sexta-feira, 27 de janeiro de 2023

La Hechiceria y la Brujeria Parte 1

Sobre la Wicca se han dado por sentado tantos pronunciamientos cuanto menos cuestionables, que sólo ordenar los falsos clichés para enfrentarlos con la realidad de los hechos, ya exige un esfuerzo notable. Y más teniendo en cuenta, que no es otra sino la misma Comunidad Pagana, la que incluso superando la crítica histórica y religiosa, se pone en cabeza de quienes alientan, difunden y alimentan lo que no dejan de ser libelos, más que argumentos serios, disfradados en un pretendido “buen” criterio académico (?), que dice de la Wicca que no es sino un subproducto “moderno”, como resultado de mezclar la Brujería Medieval y nuestra idea actual de las religiones europeas, con el esoterismo decimonónico, formando una religión nueva (!) creada en los años 50 del siglo pasado.

Si bien es comprensible que la ciencia se resista a cambiar o modificar sus esquemas, lo cierto y llamativo es que en contra de lo esperado hasta para las posturas más prudentes, la respuesta sobre todo pagana no actúa en consecuencia, y mientras que a fuerza de pruebas y evidencias la Historia está cambiando, la Comunidad Pagana hace oídos sordos. Un cambio que va a tal ritmo, que deja como descreídos a una gran mayoría de paganos, que incomprensiblemente se aferran a planteamientos anticuados, caducos o falaces. De hecho, hasta los propios “enemigos” -así se consideran y comportan ellos- de nuestros Cultos, las religiones exclusivistas, están modificando su percepción sobre esta religión, asumiendo nuestra realidad -no les queda otra- y dando credibilidad a los innumerables estudios académicos que demuestran, que la Brujería nunca dejó de ser sino el resultado de la evolución de los Cultos precristianos, bajo el pogromo de mayor alcance, más largo y sistemático de la historia, que la desvirtuación del lenguaje que hizo el Cristianismo ha sido evidenciado y que utilizar aquí la palabra wicca, es en definitiva hacer un uso convencional de un cultismo incrustado en la propia palabra brujería, en realidad, usar el término original que la construye. Es como si de un patrón genético se tratase, invisible a ojos profanos, pero que siempre estuvo ahí.

De hecho, mientras ciertas “vanguardias” paganas pero sobre todo neopaganas, mantienen el discurso crítico de los años 70 a 90 del siglo XX, el Diccionario de las Religiones del Ministerio de Justicia de España, elaborado por Francisco Díez de Velasco, Catedrático de Historia de las Religiones de la Universidad de la Laguna, dice a día de hoy de Wicca:

“Religión pagana, llamada “Culto de la Brujería”, cuyo nombre wicca se relaciona con el término witchcraft. Se fundamenta en el culto a la naturaleza, a los ciclos vitales y a los antepasados bajo el binomio fertilidad/fecundidad, y dentro de su panteón destacan la diosa triple y el dios cornudo.” 

Y en la entrada Paganismo Contemporáneo, explica precisamente el origen de referencia:

“Bajo el nombre de paganismo contemporáneo se suele clasificar a diferentes tradiciones religiosas nativas que reivindican la herencia previa a la cristianización y a la acción de otras religiones universalistas. Hoy el paganismo identifica y agrupa cultos de carácter animista, panteísta y politeísta que de una u otra forma descienden, están inspirados y/o recogen, adaptan, reinterpretan, reconstruyen y perpetúan las tradiciones, los ritos y la transmisión religiosa de lo que se llama cultos paganos. En cualquier caso, el paganismo no forma una religión única y específica, ni los cultos paganos ramas o tradiciones de una hipotética religión pagana diferenciada… Específicamente dentro del paganismo contemporáneo se podrían diferenciar diversas orientaciones, resultando las principales en nuestro país: Asatru, Druidismo y Wicca.” 

El Catolicismo, como digo, no les va tan a la zaga: “Dice Eloy Bueno que el término “pagano” no puede utilizarse de forma peyorativa ni condenatoria. Un pagano es, para un cristiano, “hermano nuestro e hijo de Dios”, aunque, como es natural en la comprensión cristiana, esté llamado a acoger la revelación de Dios en Cristo y su salvación. El autor habla de un “tipo de hombre pagano que se está modelando”. Y dice que “este paganismo debe ser reconocido como tal y designado con ese nombre” 

Así, ya no ocultan cierta alarma ante la visibilidad de una Wicca que, como reconocen, tienen sus raíces en el Paganismo antiguo:

“Sin embargo, la experiencia nos dice que las fronteras cada vez son menos nítidas y que lo esotérico impregna nuestra cultura cada vez más. Veamos algunos ejemplos que van más allá del simple folklore para convertirse en algo puramente “religioso” o confesional.

Uno de los grupos neopaganos más destacados en España se denomina Wicca Celtíbera y tiene su sede en la localidad madrileña de Pinto. Se considera una “confesión religiosa wicca” y está inscrita legalmente en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia. Los integrantes de este movimiento son los encargados de oficiar, desde hace años, la ceremonia del Solsticio de Verano organizada por el Ayuntamiento de Pinto. Según explican en su página web, en 2012 se cumplió “el 20º aniversario de la celebración abierta de nuestro primer festejo público”.

Los miembros de este grupo se muestran orgullosos “oficiando de nuevo y abiertamente un rito ancestral del que además hacemos partícipes a toda una población que se vuelca en él”. Consideran que están “haciendo participes a un pueblo mayoritariamente entregado que a sabiendas o no… revive una ceremonia que corre por sus venas y que ha venido repitiendo desde el albor de los tiempos en comunión con sus Antepasados… la Noche del Fuego”.

Lo que a muchos asistentes les puede parecer un simple teatro o performance es, sin embargo, algo celebrado muy en serio por sus protagonistas, creyentes neopaganos que llevan sus túnicas, coronas de flores, antorchas, cuernos, cálices, espadas, ofrendas vegetales y estandartes de los covens (aquelarres) presentes. Sin duda, es mucho más que una simple hoguera.

Wicca Celtíbera felicita esta fiesta en su pleno sentido pagano mostrando su “regocijo por este nuevo Ciclo que los Dioses y las Diosas nos han permitido ver, celebrar y compartir. Que las nueve olas os consagren tras la purificación para enfrentar esta nueva etapa”. Además, invocan al dios cornudo (llamado Cernunnos en la mitología celta) cuando desean “que bajo el reinado de nuestro Gran Padre Cernunnos, encontremos todos/as nosotros/as su amparo, seguridad y abundancia” “… Los católicos debemos saber que después del rezo litúrgico de la hora Nona del 23 de junio comienzan las I Vísperas de la natividad de San Juan Bautista, por tratarse de una solemnidad. Ésta es la verdadera celebración para los católicos. No hay problema alguno por participar en “hogueras de San Juan” u otras actividades lúdicas y festivas, siempre que no se esté integrando un culto pagano explícito como en el ejemplo que hemos visto.” 

Y el Islam, aunque con el deje de utilizar datos desfasados, quizá lo tenga más claro que muchos que se glorian de su paganismo:

“La palabra wicca proviene de la raíz sajona wicce, traducido no muy exactamente como «sabio» o «doblar o dar forma a las fuerzas invisibles». Wicca es la mayor de las religiones neopaganas, que son reconstrucciones de sistemas de creencias paganos antiguos y abandonados, incluyendo celtas, egipcios, griegos, nórdicos, romanos y otras tradiciones. Por lo tanto, es una religión centrada en la tierra. Los orígenes de la wicca son anteriores al judaísmo, al cristianismo, al Islam, al budismo y al hinduismo. La wicca podría ser considerada una de las religiones más antiguas del mundo; pero, por otro lado, podría ser señalada como una de las más recientes, ya que la Wicca, como se la conoce hoy en día, es una religión neopagana centrada en la tierra, de reciente creación, que puede ser rastreada hasta la brujería gardneriana, fundada en el Reino Unido a finales de la década de 1940. Una buena regla general es que la mayoría de los wiccanos son neopaganos, pero no todos los neopaganos son wiccanos.”

Puesto que el mundo académico ya ha cambiado, el religioso lo está haciendo y el pagano es el único que mantiene los viejos estereotipos de los dos anteriores, siendo la primera vez que el Paganismo se sitúa en la retaguardia del estudio de las religiones, voy a centrar este trabajo en qué es lo que dice sobre la Brujería en relación con la Wicca, y qué hay de cierto en ello. Para hacerlo, me basaré en el artículo del Tradicional Witchcraft Forum, DIFERENCIAS ENTRE LA WICCA Y LA BRUJERÍA TRADICIONAL, escrito por uno de sus Administradores y traducido por Arabela Jade en su Blog CONTEMPLANDO EL VACÍO, y después también analizaremos lo que Robin Artisson ha publicado sobre el particular.


FALSO MITO: LA BRUJERÍA ES ANTERIOR A LA WICCA


Nada más empezar a leer este primer artículo en el Tradicional Witchcraft Forum, chocamos contra una realidad que lo hace especialmente incongruente. Comienza diciendo:

“¿Qué es la Brujería Tradicional? La brujería tradicional no es Wicca, la brujería tradicional es el paganismo antiguo. Es la práctica de las creencias pre-wiccanas y pre-cristianas (o al menos tratar de revivir las viejas costumbres). Hay muchas tradiciones dentro de la brujería tradicional, y por tanto, debe señalarse que no todas las tradiciones tienen las mismas creencias o prácticas, pero hay principios básicos, que se siguen.”

