terça-feira, 24 de outubro de 2017

Lucifer Triumphans



Una llamada e invocación a la esencia de Lucifer, ensalzando la divinidad interna e imponiendo la autoridad sobre el mundo terrenal, de utilización ritual, meditativa o afirmación diaria en la manifestación del potencial:

De pie en el Monte Zafón,
El lugar sagrado del concilio de los dioses
Yo, inicio y final, Azothoz
Receptáculo de la divinidad
A ti hago el llamado
Alma de la Serpiente
Diadema de los reyes
Espada de los Guerreros
Secreto de los Sabios
Daimon de los mil nombres

Miro muy dentro de mí y a ti te convoco
Tú, sin rostro
Lengua de infinitas voces
Misterio susurrado en la encrucijada
Dador de la consciencia
Martillo de la Voluntad

Tentador de los grimorios
Inspiración del sabio
Diablo del ignorante
Seductor del reprimido
Liberador para el que lo busca
El que quita las cadenas y concede las coronas

Rebelde de los mitos
Portador de la Antorcha
Shahar y Shalim
Fósforo y Véspero
Disidente espiritual cuya voz truena: “Non Servian”
En los insondables cielos
Espíritu del Aire

Luz del alba, amanecer del hombre, consciencia del ser
Luz de la noche, guía de los pasos a oscuras, conocimiento interior
Rebelde celestial de las memorias del pasado, sin yugo, sin amo
Impulso animal, intelecto homínido y esencia de los dioses
Artista de las galaxias, color del vacío y pulso de la existencia
Amo del tiempo y del inicio sin final
Conocerte es conocerme
Sin división, tú y yo
Sangre del existir
Voz detrás de mi voz
Héspero
Eósforo
Lux Ferre
¡Salve Lucifer!
¡Salve el Yo!
¡Arde Luz Negra!

Vampirismo: El Sendero Hacia Inmortalidad



“Bebemos del Sol en la Medianoche, la sangre coagulada
bajo una pálida luna. Bebemos de los éxtasis de los
Qlippot, y salimos fortalecidos e ilesos. Buscamos salir en la noche
en la forma de la bestia, bebiendo de las aguas bajo la Luna.
Devoramos el paraíso y nos bañamos en la sangre de la luna.”
El Credo Luciferino, Michael W. Ford

Dentro de los principios y bases con los que nos identificamos a partir del arquetipo de Lucifer dentro de la Iglesia Mayor de Lucifer reconocemos, sin una jerarquía de uno sobre el otro, al Equilibrio; el reconocimiento de la polaridad en el universo y que encarnamos sin la necesidad de un conflicto de dualismo y negación, la Sabiduría; obtenida a través de las búsqueda del conocimiento y su aplicación; la Fortaleza; en nuestra madurez psicológica como individuos y el amor personal sin rechazo de nuestra humanidad, y finalmente al Poder; el instinto que llevamos todos los seres en lo profundo de nuestras células y genes por crecer, vivir, permanecer – ser; aquel impulso primigenio predador por la vida, nacida en un lejano origen caótico que ha dado lugar a la existencia a todos los seres, desde el pasado unicelular hasta el logro más grande de la naturaleza: el hombre.

Nosotros reconocemos a Lucifer como un arquetipo, no como un ser literal basado en supersticiones e interpretaciones caprichosas. Los arquetipos son manifestaciones de fuerzas, en conjunto o individuales, que pueblan el inconsciente colectivo y que compartimos todos los humanos según las teorías del psicoanalista y místico Carl Gustav Jung; una explicación con mayor coherencia y sustento que las visiones animistas de dioses literales y con consciencia propia. Su naturaleza no hace a estos arquetipos menos reales, sino parte de otras categorizaciones diferentes, ejerciendo influencia aún en las personas en su constitución mental y sus actos en mayor o menor medida. Estos arquetipos, incontables en su número y sobresalientes unos más que otros, pueden ser reconocidos como partes del universo y partes de nuestro propio interior y psique. Lux Ferre, el Portador de la Luz, el Rebelde, y lo que entendemos por este en la evolución de su concepto, es uno de ellos y el más complejo dentro de nuestra filosofía, una figura que a su vez puede llegar a envolver a otros arquetipos menores. Otros, más íntimos dentro del Sendero de la Mano Izquierda y el Luciferianismo, son el Dragón, la manifestación de nuestro pasado evolutivo y animal como la fuente de nuestro poder, y el Vampiro, la Sombra que acecha y camina junto a cada ser humano, la que representa todo lo que este teme y rechaza, pero también, en su conocimiento, una de las claves a la magia más poderosa que cualquier practicante de lo oculto puede utilizar para explorar su interior y explotar su Poder interno.

El vampiro puede ser considerado una forma de interpretar a la Sombra Jungiana, lo que otros sistemas pueden catalogar como el Genio Malvado o Choronzon, la suma de nuestros temores y negaciones presente desde el amanecer de nuestra consciencia como seres humanos. El vampiro ha aparecido en múltiples culturas alrededor del mundo con características compartidas. Los registros más tempranos toman en cuenta a la antigua Mesopotamia con su sinfín de espíritus malignos y demonios, siendo Lamshtu y Ereshkigal sus símbolos más representativos siendo la primera una vampiresa que provocaba abortos y mataba a los niños y otra la reina la del inframundo. Parte de estas creencias se trasladaron luego a las zonas de Levante y el pueblo judío donde floreció una rica tradición que se extendió hasta la edad media y más allá. Roma y Grecia cuentan con sus propios vampiros; los larvae y lémures fueron espíritus que atormentan los humanos. La Europa medieval es famosa por la difusión de las imágenes más recientes de lo que se consideraba un vampiro: un anterior humano que se transforma en su tumba y salía por la noche a cazar a sus víctimas. Este cuenta con las descripciones más horrendas en sus rasgos físicos y naturaleza del reviniente: dientes prominentes, aspectos cadavéricos y en ocasiones en descomposición y las características metamorfosis en murciélagos. Parte de esto sirvió para explicar las miles de enfermedades que asolaban ese tiempo a Europa. De este periodo en el tiempo contamos con el folcklore de Europa oriental, Alemania y los países aledaños en una locura que no solo condenaba a la muerte a las supuestas brujas sino que desenterraba continuamente tumbas en la búsqueda de estos seres apartados de la gracia de Dios; Vrykolakas, Moroi y Strigoi Nachzehrer, Nachttoter, Alp, Neuntoter y Nosferatu son algunos de los vampiros más espantosos de estos tiempos; de algunos de ellos se decía que se comían a sí mismos en su ataúd al no poder encontrar alimento, lo que era constatado al abrir sus ataúdes y encontrar rastros de sangre alrededor de sus bocas, restos faltantes y un vientre hinchado. Adicionalmente sus rasgos era más los de un animal feroz que los de un humano. La especie de vampiro nórdico Draugr, cuya presencia era presentida por su penetrante olor a putrefacción, era un horripilante ser fantasmal que poseía un sin fin de poderes y hasta podía interferir dentro de los sueños de los vivos; este era casi indestructible e inmortal de no ser por la única forma de eliminarlo, el destruir su cuerpo por copleto. Muchas de las culturas americanas también tuvieron sus versiones sobre los vampiros; los aztecas tenían a las temibles Cihuateteo que eran diosas que provocan pestes y atacaban a los niños. Los mayas, en el texto sagrado Popol Vuh creían en un murciélago con rasgos humanos llamado Camazotz que era el guardián del inframundo o Xibalbá. En la selva de Ecuador y Perú se creía también en humanos que llegaron a convertirse en murciélagos por su gusto por el derramamiento de sangre y la guerra. En el antiguo Perú existen registros en murales, huacos y orfebrería de seres que recuerdan las características clásicas de estos depredadores sobrenaturales. El fenómeno de los “vampiros”, al igual que surge todo arquetipo, se originó de forma espontanea en gran parte de los pueblos sin existir una conexión cultural ni antecedentes, siendo la distancia y aislamiento entre ellos una de sus mayores pruebas.

A Bram Stoker le debemos directamente el estereotipo que tenemos hoy por el vampiro por su novela Drácula, de lo que se desprende mucho de lo que vemos en la literatura y el cine, un depredador sobrenatural y a su vez con una carga erótica y onírica que sobrevive a nuestros tiempos con los cambios que esto genera, llevando en estos días saco y corbata para mezclarse entre la gente, alejado de los clásicos fantasmas y almas en pena del pasado o los horrorosos cadáveres podridos que cazaban a sus víctimas en la noche hace no muchos siglos atrás.

El gusto y sed por la sangre también tuvo representantes históricos, Vlad Tepes, la inspiración para el conocido Drácula, era conocido por su sadismo y derramamiento de la sangre de sus enemigos; se le atribuye al personaje histórico el hecho de que bebía sangre y llegó a volver de entre los muertos tras su asesinato. Casos similares son los de la Condensa Erzsébet Bathory, quien bebía sangre de doncellas para lograr la juventud e inmortalidad y Guilles de Rais, quien supuestamente estaba involucrado en magia negra y sacrificios sangrientos. Estos personajes históricos no califican como los vampiros sobrenaturales del folcklore pero son atribuidos a las leyendas por sus actos y el fluido vital ajeno que derramaron. Un moderno caso de alguien atribuido al vampirismo, y que se creía en sí uno por su propio gusto de la roja esencia, fue el soldado alemán Fritz Haarman, conocido como el “Vampiro de Hanover” quien bebía sangre literal de sus víctimas tras llevarlos a su hogar y embriagarlos. Sus múltiples crímenes junto con su pareja Hans Grans alcanzaron la suma de 100 personas de quienes bebían su sangre y practicaban el canibalismo. Casos similares se encuentran a lo largo de la historia, teniendo todos como motivación en común a la sangre.

Dentro del mundo de lo oculto, la primera apariencia de las cosas no es necesariamente el significado final. Los vampiros del folcklore no necesariamente buscaban la sangre como tal, sino a la energía de vida, siendo la sangre una representación directa de esta y la que la contiene, siendo tal vez el motivo por el cual siempre se identificó al vampiro con los murciélagos y los animales depredadores, ocultando algo más dentro de su simbolismo. En algunas culturas, esto se distorsionó hasta el sentido literal llegándose a cometer un sinfín de sacrificios y un culto guerrero hacía el derramamiento mismo de la sangre como símbolo de conquista, poder y vida. Los asirios, los aztecas y algunas culturas del antiguo Perú como la Mochica son ejemplos de esto.

