgia puede ser una piedra, hierbas, huesos, incienso, un encantamiento, himno, música, ritual, texto sagrado o cualquier otro objeto material que esté conectado a una deidad por simpatía y en el amor. Los nombres bárbaros o voces magicae son poderosos encantamientos considerados un símbolo de lo divino trascendente en la teurgia. Estos onomata barbara se consideran nombres inefables, ininteligibles e inexpresables en el contexto ritual o inscritos en estatuillas y otros aparatos rituales como los talismanes. Gamblico explica que los nombres bárbaros son nombres secretos de los dioses y por tanto operan en un nivel de realidad suprarracional, entregados a los hombres por los propios dioses.

Hablando de los procedimientos de la teurgia, Jâmblico sostiene que los rituales teúrgicos son símbolos consagrados a la eternidad y a las entidades superiores. El ritual como símbolo de lo trascendente despierta en el Alma sus cualidades superiores, es decir, activan en el Alma su elemento divino, pues el teúrgo, por medio de los símbolos inefables del ritual, se involucra en el papel hierático de los dioses. En otras palabras, los símbolos del ritual crean un tipo peculiar de afinidad o reconocimiento de su causa divina en el Alma, permitiendo al teúrgo elevarse a los reinos de la luz y la perfección, la morada de los dioses y las virtudes. Los símbolos (sunthāmata), por tanto, constituyen todo el material utilizado por el teúrgo, desde las estatuillas telésticas y los nombres bárbaros inscritos en ellas, la vestimenta sagrada para realizar los rituales, los conjuros pronunciados, etc.


La Teúrgia y el Alma


Bajo la influencia de las ideas gnósticas, los contemporáneos de Jamblico creían que la tierra era un lugar del que habían partido los dioses. Este tipo de pensamiento era compartido, de alguna manera, por Plotino, quien dijo:

Y si hemos de atrevernos a decir, contra la opinión de los demás, más claramente lo que pensamos, nuestra alma no está totalmente inmersa aquí abajo, sino que una parte de ella permanece en lo inteligible.

Las diferencias entre Plotino y Jamblico respecto al descenso o no del Alma a los cuerpos vinieron a constituir y estructurar de manera completamente distinta la forma en que cada uno de ellos orientaba el camino ascético de sus alumnos y discípulos. Si para Plotino la ascética era intelectual, sin depender de ningún recurso externo, salvo el trabajo intelectual del discípulo, surgido sólo de su propio esfuerzo y empeño personal, no ocurre lo mismo con Jâmblico, para quien el esfuerzo intelectual conduce sólo a una etapa del camino, a ser complementado por prácticas teúrgicas con la intención precisamente de superar la inmensa distancia del Alma en relación al Uno. La meta para Jâmblico consistía en la transformación del hombre hacia su deificación, es decir, la unificación de su Alma, así como su asimilación a los órdenes del cosmos. Hay que notar que hasta aquí no hay divergencias esenciales entre el pensamiento de Plotino y el de Jâmblico. La divergencia entre ellos consiste más específicamente en la posición del Alma en relación al Uno. Para Jâmblico hay dos clases de Almas, las que están en unión contemplativa con los verdaderos seres inteligibles y son semejantes a Dios y las Almas que ya han descendido al mundo material y están moralmente corrompidas.

Además, creo sinceramente que el propósito por el que descienden las almas es diferente y que, por lo tanto, causan diferencias en la forma en que descienden. Las almas que descienden para la salvación, purificación y perfeccionamiento de este mundo son inmaculadas en su descenso. El alma, por el contrario, que va a los cuerpos para el ejercicio y corrección de su carácter no está totalmente libre de las pasiones y no es enviada libre en sí misma. El alma que desciende aquí para cumplir un castigo y un juicio parece en cierto modo arrastrada y forzada.

El primer tipo de Alma logra conservar su pureza y libertad con respecto al mundo material, siendo su meta precisamente purificar y perfeccionar este mundo. El segundo tipo de Alma pierde su independencia y se implica en la existencia material, pues incluso antes de su descenso ya estaba moralmente caída, siendo ésta precisamente la razón de su descenso, tanto como castigo como para su propio perfeccionamiento.

También hay que considerar la vida de las almas antes de entrar en los cuerpos, ya que estas vidas tienen una gran variación individual. A partir de diferentes formas de vida, el alma tiene la oportunidad de experimentar de manera diferente un primer encuentro con el cuerpo. Para aquellos que son neófitos, que han visto mucho de la realidad y son compañeros y parientes de los dioses, y que se han perfeccionado plenamente y encierran por completo las partes de su alma, éstos son en su totalidad implantados por primera vez en el mundo, libres de las pasiones y puros en el cuerpo. En cambio, los que están llenos de deseo y llenos de pasión, es con la pasión con la que se encuentran por primera vez con los cuerpos.

El dolor del hombre caído, del Alma sumida en la existencia puramente material, conmovió de manera diferente a Plotino y a Gámblico. En su afán por explicar el sufrimiento, Plotino elaboró su doctrina del alma no descendida. Según esta doctrina, la parte superior del Alma no desciende al mundo sensible y, por tanto, no tiene contacto con los cuerpos, ni se corrompe. La parte superior del Alma permanece, pues, en el mundo inteligible, de donde irradia una luz que se inclina hacia el mundo sensible sin descender, por tanto, a él.

Hemos dicho cómo se produjo la generación: se produjo en el descenso del Alma, en el sentido de que otra cosa, procedente de ella, desciende cuando se inclina. - ¿Pero ella abandona su imagen? Y esta inclinación, ¿cómo no vamos a estar de acuerdo en que es un error?

Pero si la inclinación es una iluminación dirigida hacia lo inferior, no es un error. La causa del error no es la sombra, sino lo que es iluminado; pues si esto no existiera, el alma no tendría nada que iluminar. Decimos del alma que desciende o que se inclina en el sentido de que lo que recibe de ella su luz vive con ella. Ciertamente abandona su imagen si no hay nada cerca de ella que la reciba; no abandona en el sentido de que la imagen se separe de ella, sino en el sentido de que la imagen deja de existir.