Lo primero que llama la atención, es que definan como Brujería Tradicional, lo que no es Wicca. Y es sorprendente, porque como ya sabemos, brujería (wichtcraft), es una palabra compuesta que sin duda alguna significa ‘la práctica de la Wicca’, una etimología constatada , y por lo tanto la frase literalmente traducida, dice que “la práctica tradicional de la Wicca, no es Wicca”. Frente a esta demoledora contradicción, quizá se eche de menos aclarar por qué se saltan etimología, paleografía e historia, reivindicando unos hechos falsos, para impedir que otro Culto trace su pasado.

El problema aquí, en el mejor de los casos, es que han “confundido” los patrones, discutibles o no, de una de sus Corrientes, la Gardneriana, con lo que es la Wicca Histórica, en la presunción que Ésta es una invención moderna, o lo que es peor, nos quieren convencer de la verosimilitud de unos conceptos para-históricos, creados para la ocasión con la idea de diferenciar unas tradiciones de otras, creadas o surgidas todas ellas en la última mitad del siglo pasado en el Reino Unido, pero sin tener en cuenta la misma historia que dicen estar reivindicando. Y es que, no todos los wiccanos son o parten de la corriente Gardneriana, pocos de los Cultos que dicen pertenecer a la Brujería Tradicional parecen cumplir con los requisitos que exigen a los wiccanos, ni la mayoría de ellos son una consecuencia del paganismo antiguo.

Asimismo, Gardner jamás dijo haber constituido algo paralelo, nuevo o diferente de la Brujería, sino continuar con su práctica a raíz de iniciarse en un coven de una de sus Tradiciones, punto. Por lo tanto, la Religión de Gardner es la Brujería Tradicional, su Tradición es la Británica y su línea, en este caso, la que lleva su nombre, cuyo único inconveniente parece estar en los cambios que dijo haber realizado; y como tal debería seguir siendo considerada, en tanto estos cambios o adaptaciones no contraríen el sistema tradicional del que emana.

Se ha creado un falso planteamiento de lo antiguo, para solucionar un conflicto moderno. Como no se podía cambiar el pasado para resolver nuestras diferencias, creamos una nueva manera de entenderlo, que se basa principalmente en aceptar la religiosidad precristiana implícita de las manifestaciones populares, pero alejados de la voluntad explícita de estar participando de una religiosidad precristiana. Y siendo cierto que a nivel social las viejas religiones habían perdido sus formas y nos quedaba solo el fondo, no lo es menos que desde las primeras hasta las últimas persecuciones, siempre han existido personas y grupos que nos han recordado de una forma u otra el sentido de las mismas, perdiendo por el camino, claro, muchas de las claves del lenguaje ancestral que buscan reconstruir desde las propias Tradiciones.

De todas formas, es difícil seguir el planteamiento de este artículo, partiendo de que quienes juzgan y sostienen esta división, prácticamente se han constituido DESPUÉS de haberlo hecho la Tradición Gardneriana, que es contra la que inventan esta diferencia, y además sin apenas seguir ninguna ortopraxis de ese paganismo antiguo del que se revisten. Tiene difícil explicación, convencernos de que lo que se creó más tarde deba considerarse tradicional, esto es, acorde a las reglas pretéritas y continuado en el tiempo, frente a lo que nació antes, cuando por lo que sale de sus propias páginas, lo que practican la mayoría de los Cultos emergidos tras de Gardner, tiene poco que ver con los Cultos Precristianos y en muchos casos ni con los europeos. En cuanto a todas estas corrientes que se autodenominan Brujería Tradicional, habría que preguntar qué sistemas siguen, de qué Tradición pagana o Culto precristiano han establecido sus creencias, bajo qué condiciones o dogmas y qué prácticas les hacen genuinos frente a Gardner y al resto de las Tradiciones Wicca.

Otra cuestión es, pues, saber, si las peculiaridades que definen a los Gardnerianos en cuanto a una Tradición de la Brujería, sean las pertinentes, en virtud de qué lo son y hasta qué extremo la mantienen entre los modelos originales (tradicionales). Pero por lo mismo que hay que aplicar idéntico test al resto de Tradiciones, de las muchas que dicen que hay en la Brujería Tradicional, prácticamente todas menos la Wicca, de tal forma que aquellas que no provengan y sigan líneas religiosas precristianas europeas, nunca deberían ser reconocidas como Brujería, y menos como Tradicional.

Y es justo en este punto, donde nos topamos de nuevo con la Wicca. Siendo la Wicca la práctica religiosa entre los pueblos proto-indoeuropeos, previa, obviamente, al término witchcraft en más de 4000 años, y como dije, la raíz con la que se construirá la palabra witchcraft (WICCE-CRAEFTE), que sepamos una palabra compuesta usada con este significado al menos desde el s. IX e.a., ¿cómo es posible que wicca sea un producto de witchcraft? Dicho más llanamente ¿nació mi padre antes que mi abuelo? Pues esto es, ni más ni menos, lo que llevamos décadas discutiendo…

La evolución lingüística de esta raíz proto-indoeuropea (+ueik*) entre los pueblos de Europa, sostuvo la constante cultual que la caracteriza. Incluso términos como uictima (‘victima’) y uicus (‘aldea’), evocan de una forma u otra la religiosidad intrínseca de la palabra. Tanto es así, que Roma vinculó a los wiccanos (uicani, ‘aldeanos, paisanos’) con aquellos que persistían en mantener sus costumbres religiosas, antes de referirse a éstos finalmente como paganos. Un dato relevante que une los tres términos (uicano, pagano y superstición), lo encontramos en Lactancio, Sobre la muerte de los perseguidores:

“Su madre adoraba a los dioses de las montañas y, dado que era una mujer sobremanera supersticiosa, ofrecía banquetes sacrificiales casi diariamente y así proporcionaba alimento a sus paisanos –uicani-. Los cristianos se abstenían de participar y, mientras ella banqueteaba con los paganos, ellos se entregaban al ayuno y la oración. […]” (la interpolación en negrita es mía).

Y sabiendo que la Wicca es milenaria y que el origen de esta desafección parece venir de cuestionar la ortodoxia de una de sus Tradiciones contemporáneas ¿por qué ese empeño en meter a las demás Tradiciones Wicca en el mismo saco? ¿si se demostrase que cualquiera de los Cultos de la Brujería Tradicional, no realizase o reviviese las practicas del Paganismo antiguo y siguiera formas sincréticas, judeocristianas por ejemplo, diríamos lo mismo que decimos hoy de la Wicca? ¿seguro? ¿Y si alguno de los Cultos más importantes o representativos de la Brujería Tradicional, cayese en los mismos “charcos” que la Wicca Gardneriana, diríamos que TODOS los Cultos de la Brujería Tradicional, no deberían de serlo, por lo mismo que definimos en la Brujería como no-tradicional, todo lo que sea wiccano, porque no entienden que lo sea la Corriente de Gardner?

Si por brujería es como se reconoció a los Cultos Paganos en la Edad Media, si su nombre significa la práctica de la Wicca y si la Wicca es un sistema de creencias ancestral (indoeuropeo), la Vieja Religión de Europa, entonces la Brujería no puede ser de ninguna forma anterior a la Wicca. Y esto es así, por mucho que se esfuercen en marearnos a todos desmintiendo o disfrazando los hechos, e inventen que la Wicca la crea Gardner y que no hay Tradiciones Wicca que no vengan de éste; algo que, por cierto y como es lógico, jamás dijo.

Pensar que Gardner hubiese fundado el Culto de la Brujería, en el que fue iniciado, es absurdo. Cosa diferente, que se tenga por una extensión más a la Corriente que lleva su nombre, en virtud de las adaptaciones o añadidos que hizo, y a partir de ahí, ahora sí, considerar si tales cambios la hacen diferente o incompatible con la Brujería Tradicional. En cualquier caso, hablamos de su Tradición, no de la Wicca. Y hablamos de la Wicca, como antecedente y referencia de la Brujería, no como una consecuencia de esta última, pues la Brujería, repito y no me cansaré de hacerlo, es el nombre por el que se conoce la práctica de la Wicca.

La Práctica de la Wicca (Witchcraft), fue como los cristianos llamaron vulgarmente al Paganismo una vez hubo caído en desuso el latín tras el final del Imperio Romano, imponiéndose las lenguas vernáculas, y comienzan así a utilizarse diferentes nombres, según la lengua local, para referirse a un mismo concepto. Es un hecho indiscutible, que el Cristianismo fue plenamente consciente de que tras desaparecer el Imperio Romano como tal, debían adaptarse:


1.- Sin la hegemonía del Imperio, el latín dejaba de ser una lengua vehicular, relegada a lengua culta y como mucho, transaccional (comercial); en un caso de uso muy limitado y en el otro de conocimiento muy básico.

2.- Sin el respaldo del Imperio, primaba la negociación sobre la coerción para predicar con cierta libertad, y entenderse en la lengua vernácula con quienes no hablaban latín, fue imprescindible.

3.- Sin la traba de un latín que, además, recordaba al sometimiento y opresión del Imperio sobre pueblos subyugados, acosados o aún en liza con Roma, se hizo más accesible el entendimiento, y con la comunicación en lenguas nativas sobre todo de misioneros nativos, el mensajes fue más comprensible.


Y es en este momento, cuando aparece el término witchcraft y en mayor o menor medida sus equivalentes vernáculos, todos ellos utilizados por el Cristianismo, para referirse a lo mismo: las prácticas paganas, léase religiosas precristianas, que subsisten en o entre los pueblos de Europa. Diferentes nombres, para referirse a una sola realidad; una evidencia contrastada en los escritos de Columbano, Elfrico y otros muchos misioneros a lo largo y ancho del Continente. Y es por todo ello, en fin, que no podemos segregar la Brujería de la Wicca, como no podemos ignorar que sin la Wicca, la Brujería es una palabra vacía, sin sentido ni contenido que la describa. Que no nos engañen ni las veces que lo leamos ni una falsa etimología, witchcraft no se puede traducir como el ‘Arte de los Sabios’ o cosa similar, sino como la ‘Práctica de la Wicca’, ni para crear una diferencia donde no existía, dotarla del significado que quiso darle el Cristianismo para tratar de acabar con Ella.