Generalmente, el vampiro es un ser que se alimenta de la sangre de las personas, es un no muerto y a veces un fantasma que acecha a los vivos para drenarles lo que a ellos les falta, la energía vital. Muy pocas veces llegan estos a matar a sus víctimas, y el hacerlo, significaba llevarlos a su reino de inmortalidad. Estas almas en pena eran atribuidos, en medio de la composición judía, a la reina de la noche, la demoneza que se rebeló ante dios y el primer hombre y fue a vagar en soledad por el mundo, Lilith, a quien se considera la reina de los vampiros, además de ser un símbolo de la nigromancia, el arte de contactarse con los muertos. Se dice que sus hijos son los súcubos e íncubos, demonios que acechan y cazan en los sueños a sus víctimas tomando diferentes formas para robar la simiente de los hombres o fecundar a las mujeres para generar así más demonios y mal en el mundo. Se dice también de Lilith y Samael, en la tradición judía, que poseyeron e impregnaron de formas similares a Adán y Eva para engendrar a Caín, otra figura importante dentro del vampirismo. Esta última forma de accionar de los vampiros, el mundo de los sueños y su cambio de forma a voluntad dentro de ellos nos da una idea adicional acerca de su naturaleza, etérea más que una física y literal; seres que deambulan, tal vez, en otros planos solo percibidos por unos pocos.

En las tradiciones y escuelas ocultistas y místicas se habla de una fuerza que impregna a todo ser vivo y que emana de la persona de forma natural. Una fuerza vital que es afectada por nuestra alimentación, estado animado y salud, identificada también como el aura, la cual supuestamente disminuye en tamaño y se opaca en la enfermedad y antes fallecer. Por lo general, la anatomía oculta del hombre se divide en 3 importantes partes: 

a) el espíritu, la “chispa divina”, sin forma e inmortal y el que reencarna en distintos nuevos cuerpos humanos (en algunas tradiciones con marcada moralidad, animales, plantas y hasta minerales)
b) el cuerpo astral, el cuerpo sutil que sí cuenta con atributos impregnados del siguiente cuerpo pero que no está limitado por los medios físicos y envuelve al espíritu; es con este con el que uno puede viajar astralmente hacía otros mundos, y al exterior o el interior de uno; 
c) y finalmente el cuerpo físico; lo material y perceptible por los sentidos que alberga a todo lo anterior.

La fuerza vital a la que hacemos referencia está directamente relacionada con el cuerpo astral, siendo a veces confundidos uno con el otro. El aura es generada por los dos primeros cuerpos y es la vitalidad del ser en su conjunto que emana como un campo de energía.

Se dice que un paciente de alguna enfermedad terminal o una persona a punto de fallecer aferrada a la vida podrá, en algunas ocasiones, ser vista en sueños y hasta pesadillas y en algunos lugares en el plano físico estando a instantes de partir. Una forma de explicar esto dentro del esoterismo es que al no poder generar más esta fuerza, la persona buscará hacerlo de forma inconsciente para poder sobrevivir, convirtiéndose en una suerte de vampiro por lo que le resta de vida, y en algunos casos en donde existe un fuerte apego hacía este mundo, por lo que dure en desintegrarse el cuerpo astral junto con la humanidad que albergó, su personalidad y una atrofiada memoria. Algunos desarrollarán la forma de apropiarse de la energía que necesitan para seguir con su existencia artificial a través de los poltergeist y el miedo infundado en las victimas de sus ataques, de donde obtienen lo que aún anhelan; otra de estas formas es el ataque mediante los sueños, presentándose en una miríada de figuras, no necesariamente con la del clásico murciélago, sino algo que frecuentemente cause miedo o una gran excitación en la presa en un estado de pesadilla en una parálisis de sueño para poder drenar su energía. Por lo general, los ataque esporádicos no causan mayores daños más allá de debilidad, pues esta energía se renueva constantemente, pero en los casos de ataques frecuentes, podría convertirse esto en un lazo que puede conducir a la víctima a la locura, la enfermedad y finalmente a su propia muerte.

Lo que generalmente se conoce y ve como almas en pena de los muertos que deambulan por los cementerios, sus antiguas casas o una zona donde ocurrió algo fuerte, como el asesinato que acabó con la estadía de la persona en el mundo, puede explicarse como el cuerpo astral atrapado en el tiempo mientras se va disolviendo en la nada…

Eliphas Levi escribe acerca de esta fuerza vital en el capítulo XIII dedicado al Arcano del Tarot, la Muerte, llevando el título de Nigromancia: “Después de la muerte, el espíritu divino que animaba al hombre, retorna solo al cielo, y deja sobre la tierra, y en la atmósfera, dos cadáveres; el uno terrestre y elemental, y el otro aéreo y sideral; el uno del mundo, pero destinado a morir lentamente, absorbido por las potencias astrales que lo produjeron. El cadáver terrestre es visible; el otro, invisible a los ojos de los cuerpos terrestres y vivientes, y no puede ser apercibido, más que por las aplicaciones de la luz astral al traslucido, que comunica sus impresiones al sistema nervioso, y afecta así, al órgano de la vista, hasta hacerse ver las formas que se han conservado, y las palabras que están escritas en el libro de la luz vital.”

Entre las muchas formas de categorizar a los vampiros, adoptaremos en esta presentaión una de las más claras explicadas por el ocultista estadounidense Konstantinos en su libro Vampiros: La Verdad Oculta como seres depredadores que buscan su alimento de acuerdo a los métodos utilizados. La creencia acerca de los vampiros literales del folcklore puede ser desmitificada a través del uso de la razón, viendo la imposibilidad de ello en muchos sentidos y siendo eso parte de la superstición que adormecía a la humanidad en los inicios como forma de dar explicaciones a lo que no se entendía, como la enfermedad y la muerte. Los vampiros humanos pueden también puede ser explicados a través de la medicina y psicología moderna por los trastornos mentales de las personas que se veían afectadas, siento estas condenadas y demonizadas en lo sobrenatural en su estado por la cultura imperante. Los vampiros energéticos son explicados en parte por las artes ocultas, y se necesita de cierto grado de dominio y extensión de los sentidos astrales para poder percibirlos. Uno puede llegar a tener conocimiento de estos en un plano astral, sean habitantes de ese plano o las sombras de personas fallecidas. Junto con ello, es posible tener comunión con estos seres en evocaciones mágicas o utilizándolos como servidores para cumplir tareas y atormentar a los enemigos del nigromante con magia funesta. A los anteriores tres tipos de vampiros, podemos añadir uno más, y el más peligroso de entre todos, el vampiro intencional, un mago consciente que ha decidido adaptar el paradigma del depredador y posicionarse en la cima de la cadena alimenticia, no por una deficiencia de energía, sino para crecer en poder sin límites y alcanzar la inmortalidad de su propia consciencia más allá de la muerte física. Señor de los mundos oníricos y de lo astral y quien puede encarnarse a voluntad si así lo desea, habiendo trascendido la necesidad de un cuerpo físico. Un dios literal.

El paradigma vampírico, dentro del Luciferianismo, puede ser tomado de dos formas. El llamado Lado Diurno, el sobresalir por sobre los demás conociendo astutamente la forma en que la sociedad y la cultura se compone, así como la forma en que los humanos reaccionan de acuerdo a su psicología y las ideas que son mantenidas dentro de las masas. Esto es ser un depredador moderno dentro de la sociedad, darwinismo social en la práctica, más allá de la moral y programación cultural. Esta forma encaja a la perfección con alguien materialista por completo o bien en un practicante dentro de lo espiritual, no es un requisito las preconcepciones, lo que es en muchas instancias una característica dentro de las escuelas del Sendero de la Mano Derecha en la forma de fe. Tenemos también en nuestra aproximación, al Lado Nocturno que explora las vías de la Espiritualidad Predatoria. Para aumentar la energía vital y el poder, el vampiro utiliza diversas técnicas, comenzando el fortalecimiento y desarrollo de su propio vehículo astral, a desarrollar formas para la perforación e ingreso al aura de la víctima o el vampirismo mediante el tacto o la vista y a la distancia para drenar energía. Se incluye aquí también el dominio del cambio en formas monstruosas o seductoras en el astral para atacar con sueños y pesadillas e implantar pensamientos, de ser así el deseo del depredador. Adicionalmente, se pueden crear espíritus vampíricos artificiales para los mismos fines que llevarían al vampiro la energía recolectada en su cacería. Incluido dentro de los trabajos más extremos dentro del vampirismo está el devorar a los espíritus y demonios qlifóticos evocados y el trabajo mismo con la sombra personificada, Chorozon; la Orden del Dragón Negro dentro de la Orden del Fósforo utiliza en sus trabajos internos este tipo de operaciones proscritas.

Más detalles sobre la última forma de vampirismo y su práctica como herramienta real en la ascensión personal y espiritual puede ser encontrada en los libros de Michael W. Ford dedicados específicamente al tema como son, Akhkharu, El Libro de la Luna de la Bruja y Sekhem Apep, además de otros autores como Michelle Belanger y los excelentes libros del Templo del Vampiro. Ford menciona en una de sus obras que el camino del vampirismo en cuanto a la magia puede ser comparado como la superioridad al utilizar una motosierra por sobre una simple hacha al cortar un árbol; no obstante, este no es un camino para todos, inclusive dentro del mismo Sendero de la Mano Izquierda, y debe ser abordado con mucha precaución puesto que puede ser un camino rápido hacía la destrucción personal. Se sugiere al practicante activo del vampirismo equilibrar ambas aproximaciones dentro del vampirismo práctico para lograr su propia comprensión.

El vampiro es sin duda el símbolo del Poder, el lado más sombrío de este, las ansias y sed se más, de inmortalidad en el tiempo a través de la consciencia que se extiende más allá del cuerpo físico; el instinto predatorio sin restricciones. Un camino hacía la divinidad con perseverancia y voluntad o hacía la condena sin la precaución necesaria.

Luciferianismo y el Sendero de la Mano Izquierda



El viaje hacia el descubrimiento de los secretos de la existencia y el universo es uno difícil, tabú y lleno de trampas a cada paso. 

Se requiere de mucho esfuerzo para estudiar y practicar y empujarse a uno mismo hacía la dirección escogida y mantener el rumbo; algo que hoy en día, con tantas luces llamativas y distractoras en las calles y nuestros televisores parece imposible; en la era del bombardeo de información y voluntades de barro, muy pocos se atreven a concluir algo, si es que tan siquiera lo comienzan. El camino del aventurero es uno que es mejor apreciado desde la comodidad del sillón, con comida chatarra en una mano y el control remoto en la otra. Pero la lucha no termina aislándose de lo externo, es la lucha interna la más feroz de todas y la que templa y da forma al acero en el que puede convertirse nuestro propio ser.

