segunda-feira, 4 de junho de 2018

Manvantaras y Pralayas


A la pregunta de si la creación es eterna o va a desaparecer alguna vez, la Gnosis tiene una respuesta: todo lo que ha sido creado habrá de desaparecer. El demiurgo crea universos y luego de un lapso los destruye. Los rabinos dicen: "El Señor, bendito sea, crea mundos y los destruye". En las enseñanzas de Shankara encontramos: "Como las burbujas en el agua, así los mundos nacen, existen y se disuelven en el Señor Supremo" (Atmabodha, 8). A esto los hinduistas lo llaman "respiraciones de Brahma". Brahma es el dios creador de los hindúes. Es otro de los nombres del demiurgo.

Con cada Big Bang comienza una nueva creación del dios creador. Es la espiración, su aliento exhalado hacia afuera. Esta creación se expande hasta que él decide ponerle un fin, retrayéndola hasta el punto inicial, reabsorbiéndola. Esta es la inspiración, la absorción de su aliento. Cuando la creación llega a su fin y es destruida, puesta a involucionar, y el tiempo comienza a correr hacia atrás hasta desaparecer, hay un largo período en el que el demiurgo no crea nada. En India llaman a ese lapso "la noche de Brahma". A cada período de creación le sigue un período de silencio cósmico en el cual todo lo creado es llevado hacia atrás, contrayéndose hasta desaparecer. Después que todo es destruido, reducido a nada, con otro Big Bang comenzará una nueva creación y así indefinidamente. A cada tentativa del demiurgo le seguirá otra, persiguiendo constantemente esa perfección que nunca llegará.

En India llaman manvantaras a los ciclos de creación y pralayas a los de destrucción.

Hay una canción que es muy común en Israel y que se llama "Adon Olam" ("Señor del Mundo"), la cual tiene un párrafo que nos hace pensar en este descanso del creador cuando destruye su obra. Dicen así esos versos: ".y cuando todo deje de existir, él solo reinará en su majestad". Se refiere al período de silencio del creador, cuando ya no queda nada de lo creado.

Cuando toda la creación se derrumba, lo increado sigue existiendo como siempre porque es eterno, no tiene principio ni fin. Pertenece al plano incognoscible de la eternidad. Sólo lo creado desaparece en el pralaya. Solo lo creado puede ser destruido.

Cuando el demiurgo decide destruir todo lo que ha creado, es decir cuando concluye un manvantara, solo allí son liberados los Espíritus increados que han permanecido aprisionados en la materia. Toda materia, todo cuerpo, toda alma serán destruidos. Solo lo increado, lo no creado, no será alcanzado por esa destrucción, retornando al mundo incognoscible de donde proviene.

Los Gnósticos no quieren esperar miles de millones de años. Los Gnósticos quieren liberarse ahora, cuanto antes. Y no solo liberarse. Pretenden además terminar con todo este sistema satánico, con las respiraciones del demiurgo, con sus planes demenciales, con el tormento de los Espíritus prisioneros, con las creaciones y destrucciones sucesivas, con las muertes y reencarnaciones, con todo lo creado, con todo lo impuro y con el demiurgo también.