FALSO MITO: LA BRUJERÍA ES UNIVERSAL


Es llamativo, que tratando de oponer la Brujería Tradicional a la Wicca, ni siquiera se haya tenido la prudencia de explicar la diferencia, y de haberla, por qué, de lo que entienden en este artículo por Brujería “Tradicional” y por Brujería “a secas”. Una cuestión que en sí misma ya es bastante complicado de resolver en unas pocas líneas, porque cuando abres la posibilidad a considerar la interpretación de la Brujería, como una descripción de la Brujería, luego cerrar la espita cuando no te gusta lo que lees, no es fácil.

Puesto que contextualizarlo nos llevaría demasiado tiempo y espacio, vamos a saltarnos por esta vez el método, para alcanzar una descripción simple:


▪ Brujería (witchcraft, anglosajón wicce-craefte), es un término compuesto de origen vernáculo (indogermano, del proto-indoeuropeo +ueik– y proto-germánico kraf), usado por los misioneros cristianos en la Baja Edad Media, para referirse a las creencias y prácticas paganas europeas.

▪ Brujería Tradicional, es el nombre por el que identificamos actualmente en el Paganismo, los Cultos de la Brujería que mantienen su referente pagano original, el propio de las Religiones Nativas precristianas europeas.

▪ Brujería no Tradicional, en el Neopaganismo, es el grupo en el que se encuadran todas aquellas personas que independientemente de sus creencias y del origen de las mismas, con o sin base religiosa, practican de forma ecléctica la hechicería y otras técnicas “mágicas” o ritos religiosos.


Así entendido, queda claro que solo caben dos opciones: Brujería o pseudo-Brujería. Y aquí encontramos un nutrido grupo de personas, el más grande y por eso el más consentido, de quienes se identifican con la segunda: todos aquellos que confunden, deliberadamente o no, hechicería con brujería, y utilizan el término Brujería de comodín para titular cualquier tipo de práctica, de cualquier lugar y en cualquier entorno, convirtiéndola en un significado arbitrario con patente de corso, por el cual todo el que no sea wiccano y en cualquier parte, puede situarse bajo el paraguas de la misma. Y conste que no se discute que cada cual siga su propio criterio, ni mucho menos, sino que lo llame como lo que no es o como lo que haya dejado de ser, por su libre interpretación e interpolaciones.

El estigma, viene marcado por la descontextualización y una analogía incorrecta. Siguiendo la estrategia cristiana, se desvincula del contexto que la da sentido (indoeuropeo), con el objeto de desnaturalizarla (acto malvado), mientras la separan de lo religioso (desviación) para que con el tiempo consigan hacer de un oficio de Culto (la Brujería), una técnica “mágica” (la hechicería).

Un Oficio, es la ocupación, cargo, profesión de algún arte o función propia de alguna cosa, lo que encaja perfectamente con la práctica especializada de un Culto. Y Técnica, es la aplicación de un conjunto de conocimientos y recursos adquiridos de una ciencia o arte, un sentido que define perfectamente a la hechicería y lo que conocemos por magia. Así, es natural que en todas las religiones y en ninguna quepa la hechicería, de hecho ni los propios Cultos Abrahámicos son ajenos, y que, por lo tanto, la Hechicería como tal, subyacente en todas las religiones, no sea una religión en sí misma. Sin embargo, la Práctica de la Wicca, la Brujería, es el oficio o ministerio propio de una religión concreta, la que galvanizó el legado prehistórico de lo religioso en Europa, desde los Cultos Indoeuropeos. Y no quito culpa de este lapsus lingue, que es muy fácil errar por tanto tiempo del mal uso de la palabra, que un servidor también caía en ello con el objeto de explicar este proceso histórico, pero no es excusa para no rectificar y poner las cosas en su sitio.

La Hechicería es universal, la Brujería, no. Ambas existen desde el principio de los tiempos, pese a que solo la práctica de la Wicca, la Brujería Tradicional, puede reconocerse como propia de los Cultos Europeos, primero precristianos y después paganos. Por eso, no es cierto que en todos los pueblos existiera la Brujería, como tampoco cabe la Brujería en todas las religiones, porque la Brujería es una religión en sí misma, muy alejada de concebirse como una “técnica”. Pero por lo mismo que no hay nahuales sintoístas, ni brahmanes toltecas, que unos pocos hemos denunciando durante décadas el “para mi” o el “todo vale” del relativismo extemporáneo y que, en definitiva, hacer de la Brujería una “herramienta” universal, es una quimera.

Si como veremos es poco convincente traducir brujo (‘practicante de la Wicca’), como hechicero, y Brujería (‘la práctica de la Wicca’), como Hechicería, menos lo es aceptar Cábala, por ejemplo, como creencia y práctica pagana propia de los Cultos precristianos europeos, y lo vemos a diario ¿verdad?. Máxime, cuando Cábala, etimológicamente, viene del hebreo (qabbala, ‘recibir’), con referencia a la tradición oral que presuntamente recibió Moisés de Yahwéh, en contraposición de la tradición que presuntamente dejó por escrito en la Torá (heb. Torah, ‘mostrar’). Y que como recoge el DLE, viene a ser el “conjunto de doctrinas teosóficas basadas en la Biblia -más acertado decir en todo caso que en el Pentateuco-, que, a través de un método de interpretación y transmitidas por vía de iniciación, pretende revelar a los iniciados doctrinas ocultas acerca de Dios y del mundo.” (la interpolación es mía) 

No voy a entrar a discutir sobre el sentido, el valor o el uso de la Cábala y de sus ramificaciones, porque surge del Judaísmo Monoteísta y de una Doctrina AJENA a los Cultos precristianos y el Paganismo antiguo, nace del misticismo medieval judío (s. XI e.a.) como señala Gershom Sholem, es una creencia post-cristiana y no tiene NADA que ver con la Brujería Tradicional, en absoluto… Y con la Wicca menos, lógicamente. Aunque como es de esperar, no se trata de un ejemplo cogido al azar. Recordemos cómo empezaba el artículo del Traditional Witchcraft Forum: “¿Qué es la Brujería Tradicional? La brujería tradicional no es Wicca, la brujería tradicional es el paganismo antiguo. Es la práctica de las creencias pre-wiccanas y pre-cristianas (o al menos tratar de revivir las viejas costumbres) […]”. Únicamente quiero puntualizar que hay límites que no sólo ponemos los Celtíberos, y que no perdamos el Norte sobre todo cuando abordemos la ortopraxis de los demás.


FALSO MITO: HECHICERÍA Y BRUJERÍA SON SINÓNIMOS

Siguiendo el hilo anterior, aquí nos encontramos con otro pronunciamiento que no puede ser correcto, puesto que la etimología dice todo lo contrario y el propio sentido que se le reconoce a la Brujería Tradicional en artículo de referencia, se encarga por sí solo de desmentirlo. Si, como dice, la Brujería Tradicional es “el paganismo antiguo” (sic), no puede contener ni contemplar más creencias, prácticas y tradiciones religiosas (Cultos) que las concernientes a este ámbito (precristiano y religioso). De hecho, antes que descartar a la Wicca como Brujería Tradicional, sería mejor considerar la adscripción de todos aquellos Cultos y personas que hoy afirman pertenecer a la Brujería Tradicional, que sabemos que no cumplen, ni de lejos, con esta expectativa. Es probable que nos encontremos con que hay más de un problema, para ajustarse al requisito principal que se exigen a las demás Tradiciones, en la práctica sólo a las wiccanas, de que “la brujería tradicional es el paganismo antiguo. Es la práctica de las creencias pre-wiccanas y pre-cristianas (o al menos tratar de revivir las viejas costumbres)”.

Bueno, dejemos a un lado eso de que para pertenecer a la Brujería Tradicional se han de seguir las prácticas “pre-wiccanas”, puesto que es un pronunciamiento hecho como consecuencia de una disputa local y contemporánea y al margen de todo rigor histórico, no nos cansaremos de decirlo, que surge como consecuencia de las diferencias sobre todo personales, de quienes representaban -o decían hacerlo- diferentes Cultos locales de la Brujería, principalmente en Inglaterra, luego EEUU, a partir de mediados los años 60 del siglo pasado. Al definir estos otros Cultos a la Corriente Gardneriana como Wicca, en vez de ceñir su crítica hacia el Culto de Gardner, lo hicieron contra la Wicca en sí misma, alegando que estaba fuera de la ortodoxia tradicional por implementar Cábala y ritos esotéricos de corte moderno, y que, por lo tanto, las prácticas de los Cultos que lo criticaban, eran “pre-wiccanas” (lo correcto en todo caso, hubiera sido decir «pre-Gardnerianas»). Pero al hacerlo, dieron de lado la historicidad de la Wicca, que se remonta a los Cultos proto-Indoeuropeos, y a la continuidad de la Wicca que se recoge en la palabra vernácula utilizada durante la Era de las Persecuciones, para referirse a las prácticas paganas (witchcraft), y no fueron conscientes o no le dieron importancia a que en un contexto riguroso, esto no tiene ningún sentido.