Las “autoridades” eclesiásticas y políticas y hasta los familiares nos prohíben acercarnos detrás del telón del teatro en el que todos interpretamos un papel, del estatus quo; y cualquiera que sea este orden, aceptado sin cuestionamiento, debe ser mantenido por tu propia seguridad, según sus estándares, aunque en realidad es su propia seguridad la que se ve amenazada al descubrir que los maderos sobre los que se erigieron sus templos están apolillados y podridos, a la espera solo de un nuevo y poderoso viento para echarlos abajo. Si tienes la osadía de adentrarte en las vías alternativas, serás tachado de pecador, iconoclasta y loco, por curas, “líderes” y hasta “profesionales” de la salud, guardianes de lo que es correcto y del flujo que todo y todos debemos seguir. El rebelde es innato en nuestra existencia, apreciable con agudeza en nuestra juventud, pero muchas veces es aplastado por las botas opresoras de lo que se supone es normal, hasta ver a este empequeñecerse y acatar la norma. Aún hacen eco en mí las palabras de gente mayor con una vida aburrida que me decían (y dicen), “yo era así a tu edad (o más), el tiempo ya te hará entrar en razón”. Según sus estándares, entraré tal vez en razón el día en que sea un oficinista explotado que de lo mejor de sí solo para su trabajo, con esposa e hijos que mantener hasta que llegue el día en que ahorre lo suficiente para “disfrutar” de mi vida a los 70 años; el ideal perseguido por muchos. Esta visión estrecha y su forma de ver al mundo no solo es predicada, sino que impuesta, dejando poca oportunidad si es que alguna para el individuo.

“¿Qué es lo normal?”  “¿qué es lo correcto?” “¿qué y quién soy yo?” Son unas cuantas de las preguntas que más temprano que tarde vienen a por nosotros. Comenzamos a cuestionar a la sociedad y a nosotros mismos dentro de un sistema de obediencia ciega. Si seguimos jalando del hilo del telar de lo establecido, llegarán muchas más preguntas a nosotros, hasta llegar al cuestionamiento del origen de todo y al temible sentido de nuestras vidas. Una vez probada esta copa, la sed aumenta en vez de disminuir y uno ya no vuelve a ser el mismo. Pero hemos de tener cuidado, si buscamos obtener verdaderas respuestas; no debemos conformarnos con el exterior del fruto del árbol, sino ir tras su contenido, hacerlo nuestro. Las trampas aparecerán una y otra vez, Maya, el mundo de las apariencias, está llena de ilusiones que tienen un bonito disfraz de verdad, pero que no son más que pozos de agua hedionda, más dogmatismo y absurdos.

Hermann Hesse, el célebre escritor y filósofo, además de místico, describe muy bien este proceso con lo siguiente: “El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia dios, el dios se llama Abraxas.“

Este Abraxas del antiguo gnosticismo, hace referencia, además del equilibrio y unión de las polaridades, al ser interno, al verdadero Yo, desprovisto de toda la carga psicológica, religiosa y cultural. Un concepto clave siempre presente en este recorrido al que volveremos más adelante.

La carga que llevamos con nosotros no es fácil de dejar atrás, pues tenemos lazos emotivos que nos unen firmemente a los que nos da un soporte y estabilidad, así sean solo creencias sin fundamentos; eso mismo es la razón del éxito de las religiones con sus mentiras reconfortantes y el beneficio de tener a algo por encima de uno que cuide nuestros pasos y una promesa de una mejor vida, no sus verdades.

En estas muletas del pensamiento –lentes borrosos que no son de nuestra medida–, podemos identificar un interesante fenómeno psicológico denominado sesgo cognitivo. En realidad, esto se desprende en muchas categorías, pero por la claridad de nuestra temática emplearemos ejemplos prácticos. El sesgo cognitivo al que recurren las personas es el sustento de cualquier creencia con información que apoye a la misma, negando la que la contradiga, por más seria, fundamentada y calificada que esta sea. De ese modo cualquier autono-mbrada autoridad, por más estrafalaria que sea, tiene la razón sobre cualquier cosa, y no ningún académico con sus respectivas credenciales. Nuestra necesidad de respuestas a las dudas llega a jugarnos una mala pasada, un tremendo auto-engaño en el que caemos con mayor facilidad sin los recursos que nos permitan un pensamiento crítico. De ese modo tenemos a una firmeza inquebrantable en la creencia de que ciertas plantas curan determinado tipo de enfermedad compleja sustentado en un pariente lejano del primo del vecino o la convicción en la historia del amigo del amigo de un amigo de que alguien cercano suyo falleció por brujería realizada por un chamán “pactado”; lo que a muchos les sonará conocido en nuestro medio junto con el sinfín de supersticiones folclóricas que abundan en nuestro país. Esto no solo se aplica al denominado “pensamiento mágico”, de la medicina y psicología modernas, sino también a cualquier opinión dentro del campo de la opinión pública. Existen un sin número de creencias respecto a los políticos, y un número infinito para los hechos históricos, ¿alguna vez escucharon de que Hitler escapó en un ovni hacía la Antártida o que existen conspiraciones mundiales por todo tipo de seres, desde humanos semitas hasta grandes reptiles que pueden llegar a vestir máscaras con las caras de George Bush o la Reina Isabel II? Tan irreal y loco como les pueda parecer, hay gente que vive bajo esas creencias, en constante miedo del gobierno y de espías que de la noche a la mañana desarrollaron un interés en la aburrida vida de un ciudadano promedio. Los cocos y diablos del pasado toman hoy nuevas formas.

Sin embargo, y tristemente, esto no solo sucede con gente poco instruida, sino también con personas académicamente preparadas, que por uno u otro motivo, conveniencia, sentimentalismo o pura necedad, llevan esto a niveles exagerados. Por poner un ejemplo, se mantiene como una relación irreconciliable a la ciencia y la fe cristiana, no obstante, existieron y existen aún astrofísicos, biólogos y científicos cristianos, quienes en traición a la objetividad de la ciencia tergiversan sus investigaciones, las retuercen y las empujan para adaptarlas a la estrechez de su paradigma, así tenemos, a que Dios mismo realizó el big bang o que la evolución es su forma de trabajo. No es descabellado pensar en un principio que dio origen a todo, y tal vez tampoco en uno consciente que creó la totalidad del universo, pero sí lo es un creador con todas las características del Dios cristiano –y ningún otro más pese a lo vasto de los panteones divinos–, siendo sus atributos lenguaje humano más que algo divino, nuestras pasiones y rasgos elevados al máximo exponente, como lo comprueba una lectura de la misma biblia.  

Parte de esta justificación religiosa y su moral envolvieron al mundo durante muchos siglos, y hasta el día de hoy padecemos de su resaca. Esto no es ajeno al terreno de lo esotérico, donde también se ha reproducido en vertientes como los del denominado esoterismo cristiano. Cada época desarrolló su forma de pensamiento, lo que responde a las visiones cerradas y estrechas del pasado, además del progreso que llevamos ahora. La forma de tratar a la espiritualidad avanza a la vez del sujeto que la interpreta, el hombre.

El siglo XIX está marcado por muchos cambios, la humanidad en su conjunto comenzaba a correr, luego de aprender a caminar y gatear. Para el ocultismo, fue una época decisiva por la creación de la Sociedad Teosófica por Helena Blavatsky y sus allegados en EE.UU. en 1875 (fecha del nacimiento del más grande mago(k) y revolucionario de la época moderna), organización que llegó a contar con miles de integrantes a nivel mundial en aquel entonces, que aún perdura hasta nuestros días junto con su propia evolución, y cuyo mayor logro fue crear un vínculo entre las enseñanzas de Oriente hacía Occidente. A esta Sociedad, le debemos directamente mucho de lo que hoy tenemos por ocultismo contemporáneo, aparte del Rosacrucismo, la Masonería y la magia ceremonial de la Aurora Dorada. De los muchos conceptos propios y exportados, existe uno que vale la pena mencionar en este punto. Blavatsky afirmaba tener un supuesto contacto con la Logia Blanca o Hermandad Blanca y sus Jefes Secretos, maestros espirituales que guiaban el desarrollo del mundo y el hombre y con quienes ella tenía conversaciones donde le revelaban sus secretos. Hay pocos detalles de estos, todos son muy vagos, fantasiosos y rodeados de una carga moral siempre presente. Ellos son la luz, los buenos, los practicantes de la magia blanca desde tiempos atlantes y más; contrario a sus contrapartes que luchan por la degeneración del hombre dentro del materialismo de la carne: La Logia o Hermandad Negra, culpable de todo el mal en el mundo. Respectivamente cada una de estas agrupaciones son parte del Sendero de la Mano Derecha y el Sendero de la Mano Izquierda, término de orígenes tántricos (como lo que se entiende y categoriza en occidente de las prácticas de muchos grupos religiosos y esotéricos de la India). Uno es “bueno” y el otro es “malo”, practicantes de magia blanca y de magia negra; reminiscente de su tiempo, el sexo es algo negativo, directa o implícitamente, además del gozo de la vida terrenal y sus excesos, por lo que los Hermanos Negros del Sendero de la Mano Izquierda son además demonizados por entregarse a estos.

En la India, el origen real etimológico y modelo de estos dos senderos, tenemos al Dakshinachara y al Vāma-mārga dentro de las prácticas tántricas. Si bien existen muchísimos grupos con sus propias creencias, podemos encontrar aquí las claves esenciales para reconocer a ambos senderos, sus principios. El Dakshinachara trata del retorno al principio de todo, la gran fuente y divinidad y ser uno con este, fusionándose y apagando su ser como una gota que cae en el océano, es la muerte de la consciencia y de todo lo que es la vida, por decisión propia; todo ello es logrado mediante las practicas establecidas por la tradición, junto con el respeto y veneración de las normas estipuladas para alcanzar esa unión. En contraparte, dentro del Vāma-mārga, el practicante disfruta de su vida y su consciencia venerando a las divinidades como lo haría con un amante (un texto de los Upanishads nos dice que todos los dioses están encerrados dentro del cuerpo) convirtiéndose uno en inmortal y dios para seguir disfrutando de la interrelación, una especie de danza con el cosmos sin apagar la llama de la consciencia que nos permite ese contacto. Los practicantes del Vāma-mārga son reconocidos hasta el día de hoy sobre todo por sus prácticas nada ortodoxas que incluyen el rompimiento de los tabúes sociales con la práctica del pancha-makara o literalmente, las “5 M’s”, que consiste en el consumo de vino, carne, pescado, cereales y las relaciones sexuales; a diferencia de las dietas sagradas y la abstinencia para la iluminación. Esto fue, y aún es, llevado al extremo en algunos grupos Aghoris, el más reconocido del Vāma-mārga en la India, donde consumen carne podrida (e incluso humana), orina y heces y se involucran en prácticas necrofilicas para alcanzar su propia divinidad, bajo la tutela de los dioses terribles como Bahirava, un aspecto de Shiva y Kali y/o Chinamasta, un aspecto de Shakti, en un ejemplo a la reducción más simplista del complejo panteón hindú. Estas prácticas no eran realizadas por el gusto del desenfreno y perversión gratuita, sino como un medio para encontrarse uno así mismo liberándose de los lazos de la sociedad. Existe un dicho en esas creencias que dice que es mucho más seguro caminar sobre la hoja de una espada o montar a un tigre que recorrer el Vāma-mārga; la iluminación es mucho más rápida que las décadas de los yoguis de las religiones tradicionales, sin embargo es mucho más peligrosa y la locura aguarda en cada paso. Muchos practicantes actuales no apoyan en absoluto las prácticas extremas que infrinjan lo legal, así como lo que menciono es parte de la historia; detrás de toda práctica esotérica existen secretos subyacentes no perceptibles por el pashu o el no-iniciado. Podemos dividir la metodología de cada uno de los senderos tántricos en Jnana y Bakhti (conocimiento) y (devoción respectivamente).