Si la teoría de la iluminación del Alma es insuficiente para explicar su descenso, por otra parte, podríamos intentar comprender la cuestión desde otra perspectiva, como hizo Plotino en la Eneida 10 [V 1], 12, 1-15, cuando explica que el Alma, a través de la conciencia, a través de su parte más elevada, está en contacto directo con el Intelecto, y que conoce, en primer lugar a través de la sensación y que es a través de ella que conoce la totalidad y todo lo que la afecta, porque lo que el Alma conoce, lo conoce entero. De este modo, lo que conocemos pasa por el Alma e incluso el conocimiento del mundo exterior necesita del Alma, en tanto que instancia mediadora entre el mundo y el Intelecto, cuyo puente pasa por la atención, a través de la cual, por medio de la conciencia, se unen de este modo y en esta perspectiva el mundo sensible y el inteligible.

La posición de Plotino respecto al descenso del Alma divergía de la tradición de su época. Es esencial para Plotino la tesis de que incluso encarnada el Alma reside en el mundo inteligible. La cuestión es por qué se sintió obligado a proponer tal posición que divergía tan radicalmente de la tradición. Según Procloto, Plotino habría considerado necesaria esta posición para poder explicar cómo nosotros, a pesar de nuestro descenso al mundo sensible, seguimos teniendo la capacidad de conocer a los seres ideales. Esto sólo es posible, pensaba Plotino, si aceptamos que algo de nuestra Alma permanece siempre conectado a esta realidad superior.

La diferencia entre los puntos de vista de Gamblico y Plotino fue descrita también por Procloto en su Comentario al Parménides de Platón: 

El conocimiento en nosotros, pues, es distinto del divino, pero a través de este conocimiento accedemos al primero; y ni siquiera necesitamos situar lo inteligible en nosotros, como afirman algunos, para que podamos conocer los objetos inteligibles presentes en nosotros (pues nos trascienden y son las causas de nuestra esencia); tampoco debemos decir que una parte de nuestra alma permanece arriba, para que a través de ella podamos tener contacto con el mundo inteligible (pues lo que permanece siempre arriba nunca podría estar conectado con lo que se originó a partir de su propio estado de intelección, ni podría constituir la misma sustancia que él); ni debemos postular que es consustancial con los dioses - pues el Padre que los creó produjo nuestra sustancia en primer lugar a partir de materiales secundarios y terciarios (Timeo 41d). Algunos pensadores se han visto llevados a proponer este tipo de doctrina buscando comprender cómo los que estamos caídos en este mundo podemos tener conocimiento de los verdaderos Seres, cuando el conocimiento que tenemos de ellos es propio de entes no caídos, sino de aquellos que han sido elevados y que han adquirido sobriedad después de la Caída.

El Alma humana, para Jámblico, está separada del Intelecto del que emana (y esta posición no es antagónica a la de Plotino) y se mantiene aparte con respecto a las realidades superiores del Alma, incluyendo en ellas las clases superiores, los daimones, los héroes y las Almas puras. Por lo tanto, es un intermediario entre las entidades superiores y las cosas corpóreas. Siendo intermediaria, el Alma humana es doble en el sentido de que puede inteligir lo que está arriba y actuar sobre lo que está abajo a través del cuerpo cuando está encarnada. El Alma humana es dos cosas, cada una a su vez, pues no podría inteligir siempre, de lo contrario sería Intelecto, ni podría estar siempre implicada en actividades relacionadas con el reino de la generación, pues entonces sólo sería un Alma animal. El Alma humana está en contacto con ambos mundos, en los que participa inexorablemente. Así, si por un lado desciende a los cuerpos, por otro, al haber descendido, debe ascender de nuevo. La ascensión del Alma puede tener lugar después de la muerte o en esta vida a través de la teurgia.

La Teurgia es una parte connatural de la condición humana, inherente a la Naturaleza, que existe para aquellos que son lo suficientemente sabios como para utilizarla, de modo que puedan elevar sus Almas a los aspectos más elevados y cumplir su papel como verdaderas entidades mediadoras. Corresponde a la acción de los dioses -no a nuestra acción sobre los dioses- en el sentido de que nuestras acciones hacia los dioses pueden influir de algún modo en ellos a nuestro favor.

Es de larga data que los trabajos de la teurgia divina han sido determinados por las leyes intelectuales inmaculadas y que los niveles inferiores de la realidad han sido neutralizados por el gran poder y orden, según lo que ha sido separado de lo que es inferior y hemos sido transferidos a un lote mejor. Y nada en este proceso tiene lugar en desacuerdo con el orden establecido desde el principio, de modo que los dioses deban cambiar sus planes en virtud de alguna ceremonia teúrgica posterior, sino que sería mucho más el caso que desde el primer descenso el dios ha enviado las almas con este fin, y que deben volver de nuevo a él. No hay, por tanto, ningún cambio en los planes que rodean este proceso de ascensión, ni conflicto alguno entre el descenso de las almas y su ascensión.

Antes de pensar en la teurgia como un acto de los dioses, y no de los hombres, puede ser interesante recordar nuestra incapacidad para aprehender, a través de la razón, la realidad de estos dioses y del Uno, pues como sabemos el aparato cognitivo humano no tiene los recursos para realizar tal tarea. Gamblico propone en el De Mysteriis aclarar tanto las cuestiones filosóficas como las relacionadas con la teurgia, según la disponibilidad de sus auditores advirtiendo que:

Daremos explicaciones apropiadas para cada una de ellas, tratando de modo teológico las cuestiones teológicas y en términos teúrgicos las relativas a la teurgia, mientras que las cuestiones filosóficas las examinaremos en términos filosóficos.