A un nivel histórico, de lo poco que tenemos claro es que wicca es un término religioso de origen proto-indoeuropeo referido al Culto, presente en la raíz de diferentes palabras de las lenguas-madre europeas con un sentido predominantemente cultual, y que cuando los cristianos usaron las lenguas vernáculas para condenar las creencias y prácticas de las religiones precristianas, tras el desmoronamiento del Imperio Romano, volvieron a utilizarla para hacer entender al pueblo que se referían a estas religiones y a quienes las practicaban. Por lo tanto, eso de reducirla a las conjeturas de una persona habilidosa para mezclar de aquí y de allá su conocimiento sobre ritos antiguos y fórmulas modernas, más que empobrecer el concepto, nos sitúa fuera de la realidad.

Por otra parte, antes de conjugar estas prácticas y contrastarlas con lo que sabemos del pasado cultual de los pueblos precristianos, y por muy incómodo que nos resulte, estamos obligados a trazar un mínimo de líneas o topes, que nos evite salirnos del ámbito apropiado.

Las religiones precristianas, y la Brujería es su último exponente, significaron para sus sociedades un rasgo identitario, por supuesto que también íntimo, pero no individual. De hecho, de haber sido así, ningún Culto precristiano hubiese tenido algún eco histórico o sobrevivido a la muerte de su practicante. El problema está, una vez más, en no atender al uso correcto del lenguaje. Y es que una cosa es la religión, el concepto de creencias comunes sobre lo trascendente de un colectivo, y otra el tipo de Culto que se le profese, las prácticas que estructuran esa religión. Pero como deberíamos saber diferenciar, dentro de un Culto, la profesión de fe (creyente), de aquellos que además se especializan en su práctica (sacerdote), con la intención de conocer y transmitir la Tradición. De esta forma:


1°.- Ninguna religión precristiana se concibió para que su Culto fuese individual, sino para que su práctica fuese principalmente pública y familiar, además, claro, de tener su devoción privada, puesto que lo religioso se concibió sobre todo de propiedad, luego singularidad, comunitaria.

2°.- Jamás ha existido un solo Culto precristiano, que estableciese unos ritos abiertos a que cualquiera pudiese modificarlos, siendo que, al contrario, se disciplinaban en seguir de forma escrupulosa las fórmulas rituales (tradición).

3°.- No se conoce de un solo Culto, que dispusiera por activa o pasiva, que sus fieles tuviesen la libertad de mezclar, poner y quitar a su criterio Dioses, ritos y creencias con otros diferentes, sino todo lo contrario, siendo las creencias y prácticas religiosas las más difíciles de aculturizar, precisamente por la resistencia a modificarlas o sustituirlas (superstición).

4.- Todas las religiones del Paganismo Antiguo son politeístas, ni son monoteístas, ni duoteístas, ateístas o agnósticas. Desde las más simples a las más sofisticadas, contemplan una teología o Daemonología múltiple.

5.- Todo Culto precristiano, contó con una serie de reglas y preceptos de obligado cumplimiento para sus fieles, de tal forma que su incumplimiento acarreaba sanciones que podían variar desde amonestaciones, pasando por la exclusión de los ritos, hasta la muerte del infractor.


Y estos principios no pueden ser sostenidos por una Hechicería que no es ni se ha considerado nunca a sí misma como religión, ni siquiera  en la patria de Ericto. Efectivamente, no hubo jamás hechiceras más afamadas por los versos latinos, que las mal llamadas Brujas de Tesalia. Y digo antes bien hechiceras que no brujas, porque eso es lo que demuestran los hechos, por encima de los intereses que cada cual tenga en ocultarlos. Primero, porque la fama seguramente inmerecida que alcanzaron, no es más que la hipérbole de poetas ilustres, como Lucano o Apuleyo; segundo, porque lo dejan muy claro los textos que lo relatan; y tercero y último, porque sus contemporáneos no cayeron en nuestro error de confundir “magia” con religión.

La prueba de esto, está, como digo, en los propios relatos. Así, en la Farsalia del poeta cordobés, se recoge y recalca la actitud sacrílega de Pompeyo, que con la intención de saber el resultado de su contienda contra Cesar, no duda en requerir los servicios de una hechicera de Tesalia, antes que apoyarse en los augurios y oráculos religiosos: “Descreído y sacrílego, no Ie pasó por Ias mientes ir a consultar ni los altares de Apolo, venerado en Ia isla de Delfos, ni Ia respuesta de Júpiter en eI Epiro, ni examinó Ias entrañas palpitantes de Ias víctimas ofrecidas en sacrificio, ni observó el vuelo de Ias aves, ni Ia dirección del rayo en Ia tormenta, ni el curso de los astros; en una palabra, todos estos rituales, prescritos y bendecidos, los despreció alevosamente. Con increíble audacia se lanzó a una aventura que era diametralmente contraria a Ia voluntad de los dioses. Con estos detalles nos pinta Lucano al cobarde y sacrílego Sexto Pompeyo. Sin embargo él pone toda su confianza y cree con fe ciega en el vaticinio que Ie van a hacer las Brujas de Tesalia. Y se decide a consultarlas.” 

No cabe duda, que aquí Lucano enfrenta, como digo, la actitud piadosa (religiosa) de Cesar, frente a la impía (anti-religiosa) en la figura de Pompeyo, demostrando que para la mentalidad antigua, las prácticas hechiceriles, si bien igualmente adivinatorias, no eran religiosas.

El mismo Arredondo, en su trabajo, aporta dos evidencias más: que ser hechicero no tiene nada que ver con el sacerdocio, y que las prácticas de estas mujeres son las propias de la Hechicería (maléficas, en concreto venéficas, y sortílegas), como explicaré más adelante.

“ … A renglón seguido refiere el inexplicable y maligno poder de las hechiceras de Tesalia; sobre todo, los efectos prodigiosos de las pócimas por ellas confeccionadas y su lenguaje misterioso y enigmático… El poeta atribuye esta mágica influencia a las curiosas e innumerables yerbas ponzoñosas, que abundan y crecen en aquellos siniestros parajes, y que tal vez ocultan en sus hojas y en sus flores un poder secreto, incluso contra las divinidades del cieIo…” 

El Paganismo, sitúa en el mapa y en el tiempo la expresión religiosa de los Cultos precristianos durante la Era de las Persecuciones, particularmente durante la Edad Media, y con el término de Brujería sobrevivió hasta la Edad Moderna. Es la religiosidad de las Confesiones anteriores al Cristianismo, durante el predominio del Cristianismo como religión exclusiva. Y religión fue un concepto plural de Culto, antagónico a lo individual o “a la carta”. Otra cosa muy diferente, como apuntábamos, es que dentro de cualquier religión, los Cultos exijan un proceso iniciático singular (hermético, mistérico), para quienes se especializan en su práctica (iniciados, sacerdotes).

Por lo tanto, aquellos Cultos que no se ciñan a estos principios básicos, no pueden pertenecer a la Brujería Tradicional. Todo un inconveniente, pues con sus reglas en la mano, la gran mayoría de los que dicen serlo, no deberían estar, siendo un foso insalvable para la Hechicería, porque no tiene nada que ver con lo religioso más allá de ser la materia prima de la que vive. Decir que ambos términos son sinónimos, es aceptar que la Hechicería fuera una religión en sí misma, una equiparación imposible.


▪ FALSO MITO: LA HECHICERÍA ES UNA FORMA DE BRUJERÍA


Y esta apreciación, tiene todo el sentido, porque la Brujería no fue confundida con la hechicería, hasta que así lo decretó el Cristianismo. En la Roma precristiana siempre hubo fatídicos, maléficos y sortilegos, la traducción moderna es adivinos, hechiceros, sin que jamás se haya confundido el CULTUS DEORUM con la Hechicería ¿Por qué? ¿hay algún pagano que diga del Cultus Deorum, que es Brujería, en el falso contexto actual que damos a esta palabra, porque practicaban la magia? Es más, el Cristianismo tildó de sortílegos y maléficos a los sacerdotes del Culto Romano, sin que nadie con dos dedos de frente, nunca haya defendido que hubiesen sido la misma cosa… ¿y por qué iba a ser hechicería la práctica y creencias paganas, que es el sentido original de Brujería? ¿lo fue quizá el DODECATEÍSMO? todo lo contrario que hacemos nosotros, con los Cultos no-clásicos, los “otros” Cultos Nativos Europeos.

Casi la totalidad de los epítetos cultos tardomedievales para señalar la Brujería, pasan por el latín, no me cabe duda que a través del Cristianismo y confundiendo adrede las habilidades “mágicas” inherentes al sacerdocio pagano, con las facultades “mágicas” de sanadores, adivinos, etc., estos últimos, personajes residuales de la religiosidad, pero marginales en cuanto a lo religioso (los términos residual y marginal son descriptivos, no peyorativos), de los que hay innumerables testimonios escritos.

ORIGINAL: “Et primo de falsa opinione credentium illas maleficas et sortílegas mulierculas que ut plurimum vigent in regione basconica ad septentrionalem partem montium pirineorum que vulgariter broxe nuncupatur posse transferri de loco in locum per reales mutationes. Nam (re) vera ut habent XXVI q. v. episcopi ex concilio Aquiren.tales persone non transferuntur a demone localiter in loca in quibus dicunt se fuisse: credentes cum Diana vel Herodiade nocturnas horis equitare: vel se in alias creaturas transformare. Sed ipse Sathanas cum mentem uniusque mulieris similis ceperit et hanc per infidelitates sibi subiugaverit illico transformat se in diversarum formarum spes et similitudines creaturarum, representat fantasie dormientis quem huiusmodi superstitione sequit. Et mentem quam captivam tenet in somnis deludens: modo per leta, modo per tristia imaginarle solum deducit non veraciter: et cum hoc sola anima patiatur infidelis hec non in animo, sed in corpore evenire opinatur. Unde quedam muliercule inservientes Sathane demonum illusionibus seducte credunt et profitentur nocturnis horis cum Diana paganorum dea vel Venere in magna mulierum multitudine equitare: alia nephanda agere: puta parvulos a lacte matris avellere: assare et comedere: domos per caminos seu fenestras intrare et habitantes variis modis inequitare. Que omnia et consimilia solum fantastice accidunt eis.» 