Aleister Crowley, el famoso mago inglés que cambió para siempre el mundo esotérico, se suscribió también a esta moralina y doble estándar utilizándo etiquetas igual de pintorescas para la gente que le desagradaba. Austin Osman Spare, otro revolucionario mago inglés que llegaría a ser póstumamente el abuelo de la magia del caos, fue tildado como mago negro o caminante del sendero de la mano izquierda (aunque a veces hacía una distinción entre ambos términos). No obstante a lo anterior, encontramos en el sistema iniciático de La Gran Bestia una clave importante para entender al Sendero de la Mano Izquierda; la profundidad de Crowley no puede ser desestimada por sus muchas veces estrepitosa relación con las personas. Dentro de Thelema, el sistema de desarrollo espiritual diseñado por El Maestro Terión, encontramos dos picos importantes que el iniciado debe alcanzar y atravesar, el primero es el Conocimiento y Conversación con el Santo Ángel Guardián o Aiwass, que viene a ser el verdadero Yo envuelto en la terminología y simbolismo thelemico y de la magia(k) ceremonial; uno obtiene un atisbo de su verdadero ser y explora su poder, la segunda ordalía  es la más peligrosa, entrar o cruzar el Abismo para volverse un “bebé del Abismo” y la confrontación con Choronzon, lo que se traduce en la desintegración completa de la personalidad mundana, una crisis tras la cual el iniciado puede perderse en la locura o bien iluminarse para alcanzar niveles más altos en su iniciación hasta lograr uno divino.

Para Crowley, en las alturas de la mayor lucidez en su trabajo y sin sus acostumbradas tomaduras de pelo, el Sendero de la Mano Derecha y el de la Izquierda no se diferencian sino hasta el quiebre que supone el ingreso al Abismo, es ahí –y solo ahí– donde uno se vuelve un Hermano Negro, el que ha traicionado a la Gran Obra y a su ser interior para colocarse la Falsa Corona del Conocimiento (Däath) y preservar así su Ego incluso más allá de la muerte, aunque eventualmente ese poder desaparecería junto con esa fantasmal existencia; la otra opción es convertirse en un Hermano de la Gran Logia Blanca, que continuará hasta los últimos niveles de iniciación para convertirse en un Magus y regresar a la fuente de Todo.

No obstante a estas definiciones en Thelema, existen algunos vacíos. El ego y personalidad de Crowley no dejaron de ser de inmensa fuerza tras atravesar el Abismo y lograr el grado más alto de la iniciación. Los Jefes Secretos que también aparecieron en el Rosacrucismo, la Teosofía, la Aurora Dorada y luego en cada tradición esotérica derivada, no parecen desprovistos de rasgos humanos, como debería ser el caso según las definiciones de la aniquilación del Yo del Sendero de la Mano Derecha. Por lo que Crowley, es en sí mismo uno ícono representante del SMI aunque no por su propio reconocimiento. En breve, explicaré lo que entendemos por este en la actualidad mientras nos acercamos a nuestros días.

En el año 1966 en San Francisco, EE.UU. se funda oficialmente la organización que abogaría directamente y sin tapujos por la liberación de lo reprimido en el hombre y la aceptación de nuestros instintos animales mientras denunciaba la hipocresía y el auto-engaño al que se sometían los denomínanos magos blancos. La Iglesia de Satán es fundada en ese año por Anton Szandor LaVey y su esposa Diane Hegarty, compilando la filosofía Satanista por primera vez en la historia, la misma cuyos principios se encuentran ya en el hombre como parte natural de este, pero que fueron reprimidos por los que buscaron oprimir a los demás con mentiras de un control sobrenatural. El Satanismo es la identificación con la máscara de Satán para el desarrollo personal del individuo, la utilización de su simbolismo a lo largo del tiempo para su beneficio y liberación. El Satanismo no es la creencia en un ser con cachos inventado por la Iglesia, y si bien se puede basar en mucho de la mitología cristiana del diablo, esto no es tomado de forma literal sino metafóricamente y en oposición como un elemento de shock ante la religión y la sociedad. Los Satanistas afirman que si bien sería otro el Dios principal de la religión, su identificación sería con la de cualquier otro opositor. Satanás viene del hebreo y arameo, significa Adversario u Opositor, un adjetivo más que un sustantivo, una etiqueta y no un ser literal. 

Anton LaVey tomo para sí la terminología de la Magia Ceremonial y Esoterismo occidentales y lo llevó a un todo práctico con la filosofía que otorga el poder al ser humano, en lugar de la subyugación ciega hacia un supuesto ente exterior, lo que le lleva a ser directamente uno de los más grandes representantes del Sendero de la Mano Izquierda. Es en LaVey en donde encontramos a un representante del SMI en toda regla.

Tras la muerte de Crowley en 1947, comenzó una serie de conflictos por su legado y sobre todo por el control de su orden iniciática, la Ordo Templis Orientis. Uno de los posibles candidatos al puesto, luego del sucesor directo, Karl Germer, era el joven Kenneth Grant, quién a sus 20 años conoció a Crowley y llegó a ser su pupilo además de su secretario.

En los años 50’s, Grant creó la Logia de la Nueva Isis como parte de su sección de la O.T.O donde llegó a realizar diversos trabajos con energías oscuras y caóticas llamadas en su conjunto los Qlífot, o las Qlífot en relación a los centros de poder en sí, lo que le valió su expulsión por salirse de la ortodoxia Thelemica. Mucho de estos trabajos y comprensiones adicionales que expanden la obra de Crowley a otros campos que comprenden a las partes negadas de la magia y el hombre puede ser hallado en sus famosas Trilogias Tifonianas iniciadas en los 70’s.

Grant fue además uno de los pocos en tomar las denominaciones de hermanos negros y el Sendero de la Mano Izquierda hacia una aplicación práctica desprovista de moralidad alguna y retomando su connotación y contexto original en las prácticas tántricas. Grant también habla acerca de la supervivencia de la consciencia tras la muerte (una forma de vampirismo); además de la exploración de lo prohibido. Su material ha dado forma, junto a los maestros mencionados anteriormente, a lo que tenemos hoy por magia(k), ocultismo y el Sendero de la Mano Izquierda contemporáneo.

Luego de LaVey y Crowley, aparecieron diversas escuelas que se suscribieron al Sendero de la Mano Izquierda de forma directa, algunos entendieron su verdadera naturaleza, mientras otros divagaban entre lo que deseaban ver, en el caso de los diferentes tipos de satanismo denominados “teístas” donde se adoraba literalmente a la creación cristiana, en lugar de buscar la trascendencia del individuo. Importantes grupos y escuelas que merecen una mención son El Templo de Set, El Templo del Vampiro, Rune-Gild, Dragon Rouge, La Orden del Fósforo y la ONA (la última, pese a lo discutible de su existencia, sirvió de plataforma para otros grupos operativos que emergieron en base a sus enseñanzas).

En estos días, muchos gustan de etiquetarse con todo tipo de adjetivos que en ocasiones llegan a ser más grandes que los portadores, como en el caso de una prenda holgada; muchos intuyen lo que creen qué es, pero se pierden dentro de lo que quieren ver, llegando así a ser esclavos del simbolismo en vez de que este trabaje para ellos, como en el caso de una servidumbre a los demonios –por lo que sea que se entienda por estos–, lo cual veremos que es en realidad lo opuesto al Sendero de la Mano Izquierda y más bien parte del SMD. En otras ocasiones, la terminología llegar a ser aproximada, mas se escurre entre los dedos como el agua en el intento de atraparla con las manos. La claridad de una definición consistente, útil para nuestra comprensión actual, llama a un concepto preciso.

El ideólogo Stephen Edred Flowers, en su invaluable obra, Los Señores del Sendero de la Mano Izquierda: Prácticas Prohibidas y Herejías Espirituales, apunta a una definición mediante principios recurrentes identificables alrededor de todo el mundo para definir lo qué es y lo que entendemos hoy por el SMI.

El Sendero de la Mano Derecha es aquel que busca la Unión con el mundo exterior en su grandeza, ejemplos de este lo tenemos con el Dios cristiano o a la filosofía idealista gnóstica donde el ser humano fue separado de lo divino y su trabajo es regresar con este, su orígen, para su último sueño eterno en la disolución absoluta. Esto toma cualquier forma, ir al cielo, alcanzar el nirvana, la fusión con el universo, la naturaleza o algún dios creador que está a nuestra espera. Esto implica dejar de existir en todo sentido, al armonizar tu interior con lo exterior, y matar el ego, el cual se entiende aquí como el centro de tu ser, y no el sin fin de voces dentro de la cabeza de uno ni la personalidad maleable.

En contraparte, el Sendero de la Mano Izquierda se centra en el Yo, esta es la metodología de la cristalización de la psique para vivir la vida al máximo, siendo uno su propio dios y centro del universo. El universo subjetivo es fortalecido y expandido, en vez de buscar la armonía con el universo exterior.

En donde uno es teocéntrico, el otro es psiquecentrico, uno es el camino que sigue la luz y busca su andar y guía seguros, mientras que el otro intenta que sea el mismo iniciado capaz de crear propia luz en la oscuridad para iluminarse a sí mismo.

El SMI es, como puede haberse intuido de lo anterior, el camino hacia la divinidad personal, ser tu propio Dios; el centro de todo y el responsable de tu propia vida y destino, no un ser de fantasía que vuela por los cielos y manda truenos con las dedos. Este principio es denominado, Auto-deificacion, que se trata de convertirte en tu propio Dios y que parte de una profunda individualidad. 

El segundo principio es el Antonimianismo, que consiste en ir contra la corriente en apoyo del primero. En la antigüedad esto era entendido de forma casi instintiva, lo que muestra lo chocante de algunos ritos de sus practicantes. Esto no significa cometer crímenes o ir en contra de la legislación de nuestro país, sino en identificar la moral y los valores y las creencias de la sociedad, lo que es considerado “normal”, la programación externa, para destruir la personalidad creada por el exterior y re-construir una nueva, regida por la propia Voluntad o el Daemón, como es llamado el espíritu interno, la chispa divina, nuestro verdadero Yo. El decondicionamiento nos hace reiniciar nuestro sistema o mente desde cero, como con una computadora, y nos permite elegir a nosotros mismos los programas con los que vamos a trabajar; en vez de que otros lo hagan a cuenta nuestra.