Intentaremos, a partir de ahora, entrar en el universo de la teurgia, tal como nos lo propone Jâmblico desde la perspectiva de aquello que, habiendo sido revelado por los dioses al Alma humana, ésta es incapaz de reconocer y desvelar por sí misma debido a su distancia de los dioses. En su límite, la razón es superada en dirección a aquello que ha sido revelado por los dioses para que el Alma pueda volver a Él intacta. A medida que el Alma se libera de los impedimentos impuestos por la descendencia, encuentra los recursos que le permitirán galopar niveles ontológicos cada vez más altos, hasta el abandono de sí misma, hasta su completa deificación.

No es el pensamiento puro lo que une al teúrgo con los dioses. En efecto, entonces, ¿qué impediría a los que son filósofos teóricos gozar de una unión teúrgica con los dioses? Pero esta no es la situación: es la realización de actos que no pueden ser revelados y que están más allá de toda concepción y el poder indecible de los símbolos, comprendidos sólo por los dioses, lo que establece la unión teúrgica. De ahí que no lleguemos a estas cosas sólo por intelección, pues entonces su eficacia sería meramente intelectual y dependería de nosotros mismos. Sin embargo, ninguna de las dos suposiciones es cierta. Pues incluso cuando no estamos ocupados en la intelección, estos símbolos cumplen por sí mismos su debido trabajo, y el poder inefable de los dioses con los que están relacionados, y reconocen su propia imagen, en sí mismos, sin haber sido despertados por nuestros pensamientos.

En su comentario sobre Parménides, Gamblico reitera nuestra incapacidad para comprender el Uno Inteligible, y así, ante una aporía, nos vemos obligados a reconocer que ésta culmina finalmente en la unión teúrgica. La proposición de rituales teúrgicos en la filosofía de Gamblico estaba profundamente relacionada con su comprensión de la aporía socrática. Desde esta perspectiva, siendo la teurgia un fenómeno inherente al platonismo, podía llegar a resolver los problemas inseparables de orden metafísico y soteriológico que durante tanto tiempo habían irritado a la Academia. El conocimiento, sin embargo, no nos permite ver lo que está por encima de la flor del intelecto, es decir, de la facultad que nos permite conquistar la Unión. Todavía podríamos atrevernos a intentar ver los últimos restos de lo que nuestro pensamiento puede abarcar leyendo lo que decían los Oráculos Caldeos (Frag. 1) y que Gamblico recoge en su último esfuerzo, capaz de recordarnos lo que ni siquiera con la flor del intelecto pueden ver nuestros ojos y que, a partir de ahora, veremos de otra manera si seguimos por este camino.

Hay un cierto Inteligible, que debes concebir por la flor del intelecto; porque si inclinas tu intelecto hacia él y tratas de concebirlo como si concibieras un objeto determinado, no lo concebirás; porque es la fuerza de una espada luminosa que brilla con cortes intelectivos. No necesitas concebir este Inteligible con vehemencia, sino por la llama sutil de un intelecto sutil, que mide todas las cosas menos este Inteligible; y no necesitas concebirlo con intensidad, sino dirigiendo la mirada pura de tu Alma vuelta (de lo sensible) hacia él por el Inteligible de un intelecto puro (de pensamiento) para aprender (conocer) el Único Inteligible, porque subsiste fuera (de la aprehensión) del intelecto (humano).

Y si aún no nos fue posible ver, la primera vez, veremos una vez más, ahora con los ojos de Damasco lo que fue dicho por Jâmblico:

Hay en verdad un cierto inteligible que debes ver por la flor del Intelecto; porque si inclinas tu intelecto hacia él y buscas verlo, como algo definido, no lo verás; porque de una espada brillante de dos filos es la fuerza ardiente por sus cortes intelectivos. No es a través de una violenta tensión que necesitarás ver este inteligible, sino a través de la sutil llama de un intelecto sutil, que mide todo menos este inteligible; por tanto, no debes verlo a través de una violenta tensión, sino tender hacia el inteligible con un intelecto vacío, llevando la mirada pura convertida de tu alma, hasta que reconozcas el inteligible, pues es fuera del intelecto donde subsiste.


John Dillon sobre los comentarios platónicos de Jamblico:

Que ni por la opinión, ni por el pensamiento discursivo, ni por el elemento intelectual del alma, ni por la intelección acompañada de la razón, puede ser comprendido lo Inteligible, ni siquiera debe ser comprendido por la parte más elevada y perfecta del Intelecto, ni por la flor del intelecto, ni es conocido por el esfuerzo mental en modo alguno, ni siquiera según un esfuerzo resuelto, ni por el entendimiento, ni por ningún otro medio semejante a éste, es una proposición ante la cual, como insiste el gran Gamblico, debemos consentir.

Es desde lo más alto y lejano que somos arrojados al abismo de las profundidades insondables del Alma. Debemos entender la aporía como un estado mental disponible para todos los humanos, pero aceptado a regañadientes. La aporía aparece como respuesta a una pregunta sin solución. Sólo consigue crear una conmoción capaz de hacer que el pensamiento se detenga. Platón ya dijo sobre esto en la Carta VII (341cd):

Por mi parte no hay obra escrita, y nunca la habrá, porque se trata de un conocimiento que en absoluto puede formularse del mismo modo que los demás conocimientos, sino que, siendo fruto de una larga familiaridad con la actividad en que consiste, desde el momento en que, habiendo consagrado su vida, de repente, a la manera de una luz que brota de una chispa que salta, ésta se produce en el alma y crece en adelante completamente sola. 

Para que el Alma conecte con lo trascendente necesita que algo más que humano penetre en su vida como una fuerza procedente de los dioses, que ella no controla, y sobre la que sus esfuerzos y palabras no pueden influir. La teurgia es, en este sentido, una respuesta a la aporía de la que el intelecto intenta en vano salir. Por eso dice Gamblico

En efecto, a decir verdad, el contacto que tenemos con la divinidad no debe considerarse como conocimiento. El conocimiento, después de todo, está separado (de su objeto) por un cierto grado de alteridad. Pero antes de este conocimiento, que conoce al otro como siendo él mismo otro, existe la conexión unitaria con los dioses que es natural e indivisible. No debemos aceptar, pues, que esto sea algo que podamos conceder o no conceder, admitir como ambiguo (pues esto permanece siempre uniformemente en la presencia), ni debemos examinar la cuestión como si estuviéramos en condiciones de estar de acuerdo con ella o de rechazarla; pues de lo que aquí se trata es, más bien, del hecho de que estamos envueltos por la presencia divina, y estamos llenos de ella, y poseemos nuestra propia esencia en virtud de nuestro conocimiento de que hay dioses.