TRADUCCIÓN: “Es falsa la opinión de los que creen que tales mujerzuelas maléficas, que tanto abundan en la región de los bascones, parte septentrional de los montes Pirineos, y que vulgarmente se llaman brujas, puedan viajar de lugar en lugar realmente. Pues como reza el Canon Episcopi, tales personas no son llevadas por el demonio localmente a los sitios, donde dicen que estuvieron. Creen además que han cabalgado en esas horas nocturnas con Diana y Herodías, y que se transformaron en otros seres. “Pero es el mismo Satanás, el que se apodera de la mente de la mujer, la domina, y prontamente la cuitada cree transformarse en otra especie, cambiando su forma, y semejando otras criaturas, pero todo son fantasías y sueños: superstición, en suma. Engaña a la mente que tiene cautiva en sueños  tristes o alegres, pero siempre imaginativos, que los sueños, sueños son. Nunca se trata de realidades, pero aunque esta situación afecte sólo al ánimo inestable, ella piensa que todo le sucede en su cuerpo. De aquí que algunas mujercillas, servidoras de Satanás, seducidas por las ilusiones de los diablos, creen y confiesan que en sus horas nocturnas cabalgan con Diana, diosa de los paganos, o con Venus, en compañía de una gran multitud de mujeres. Creen además que ejecutan otras acciones nefandas, arrancan a los rorros de la teta de sus madres, los asan y los comen; entran en las casas por las ventanas o chimeneas, y turban a sus moradores de distintas maneras. Todo esto, y cosas similares, sólo les sucede en su fantasís.”

La traducción cristianizada de maléfica es la de ‘bruja’, si bien a veces se utiliza por separado e incluso como especialidad (“brujas, maléficas…”, o “brujas maléficas, brujas sortílegas…”), pero como ya sabemos y veremos mejor, brujo no tiene el mismo significado. Yendo más atrás, en las Guerras Celtibéricas, leemos que, efectivamente, esta igualación es de todo punto artificiosa y premeditada. Después de estrepitosas derrotas y el fracaso del asedio que Roma infligió a los Celtíberos durante años en Numancia, el Senado decide encargar la campaña al mayor estratega con el que contaban en aquél tiempo, Escipión el Africano, héroe de Roma y destructor de Cartago. Nada más llegar, se encontró un ejército desmotivado, cansado y dejado a banales entretenimientos para olvidarse o protegerse de los horrores de una guerra que llevaba años de continuas batallas y escaramuzas sin ver su final. El relato que hace Apiano, es esclarecedor:

«A su llegada expulsó a todos los mercaderes, prostitutas, magos y adivinos, a quienes se habían entregado los soldados, desmoralizados por tal cantidad de derrotas, y en lo sucesivo prohibió  la introducción de todo lo superfluo en la vida castrense, así como la práctica de sacrificios adivinatorios. […]” 

Léase que no habla de sacerdotes celtíberos ni de ninguna otra religión, sino de adivinos y “magos” que ofrecen sus servicios a los legionarios romanos. No hay confusión en este texto, se habla de indígenas que atienden las necesidades de los militares acampados, de muy diferentes formas, de entre las que destacan mancias, hechizos y sin duda los elementos apotropaicos habituales, como sacrificios adivinatorios, amuletos y talismanes. Y sin embargo, los clásicos supieron diferenciar el carácter mágico del estrictamente religioso, dejando infinidad de ejemplos más ¿Por qué nosotros somos incapaces de hacerlo, cuando además decimos hablar en representación de aquellos?

Es evidente que hubo un embarullamiento intencionado de funciones y atribuciones por parte del Cristianismo, que aprovecharon haber convertido en proscritos los cleros precristianos para pervertir el sentido de sus cualidades e ir confundiendo a unas sociedades ya desprovistas de capacidad crítica: «Por lo que respecta a los cultos paganos se vieron abocados a la privatización o el ocultamiento. Así la destrucción de edificios paganos generó a su vez la posterior caza de brujas y de magos que en otras circunstancias, al menos una parte de ellos, no hubieran pasado de ser considerados como simples ejecutores de ritos paganos..» 

Para entender este proceso, debemos partir una vez más de la etimología. Hechizo, viene del latín facticius, ‘artificial, hecho por el hombre, artesanal’, del verbo facere, ‘hacer’, término moderno que pasó al portugués feitiço, con el mismo significado. “A partir del participio pasivo de hacer, ‘hecho’, se formó la palabra hechizo en español hacia fines del siglo XV, como ‘artificio supersticioso de que se valen los hechiceros’, según definía el Diccionario español-latino (1495), de Antonio de Nebrija. Hechicero, palabra también formada a partir de ‘hacer’, ya aparecía registrada en nuestra lengua desde Calila y Dimna, un libro de cuentos anónimo traducido del árabe por iniciativa de Alfonso X. Hechicero y hechizo pasaron al portugués como feiticeiro y feitiço. Esta segunda palabra portuguesa llegó luego al francés como fetiche; más tarde, al inglés como fetish. En ambas lenguas denomina objetos de hechicería africana, tales como amuletos y talismanes, y finalmente, reingresó al castellano con este significado, bajo la nueva forma fetiche.”  También relacionada, con ‘la acción de ejercer un maleficio contra alguien’. Para un estudio más detallado de esta palabra, véase Eva Lara Arbeloa, HECHICERAS Y BRUJAS EN LA LITERATURA ESPAÑOLA DE LOS SIGLOS DE ORO.

Tenemos los términos de viejo cuño que terminarían por adscribirse al común de hechicero, que como adelantaba, son los de fatídico, maléfico y sortílego, los que por iniciativa cristiana han acabado confundiéndose con el de sacerdote o devoto de los Cultos precristianos (brujo), con la intención de eclipsar su cualidad religiosa en beneficio de unas facultades que en malas manos supondría un peligro para la sociedad… y la Iglesia se encargaría de promocionarlo. Una jugada maestra que incluso a día de hoy, nos tiene a los paganos enfrascados en discusiones bizantinas.

Fatídico, del latín fatidicus. “Se aplica este adjetivo a cosas y a personas que anuncian desgracias, pero la palabra latina de la que proviene, fatidicus, era un sustantivo que usaban Virgilio y Plinio para referirse a aquellos que afirmaban poder predecir el futuro. Fatidicus se formó a partir de fatum ‘hado’, ‘destino’ y dicere ‘decir’. Las primeras noticias que tenemos del uso de fatídico en castellano datan del siglo XV, siempre con el sentido actual, como en este trecho de El infamador (1578), de Juan de la Cueva: Con prósperas señales de fatídico agüero se nos demuestra el cielo generoso en ocasiones tales, si en esto es verdadero el disponer del Hado venturoso.”  Sería más correcto usar el término de fatídico o sortílego antes que adivino con quienes predicen profesionalmente el porvenir, puesto que adivino, viene a significar ‘presagiar, profetizar, inspirado por los Dioses’, entroncando con otra categoría de mancia.

Maléfico es, sin duda, la palabra más relacionada con la hechicería y por desgracia atribuida al brujo, cosa evidente, como veremos, por ser una de las cualidades más peligrosa. Derivada del latín maleficus, male-facere, ‘hacer el mal, hacer daño’, característico de las personas que se especializan en el manejo de venenos (venenum, ‘poción mágica’, de ahí venefico, ‘que produce veneno, que tiene carácter tóxico’), encantamientos (fascinum), maldiciones (maledictio) y conjuros (coniurāre), trato con malos espíritus, etc., todo lo relativo con el estereotipo de bruja medieval, que desde muy temprano interesó a los mayores apologetas cristianos, con la clara intención de vincular esta palabra directamente con las religiones paganas y no con algunas personas concretas. Como leemos en el DU CANGE ET AL., GLOSSARIUM MEDIÆ ET INFIMÆ LATINITATIS:

“MALEFICUS. Incantator, divinus, mathematicus, magus. S. Hieronym. in cap. 27. Hierem.: Maleficos, quos vel veneficos possumus appellare, vel dæmonum phantasmatibus servientes.” 

Sortílego, en origen, del latín sortiarius, variante de sortilĕgus, de sortes, ‘instrumentos para la adivinación’, llanamente ‘echador de suertes’, palabra que daría el francés sorcier, y de éste el vasco sorgina.Palabra radicalmente separada de augur (augurio) y auspiciador (auspicio), términos netamente religiosos, que ya en la Roma arcaica tuvieron un sentido institucional.

Todas estas atribuciones, referidas desde antiguo juntas o por separado a personas ajenas a los Sistemas religiosos tradicionales, no se rigen por un patrón concreto, sino por su propia idiosincrasia, cohabitando en cualquier religión o sociedad; en definitiva, lo que venimos definiendo como Hechicería. En el mundo pagano, el hechicero era temido en la sociedad y vigilado por la justicia, pero porque no se regía por más valores que los propios, mientras que iniciados y sacerdotes aún cuando manejasen las mismas técnicas y potenciasen idénticas cualidades, vivían una disciplina que les alejaba del uso indiscriminado de las mismas. Por ejemplo, un médico (sacerdote o persona especializada y reconocida por el pueblo para ese fin) tenía capacidad para sanar o dañar utilizando según qué elementos, desconocidos para la mayoría de sus convecinos, pero su código deontológico y ético le exigía someterse a una disciplina enfocada en curar o paliar las dolencias de sus congéneres, empero, un curandero (persona que aprende o actúa por libre) que usase sus conocimientos para dañar, dispondría de un amplio abanico de medios para hacerlo sin control alguno. De ahí que tener acceso a tales conocimientos, supusiese una gran responsabilidad y supervisión, o en caso contrario estuviese en una posición delicada frente a la comunidad. No olvidemos que el conocimiento y uso de venenos por parte de personas sin escrúpulos, fue un verdadero problema en todas las sociedades antiguas.