Cabe señalar aquí el gran engaño en el que hemos vivido a través del judeocristianismo, que ha moldeado nuestra forma de pensar y actuar. Solemos ver en nuestra búsqueda de explicaciones de formas dualistas y extremas, reminiscente del maniqueísmo; cuando aquello está muy lejos de la forma en que opera la naturaleza. Ningún león tiene piedad de su presa a la hora de cazar, ni le importará cuán moralmente buena haya sido esta. El Universo no conoce de la moral humana, algo a lo que le atribuimos en nuestra mala costumbre de animar lo inanimado.En esta misma línea, se nos ha acostumbrado a pensar en que el universo debe ser la creación consciente de un ser que misteriosa y necesariamente ha de razonar y actuar como lo harían los humanos; evitando la menos atractiva idea de que provenimos del Caos y que ese inicio de todo puede hallarse en leyes naturales de la física y la química que vamos conocimiento a profundidad cada día.

A las instituciones religiosas les ha sido de gran ayuda la forma de sometimiento que impulsa la religión judeocristiana, ha de existir según ellos “un ser superior al que debemos adorar”, ¿pero por qué? Se infunde secretamente el miedo como motivo para creer, escondiendo hipócritamente, bajo la máscara de la adoración y el amor, al verdadero interés que es el que los demás acaten las normas ajenas, porque de lo contrario se nos quemará el trasero en el infierno por toda la eternidad. ¿Adorarían y desarrollarían amor alguno de ustedes por un magnate que les apunte con una pistola, tratándose de algo “superior” a nosotros? Si llegasen extraterrestres de una galaxia lejana a la tierra, evidentemente mucho más poderosos que cualquiera, ¿sería esto motivo suficiente y necesario para adorarlos? En la oscuridad de la ignorancia de nuestra infancia, veíamos a nuestros padres como seres sabios y capaces de todo, ¿es esto también un argumento válido para la adoración y la sumisión?

Apunto aquí a lo que Nietzsche denominó la moral del esclavo, en aquel que busca siempre a algo por encima de sí mismo que le de dirección y sentido y quien se regocija en sus debilidades convirtiéndolas en virtudes. El sometimiento es bueno, el orgullo es malo, el deseo por más es un pecado, la humildad y hasta la pobreza son pasajes seguros hacía el cielo. Esta ha podrido el mundo a favor de los que están en el poder, y lo han aprovechado al máximo los líderes religiosos. En contraposición, Nietzsche nos habla de la moral de los amos, mirando a la grandeza del mundo antiguo, donde la lucha era un símbolo de grandeza, para la conquista de un enemigo externo o bien dentro de uno mismo; la conquista y la heroicidad es la que eleva al individuo, no el empequeñecimiento con los valores de la masa. La moral del noble, la de los señores es una que no es fruto del consenso popular sino uno personal, un acto volitivo de moral pura; aquello que va más allá del bien y del mal y que por lo tanto está por encima del juicio de la sociedad común.

“La vida misma, en mi opinión, no es nada más ni nada menos que el instinto de crecimiento, de permanencia, de la acumulación de fuerzas, de poder: donde falte la voluntad de poder, la degeneración se asienta…¿Qué es bueno? – Todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre. ¿Qué es malo? – Todo lo que procede de la debilidad. ¿Qué es felicidad? – El sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia queda superada.” Decía Nietzsche.

Repito. Es en la herrería de Caín donde se da forma a golpes el acero de nuestro espíritu. La moral de los señores, en el sendero de la mano izquierda, no da lugar al sometimiento por ideas abstractas como “dios” o “patria” que vienen a ser para nosotros conceptos muy ajenos de pertenencia tribal.

Siendo una vía humanista en su camino hacía lo divino o la trascendencia (en lugar de lo contrario en sumisión), una herramienta dentro del recorrido del SMI moderno es nuestra capacidad innata y en constante refinamiento para poder obtener un conocimiento que nos acerque hacía la verdad, la razón. Aristóteles, uno de los más grandes filósofos clásicos nombra a la razón humana como la característica más destacada y la única mediante la cual podemos obtener conocimiento. La razón, en la lógica clásica, consta de cuatros principios a través de los cuales cualquier cosa debe ser analizada para obtener su verdadera esencia:

– Principio de Identidad: Que una cosa es idéntica solo a sí misma

– Principio de la no contradicción: Nada puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido.

– Principio del tercero excluido: Que una afirmación es o no es.

– Principio de Razón Suficiente: Todo tiene una explicación suficiente y un sentido de ser en la forma que es.

Si bien podemos encontrar críticas dentro de su formulación, como las expuestas por Hegel o Wittgenstein, debemos tener en cuenta que la ciencia y su método –una forma comprobable para llegar a la verdad–, es perfectible y está al servicio del hombre; esta tampoco debe, ni puede, ser utilizada dogmáticamente para refutar todo con la resaca materialista que nos dejó tantos años de opresión el cristianismo. Este es sin duda un método inicial para lograr un pensamiento crítico y activo que pueda moverse entre tanta desinformación. Por esto mismo, un practicante serio del Sendero de la Mano Izquierda será reacio a la creencia de cualquier entidad, solo porque sí, a la manera de que nos ordena la religión, así como cualquier cuento que se propague en nuestros días, como los platillos voladores, los reptilianos, las conspiraciones mundiales o absurdos hechos históricos que juegan con el sentimentalismo de las personas con un trasfondo propagandístico y de intereses personales. En lugar de la “seguridad” y la “certeza” de la fe que delinea la respuesta antes de hacer la ecuación, nosotros partimos de la razón para formular nuestra tesis y buscar activamente una respuesta. Las aristócratas del espíritu pisan sobre terreno firme y están en contra de todo lo que quiera hacerse pasar por verdad sin ningún cuestionamiento.

Existen dentro del SMI dos aproximaciones, la cual Flowers denomina inmanente y trascendental. La primera consiste en vivir la vida al máximo en el aquí y ahora, ejemplificada por la creación de una obra de arte o una filosofía, por poner unos ejemplos, mientras que la aproximación trascendental busca, mediante la espiritualidad activa, la separación del universo objetivo e ir más allá de la carne, para ser como los Jefes Secretos de las enseñanzas de Blavatsky y Crowley; la inmortalidad de la psique.

Ambas persiguen la inmortalidad de forma distinta, no se requiere que el practicante crea necesariamente en lo espiritual, aunque sí se anima a comenzar ese sendero desde cero para no viciar los resultados con falacias lógicas.

De modo similar, nos encontramos con dos divisiones dentro del Sendero de la Mano Derecha, donde hallamos a los religiosos que acatan las ordenes de sus instituciones y fuentes sagradas en un laberinto a oscuras, mientras que la otra parte busca, a través del esoterismo y la magia, regresar al inicio de todo y la unión con una actitud crítica. Podemos calificar a esta bifurcación como exotérico y esotérico.    

Sobre estas bases, podemos afirmar que el Sendero de la Mano Izquierda, es psiquecéntrico, pues se centra en la psique y en el mundo subjetivo e interior y no en lo mecánico de lo objetivo y exterior, es una metodología hacía la inmortalidad, en lo material o lo espiritual, caracterizado por la auto-deificación y el Antinomianismo, y que hace uso de nuestra capacidad distintiva que nos hace humanos, la razón, la cual nos sirve para obtener el conocimiento. Esto no es nada moral, no es ni malo ni bueno, al igual que en el sistema inicial de Thelema; a grandes rasgos, estos senderos pueden ser entrelazos, y se caracterizarán por el fin último, el de la desaparición de nuestra existencia o la continuidad de esta, terrenal o espiritualmente.

El Sendero de la Mano Izquierda es uno anti-natural, pues se opone al flujo establecido del universo para crear una corriente propia, pero es, a su vez, el camino natural de la humanidad, pues éste, en su mundo subjetivo – su mundo interior, escapa de la naturaleza para tomar una forma y evolución propia, más allá de la mecánica del universo objetivo, pese a estar limitado a esta. El Universo Subjetivo y el Sendero de la Mano Izquierda van de la mano, pues este camino es el de las nuevas posibilidades del hombre en su evolución a estados cada vez más refinados de su consciencia.


Hablábamos de diferentes vías dentro del Sendero de la Mano Izquierda, es momento de hablar de aquel cuyo arquetipo patrón nos ha reunido en este salón en este ocaso y es además el personaje principal de este evento, la “demonizada” y manchada representación de todo lo que nos hace grandes, Lucifer.

Con seguridad, al pensar en esta figura se nos viene a la mente la historia comúnmente aceptada del arcángel creado por Dios quien por orgullo, y en acto de consciencia de sí mismo,  causó un motín en el cielo, rebelándose contra la autoridad del creador –considerado sin más como completamente bueno, además de ser omnisciente, omnipresente y omnipotente, imposibilidades entre y en sí mismas–, lo que le llevó a ser desterrado a los infiernos mientras espera el día del Juicio Final, donde se le permitirá salir y volver para tentar a la humanidad y será luego echado en un lago de fuego por la eternidad junto a los que le siguieron. Bastante sádico de parte del dios del amor, aquel gran ser en el que la mayoría pone su confianza y es el sostén y muleta en los momentos difíciles.

Curiosamente, no encontramos casi de nada de esto en la biblia, salvo por pequeños fragmentos de caprichoso y maleable significado. El recurso para la historia de la caída y el nombre de Lucifer en el cristianismo proviene de un pasaje del libro de Isaías en el antiguo testamento que dice: “¡Cómo has caído del cielo, oh tú, Lucero, hijo de la Aurora! Has sido abatido a la tierra dominador de naciones! Tú decías en tu corazón: “escalaré los cielos; elevaré mi trono por encima de las estrellas de Dios; me sentaré en el monte de la divina asamblea, en el confín del septentrión escalaré las cimas de las nubes, seré semejante al Altísimo“. El mismo fue tomado como referencia para la figura de la personificación del rebelde malvado que necesita la religión. Lucero es una traducción posterior de un juego de trampas lingüisticas y malas traducciones iniciadas por San Jerónimo que nos dice en su traducción del griego al latín, “quomodo cecidisti de coelo lucifer qui mane oriebaris…”. Lucifer es la traducción personificada de Luxferre, que significa “Portador de la Luz”, proveniente del latín, y este del griego Eósforo y Fosforos, que a su vez tiene su origen bíblico en el hebreo en la frase del mismo texto citado del Viejo Testamento que dice “Helel ben Shahar”, Hijo de la Aurora. Shahar deriva a su vez del ugaritico, una lengua extinta, que representa a la Diosa del Amanecer, el planeta Venus en las primeras horas de la mañana, gemela del Dios Shalim, su hermano, la representación de la Estrella Vespertina. En todos estos, la representación de Venus es distintiva, como la luz que aparece y desafía a la del sol y la de la luna (visto también como un hijo de ambos), una pequeña y única luz rebelde en el cielo.