El conocimiento de los dioses no puede compararse a ninguna otra forma de conocimiento, porque presupone una primera ignorancia de la que nacerá el verdadero conocimiento en el Alma. Al igual que para Plotino, para quien sólo el Uno es incognoscible, para Jámblico también lo son los dioses, ya que éstos se sitúan junto al Uno en el primer nivel. El ascenso del Alma depende de un impulso, ciertamente el impulso erótico que nos impele a perseguir al Uno sobre el que nada podemos decir pero cuyo presentimiento permite que la búsqueda comience y nunca cese. Así, la filosofía conduce a la teurgia cuando prepara al Alma para el encuentro con aquello que la trasciende y que sólo puede ser reconocido cuando la mente se vacía de todo concepto, cuando el ojo sagrado mira hacia dentro (y ya no hacia fuera) y no ve nada más. Sólo en este estado, en la teurgia, el Alma reconoce y se encuentra con los dioses. 

La noesis teúrgica era, de hecho, el acto de un dios que se conocía a sí mismo a través de la actividad y mediación del Alma y no viceversa. La noesis, de hecho, no era conceptual y Gamblico mantenía que el contacto con los dioses era erótico más que intelectual. En su comentario sobre Parménides habla: Lo inteligible se mantiene ante la mente, no como cognoscible (hos gnoston), sino como deseable (hos epheton) y la mente se llena con esto, no con conocimiento, sino con el ser y toda la perfección inteligible.

Para Jámblico el Principio que mantiene la unidad del cosmos es el mismo que une y transforma el Alma en la teurgia. Por tanto, el verdadero agente de la teurgia es philia o en términos platónicos, Eros. Ya los Oráculos Caldeos (Phrag. 39) decían: 

Al concebir sus obras, el Intelecto paterno, nacido de sí mismo, insemina en todo el vínculo difícilmente soportable del fuego del amor, para que todas las cosas continúen por un tiempo infinito amando y no sucumban a lo que había sido tejido por la luz intelectiva del Padre. 

El fuego abrasa el Alma, devolviéndole el anhelo de volver al Padre, impulsándola así en Su dirección. Y en un pasaje rico en belleza y verdad en el Fragmento 42

[...] a través de la conexión del Amor admirable, que brotó del primer Intelecto, revestido con el fuego que se conecta con el fuego (del intelecto) para fusionar las fuentes-cráter, derrama a través de ellas la flor de su fuego.

Y el Fragmento 44, uno de los más bellos sobre el noble amor: 

En cuanto a la chispa del Alma, habiendo sido formada por la mezcla de dos elementos concordantes, el Intelecto y el soplo divino, él (el Primer Intelecto) añade en tercer lugar el Amor casto, conexión augusta que unifica todas las cosas y las supera a todas. 

Eros tiene un papel análogo al del tercer Dios, que une y separa los dos Primeros Intelectos. Su función mediadora, sin embargo, despierta la parte inferior del Alma, como en una persuasión, incitándola a abandonar las realidades inferiores y a volverse hacia las superiores recordándole (anamnesis) su verdadero origen. La transformación del Alma en la teurgia depende de los mismos elementos asociados en el descenso para que se produzca su ascenso. Porque, habiéndose separado de quien la generó, ha acumulado muchos elementos, los mismos elementos le serán útiles, en el sentido no sólo de recordar, sino de reunir lo que se separó y dividió en el descenso del Alma creando distancia, origen de su separación y de su olvido.

En Procloto, el Amor (Eros), debe ser considerado como una forma de actividad que se manifiesta de dos maneras distintas: (1) como un ciclo completo de manencia, procesión y retorno; y, (2) como un tercer elemento en este tipo de formación triádica. Para Procloto, el Amor es aquello que desciende del mundo inteligible y sólo por ello puede retornar, y puede ser comparado con los dioses.


segunda-feira, 8 de maio de 2023

Portales a las Dimensiones Interestelares


Por Asenath Mason(Traducido por Manon y Daemon Barzai de Necronomicon Gnosis).

“Estos lugares son solitarios o están habitados por parias, que adoran a las Fuerzas del Mal. Todos los pájaros se apartan de esta área, excepto aquellos que se alimentan de la carroña… Es posible ver allí blancas sombras escalofriantes, arrastrándose por el suelo, y la hierba bajo ellas crece amarilla y marchita.”


De Vermis Misteriis


La magia lovecraftiana a menudo emplea el concepto de portal a través del cual el mago entra a otro estado de consciencia y mundos, emplazamientos y dimensiones alternativos. Estos son lugares generalmente conectados con el folclore local, según se dice encantados o muy antiguos y misteriosos: antiguas piedras aparentemente arregladas en cierto orden, bosques de extraña forma, picos de montañas, cuevas, etc. Allí los visitantes solitarios pueden encontrar fantasmas y sombras de los muertos, ver extrañas luces, oír voces sobrenaturales, o hundirse dentro delmundo de las visiones, conmocionados por su propia imaginacióny el deseo de lo supernatural. En tales lugares la línea fronterizaentre los mundos es más fina. Las encrucijadas siempre han sido uno de los más famosos ejemplos de este tipo de lugares – hay un portal astral abierto para permitir a las brujas y magos entrar dentro de los planos sutiles donde ocurría el Sabbat. Es similar a los lugares encantados en el folclore Lovecraftiano. Donde la gente una vez encontró dioses y diosas, uno también puede encontrar a los Grandes Antiguos, las manifestaciones atávicas.