El Cristianismo lo tuvo claro, solo necesitaba abolir las viejas religiones, para dejar en entredicho a sus iniciados y culparles después de todos los males. La tergiversación y falacias, desde el poder y control de la información, hicieron el resto. ¿Identificaron por todo esto los paganos a sus sacerdotes, con envenenadores, conjuradores o sortílegos? ¡Desde luego que no! Esta conjetura sólo la mantenemos el Cristianismo, nosotros y los académicos que aún no han pasado de siglo.

Por todo lo anterior, creo que es evidente que brujos y hechiceros no fueron caras de una misma moneda, sino aspectos diferentes de supuestos distintos, como mucho, caminos paralelos que el Cristianismo recicló en su beneficio como uno solo, para extirpar la cohesión religiosa de un pueblo, que se resistía a modificar sus costumbres y creencias, de tal forma, que la Iglesia al final se vio obligada a incorporarlas a su propio ritual. Una vitoria pírrica en realidad la nuestra, pues nos ha costado perder una buena parte del fondo, el sentido de aquella simbología que los Cultos Tradicionales procuramos recuperar, a pesar de una Comunidad Pagana aún absorta y creída en la campaña cristiana de desnaturalización de la Brujería.

Aunque dicho todo lo anterior así, sin paños calientes, para una gran mayoría de personas quizá pueda parecer que nuestro análisis parta de condiciones demasiado contundentes, no lo es menos soportar las consecuencias del entramado para-histórico que se ha ido construyendo por nuestra pasividad, connivencia y sobre todo a nuestra costa, en torno a la Historia de la Brujería.

Y nada mejor para corresponder, que contrastar lo que afirman que practican estas Tradiciones que se reconocen como Brujería Tradicional, con las prácticas de los Cultos precristianos, para evaluar si, efectivamente, cumplen como dicen con los parámetros que exigen a los demás. Para este propósito, vamos a tomar como ejemplo algunas de las más populares y hacer una pequeña valoración de los patrones cultuales de estas Tradiciones: Cultus Sabatti, Brujería del Cerco, Anderson Feri, Clan de Tubal-Cain o Brujería en la Cocina…

Evidentemente, obviamos los testimonios personales de todos aquellos que declaran ser brujos porque así lo entienden y deciden, puesto que, como digo, la Brujería no es una declaración de intenciones, en todo caso una profesión de fe consolidada por unas creencias y prácticas comunes, verificables y contrastadas a lo largo de nuestra historia.

Antes de comenzar a exponer resumidamente las prácticas y doctrinas de los Cultos que se catalogan como Brujería Tradicional, en aquellos aspectos que afecte la presunción de que sean una consecuencia o continuación legítima de los Cultos precristianos y el Paganismo antiguo Europeo, quiero adelantar que los datos de los que me he válido, son de fuentes documentales de estos mismos Cultos y practicantes, sin que por mi parte se haya puesto o quitado ni una coma de lo que dicen y explican en sus comentarios, páginas y escritos, que transcribo tal cual.

Cuando tratamos la Brujería en su contexto histórico, no lo podemos hacer solo desde nuestra creencia personal, sino partiendo de los hechos y evidencias que puedan proporcionarnos datos fiables que demuestren o no tal o cual rasgo identitario. En este sentido, lo que yo crea u opine carece de interés en tanto no pueda argumentarlo o demostrarse, un principio que si fuésemos conscientes de la necesidad que dirija nuestros escritos o debates, nos evitaría decir y leer las barbaridades que vemos y oímos a diario. Y si hemos podido establecer una serie de criterios comunes que describen a la Brujería y que sabemos se pueden sustentar en el pasado, qué mejor cosa que contrastarlos y confirmar que sean unas bases homogéneas por las que regirnos TODOS.

Decíamos en la segunda parte de este trabajo, que estando de acuerdo con la exigencia de que las Tradiciones de la Brujería deben estar constituidas, por los patrones religiosos de quienes se supone proceden, y que las señas identitarias recogidas en el artículo del Traditional Witchcraft Forum coinciden con el planteamiento histórico que defendemos (tener como referencia y raíz los Cultos precristianos y el Paganismo antiguo), no tiene sentido, sin embargo, considerar como principio que es tradicional lo que no sea wiccano, que es poco más o menos lo que se está haciendo. Y no lo tiene, porque en vez de afirmarnos en nuestros propios valores, nos escondemos tras un presunto demérito ajeno. Y es que después de declarar haber heredado el patrimonio religioso precristiano europeo, las únicas razones para auto-definirse que se repiten en todas sus páginas y que hace homogéneos a estos Cultos, son:

1.- Que la Wicca no pertenece a la Brujería Tradicional. En realidad, es la única afirmación (sintácticamente) correcta: la Wicca no puede pertenecer a la Brujería Tradicional, porque es la Brujería Tradicional la que pertenece a la Wicca. Más claro: no pertenezco a mi brazo, porque mi brazo me pertenece a mi… Que la Wicca debe considerarse previa y motivo de que exista la Brujería, es lo correcto, pero si por los motivos que sean queremos ceñirnos a la terminología medieval, lo justo, lo mínimo es considerar a la Wicca como Brujería Tradicional.

Dicho esto, tengamos claro que una definición de cualquier cosa, no necesita contener lo que no sea otra cosa para comprenderse. En el hipotético caso que, efectivamente, la Wicca no fuese Brujería Tradicional, que lo es, no explicaría qué es la Brujería Tradicional, por lo tanto comenzar por ahí, lo que describe es una fijación, por lo plural endémica y por lo recurrente, obsesiva, por desvincularnos de quienes creemos no representan nuestros valores, o mejor decir coartan que podamos hacer lo que nos de la gana, sin dar cuentas ni seguir ningún patrón, como veremos, y es probable que en el fondo manifieste un desconocimiento o incapacidad para definir lo que somos, sin que suene a nuevo o inventado.

2.- Que la Brujería no es una religión. Decir que no sea exactamente religiosa la práctica de una religión, que es lo que se afirma desde estos Cultos, más que un rasgo identitario es una consecuencia de la incompleta formación histórica o crítica que padecemos. Una opinión contradictoria ésta, pues compararnos con los rasgos religiosos de una religión (Cristianismo), para definirnos en relación a ella (precristianos), sólo se explica desde otra religión. Si como sabemos, el Cristianismo es una religión, y con esto no creo que nadie tenga dudas o ponga reparos, y consideramos que la Brujería es hechicería y no una religión, sería absurdo hablar de creencias precristianas (religiosas), y lo correcto hubiese sido hacerlo de hechicería precristiana. Lo contrario, sería admitir que las viejas costumbres populares de los Cultos paganos, no fueron sus ritos y fiestas religiosas, sino hacer pócimas y hechizos, no se si entonces de manera comunal en las plazas de los pueblos… a este esperpento hemos llegado.

No interesa, que Cultos y fieles precristianos definiesen la Brujería como práctica religiosa, o que los mismísimos cristianos lo confirmasen después y durante siglos, no, como la Iglesia Católica decidió alterar finalmente el significado para desvincular prácticas y tradiciones precristianas de lo religioso, y el mundo académico, sometido a ésta, aceptó por comodidad y porque no había quien pudiese argumentar en contrario, que era una terminología al uso, hoy, aunque se haya impuesto un revisionismo que está devolviéndola su descripción real, los paganos acomodados a este anacronismo, siguen sosteniendolo.

Será por esto que anticipaba ya abiertamente Eliade, que ‎”la «caza de brujas» perseguía la liquidación de las últimas supervivencias del «paganismo», es decir, en esencia, de los cultos de la fecundidad y los argumentos iniciáticos. El resultado de todo ello fue el empobrecimiento de la religiosidad popular y, en determinadas zonas, la decadencia de las sociedades rurales.”  Véase que no dice “de las últimas supervivencias de la (magia)”… “en esencia, de los (conjuros) y los argumentos (mánticos)”… “el empobrecimiento de la (hechicería rural)”, ni cosas por el estilo, sino que señala directamente a la Brujería como reminiscencia de los Cultos RELIGIOSOS precristianos.

3.- Que la Brujería es universal. Que la Brujería sea universal y por lo tanto que esté latente en todas las culturas del planeta, no puede ser una cuestión de opinión, sino de certeza. Porque aún cuando lo religioso sea universal, y que las técnicas mágico-religiosas también lo sean, luego las formas, las creencias y los medios aunque basados en fondos comunes, no lo son tanto o en absoluto; sería como afirmar que el Zoroastrismo es inherente o natural a todos los pueblos del planeta ¿por qué no?. Otra cuestión, es que el academicismo haya abusado durante demasiado tiempo de la interpretatio christiana, lo que no significa ignorar sus correcciones posteriores y actuales, que las hay, en lo relativo a diferenciar hechicería de brujería.

Podríamos explicar este uso inadecuado, utilizando el ejemplo a la inversa. Ya que hasta ahora nos hemos estado prevaliendo como norma, del retorcimiento o desvirtuación del sentido de las palabras que el Cristianismo impuso al lenguaje religioso, hagamos lo contrario, esto es, expliquemos ahora el Cristianismo desde la perspectiva intelectual pagana, que la hubo durante el tiempo que duró la libertad para poder criticarlo, y analicemos si efectivamente lo describe.