El significado final de Isaías es incierto, muchos académicos se debaten si esto fue hacía el rey Nabucodonosor II o una variación del mito cananeo de Attar el Rebelde, donde este intenta ocupar el trono de Baal tras su muerte.

La historia de lo que se piensa qué es Lucifer en la sociedad regida aún por la religión cristiana y sus valores está construida sobre mentiras, miedos y un deseo de supresión de lo natural en lo humano de parte de las autoridades hambrientas de poder y obediencia de los crédulos. Toda trama dualista de un tipo bueno, necesita por antonomasia la figura de uno malo: comunistas, judíos, illuminatis, diablos de todo tipo, etc. y en este caso fue así con el arquetipo de la iluminación del hombre. Esta historia, más que una divina, es en realidad el reflejo del hombre, una muy humana y como tal imperfecta, no por su condición inferior, pues nos hallamos nosotros en la cima del pilar de la evolución en la tierra, sino porque tal cosa, tal ideal, es imposible más allá de un recurso lingüístico y de exaltación de lo que es considerado divino. Los dioses de la antigüedad padecían de los mismos dramas que los mortales: celos, traiciones, infidelidades, cóleras, todo lo que el cristianismo catalogó como malo. Un breve repaso del Antiguo Testamento nos demostrará que Dios también muestra dichas características pese a sus cualidades divinas y su supuesta perfección. Dios, no es más que nuestras confianzas, esperanzas, sueños y buenos deseos empaquetados por el cristianismo en una sola figura, lo que nos intentan vender; no obstante, su libro sagrado, la supuesta fuente que respalda su existencia contradice todo ello. Para entrar al paradigma del judeocristianismo uno tiene dejar toda racionalidad, mutilar su humanidad y naturaleza evolutiva y cegarse ante cualquier cosa que contradiga.

El Lucifer/Satanás bíblico no es en sus inicios la maldad definida, sino que tuvo un proceso para llegar a ser lo que tenemos hoy en la actualidad, pasando desde las construcciones folclóricas, para nombrar a un chivo expiatorio de los males de Dios y los humanos, de los padres de la Iglesia que tomaron este simbolismo como fuente de dualismo y miedo, y finalmente en las representaciones posteriores del Romanticismo donde se define por completo la historia, tal como la tenemos hoy, del Arcángel más alto y sus huestes que se rebelaron ante el Todopoderoso en la obra de John Milton, donde curiosamente, el personaje que destaca por sus características es Lucifer pese al trasfondo cristiano de la obra. Inicialmente, Satanás era un adjetivo para calificar a un adversario, lo que significa en realidad en la lengua aramea, el cual llegó a ser identificado inicialmente con un Ángel cercano a Dios y quien acusaba a los humanos ante el tribunal divino tras espiarlos (tal vez por eso se ganó una mala reputación ante el pueblo tribal hebreo). En el libro de Job, Satanás es el que pone a prueba al hombre y en duda a Dios mismo sobre la fidelidad de uno de sus hombres en un juego macabro del creador donde este le envía un sinfín de peripecias para probar la fe del pobre Job. Posteriormente, Satanás, llegó a tener una existencia independiente del cielo y Dios para ser el señor del mal en el Nuevo Testamento, unificándose así como el señor de todo lo caótico y lo contrario a la bondad de Dios. En este punto Satanás se convierte en una figura que recopila todas las propiedades de los demás diablos y personajes antagonistas de la biblia, como la serpiente, Leviatán, Mastemot, Belial, Behemoth, etc, etc, etc. Lo que afianza la figura de la represión humana por parte de la rectitud.

Esta asociación del “diablo” con las figuras de la individualidad, rebeldía y los valores opuestos al sometimiento producido por una dudosa traducción tomada de forma literal, sirvió para la condena de los demás panteones a favor de la única verdad propuesta por el cristianismo, su paradigma, dogma y único Dios. Lucifer mismo es un ejemplo de esto, siendo a su vez el título latino de la divinidad asociada con la Luz del Alba, hermano de Véspero, la Luz del Ocaso, una vez más el equilibrio representando por el planeta Venus. Etimológicamente, Lucifer significa Portador de la Luz. Estas divinidades encuentran su origen también en el griego Eósforo (Portador del Amanecer) y Héspero (Portador del anochecer). Lucifer pasó posteriormente a ser identificado de forma directa como el planeta representativo del amor y de la guerra, Venus. Es de parte del mundo grecolatino de donde derivamos un sinfín de figuras y significados modernos a través del lenguaje, y desde el cual muchos prefieren identificar al modelo de Lucifer. Entre su basta mitología nos encontramos con una figura que simboliza a los principios antes mencionados, el epítome de lo que tenemos por Lucifer hasta nuestros días, una figura transcultural que exalta las virtudes humanas en lugar de las de un supuesto externo; el símbolo del rebelde que pone la chispa de la divinidad en el hombre. Una figura similar es la del titán Prometeo, parte de los dioses primigenios del orden olímpico, energías primitivas de las que se origina todo. Prometeo, en la versión de Esquilo, es el referente de la independencia del orden divino al otorgar la llama de la consciencia al hombre. El titán roba el fuego de los dioses para entregárselo a los humanos, una metáfora del conocimiento contra la oscuridad de la ignorancia a la que los dioses sometían a los humanos y su evolución de mono a hombre. Esto significó el castigo de Prometeo, siendo encadenado sobre las rocas para que un águila o buitre devore su hígado que crecía diariamente.  

Podemos encontrar figuras similares de este arquetipo que ofrecen el conocimiento al hombre, desde el mismo judeocristianismo con la serpiente del Edén y los ángeles rebeldes o Vigilantes, quienes concedieron a los humanos las artes de la construcción de armas, la química y muchas ciencias más. Al Abraxas gnóstico y su equilibrio y poder del ser interior. Quetzalcoatl, en México enseña al hombre la ciencia y la administración de las plantas sagradas. El Set egipcio, el Attar cananeo, el Melek Taus de los yezidis, el Loki nórdico y un sinfín de figuras en todo el mundo más pueden ser equiparadas a estos mismos principios encarnados por Lucifer, lo cual no quiere decir que haya sucedido algo así de forma literal hace mucho, sino que son mitos que reflejan nuestro interior, nuestro pasado como raza humana y las fuerzas que se mueven en nuestro interior y que todos compartimos; todos podemos llegar a ser un Lucifer si encarnamos lo mejor de nosotros enrumbados hacía la superación y la evolución.

Por supuesto que Lucifer es malo para los intereses de los esclavistas; sin quererlo, los mismos padres crearon a la figura más representativa de la rebelión humana contra la opresión, la del individuo, la del poder y la del conocimiento prohibido. Una que se les fue de las manos y despierta ahora, más fuerte que nunca para ocupar su lugar correspondiente en la evolución del hombre hacía alturas más grandes. El más grande secreto de Lucifer es que este no existe como una entidad objetiva real, como alguno de ustedes o como yo. Este no es un ser consciente, sino la suma de todo lo que nos hace humanos despiertos quienes abrazan su potencial, y la evolución y el equilibrio en la humanidad a través de su voluntad; creación y destrucción, luz y oscuridad.

Lucifer

“La evolución del hombre es la evolución de su conciencia. Y la ‘conciencia’ no puede evolucionar inconscientemente. La evolución del hombre es la evolución de su voluntad, y la “voluntad” no puede evolucionar involuntariamente. La evolución del hombre es la evolución de su poder de ‘hacer’, y el “hacer” no puede ser el resultado de lo que ‘sucede’, escribe George I. Gurdjieff.

Y en Magia en Teoría y Práctica, el Maestro Therion nos dice: “El Diablo es históricamente, el Dios de todo aquel que a uno le desagrada. Esto ha llevado a mucha confusión de pensamiento, por lo que La Bestia 666 ha preferido mantener los nombres tal como están, y proclamar simplemente que AIWAZ, el hermético fálico/solar, Lucifer, es su propio Santo Ángel Guardián, y el Diablo es el SATÁN o HADIT de nuestra particular unidad del universo estelar. Esta serpiente, SATÁN, no es el enemigo del Hombre como la humanidad adormecida e hipnotizada por los dogmas cree, sino aquel que hizo Dioses de nuestra raza, conociendo el Bien y el Mal. 

Él invitó al hombre a dejar de ser esclavo de sí mismo, y no ser un mono manipulado por la mente y los sentidos, “Oh Hombre Conócete a Ti Mismo y conocerás al universo y los Dioses” y así enseñó la secreta Iniciación del despertar del hombre.”

A lo largo de los siglos, intelectuales y artistas por igual han tomado a esta figura como iluminación, disidencia y cuestionamiento de la sociedad y la religión; de dónde tomamos el simbolismo de su origen, lo mismo que entendieron siempre filósofos y esoteristas por igual.

Este espíritu de cuestionamiento, rebeldía e incomodidad con la manada no es nada nuevo, siendo una parte importante de un ser consciente.

“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo”. Nos comenta el inmortal filósofo Friedrich Nietzsche.

Por todo lo anterior, Lucifer es el arquetipo de la luz del conocimiento y el poder, conocimiento que nos permite liberarnos de las cadenas en nuestro interior y re-valorar nuestro exterior en la búsqueda de la verdad.  Lucifer, como lo entendemos hoy, es una figura sincrética y completa afín al Sendero de la Mano Izquierda, pues su camino también supone la deificación personal junto con el antinomianismo, además de la preponderancia humana de la razón. Lucifer no es un ser pensante objetivo y literal, sino la unión de principios y características humanas divinizadas reunidas bajo un único nombre.  

Si bien cada uno llegará a tener su propia idea y comprensión de Lucifer, pues esto se trata del individuo, la misma estructura estará siempre presente en su definición. Una de las consideraciones a tener en cuenta es el no caer en la trampa de la creencia de dioses literales; si bien podemos creer en la existencia de un principio consciente (aparte de ser puramente materialistas), esto no tiene por qué ser el reflejo de lo que el cristianismo propone como lo que es la divinidad. Suelo poner el ejemplo del dios de las vacas para ilustrar esto. ¿Cuál y cómo sería el dios de estas si tuvieran un Dios? ¿Con cuernos de vaca, cola, pezuñas hocico e incluso colores del bovino? ¿Diría “mu” y su ofrenda seria pasto verde de la mejor calidad? El punto de esto es que pensamos como humanos, y por eso nuestros dioses tienen esas características a la exageración, así como lo que nos hace falta y buscamos en necesidad y cobijo. La espiritualidad activa a la que hago referencia –la magia(k) si se prefiere–, trata de develar los misterios del universo, ideas así de simplistas han de ser desterradas para una mejor comprensión de la complejidad del cosmos, lo mismo que el sometimiento y la adoración. El que no existan dioses literales, no quiere decir que no exista lo espiritual, la magia y lo denominado como “sobrenatural”. Una vez más, no se trata de extremos, sino del reconocimiento de la diversidad cromática de la paleta de colores que es el universo.