Primigenias de la propia subconsciencia. Sin embargo, es específico de la gnosis Lovecraftiana que tales lugares oscuros no estén sólo en emplazamientos salvajes y no civilizados. También pueden ser encontrados en áreas urbanas – antiguos y abandonados edificios industriales, túneles subterráneos del metro, calles oscuras, edificios en ruinas, etc. -todos pueden también conmocionar la imaginación y abrir el portal en la mente de uno a través del cual se pueden percibir vislumbres de las entidades Lovecraftianas. Pero los portales Lovecraftianos son de muchos tipos e incluyen no sólo lugares y emplazamientos, sino que también objetos, construcciones, e incluso algunas entidades en sí mismas pueden funcionar como un portal al otro lado. También hay muchas fórmulas usadas para abrirlos. Con los ejemplos de estos trataremos en este capítulo, y más adelante presentaré un ejemplo de una meditación que emplea el concepto del portal interdimensional.


Emplazamientos en el Exterior


En las historias de los Mitos de Cthulhu a menudo encontramos adoradores realizando sus ritos blasfemos en algún lugar en la naturaleza. Pero aparte de lo típicamente salvaje,localizado lejos de los lugares de la civilización, el más prominente ejemplo de este tipo de emplazamientos son los anillos de piedras. Uno de ellos es descrito en The Dunwich Horror y tiene un rol significativo como portal a las dimensiones alternativas. Lovecraft describe el círculo de piedras sobre Sentinel Hill como muy antiguo, posiblemente un lugar deenterramiento de los Pocumtucks u otras viejas tribus Indias. Las piedras están dispuestas en un orden especial, formando un círculo alrededor de una gran roca con forma de mesa que funciona como un altar en la historia.Dentro del círculo uno puede encontrar depósitos de cráneos y huesos de víctimas sacrificiales. El anillo de piedra en la historia es el lugar donde la familia Whateley trae sacrificios a Yog-Sothoth y se comunica con las entidades oscuras. Es allí donde el acto de sexo ritual ocurre,después del cual Lavinia da a luz a sus dos hijos, concebidos en launión con Yog-Sothoth: Wilbur y su hermano gemelo, que recuerda más al antiguo dios en su semblante. Es allí también donde la ceremonia de convocación de la deidad es realizada por su mismo hijo. De las descripciones de Lovecraft podemos concluir que todo el anillo funciona como un portal al otro lado. Yog-Sothoth aparece dentro del círculo, con relámpagos y un gran maremoto de fuerza ciega e indescriptible hedor. Alrededor del círculo todos los árboles, hierba y otras plantas son batidas con furia, los perros aúllan, y los chotacabras caen muertos al suelo. Otro anillo de piedra aparece en la historia The Lurker at theThreshold . También incluye un anillo concéntrico de grandes piedras dispuestas alrededor de un altar. Los magos invocan allí otra entidad Lovecraftiana, Ossadogowah. El encantamiento, sin embargo, es dirigido a Yog-Sothoth, que posiblemente funciona como un portal para que otras fuerzas se manifiesten: “N’gai,n’gha’ghaa, y’hah… Yog-Sothoth…” Otro ejemplo de tal portal es dado en Al Azif que da las instrucciones de cómo formar un portal a través del cual Ellos del Vacío Exterior puedan manifestarse. Conforme al texto, debería consistir en cuatro piedras marcando las direcciones cardinales y siete piedras atribuidas a cada planeta (Saturno, Júpiter, Mercurio, Marte, Venus, Sol y Luna). Y en el centro del anillo de piedra un altar debería ser colocado con los nombres de los Grandes Antiguos y el sello de Yog-Sothoth. Una vez más Yog-Sothoth es aquí el símbolo de la Puerta.En The Wanderings of Alhazred Tyson explica los anillos de piedras como los lugares del culto de Yog-Sothoth.

Conforme a la descripción, desde el círculo de piedra se abren portales al exterior a todos los alcances del cosmos e incontables portales menores. Esto sólo puede ocurrir cuando las estrellas y los ángulos son correctos. Entonces Yog-Sothoth aparece con colores parpadeantes y las puertas se abren, todas solapándose ytornándose las unas dentro de las otras.

Yog-Sothoth es llamado la puerta y la llave, pero más sobre esto se dirá más adelante en este libro.El libro de Tyson da otra idea interesante: que mientras se invoca a Yog-Sothoth, uno también abre los portales del alma. Y esto apunta a la percepción significativa de la idea que está detrás del uso de tales puertas y los encantamientos de apertura: que lo que primero se abre de todo es la mente del practicante. La consciencia se expande y es llevada a un nivel diferente por las energías de estos lugares de poder. En esta condición la puerta de nuestra percepción se abre y somos capaces de comunicar con las deidades.


