Cuenta la leyenda que, a principios del siglo XI, un monje Benedictino fue condenado a ser empalado vivo por incumplir sus votos en el monasterio de Odlažice, en la actual República Checa. Para que la pena le fuese perdonada, el monje propuso crear una obra que honraría al monasterio y que contendría la Biblia y todo el conocimiento del mundo y prometió hacerlo en una noche. Cuando se dio cuenta de que su tarea era imposible pidió ayuda al mismísimo Diablo, que aceptó crear el libro en una noche con una condición: que su imagen apareciera en el libro. Nacía el Codex Gigas, un manuscrito medieval considerado en su época como la octava maravilla del mundo por su impresionante tamaño.
A lo largo de los siglos, el Codex, fue portador de una supuesta maldición, fue robado infinidad de veces, su valor es incalculable y forma parte de la lista de libros prohibidos, malditos e indescifrables de la historia, al que también pertenece otra obra supuestamente escrita por San Cipriano de Antioquia. Una obra que indica la situación de los tesoros que los antiguos habían dejado en Galicia, así como los rituales mágicos necesarios para anular los conjuros y encantamientos con los que se protegían. Un libro que se ocultó en la Biblioteca de la Catedral de Santiago cerrado con cadenas, para que nadie volviera a abrirlo y sucumbiera de nuevo a la locura que producía su lectura. Hoy hablamos de un libro mágico y legendario, pero muy real: el Ciprianillo.
San Cipriano fue llamado así debido a la devoción de sus padres por la diosa Afrodita, que había surgido de la espuma del mar en Chipre. Nacido en Antioquía, fue educado en Caldea y en Egipto y la leyenda cuenta que regresó a casa convertido en un poderoso mago y hechicero.
En este punto la leyenda se dispersa, pero en lo que coinciden las distintas versiones es en que San Cipriano emplea sus artes mágicas para hacer que una joven cristiana, Justina, se enamore (de él o de otra persona, según la versión). Pero la mujer se defiende de sus hechizos empleando la cruz, lo que provoca que, tras contemplar su poder, el mago decida convertirse al cristianismo llegando a ostentar el cargo de obispo de Antioquia.
Pero San Cipriano creía que todo lo que había aprendido no podía quedar en el olvido, así que recogió todo su conocimiento esotérico en un libro, que sería la fuente actual del Ciprianillo. Durante la persecución a los cristianos de Diocleciano en el año 303, tanto él como Justina fueron torturados y ejecutados.
El Libro de San Cipriano o Ciprianillo es un grimorio, un libro que recoge fórmulas mágicas para desencantar tesoros del antiguo Reino de Galicia con localizaciones e instrucciones detalladas para encontrarlos en castros o mámoas donde los antiguos los habían dejado enterrados. Fue ampliamente conocido a finales del siglo XIX y circuló en distintas ediciones adjudicándose cada una de ellas ser la auténtica, pudiendo rastrearse su origen hasta el siglo XVII.
Inicialmente el Ciprianillo estaba compuesto por dos libros: el Ciprianillo Negro, una traducción del “Gran Grimoire” francés, que contenía textos mágicos llenos de conjuros, hechizos y pócimas, y el Ciprianillo Blanco, en el que aparecía una lista detallada de la situación de 174 tesoros. La primera publicación conocida en Galicia fue realizada por Bernardo Barreiro en 1885 con la intención de desprestigiarlo y desterrar la creencia popular de que tenía algún tipo de valor o contenía pistas para encontrar tesoros en los yacimientos megalíticos.
¿Pero por qué los gallegos estaban obsesionados con la existencia de riquezas en estos lugares? Todo había comenzado con un sacerdote del siglo XVII, Pedro Vázquez de Orxás. Este hombre había conseguido, el 26 de mayo de 1609, una Real Cédula de Felipe III para excavar en las tumbas gallegas, donde esperaba encontrar grandes tesoros de los que la corona se quedaría con su porcentaje.
El problema es que, cuando esa idea llegó a oídos de los vecinos de estos lugares, ellos también comenzaron sus excavaciones, aunque furtivas en este caso. Se cree que más de 3.000 de estos túmulos fueron saqueados sin encontrar grandes tesoros, pero esta caza fue, probablemente, el origen real y nada mágico del Ciprianillo y de sus conjuros con los que desencantar aquellas tumbas. Porque, según contaba la leyenda, el problema no era saber dónde estaban los tesoros, sino anular los encantamientos y maldiciones que los antiguos habían dejado sobre ellos para, precisamente, evitar que fueran saqueados.
En Galicia llegaron a circular leyendas que situaban al Ciprianillo original, la primera edición y más completa, compuesta por veinte volúmenes, en algún departamento reservado de la biblioteca de la Universidad de Santiago o de la de la catedral, encadenado, siguiendo órdenes de la Inquisición tras condenar su contenido, para evitar que algún incauto lo pudiera abrir y leerlo, porque todo el mundo lo buscaba, todos querían tener un ejemplar.
Quizá no haya existido jamás un libro más codiciado y buscado ni que despertase más pasiones y deseos de poseerlo, llevando a mucha gente a la locura, a que enfermasen gravemente o a que se arruinasen económicamente por intentar hacerse con un ejemplar o por poner en práctica algunos de sus rituales.
En Galicia abundaron los casos de personas que adquirían una copia pagando grandes sumas de dinero. A principios del siglo XX se llegaban a pagar 500 pesetas (3 €), una auténtica fortuna, por un libro que, si se adquiría en Portugal o Brasil, no valía más de 3 pesetas (0,018 €).
Fue un libro de culto, cuyo éxito fue debido al incalculable número de tesoros que, según la obra, podían encontrarse en los monumentos prehistóricos, contribuyendo, indirectamente a la destrucción del rico patrimonio arqueológico de Galicia. Esperamos que, al menos, entre tanta destrucción, alguien consiguiera encontrar algún tesoro.