sábado, 31 de agosto de 2024

Édouard Schuré - La misión del maniqueísmo

 

SEGUNDA LECCIÓN
La diferencia entre las fraternidades ocultas antes y después del Cristianismo, es que antes se dedicaban a conservar las tradiciones sagradas y que después tuvieron por objetivo principal el de formar el futuro. La Ciencia Oculta no es una ciencia abstracta y muerta, sino una ciencia activa y viviente. El Ocultismo Cristiano procede, en gran parte, de los Maniqueos, cuya tradición está siempre viva, y cuyo fundador, Manes, vivió sobre la Tierra trescientos años después de Jesucristo. Lo esencial de la doctrina maniquea se refiere al Bien y al Mal. Para la opinión vulgar, el Bien y el Mal son dos cosas absolutamente irreductibles, de las cuales, una, el Bien, debe destruir a la otra, el Mal.

Para los Maniqueos, el Mal, por el contrario, es una parte integrante del Cosmos, que colabora con su evolución y que finalmente debe ser absorbido y transfigurado por el Bien. La gran originalidad del Maniqueísmo es la de estudiar la función del Mal y del Dolor en el Mundo. Para comprender el desenvolvimiento de la humanidad, es necesario contemplarlo desde lejos y desde arriba, abarcándolo en conjunto. Si no es así no podemos tener grandes ideales. Y sería un error gravísimo creer que el Ideal no es necesario para la acción. Un hombre sin ideal carece de fuerza. El papel del Ideal en la vida es como el del vapor en la máquina. El vapor encierra en alguna forma, en un pequeño espacio, una inmensidad de espacio condensado. De ahí su tremenda fuerza de expansión. Y así es también la fuerza mágica del pensamiento en la vida. Elevémonos hasta el pensamiento ideal de la humanidad en conjunto y tomemos el hilo de su evolución a través de las diferentes épocas.

Muchos sistemas, como el de Darwin, buscan igualmente ese hilo conductor. No es necesario negar la grandeza del Darwinismo. Pero ese sistema no explica la evolución integral del hombre, puesto que no contempla más que sus elementos inferiores. Y lo mismo ocurre con toda explicación puramente física que ignore la esencia espiritual del hombre. Y es así como la hipótesis evolucionista que se basa únicamente en los hechos físicos, atribuye al hombre un origen animal, porque ha constatado que el hombre fósil carecía de frente. Ahora bien: el Ocultismo, para el que el hombre físico no es más que la expresión del hombre etérico, contempla las cosas desde un aspecto completamente distinto. Actualmente el cuerpo etérico del hombre tiene la misma forma que el cuerpo físico, aunque lo sobrepasa ligeramente. Pero cuanto más retrocedemos en la historia, tanta mayor desproporción encontramos entre la cabeza etérica y la física y tanto más grande era aquella. Esto puede observarse más notablemente en un período de desenvolvimiento terrestre que precedió al nuestro. Los hombres de entonces se llamaban los «Atlantes». Los geólogos están comenzando ahora a descubrir las huellas de la antigua Atlántida, los minerales y la flora de este continente que se hundió en el océano que lleva su nombre. Todavía no se han encontrado las huellas del hombre de esa época, pero pronto se encontrarán. Las profecías ocultas han precedido siempre a la historia oficial.
En las razas europeas que sucedieron a los atlantes comenzó a desarrollarse la parte frontal de la cabeza, pero entre los atlantes, la parte en que se encontraba la conciencia estaba fuera de la frente, en la cabeza etérica. Ahora esta parte se encuentra en el interior de la cabeza física, próxima a la raíz de la nariz.


Lo que la mitología germana designa con el nombre de Nifelheim o Nebelheim, país de la niebla, era el país de los atlantes. En efecto, en esa época la tierra era mucho más caliente y estaba envuelta en una nube constante de vapores. El continente de los Atlantes fue destruido por una serie de diluvios, a raíz de los cuales se aclaró la atmósfera terrestre. Sólo después de este acontecimiento apareció el cielo azul, así como las tempestades, la lluvia y el Arco-Iris. Y he aquí el motivo por qué después que se detuvo el Arca de Noé, dijo la Biblia que el Arco-Iris se presentó como nuevo signo de alianza entre Dios y el hombre.

El yo de la raza Aria no podía tornarse consciente sino mediante la centralización del cuerpo etérico dentro del cerebro físico. Fue entonces solamente cuando el hombre comenzó a decir «yo». Los Atlantes hablaban de sí mismos en tercera persona. El Darwinismo ha cometido muchísimos errores en la diferenciación que establece entre las razas que se encuentran actualmente en el globo. Las razas superiores no descienden de las razas inferiores, sino que, por el contrario, las razas inferiores son degeneraciones de las superiores que las han precedido.

Supongamos que vemos dos hermanos: uno inteligente y hermoso y el otro feo e idiota. Ambos son hijos del mismo padre. ¿Qué diríamos del hombre que creyera que el inteligente y hermoso descendía del idiota y feo? Ese mismo es el error que el Darwinismo comete al estudiar el asunto de las razas. El hombre y el animal tienen un origen común: los animales son una decadencia o degeneración del antecesor común del cual el hombre fue el desenvolvimiento superior. Sin embargo, esto no debe volvernos orgullosos, porque sólo gracias a los reinos inferiores es que las razas superiores han podido desarrollarse.

El Cristo, al lavar los pies de los Apóstoles (San Juan, XIII) es el símbolo de la humildad del iniciado ante sus inferiores. El iniciado debe su existencia a los no iniciados. De ahí la profunda humildad de aquellos que saben ante aquellos que no saben. La faz trágica del desenvolvimiento cósmico reside en el hecho de que una clase de hombres debe humillarse para que otra pueda elevarse. Esto explica las hermosas palabras de Paracelso cuando dijo: «He contemplado todos los seres, piedras, plantas y animales, y me han parecido como letras desparramadas de las cuales el hombre era la Palabra viva y completa». En el curso de la evolución humana y animal, lo inferior desciende de lo superior; lo que se desprende y muere se separa de lo viviente.

El mal y el bien se encuentran todavía en el hombre, de la misma manera en que antiguamente se encontraban también en él los animales. Las contradicciones que hay en el hombre, la forma en que los diversos elementos se combinan en él, constituyen su Karma, su Destino. Y de la misma manera en que el hombre se desprendió del animal, así también se desprenderá a su tiempo del Mal pero nunca jamás pasó por una crisis más violenta que en la hora actual. He aquí el sentido oculto del Maniqueísmo. Quiere elevar a los hombres al rango de Salvadores y Redentores. Todo lo que está caído será levantado. Es menester que el Maestro sea el Servidor de todos. La verdadera moral surge de la comprensión de las grandes leyes del Universo.