Como sabemos, el Cristianismo es una corriente herética del judaísmo, que tomando como base la mitología, escatología y épica hebreas, congregó en torno a la vida y muerte de la figura mitificada de un rabí galileo de sangre real (Yeshuah), relacionado con las sectas apocalípticas judías de la época, un grupo heterogéneo de fieles que con objeto de perpetuarse y medrar, abrieron su fe al eclecticismo para adoptar aquellas creencias, fórmulas y prácticas de las religiones de los pueblos adyacentes (Egipto, Grecia, Roma, etc.), que pudiese “competir” con otras teologías para ser aceptada y atraer seguidores. Básicamente, contaba con un legado, el Tanaj, luego Antiguo Testamento, que incluye los relatos, tradiciones pseudohistóricas y proféticas del pueblo judío y unas leyes arcaicas de vida, que tras la muerte de Yeshuah se sintetizaron a su filosofía, recogida en unos escritos (Evangelios, Hechos de los Apóstoles y Apocalipsis) llamados Nuevo Testamento. Ambos volúmenes, dieron lo que conocemos por La Biblia (el Libro), texto sagrado del Cristianismo.

Hasta ahora, lo que mejor sabemos es lo que el Cristianismo ha dicho sobre todas las religiones coetáneas, en especial de las nativas de los pueblos afectados por su proselitismo. Pero los pensadores de esos pueblos, también tuvieron y dieron una opinión sobre el Cristianismo, que si este último no hubiese llegado a imponerse y censurarlo todo, hoy en día utilizaríamos lo mismo que hemos hecho a la inversa. De lo poquísimo que escapó de las hogueras cristianas, tenemos algunos fragmentos de obras como el DISCURSO VERAZ de Celso (s. II e.a.), buen conocedor del Judaísmo y el Cristianismo, que identificó a los cristianos como secta “diabólica”, de forma muy similar a lo que éstos dijeron después del Culto de la Brujería. Su líder (Yeshuah), no fue sino un “mago” que aprendió sus conocimientos en Egipto, y sus adláteres meros hechiceros, que cuando no de manera fraudulenta, fue con ayuda de conjuros y Demonios que obraron sus presuntas maravillas (milagros) y poder de persuasión, engatusando a esclavos, iletrados e ignorantes para su causa:

“… ellos mantienen reuniones secretas e ilícitas para enseñar y practicar sus doctrinas. Se unen entre sí por un compromiso más sagrado que un juramento y así quedan confabulados para conspirar con más seguridad contra las leyes y así resistir más fácilmente a los peligros y a los suplicios que les amenazan.” Nos suena a todos ¿verdad? Pero dice más: “El poder que parecen poseer los cristianos les viene de la invocación de nombres misteriosos y de la invocación a ciertos «dáimones» o espíritus (a los que algunos llaman demonios). Fue por magia por lo que su Maestro realizó todo lo que parece espantoso o de maravillar en sus acciones […]” 

¿Debemos detetminar entonces, que el Cristianismo sea una secta de hechiceros o de farsantes, que con apoyo de conjuros e invocación de Demonios pretende embaucar y atraer a la gente? ¿serán “cristianerías” lo que hacen en cualquier parte del mundo, quienes conjuran e invocan a los Demonios? ¿y si esta interpretación culta y socialmente aceptada en su tiempo, sabemos que estuvo equivocada, con qué derecho decimos ahora, basándonos en la interpretación que hizo el Cristianismo de la Brujería con el ánimo indisimulado de desvirtuarla, que ésta sí que es descriptiva? Lo peor de todo, es que la Comunidad Pagana se ha “tragado” este bulo durante décadas sin rechistar, incluso por encima de la razón y los hechos.

Estos dejes, la falta de conocimientos o la mala interpretación de los datos y quizá no querer verlo, da lugar a paradojas tan surrealistas, como que una Tradición religiosa reconstruccionista y entroncada con la Brujería Tradicional Ibérica, como la Celtíbera, por ser wiccana no estaría reconocida por una parte de la Comunidad pagana como Brujería Tradicional, y por no venir de Gardner, tampoco como Wicca Tradicional -no es que necesite que terceros le reconozcan nada, pero no deja de ser paradójico-, y sin embargo tradiciones que ni son ni se consideran religiosas, de carácter ecléctico, que mezclan cábala, esoterismo y magia ceremonial moderna con Dioses y prácticas paganas y cristianas y hechiceria renacentista, se tienen por legado o consecuencia de religiones precristianas (Brujería Tradicional). Vamos, se dicen, que tú (gardneriano) y yo (brujo) venimos del mismo lugar (Tradición), pero como yo mezclo igual que tú, sólo yo tengo derecho a decir que vengo de allí, y los que no son como yo (brujos tradicionales), no pueden venir de allí si no es a través de ti (wiccanos gardnerianos)…

Y puesto que son estos Cultos, quienes con buen criterio explican que el rechazo en este caso a la Wicca viene porque no procede -repito- de los Cultos originales, los ha “corrompido” o se ha desviado de ellos, es justo que entremos a valorar si, efectivamente, todos los Cultos que discriminan por “herética” a la Wicca, cumplen con lo que predican, pues como bien recuerda nuestro refranero, no hay predicador como Fray Ejemplo. Porque como es lógico, cualquier Culto que tenga en su Sistema de Creencias, prácticas eclécticas judeocristianas y fórmulas rituales modernas, no puede ser considerado Brujería Tradicional, tal y como nos recuerdan desde la misma Brujería Tradicional ¿Y si no se es wiccano, sí que se puede? Veamos…

En este sentido, lo que vamos a hacer es pasar por el mismo tamiz que aplican a la Wicca, buena parte de las Tradiciones más representativas o con mayor presencia en la Comunidad Pagana: Cultus Sabatti, Brujería del Cerco, Anderson Feri, Clan de Tubal-Cain y Brujería en la Cocina… Espero que sepan disculparme aquellos otros Cultos que no he mencionado, pero por razones prácticas se hacía muy cuesta arriba y fuera de lugar, exponerlo todo de todos.


▪ FALSO MITO: EL CULTUS SABBATI ES UNA TRADICIÓN DE LA BRUJERÍA TRADICIONAL


Actualmente, casi todo Culto, agrupación y personas que no sean wiccanas, estan reconocidos como Brujería Tradicional solo con decir que practican hechizos o recogen prácticas locales europeas (!). El caso, como vamos a leer, es que no se han tenido en cuenta las mismas reglas que aplican a todos los que se identifiquen como wiccanos. Y empezando por el principio, porque el Culto de la Brujería es eso, un Culto religioso, una RELIGIÓN, y por lo tanto NO SE ES BRUJO PORQUE NOS LO DIGA EL INSTINTO O POR UTILIZAR EN NUESTRAS PRÁCTICAS ALGUNAS TÉCNICAS “MÁGICAS” O FIGURAS MITOLÓGICAS DETERMINADAS, SINO POR TENER CIERTAS CONVICCIONES Y CREENCIAS RELIGIOSAS Y PRACTICAR NUESTRA RELIGIÓN EN LAS FORMAS PREESTABLECIDAS, todos nosotros deberíamos estar sometidos a estos principios. Recordemos por enésima vez, la primera declaración del Traditional Witchcraft Forum, que entiendo de suma importancia para saber de lo que hablamos en cuanto a la Brujería Tradicional: “la brujería tradicional es el paganismo antiguo. Es la práctica de las creencias pre-wiccanas y pre-cristianas (o al menos tratar de revivir las viejas costumbres)”, y cuando hablamos del Paganismo, lo hacemos de/como religiones paganas, no de ninguna otra cosa.

Cultus Sabbati (‘Culto del Sabbath’), es una Tradición fundada por Andrew D. Chumbley (1967-2004) a finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado. Dijo basarse en la Brujería (hechicería), concretamente las prácticas hechiceriles del Condado de Essex, Inglaterra, mezcladas con magia ceremonial, ritos esotéricos, cábala judía y cristianismo, sufismo, Tantra, y otras. Como leemos en XOANON (editora oficial del Cultus Sabbati), la Tradición del Arte Sabático, nombre por el que se la conoce, dicen que es el punto de origen de las Enseñanzas de la Hechicería del Camino Torcido. (“is the point of origin for the Teachings of Crooked Path Sorcery”), otra forma de definir lo que conocemos por El Camino de la Mano Izquierda, aquí desprovisto del sentido religioso y acondicionado a la Hechicería; en realidad se denominan de muchas maneras, pero muy pocas veces como brujos y (casi) nunca como religión:

“Cultus Sabbati is a closed circle of British and American traditional cunning-craft initiates. It is the founding body of the contemporary recension of lore and praxis known as the Sabbatic Craft Tradition and is the point of origin for the Teachings of Crooked Path Sorcery. For those wishing a basic introduction to the subject of the Sabbatic Craft, we have appended a brief article entitled ‘Cultus Sabbati: Provenance, Dream, and Magistry’. We politely invite those seeking deeper understanding to read and study within the scope of our publications” 

Chumbley, como suele ser común en TODAS las personas con inquietudes espirituales e interés por la “magia” y los Cultos antiguos, tuvo relaciones, amistad e incluso filiación con miembros y grupos como por ejemplo la Ordo Templi Orientis (OTO), a la que había pertenecido y de la que incorporaría algunos de sus ritos al Cultus Sabbati: “Fue a traves del personaje de Zos que la Corriente Sabatica se unio a la Corriente Tifoniana 93 *.* transmitida a traves de la O.T.O. La simbiosis de las dos corrientes se consigue por medio del Zos Kia Cultus que puede ser considerado tanto un ‘atavismo’ del Culto Sabatico actual como el ‘Portal’ para la insurgente vitalidad que esta en el presente revivificando el Circulo de Artistas-Iniciados.”