Habitaciones y Espacios de Interior


Los portales a otras dimensiones en la magia Lovecraftiana están también localizados en el interior, y aquí encontraremos habitaciones secretas, ocultas en algún lugar en enormes casas laberínticas; habitaciones construidas sobre extraños ángulos y geometrías no Euclidianas; agujeros de ratón; túneles subterráneos; etc. El ejemplo más explícito es el motivo principal en la historia Dreams in the Witch House. La habitación en la que el personaje principal, Walter Gilman, experimenta extraños sueños, visiones, alucinaciones y viajes astrales, está construida de una forma extrañamente irregular: “la pared norte inclinándose perceptiblemente hacia dentro desde el exterior al extremo interior, mientras el bajo techo inclinándose suavemente hacia abajo en la misma dirección.” Había una impresión de que entre las paredes debía haber existido un espacio oculto, pero no había acceso al mismo. En la noche esta extraña esquina de la habitación se volvía un portal inter-dimensional a través del cual Keziah Mason, la bruja que había vivido en la casa antes, viajaba entre los mundos. Cada una de sus apariciones en la habitación era precedida por flashes de luz violeta. Cuando el portal estaba abierto, Gilman era atraído al Otro Lado y vagaba a través de dimensiones alienígenas para el conocimiento y percepción humanos: vagas, abismos crepusculares y espacios negros en los que oía monótonas señales de la flauta de Azathoth. Viajó entre prismas titánicos, laberintos, grupos de cubos-y-planos y cuasi edificios. Allí él también encontró a los habitantes de estas dimensiones: criaturas de forma desconocida, indefinida, de aspecto grotesco y monstruoso: “burbujas, pulpos, ciempiés, ídolos Hindúes vivientes, e intrincados arabescos vivificados por una especie de animación ofidia.” Gilman también viajó al Otro Lado con su carne, inconsciente de los viajes, como si estuviera en un delirio lunático o sonámbulo. Esto sugiere que el portal no era una puerta de naturaleza exclusivamente astral. A Keziah Mason misma le fueron enseñados los secretos de la puerta por Nyarlathotep con quien ella entró en un pacto. De ella aprendemos que estas líneas y curvas abrían las paredes del espacio a otros espacios de más allá. Así es como ella viajaba a los Sabbats y encuentros nocturnos. También cuando ella fue arrestada por brujería, dibujó los patrones sobre la pared de su celda y desapareció. Desde ese momento ella ha estado viajando a través de espacios alienígenas y visitando este mundo de tiempo en tiempo. Pero para más descripciones de espacios inter-dimensionales mencionados tantas veces en Dreams in the Witch House sugiero la lectura del relato mismo. Muchas de estas experiencias han sido compartidas por practicantes al explorar la gnosis Necronómica en trabajos astrales, y el clima de la historia en sí podría tener un gran impacto sobre la propia imaginación y servir como una inspiración para los propios viajes a través de los laberintos de la magia Lovecraftiana. Mientras tanto echaremos una breve miradaa otros ejemplos de portales inter-dimensionales mencionados enlos Mitos. La historia “The Peabody Heritage” de August Derleth presenta un concepto muy similar al del caso del relato anterior: el protagonista abre una habitación secreta en la casa heredada de su tío y empieza a experimentar sueños sobre el hechicero ydimensiones en el Otro Lado. Y mientras en la historia previa la bruja estaba acompañada de un demonio en la forma de BrownJenkin, aquí el hechicero, Asaph Peabody, siempre aparece en la compañía de su familiar demoníaco – el gato negro llamado Baor.El personaje principal sueña con viajar al Sabbat y tomar parte en las Misas Negras, donde contempla sacrificios de niños y orgías blasfemas. La habitación secreta entonces parece ser un sustituto para las encrucijadas en la brujería tradicional. Aquí la gnosis Lovecraftiana es transformada dentro del concepto de los Sabbats de las brujas Europeas Medievales y Renacentistas y emplea un amplio rango de la tradición Satánica: la Misa Negra, el vuelo Sabbático, la brujas y sus familiares, la iniciación Sabbática, el Hombre Negro, etc. La habitación que funciona como portal es muy pequeña y tiene un círculo grabado en el suelo, con signos y caracteres escritos en su interior y fuera de las líneas. Una vez más, la esquina de la habitación estaba estructurada en extraños ángulos y era allí en la que los invitados desde el Otro Lado se materializaban sobre el plano físico. Los eventos de la historia recuerdan mucho a Dreams in the Witch House. De nuevo, leemos sobre sueños de vastos abismos negros sin ninguna gravedad, extrañas luces, y sonidos sobrenaturales que acompañaban los viajes. De nuevo el personaje principal es iniciado dentro de este tipo de hechicería firmando el libro ante la presencia de Nyarlathotep, el Hombre Negro del Sabbat. Hay, sin embargo,unas pocas menos descripciones y al motivo de la puerta no le es dado mucha atención.Y un ejemplo final que mencionaré aquí viene de la historia de Derleth The Shadow in the Attic. Aquí toma la forma de una pequeña apertura en la pared, como un agujero de ratón, rodeada por un círculo de líneas pintadas con una brillante tiza roja. Las líneas formaban un cierto tipo de patrón que abría la puerta a las otras dimensiones. Cuando estaba activa, la atmósfera en la habitación se espesaba y el espacio se llenaba con algún tipo de energía oscura. También una extraña luz radiaba desde el agujero y las líneas parecían brillar. La criatura que emergía desde el Otro Lado era un súcubo y un secuaz del hechicero que vivía allí, lo bastante material para que el personaje principal la viera.


Ventanas


Las ventanas en los relatos de los Mitos a menudo funcionancomo lentes a través de las que uno puede ver vislumbres de otros mundos. Pueden ser un tipo de espejos en los que las otras dimensiones se reflejan. Este es el concepto encontrado en The Lurker at the Threshold así como también en algunas de las otras historias. Estas ventanas podrían ser interpretadas como objetos de scrying que en el mundo moderno podrían ser también reemplazados por varios tipos de espejos, bolas de cristal, vasijas de agua, etc. La ventana en “The Lurker at the Threshold” como otros portales mencionados antes, estaba construida en base a cierto patrón, extraño y alienígena para la arquitectura humana. Consistía en círculos concéntricos de cristal coloreado construido alrededor del elemento principal. Mientras se lo miraba, uno podía obtener la impresión de que las pequeñas piezas de cristal estaban moviéndose y formando una imagen – un paisaje o una cara. La más vívida descripción de sus cualidades visuales es dada por uno de los personajes que vio en ella un paisaje de las Hyades, la constelación desde la que algunos de los Grandes Antiguos se dice que vino a la tierra, algunas veces mencionada como la morada de Hastur. Aparte del paisaje, la escena incluía también a los habitantes de esta misteriosa tierra: altos, amorfos,criaturas con forma de pulpo con alas negras. Un muy similar, casi idéntico motivo es repetido en la historia

The Gable Window de Derleth. Aquí la ventana en el ático es descrita como un “cristal de Leng”, traído desde las Hyades. De nuevo, el personaje principal lo usa para observar tierras localizadas en otras dimensiones y las describe en su diario. Esta vez, sin embargo, la ventana muestra un más amplio espectro de imágenes y paisajes: Leng con árboles blanquecinos, nubes negras y cuevas llenas de murciélagos; desafiantes rocas y espantosos Shantaks; un océano y los Profundos; un vacío y negrura cósmicos; adoradores invocando a Shub-Niggurath; etc. El portal es abierto cuando el protagonista toma lugar en un círculo pintado sobre el suelo y recita el encantamiento: “Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgah’nagl fhtagn.” La puerta también funciona como un portal en dos direcciones. Uno puede observar las criaturas del Más Allá, pero a la misma vez es visto por ellas, y pueden incluso entrar a través del portal.