Podemos desprender de la exposición, los siguientes principios atribuidos a la figura moderna de Lucifer identificados dentro de la Iglesia Mayor de Lucifer.

Lucifer representa el Poder; la sed innata de nuestro ser hacía más; el progreso hacía nuevas alturas, la superación de obstáculos, el ascenso en un trabajo o la adquisición de poder físico mediante el ejercicio o del conocimiento a través del estudio intelectual. Rebelión, al alzarse sobre los demás astros y en sus representaciones mitológicas. Atávicamente, en lo profundo de nuestro subconsciente y nuestros genes, se encuentra esto presente, pues todo organismo lucha por vivir y evolucionar. Lucifer es la representación de la mejora continua y la evolución del hombre, un nuevo estado hacía su divinidad.
Lucifer representa la Sabiduría; la cual es obtenida a través del conocimiento puesto en práctica, del análisis y del juicio a través de la razón. No nos conformamos con la adquisición muerta de información, buscamos darle validez o echar abajo las mentiras a través de nuestra propia capacidad de discernimiento y la lógica.
Lucifer representa el Equilibrio; día y noche, blanco y negro, positivo y negativo, masculino y femenino, en un solo arquetipo que reúne a ambos, Shiva y Shakti, Samael y Lilith, Sol y Luna, ningún conflicto entre ellos, sino un una unidad que lo abarca todo.
Lucifer representa la Fuerza; de carácter y de ser interno en la búsqueda de la verdad y ante las dificultades de un mundo caótico que puede arrastrarnos y extraviarnos de no tener los pies bien puestos sobre la tierra. Además de ser un escudo natural hacía las mentiras y proyecciones del exterior, se necesita de estabilidad interna para poder soportar el peso del estrés generado por el proceso de individuación, así como de la difamación de la ignorancia de las masas. Esta se logra mediante el ejercicio de todo tipo y las continuas pruebas a las que se somete el practicante. 

El Luciferianismo es, por lo tanto, la ideología de la identificación personal con el simbolismo y arquetipo de Lucifer en la búsqueda activa del conocimiento para el desarrollo interno y externo y su aplicación, lo que se traduce en Apoteosis, el llegar a ser uno su propio Dios. Para ello, el practicante se enfoca en los principios de Poder, Equilibrio, Sabiduría y Fuerza que envuelven a la imagen del portador de la Luz o Conocimiento. Al ser de carácter versátil y activo este puede tomar diversas formas según el individuo.

El origen de esta aproximación hacía el mundo y la vida, puede remontarse al inicio del hombre, siendo su representación más alta plasmada en sus propios símbolos y concepciones de sus características comprendidas y atribuidas por nosotros los humanos. Lucifer, trasciende los pueblos y su gente, y podemos hallarlo no solo en los procesos de la naturaleza, en la creación y la destrucción, sino en los mitos antiguos de la rebelión de Apsu y Tiamat, de los cuales fueron formados los hombres; y en una posterior leyenda en acadio, de Geshtu-E, el dios rebelde de la inteligencia que se rebeló ante los abusos de los dioses mayores sobre su clase, y fue sacrificado como castigo para crear a los nuevos obreros, los humanos, quienes se rebelaron a su vez a través de Atrahasis, un sabio y prometeico caudillo en contacto con los dioses. Tenemos además a la diosa de la guerra y el amor, Innana/Ishtar, la Señora de Venus y en ocasiones tomando el rol de Reina del Infierno. A Attar, el Rebelde, en las tierras de Levante quién representó la búsqueda de poder al pretender el trono de los dioses mucho antes de los mitos bíblicos. Al Set egipcio, el señor de la oscuridad y las tierras fértiles, parte necesaria en el equilibrio, demonizado en tiempos tardíos. Al Prometeo griego, los titanes en su fuerza ctónica, y a los diversos dioses de luz como Helios y Apolo, además de la fuerza bruta y descontrolada de Dioniso en su conexión con lo animal; Hécate, la reina de la brujería, lleva también el título de Fósforos, como la que porta la antorcha del conocimiento. El Satanás bíblico, la serpiente del Árbol del Conocimiento y los Vigilantes rebeldes son un ejemplo clásico de esta fuerza, condenados por su deseo y búsqueda de independencia. Tanto femenino, como masculino, Lucifer y el Luciferianismo son la mano que crea, y el puño que destruye, las consciencia de sí, la evolución y el compañero en la divinización humana conocido por sabios y magos, desde los antiguos escribas, a los filósofos y escritores grecolatinos como Heráclito y Ovidio, desde los románticos Milton, Shelley y Blake, a los pensadores disidentes como Maquiavelo, Nietzsche, Bakunin, Twain y Rand, pasando por los rosacruces y su padre mitológico, Tubal-Caín hasta Blavatsky, Crowley, Charles Pace y Anton LaVey. El Luciferianismo no se trata de la creación de un solo hombre en un dogma que debe ser seguido al pie de la letra sin cuestionamiento, sino que esta es la parte innata en nosotros con un nombre apropiado que hoy cobra cada vez más fuerza.

El Luciferianismo puede expandirse como una filosofía (formulada a profundidad y como un estilo de vida), una doctrina (guardando y trasmitiendo los principios básicos y difundiendolos), un sistema (una estructura delineada de desarrollo o iniciación interna) o una religión (entendido como el encuentro con tu propia divinidad), donde el punto central es el individuo en dirección hacía su propia divinidad, porque creemos que todo comienza desde adentro, desde cero, en lugar de buscar respuestas a preguntas sesgadas hechas por otros. Tú y solo tú eres el responsable directo de tu propia vida y existencia, siendo el único Dios que existe.

El Luciferianismo en el Antiguo Egipto



El presente tema es una visión de cómo la religión egipcia mantuvo el equilibrio de los cultos solares y lunares en las diferentes dinastías a pesar de la eterna rivalidad entre la luz y la sombra, en constante batalla en la psique de la humanidad. Ya Herodoto, gran historiador griego, en su II Vol. de Las Historias había definido a los egipcios como los más religiosos de los hombres, aun cuando esta actitud tan solo fuese parte de la evolución por comprender y alcanzar la divinidad. Los documentos que nos han llegado hasta nuestros días nos dan indicios de que esta antigua civilización era muy estable, desarrollando su sociedad de una manera pacífica con códigos morales que mantuvieron la sana convivencia del pueblo, lo que ha influenció notoriamente la civilización actual.

Es por esta razón que nos centraremos esencialmente en los aspectos históricos, estudiando a los dioses mitológicos más importantes cuyos aspectos e “identidades” se revelan de mayor provecho para lograr entender la mentalidad antigua como un fenómeno social mediante lo cual la voluntad colectiva se manifiesta como parte integral de la naturaleza, dando mayor importancia a las cuestiones del espíritu que a la carne en sí misma. Como ejemplo, cabe citar que los templos se construían de piedra siendo estos una representación mística entre los egipcios y el mundo que les rodeaba, es por esto que a algunos dioses se les atribuían el reinado sobre algunos elementos naturales. Entre los principales tenemos:

HORUS, el contrario de SETH destructor de las fuerzas del caos, el que toma posesión del mundo de los vivos. El faraón es su manifestación en la tierra, el dios del cielo cuyos ojos son la luna y el sol.
AMON, dios de los vientos, protector de los navegantes quien se fusiono con el dios sol convirtiéndose así en AMON-RA.
BASTET, diosa asociada a la luna, protectora de los nacimientos y embarazadas, enfermedades y malos espíritus.
SATET, quien era la diosa de la guerra, asociada a la inundación, la fertilidad y el amor. Deificación de las inundaciones del rio Nilo.
OSIRIS, dios de los muertos, guardián de la vegetación.
SETH, dios del desierto, símbolo de las fuerzas destructoras, con voz de trueno, asesino de Osiris, consagrado al hierro.
ANUBIS, dios que presidia a las momificaciones y guardián de las necrópolis.
KHEPER, dios de la resurrección, símbolo del sol naciente.

Estos son tan solo algunos dioses, una pequeña parte del politeísmo egipcio con el atributo más significativo de cada uno de ellos. El hombre egipcio se dirigía a sus diversos dioses para cada sentimiento o acción con el fin de que le ayudaran o guardaran en las diferentes etapas de la vida tales como nacimiento,  juventud,  guerra, enfermedad,  muerte. En la creencia de que cada uno de estos dioses seria condescendiente con él según la fidelidad que mantuviese ante cada uno de estos, nos situamos en un sistema figurado, observando el pensamiento mítico e incluso poético que en la mayoría de los casos resulta ser bastante hermético, incluso para aquellos estudiosos de esta cultura, sin embargo no siempre el egipcio debía dirigirse a estos dioses para cumplir con sus tareas diarias o lograr sus objetivos, esta cultura se inclinaba más por el pragmatismo en el momento de resolver los problemas cotidianos.

¿Cómo llego el hombre primitivo a reverenciar a estos dioses con atributos humanos si nunca hemos vistos indicios de alguna raza semihumana con cabeza de halcón, gato o toro? Debemos remontarnos a los comienzos de esta cultura, a los hombres del norte de África o seguramente del sur de Europa que encontraron una región de clima húmedo y abundante vegetación gracias al caudaloso Nilo; con el tiempo las fuerzas de la naturaleza fueron cambiando con lo que se veía que algunos animales que los cazadores perseguían estaban dotados de cualidades envidiadas por los ellos, a la larga el hombre se convirtió en amo y señor de los dioses zoomorfos necesitando un dios dotado de infinito poder. El dios que reina en las alturas, regulando los días, estaciones, controlando el crecimiento de los cultivos el cual renacía en las mañanas por el horizonte luego de morir la noche anterior, hablamos del sol el cual se convirtió en un dios dotado con algunos atributos humanos, fue así como nació una religión.

Recordemos que una imagen cuyo origen es la imaginación, vive por sí misma y se desarrolla lógicamente con independencia del objeto que inicialmente representa. Fue así como al comparar el cuarto menguante de la luna con un rizo de cabello, se creó la joven quien debía de portarla en la cabeza, al compárala con un cuchillo curvo se descubrió su misión, la muerte de los seres maléficos… es así que la luna jugo el papel de justiciera digna representación de la diosa Isis.

El ingenio del egipcio creó a sus propios dioses con atributos humanos, dotándolos de pasiones y perversiones. Estos dioses humanizados se casarán, tendrán hijos, pensarán, juzgarán, engañarán y sentirán vileza, tal como el ser humano de antaño, el cual no se diferencia del hombre moderno. Los egipcios adoptaron las formas del ritual como medio para expresar, fuera del culto, el enriquecimiento del pensamiento cosmológico (coronamiento, jubileo) El concepto de lo divino puede haber tomado características propias cercanas a otras concepciones evolucionadas, sin tener que identificarse necesariamente con ellas.

