segunda-feira, 4 de junho de 2018

Los Planes del Dios Creador


Según los Gnósticos, el dios creador tiene muchos planes, que unidos constituyen su Gran Plan, para eso ha creado el universo y al hombre. Para alcanzar sus objetivos está llevando adelante un experimento evolucionario en el que intervienen el cuerpo, el alma y el Espíritu del hombre. Va ensayando, va probando, y si tiene éxito extenderá ese modelo a todo su universo creado. De lo contrario deberá anular este proyecto y comenzar todo de nuevo, como tantas veces lo ha hecho, para volver a ensayar otra cosa. Es que nunca podrá lograr una copia perfecta de lo que imagina es el mundo incognoscible, al que trata en vano de imitar.

Indudablemente, en este último experimento ha obtenido un logro que, aunque imperfecto, tiene su importancia. Después de millones de años de ensayos infructuosos, en unos pocos miles de años ha dado un paso notable en la evolución de su máxima obra: el hombre. Después de millones de años de estancamiento evolutivo en que el homínido humano vivió como un animal más, en los últimos 30.000 años avanzó más que en toda su historia. Los Gnósticos adjudican esta mutación o "creación", este gran salto evolutivo, a la utilización de Espíritus de gran pureza, provenientes del mundo increado.

El dios creador ha modelado un cuerpo de barro y con su soplo lo ha dotado de un elemento anímico, el alma. A ese alma, a ese soplo del creador, le ha adosado un Espíritu, el cual ha sido atraído mediante engaños y encarcelado contra su voluntad en ese engendro satánico de barro y aliento: el cuerpo y el alma del hombre. ¡Es la energía divina del Espíritu prisionero lo que impulsó e impulsa la evolución del animal-hombre!

¿Y para qué quiere el creador que este ser evolucione? Para que se transforme paulatinamente en él. Para eso ha elaborado sus mandamientos. Él quiere que el hombre se transforme en él, que se haga igual a él, al creador. El cuerpo y el alma estarían muy gozosos de que así ocurriera, porque son parte de él, pero no así el Espíritu. El Espíritu tiene otro origen y otro destino.

Mientras el Espíritu se halle encadenado está todo bien, va propulsando la evolución. Pero si un solo Espíritu se liberara se perturbaría todo el plan. Por eso es tan necesario que la tiranía del demiurgo sea absoluta, que todo conocimiento que pueda despertar al hombre, haciéndole recordar quién es realmente, sea prohibido. Porque sería un conocimiento peligroso, tan peligroso que podría hacer trastabillar el plan del dios creador. Según la Gnosis, un solo Espíritu, no se necesitan muchos, un solo Espíritu que pueda liberarse quitaría fuerza a todo este sistema y le quitaría fuerzas al dios creador para seguir adelante con sus planes. Ese Espíritu sería un salvador, un salvador del mundo y un salvador de los demás Espíritus. Propiciaría la liberación no sólo de los demás hombres sino de todo el universo, de las incontables miríadas de chispas divinas, provenientes del mundo increado y eterno que se hallan aprisionadas aquí, en esta gran máquina ciega, para hacerla funcionar y evolucionar.

Este sistema creado por el demiurgo, no puede funcionar si no posee estas partículas del mundo Espiritual esclavizadas, aprisionadas aquí. Dicen los Gnósticos que de todas estas partículas Espirituales, las que están aprisionadas en el ser humano son las más importantes en categoría y en pureza Espiritual.

El demiurgo ha creado y armado todo esto y lo impulsa a evolucionar. Para que evolucione hacia él, con el ser humano a la cabeza. Si el experimento con el hombre fracasara, echaría mano a otra de sus criaturas y volvería a intentarlo nuevamente.

Dijimos que el demiurgo desea que los hombres evolucionen hasta transformarse en él, hasta hacerse iguales a él. Para que cada alma, aliento de él, y cada cuerpo de barro puedan regresar a él, transformándose en él. Este es el objetivo final que el demiurgo tiene reservado para el hombre.

Por todo esto, le es fundamental que el Espíritu aporte su energía sin poder liberarse jamás. Por todo esto, el demiurgo necesita que los hombres permanezcan semidormidos y confundidos. Para que sigan acercándose a ciegas hacia él, hacia el creador, quien con engaños y castigos los atrae hacia sí. Para que todo este sistema funcione, es necesario que los hombres continúen creyendo que el creador es el único dios que existe y que es un dios bueno.

Sostienen los Gnósticos que si un hombre llega a ese punto evolutivo en que se fusiona con su creador, en ese mismo instante su Espíritu pierde toda posibilidad de liberarse mientras dure este universo.