Implementos Mágicos Usados para Abrir los Portales


Los objetos son tan comunes como los portales en sí mismos. Algunas veces funcionan como llaves para los portales,algunas veces generan un tipo de portal. Todos ellos están rodeados de una historia mística y según se dice vienen del Más Allá, aunque algunas veces podemos encontrar algunos que fueron inventados por protagonistas humanos. Estos objetos, justo como las ventanas alienígenas son puramente ficticios, no obstante pueden servir como inspiración para construir los propios espejos mágicos e implementos de scrying. El primer ejemplo de tales implementos mágicos viene de la historia de Lovecraft

The Haunter of the Dark . Aquí nos es presentado el así llamado “Trapezoide Brillante”, descrito como “una ventana sobre todo tiempo y espacio”. Fue supuestamente traído de Yuggoth, usado por los hechiceros de Valusia, Lemuria, Atlantis y Khem, donde el Faraón Nephren-Ka construyó a su alrededor un templo. Es descrito como un casi negro, poliedro de estrías rojas con muchas superficies planas irregulares. De la historia aprendemos que el objeto funcionaba como un cristal de scrying: en él uno podía ver imágenes del Otro Lado: estrellas y galaxias distantes, imágenes del pasado y futuro remotos, mundos localizados en otras dimensiones alienígenas, etc.Un objeto de cualidades similares es la lámpara de Alhazred de la historia de Derleth. Como en el caso del implemento anterior, la lámpara es de un origen antiguo y tiene una historia muy oscura. Cuando se enciende, permitía al protagonista principal de la historia ver visiones de la ciudad perdida de Irem y otros lugares fantásticos. Las imágenes generadas por la lámpara son también portales en sí mismas. Uno puede pasar a través de él al Otro Lado, a las fabulosas tierras que muestra. Desde un punto de vista práctico, podríamos decir que la lámpara representa la iluminación significativa usada en los trabajos de scrying. El color e intensidad de la luz puede influir en gran medida el efecto de una sesión de scrying. En una muy brillante oscuridad las energías astrales fácilmente crean formas visibles para el ojo humano. También se recomienda intentar diferentes colores de luzen el templo. Un apropiado set de luces podría tornar la habitación en un templo sobrenatural, con un gran impacto sobre la imaginación y habilidades visuales de un practicante. Otro ejemplo de un motivo similar es encontrado en la historia de Lovecraft From Beyond.

Aquí, sin embargo, el artículo mágico de scrying no es un producto alienígenas sino una invención de un científico, Crawford Tillinghast. El resonador construido por él generaba ondas que actuaban sobre órganos de sensación no reconocidos que existen en los seres humanos como atrofiados o vestigios rudimentarios. Afectaba especialmente a la glándula pineal, que en la teoría de Lovecraft era el órgano que transmitía imágenes visuales al cerebro. Ondas ultravioletas que activaban el órgano abrían la mente a visiones e imágenes desconocidas para los seres humanos en nuestra percepción normal. Bajo su influencia los protagonistas de la historia experimentan una amplia serie de visiones, tan vívidas y tangibles que afectan también al plano material: las entidades pueden tocarles y atacarles. Uno de ellos describe la experiencia de la siguiente forma:“Yo estaba ahora en un vórtice de sonido y movimiento, con confusas imágenes ante mis ojos. Vilos borrosos contornos de la habitación, pero desde algún punto en el espacio parecía estar derramándose una furiosa columna de formas o nubes irreconocibles, penetrando el sólido techo en un punto por encima y a la derecha de mí. Entonces vislumbré el templo – como un efecto de nuevo, pero esta vez los pilares alcanzaban un océano aéreo de luz, que enviaba hacia abajo un rayo cegador a lo largo del sendero de la columna nubosa que había visto antes. Después la escena se hizo casi completamente caleidoscópica, y en el revoltijo de visiones, sonidos e impresiones sensoriales inidentificadas sentí que iba a disolverme o de alguna manera perder la forma sólida.”

Las descripciones no recuerdan realmente a una experienciade scrying sino a una astral – siendo transferido uno al cuerpo astral y perdiendo el contacto con el entorno físico. Una vez más, el portal aquí es doble – abre el mundo de Más Allá al practicante así como el plano material para las entidades astrales.


Fórmulas de Apertura


Tanto los relatos de los Mitos como los textos relacionados con el Necronomicon mencionan unas pocas fórmulas usadas para abrir los portales entre las dimensiones. En la prosa de Lovecraft podemos leer sobre ello en la historia

The Book que, sin embargo,menciona sólo vagamente un hechizo y un patrón de cincocírculos concéntricos sobre el suelo, usado como la llave al Abismo.En las historias de Derleth también encontramos una misteriosa fórmula “Dho-Hna”, que es además desarrollada en Al Azif . Como aprendemos del texto, la fórmula permite al mago pasar las Puertas de la Creación y entrar al Último Abismo. Uno empieza el trabajo con el trazado de la telaraña de ángulos(conforme al patrón dado en el texto) con el arma mágica (aquí la Cimitarra de Barzai), ofreciendo el incienso (de Zkauba), y después tiene que entrar a la telaraña por la puerta del norte (sobre el diagrama), recitando los encantamientos apropiados.El trabajo contiene muchos elementos rituales, junto a los que también encontraremos los así llamados signos de poder (ver capítulo: “Qué es la Gnosis Necronómica”, o el artículo de este mismo blog Autoniciación en Gnosis Necronómica), de los cuales el Signo de Kish abre los portales y el Signo de Koth los sella.