Con el transcurso del tiempo, muchos dioses se convirtieron en dioses sol bajo la forma de AMON-RA, KHNUM-RA, SEBEK-RA… lo que significo en cada uno de ellos el reconocimiento de la fuerza creadora del sol y no que este fuese adorado en lugar de cada uno de ellos. Del mismo modo, están los dioses lunares,  que aunque su culto no es muy conocido, podemos apreciar al día de hoy algunas deidades con los rasgos y características del astro, tales como THOTH, KHONSU, OSIRIS, DUAU… o bien se inspiraban en los mitos lunares.

El rito siempre adquiere su valor a través de un mito, y es gracias a él como puede transformar un acto banal en un acto sagrado. Abrir una puerta no es un acto sagrado, aunque se trate de la puerta de un templo, pero hacerlo con consciencia de estar repitiendo un acto divino, es decir, introducir elementos míticos en el espíritu del que lleva a cabo la acción, lo vuelve en uno.

En las reuniones presenciales nos centramos en analizar dos o tres deidades por sesión con el fin de encontrar en estas el equilibrio mencionado y hallar así la base de la filosofía luciferina en cada uno de ellos. ¿Por qué no llegar a un estudio más profundo con el fin de encontrar una máscara deifica la cual podamos portar? Podremos utilizar los atributos que cada dios tiene para nuestros fines en la sociedad moderna, esto no quiere decir que tengamos que entrar en un sistema de adoración a estos dioses, aunque sí se recomienda que al tratar con estos se haga de manera respetuosa; recordemos que el poder viene de nuestro interior y es allí donde moran todos los dioses de las diversas culturas, por lo tanto se aconseja un acercamiento respetuoso a esta “religión” tal y como nos respetamos a nosotros mismos, debemos ser escépticos en un gran porcentaje lo cual desde este momento se considera toda una travesía.

La Civilización Egipcia

 La religión del Antiguo Egipto comprende varias creencias religiosas y rituales practicadas durante más de tres milenios: desde el período predinástico hasta la adopción del cristianismo tras la romanización. Esta se caracterizaba por aceptar varias cosmogonías, coexistiendo de manera más o menos armónicas, en diversos períodos históricos. Estas creencias se centraban en la adoración de múltiples deidades, que representaban varios aspectos de la naturaleza, simbolizando ideas y funciones de poder, expresados por medio de complejos y variados arquetipos.

Durante dicha época divinizaron aquellos fenómenos naturales que les desconcertaban o infundían temor, de los que no conocían la razón de su proceder; las características de los dioses que poblaron el reino divino estaban relacionadas con el entendimiento de las propiedades del mundo en que vivían. Creían que dichos fenómenos eran fuerzas divinas en sí mismas, estas fuerzas deificadas incluían elementos, fuerzas abstractas, fenómenos y características animales, de este último creían que el animal en si era una manifestación del dios en la tierra, es decir, que era una forma de representar a sus dioses, mas no de concebirlos.

Ejemplos de algunos dioses zoomorfos:

Ra y Horus, tienen cabeza de halcón porque era uno de los animales más importante de los egipcios, su admiración se debió a que los halcones surcaban los cielos de forma majestuosa.
Anubis, tiene forma de chacal, ya que los antiguos egipcios se inspiraron en el comportamiento de los caninos, a menudo carroñeros que paseaban por la noche en los cementerios buscando cadáveres, razón por la que es el dios de la muerte, maestro de las necrópolis y patrón de los embalsamadores.
Bastet, tiene cabeza de gato, porque para ellos este les simboliza la alegría de vivir y la armonía, además de proteger el hogar.
Thoth, tenía cabeza de ibis ya que este animal era admirado por su forma de volar y por la capacidad de comer serpientes venenosas sin morir, una de las razones por las que era considerado dios de la sabiduría y la escritura, asimismo, el dios de los conjuros y hechizos mágicos. Debido a esto, los griegos lo identificaron con Hermes, el escriba de los dioses. Otra de las formas en que fue representado era con la cabeza de un babuino.
Como se mencionó, algunos dioses se relacionaron con diferentes fenómenos como Osiris, que era el dios de la resurrección, también símbolo de fertilidad y la agricultura o Seth, representando la aridez y la sequía, la fuerza bruta, pero también el encargado de proteger la barca del dios Ra, etc…

Desde sus inicios, Egipto ha estado muy marcado por la dualidad, incluso en el ámbito geográfico y político, para ellos muchas cosas estaban conformadas por pares de contrarios que se complementan y forman la unidad, la filosofía egipcia tiene como premisa principal: “Uno es todo y todo es uno”, y como bien diría más tarde Paracelso “el cielo es el hombre y el hombre el cielo, y todos los hombres juntos son el cielo y el cielo no es más que un hombre”. Con esto se entiende que el hombre es un modelo del universo, y si éste se conoce a sí mismo perfectamente, podrá conocer el universo. Basados en esto, entendieron que todo formaba un único bloque donde nada podía tratarse por separado. Justo lo contrario de lo que ocurre en nuestra sociedad actual.

Ejemplos de esta dualidad los vemos en la Concepción de la muerte y el renacimiento, cosecha y recolección, la luz y la oscuridad, el sol y la Luna, parejas de dioses, la ciencia y la religión, etc., esto mismo los vemos también en sus dioses, como Osiris/Horus y Seth, Sekhmet y Bastet, Geb y Nut, entre otros y asimismo en su cotidianidad y la composición del ser humano; de esta manera también existen dos mundos, el físico y el espiritual o Duat. Cabe destacar que esta dualidad no representa necesariamente un conflicto ni extremos morales en conflicto como el maniqueísmo religioso de las religiones abrahámicas.

Los Egipcios y su Visión del Ser Humano

Desde su perspectiva, el hombre es la suma de una serie de fuerzas vitales que habitan su cuerpo (dyet, jet o jat). En los textos egipcios se suponía que el hombre poseía un jat, que era el elemento más tangible de los que componen el hombre.

El cuerpo era visto como algo inerte, un simple trozo de materia, pero sirviendo de soporte físico para los demás elementos, por lo que debía de ser momificado para asegurar su incorruptibilidad, y de esa manera garantizar que continuara existiendo, incluso después del fallecimiento. Este  a su vez poseía componentes intangibles, tenía un cuerpo espiritual sahu o atmu, que era dado a quien obtenía un grado de conocimiento, poder y gloria, volviéndose duradero e incorruptible, pudiéndose asociar al alma y conversar con ella. Es el Máximo Misterio, la causa espiritual del hombre mismo. Así, podía ascender al Cielo y morar con el sahu de los justos y dioses; tenían también un “espíritu” ba que es el concepto más cercano a lo que conocemos como alma. Es la parte trascendente que permanecería con el cuerpo tras la muerte. También era lo que hacía único a un ser, similar a la noción de “personalidad”. Como el alma, el ba es la parte de una persona que vivía después de la muerte del cuerpo, y lo solían representar como un ave con cabeza humana, que volaba desde la tumba para unirse con ka en la vida futura; el ka era un “doble”, era una pizca del principio universal e inmortal de la vida, un concepto semejante al de la “fuerza vital”, lo que diferencia a una persona viva de otra muerta, esta ocurría cuando ka abandonaba el cuerpo. Se pensaba que este era creado por Jnum, en su rueda de alfarero, para ser depositado en los hijos en el momento de su concepción.

Los egipcios también creyeron que el Ka se sostenía por medio del alimento y la bebida, por lo que a los muertos se les presentaba ofrendas d estos, aunque era el Ka de las ofrendas la que consumía, no la parte física del alimento; tenían igualmente una inteligencia o ju, su sombra jaibit, sheut o shuit, de la cual creían que no podía estar sin el cuerpo y este sin la sombra, por lo tanto, los egipcios conjeturaron que la sombra contenía algo de la persona que representa. El sheut fue representado como una pequeña figura humana pintada totalmente de negro, símbolo de la muerte, o como un sacerdote de Anubis, asimismo un corazón o mente ib, que era considerado una de las partes espirituales más importantes del ser humano.

Los egipcios emplearon dos palabras diferentes para designar el corazón: ib y haty. El primero se suele referir al corazón como órgano que originaba los sentimientos, la sede del pensamiento, memoria, inteligencia, conciencia, imaginación, valor, fuerza vital, el deseo, etc., y haty, que solía utilizarse para indicar el corazón en su aspecto físico. Así como con otras antiguas culturas, el corazón era la sede de las emociones, también del pensamiento intelectual, conciencia y moralidad y finalmente un nombre o ren, el que la persona recibe al nacer, aunque podría cambiar a medida que la persona iba evolucionando. El ren viviría mientras el nombre fuese pronunciado, lo que explica los grandes esfuerzos realizados para protegerlo, escribiéndolo profusamente en papiros y monumentos.

También era posible adquirir, mediante un proceso de iniciación, el aj (akh) que es un cuerpo luminoso; un elemento vinculado con la “luz”, concepto netamente funerario ligado a las estrellas, y con ellas, a la resurrección e inmortalidad. En un principio se decía que solo los faraones y dioses tenían este aj, pero con el tiempo se fue modificando y con iniciación y trabajo, las personas pudieron obtenerlo. Esta es la máxima expresión del ser humano “realizado”, el que puede alcanzar la vida futura entre las estrellas y también podían obtener el sejem (sekhem) que era una forma de la manifestación de la fuerza y voluntad divina y confería al que lo obtenía el poder de los dioses en este mundo. Los sacerdotes, o magos, que lo poseían se convertían en portadores de la fuerza y voluntad divinas y su manifestación en este mundo.

Con esto podemos ver que los egipcios eran una civilización muy espiritual, y así como rendían culto a sus entidades divinas, también se preocupaban por empoderar su ser, tanto en vida, como al prepararlo para el viaje al más allá; asimismo la dualidad en torno a la civilización no era vista como fuerzas que se repelen, por el contrario, esto era necesario para tener un balance sobre todos los aspectos. Para ellos no existía una diferencia perceptible entre lo sagrado y lo mundano, todo acto terrenal era un acto divino; a diferencia de las religiones monoteístas, en donde se puede apreciar que siempre hay una fuerza luchando contra su opuesto, como por ejemplo, la batalla entre ángeles y demonios o lo carnal y lo espiritual. Dentro del Luciferianismo, todos estos seres son entendidos como una representación de un tipo específico de “poder” inherente tanto en la naturaleza como en el ser humano. Cada uno de estos aspectos nos permite formar lo que definiríamos como máscara deífica, lo que nos ayudará en nuestra iniciación; cabe aclarar que los luciferinos no intentamos revivir ningún panteón con dioses sobre nosotros, sino que usamos las características de dicha entidad como herramientas o máscaras, que representan  tipos específicos de poder reconocidos en la naturaleza y el humano, por ende entendemos que tiene que existir siempre un balance en todo aspecto para permitirnos alcanzar el empoderamiento del ser y finalmente su apoteosis.