Cómo Trabajar con los Portales Interdimensionales


Como ya hemos visto, los portales pueden ser encontrados casi en cualquier lugar. La clave para entender este concepto es realizar que existen en nuestras mentes y la entrada puede ser encontrada principalmente en los sueños, visiones, y otros estados alterados de consciencia. Los Mitos crearon la idea de las Tierras del Sueño: un reino mítico que existe más allá de la esfera de lav igilia y al que puede acceder un individuo sensitivo, involuntariamente o como resultado de una práctica mágica. En las Tierras del Sueño podemos encontrar puntos de contacto específico con el mundo físico. Aparte de los más famosos, tales como por ejemplo Kadath en la Inmensidad Fría o los Laberintos de Zin, estos son también depósitos de agua, lagos, agujeros en elsuelo, muros, tumbas también. Esta es realmente la idea de los Mitos de Cthulhu que las tumbas son las puertas a los túneles astrales con la totalidad de la tierra conectada y que conducen a las Tierras del Sueño.Por supuesto, esto podría no ser tomado literalmente, y estos tipos de portales existir en el nivel astral. Podemos encontrarlo sdurante los viajes astrales, en sueños o en los viajes visuales. Con la habilidad de ensoñación consciente/controlada uno puede explorar estos portales y usarlos como entradas al plano astral, y desde ahí – a otras dimensiones. Cuando estás en tu cuerpo astral, puedes entrar fácilmente en un agujero de ratón o en una cerradura, usándolos como un portal al Otro Lado, y ¡la aventura se inicia! La medida en que esta experiencia podría ser tomada depende solamente de las habilidades y creatividad del practicante individual. Todo lo que tienes que hacer es mantener el enfoque sobre una localización que quieras explorar. No es difícil perderse en los laberintos astrales de la gnosis del Necronomicon, especialmente si eres un viajero experimentado. La descripción más elaborada de un viaje astral/onírico dentro de las Tierras del Sueño es dada por Lovecraft en su Dream Quest of Unknown Kadath, la lectura del cual es altamente recomendada. Como también hemos dicho, el marco ritual no es necesario en el caso de este tipo de gnosis. Sin embargo, pintar una puerta sobre el suelo podría funcionar como un cercado del espacio de trabajo y ayudar a lograr la experiencia deseada. El patrón de tal puerta debería reflejar la naturaleza de un trabajo: e.g. escribir dentro el nombre de la localización que deseas explorar. Puedes usar alguno de los alfabetos bárbaros listados en los textos relacionados con el Necronomicon (como el alfabeto de Nug-Soth). Sé creativo e imaginativo al construir tu propio marco ritual. Se recomienda también salir a meditar en los lugares reales donde la línea entre los mundos es más tenue. Dedicar algún tiempo en soledad en la noche en un lugar abandonado podría funcionar bien con la pretendida gnosis del miedo, por ejemplo. Y podría abrir la mente para la manifestación de los atavismos primitivos intangibles que representan los Grandes Antiguos.Para tipos de trabajos bajo techo con los portales,especialmente para scrying, se pueden usar varios objetos. Entre los más tradicionales podemos mencionar implementos de scrying tales como una bola de cristal, una obsidiana, o un espejo ordinario. Otras cosas usadas para este propósito son un espejo negro (una superficie plana y lisa pintada de negro), un espejo de cobre, un bol lleno con agua, etc. Esto también puede ser un humo espeso. Algunos magos modernos podrían incluso usar una pantalla de TV. Visualiza que el objeto es un portal a otrasdimensiones. Envía un mensaje mental a través de la puerta y espera hasta que recibas una respuesta. Puedes usar una fórmula de apertura (como “zazas, zazas nasatanada zazas”, o simplemente cantando el nombre de la localización que quieras explorar – o una entidad que quieras ver). Armonízate con las energías fluyendo a través del portal y enfócate en cómo empiezaa formarse una imagen.También puedes crear un sigilo representativo de la localización que deseas explorar (e.g. a partir de las letras de sunombre) y usarlo como un portal a este lugar mientras meditassobre él. O puedes convocar a Yog-Sothoth, que es la puerta en símisma, mientras cantas su nombre o te enfocas en cualquiera desus símbolos.Hay muchas de tales técnicas para trabajar con los portales yentrar en las dimensiones a las que conducen. Ahora echemos un vistazo a un ejemplo de tales trabajos que emplea varias de estas técnicas: la evocación de Daoloth, El Que Rasga los Velos.


El Ritual del Traspaso de los Velos

Daoloth es la entidad mencionada en la historia de Ramsey Campbell. Su título es “el que rasga los velos” ya que él le revela al practicante los más remotos y extraños mundos, localizados enalguna dimensión distante. Él es descrito como una entidad compleja. Debe ser convocado dentro de un espacio cerrado, de otro modo se expandería como un rayo infinito. También se aconseja convocarlo en un espacio oscuro, sin ninguna luz.


El sigilo usado en este trabajo viene de una sesión de Scrying. Este símbolo remplazará el círculo de la evocación, este sello encerrará el espacio mágico para que la entidad se manifieste. Debes de trazar el dibujo lo suficientemente grande para poner el incensario dentro sin cubrir ninguna de las líneas. Comienza este ritual con algún ritual de destierro para despejar el espacio ritual y alejar cualquier tipo de energías negativas. Quema suficiente incienso como para crear una atmósfera espesa. Apaga las luces y siéntate cómodamente en la oscuridad. Enfócate en el sello de Daoloth y comienza a cantar su nombre. Continúa cantando su nombre hasta que la atmósfera del cuarto se vuelva densa y sientas que las energías fluyen del sello como si fuera una puerta dimensional al Otro Lado. Sigue cantando el nombre y enfócate en el denso incienso dentro del sello y en cómo el humo toma forma. Daoloth se revelará ante ti con visiones e imágenes. Enfócate en aquellas que quieras ver. Mantente enfocado hasta que hayas alcanzado los resultados deseados o hasta que las imágenes desaparezcan. Si tú eres un viajante astral experimentado, puedes entrar al círculo/sello, cruzar el portal y viajar por las dimensiones interestelares con Daoloth. Cuando sientas que es tiempo de terminar con el trabajo, destierra cuidadosamente.