Preguntado su fundador en una entrevista para The Cauldron en 2002, sobre cómo definiría al Cultus Sabbati, explicaba: “At an outer level of definition, ‘Sabbatic Craft’ describes a corpus of magical practices which self-consciously utilise the imagery and mythos of the ‘Witches’ Sabbath’ as a cipher of ritual, teaching and gnosis. This is not the same as saying that one practises the self-same rituals in the self-same manner as the purported early modern ‘witches’ or historically attested cunning folk, rather it points toward the fact that the very mythos which had been generated about both ‘witches’ and their ‘ritual gatherings’ has been appropriated and re-orientated by contemporary successors of cunning-craft observance, and then knowingly applied for their own purposes. The term describes the way in which elements of witch-lore, Sabbath mythology and imagery were being employed in the cunning-craft tradition into which I was originally inducted. From what I have learned of previous generations in this and kindred streams of Traditional Craft, the utilisation of Sabbath-imagery had been in process for some time, but during the late 19th century and throughout the 20th century became fully self-conscious. When mythic imagery and direct magical experiences of spirit-flight, faerie convocations, and such like conjoin, the language of Sabbatic symbology is actually a very natural vehicle to employ. It is useful at this point to emphasise that ‘Traditional Craft’ as a whole embraces many diverse streams of initiation, ritual, custom and spirit-allegiance. I know of at least seven lineages in Britain and am quite sure there are many others – each with its own character and spiritual individuality. This being said ‘Sabbatic Craft’, as a unifying term denoting a ‘tradition’, relates solely to the specific lineages convergent and operative in the Cultus Sabbati as an initiatic body. However, one can also speak of the ‘Sabbatic Current’ as an initiatory line of spirit-power that can inform all who are receptive to its impetus, and which – when engaged with beyond names – may be understood as a Key unto the Hidden Design of Arte. Being born of Vision, I would say the origin of ‘Sabbatic Craft’ lies truly in the Circle itself.” 

Por otra parte, una de las figuras principales de su mitología, al que llaman “Primogénito del linaje de los brujos”, es Caín, el personaje bíblico del Génesis cristiano y la Torá hebrea: “Este ‘Primogénito’ de la Magiak es llamado por algunos como ‘Caín’, aquel que recibió la Marca de la Bestia sobre su frente. Caín es llamado ‘el Maestro de los Jinetes’ y es identificado con el Herrero, el Maestro del Fuego y el Metal. Se refieren a el como el ‘Hombre de Negro’ y como tal puede ser identificado con el Dios Calcinado o Ennegrecido – Shaitan. Dentro de la Tradición Sabática el ‘Hombre de Negro’ es representado como el Diablo, el Gran Opositor y es literalmente la verdadera entidad de la Muerte. Como ‘Muerte’ o Thanatos es la forma divina del primer iniciado y esta forma divina o ‘entidad’ es el Portal hacia el linaje atavistico de la Tradición, desde el Primogénito hasta el último difunto del linaje Brujeril.” 

Precisamente en relación con la presencia de Caín o Lilith en la mitología sabbática, Robert Fitzgerald, preguntaba a Andrew Chumbley: “RF: How did Cain and Lilith come to be associated in British Traditional Witchcraft as the Primogenitors of the Race of Witchblood? AC: Different streams of British Traditional Craft have different patron deities, ancestors and spirits. If one is able to oversee this diversity certain strands of commonality may be perceived. If one may seek amongst these strands – amidst the many other kinds of shared features, one may speak about a body of lore that exists in the Old Craft which incorporates a gnostic faith in the Divine Serpent of Light, in the Host of the Gregori, in the Children of Earth sired by the Watchers, in the lineage of descent via Lilith, Mahazael, Cain, Tubal-cain, Naamah, and the Clans of the Wanderers… onward to the present-day Initiates of Arte. Speaking from my knowledge of the Ophite-Sabbatic lore within the Cultus, its historical provenance is primarily rooted in oral transmission. Nonetheless, beyond the passing of word from mouth to ear, there are many diverse linkages which prefigure the complex form seen in the present-day mythos. In previous generations Traditional Craft has shared certain features with the Societies of Horsemanry; reverence for Cain is one such element. In turn, comparable ideas about the role of Tubal-cain and Naamah can be seen in the allied rites of Freemasonry. Traditional Craft has also made good use of many ritual magic texts such as The Key of Solomon and Agrippa’s Books of Occult Philosophy. These works also provide avenues for allied figures, such as Lucifer, Asmodeus, Lilith, and the Arch-daemonic Guardians of the Magical Circle led by Mahazael. Although the emphasis of sacrality is reversed, another strand of genealogy is obviously to Biblical texts where various elements of the mythos are present. Biblical sources likewise connect to the Apocrypha, Pseudepigrapha, Jewish folklore and even Manichaean texts as avenues of influence. However, whilst one could ‘explain’ the presence of Cain and Lilith with recourse to such sources, contesting some kind of dependence of Sabbatic lore upon Christian, Jewish et al demonologies, this fails to appreciate the unique and self-sustaining complex of the Craft mythos in itself. The Teachings of Traditional Craft utilise a cipher of luciferian antinomianism which renders Cain and Lilith, our blessed primogenitors, as the Bearers of Light from the Ancient Serpent. The overcoming of Adam by Lilith and the murder of Abel by Cain signify the transformation of the uninitiated condition or ‘Clay’ into the ‘Fire’ of Magical Knowledge. This is however the merest inkling of the breadth and depth of these matters. As a parting tale, it is worth speaking about another fascinating path of influence into Traditional Craft, namely that of Gypsy beliefs. Indeed, I recall once being told the Tale of the Uncooling Nail by a Romany fellow:- On the night before Christ’s crucifixion, soldiers were sent out to have four long nails forged for the deed. They approached Jewish, Greek, and Roman smiths, but each refused once they had heard the nails were for Jesus of Nazareth’s crucifixion. Outside the city gates the soldiers found a Romany smith. He didn’t ask the need for the long nails so late at night; he just needed the money. The smith obliged and began making the nails, one by one. However, whilst heating the fourth nail in the fire, he asked who they were for. On learning they were for Christ’s crucifixion, the gypsy ceased his work abruptly and fled. However, the fiery nail that had been in the forge never cooled down; it remained a glowing spike of blood-red flame. And, so it is said, the Uncooling ‘Nowl’ will follow the descendants of the Romany smith wherever they go. It is held that the Romany smith was himself a descendant of Tubal-cain, the first metal-worker, and he had in turn learned his Art from Cain. Personally, I consider that the Old Craft has now taken up this nail; knowingly! We have a saying: ‘The way of sacrifice maketh man whole’.” 

Pero sobre todo es muy significativo en el Cultus Sabbati, que NO SE DEFINEN COMO RELIGIÓN. Mezclan los términos brujería y hechicería a veces como si fuesen la misma cosa, otras como diferente. Chumbley, dijo haber sido iniciado en la brujería rural inglesa, aunque no hay datos que lo confirmen, y por lo que se desprende de lo escrito en el Portal web Xoanon, es una Tradición cuasi-religiosa, centrada en la hechicería y la magia, con una clara influencia judeocristiana (demonología, angeología, etc.) y en menor medida de otras filosofías y religiones foraneas, como el Budismo, el Sufismo o el Tantra, como explicaría el mismo Chumbley. Los ritos de su liturgia pueden adaptarse, modificarse o crearse a gusto del iniciado, con una mitología muy sincrética y unas fórmulas marcadamente gnósticas. En definitiva, lo que cualquiera definiría como un Culto moderno y ecléctico, de corte iniciático, que ha adaptado Cábala y Magia Ceremonial a la hechicería medieval y la Alta Magia del Esoterismo de los ss. XVII-XX, para crear una corriente mágica mucho más cercana al Gnosticismo que a la Brujería, que sin aportar pruebas que lo confirme dice enraizar con una Tradición nacida en el siglo XIX, pero de la que no hay constancia probada de su existencia hasta finales del siglo XX, que no sigue ningún patrón o sistema religioso de origen precristiano europeo, sino filosofías satanistas y luciferinas mezcladas con muchas otras, tanto antiguas y modernas, bajo una teología en buena medida duoteísta o monoteísta aunque muy ambigua en sus formas, y sin duda, como decimos, ecléctica y universalista:

The Sabbatic Craft is a name for a Nameless Faith. It is a term used to describe an ongoing tradition of sorcerous wisdom, an initiatory path proceeding from both immediate vision and historical succession.

In an historical sense, the Sabbatic Craft is usefully set against the background of both rural folk-magic, the so-called Cunning-craft, and the learned practices of European high ritual magic. The medieval and early modern magical observances of cunning-men and wise women were broad and varied in form, but invariably rooted in pragmatic deeds of healing, love-magic, wortcunning, curing and cursing.

Where the practices of cunning-folk overlapped with those of the high ritual magic traditions, the calling of angels, the apparatus of astrology, and Latin incantations were integrated into the magic of the everyday. Notably, these rituals, spells and formulae employed the idiom of the predominant religious culture, namely Christianity, often melding folk religiosity in a seamless blend unique to each individual practitioner. Although ritual magicians and cunning-folk alike used Christian formulae in their praxes, one could argue that this religious language was naturally the timely idiom of narration for magical rites. However, beneath the shifting of language and culture, the immemorial methodologies and tools of magical ritual – the spirit-evocation, ritual circle, wand, knife, sigil, cord, knot, charm, starry aspectation, flora and fauna, invocation, exorcism and so forth – remain more or less constant. […]”

“… Cultus Sabbati is a body of magical initiates who practise both solitary and collective rituals, whose lineal tradition/s descend, in both oral and textual forms, from surviving 19th century cunning-folk and ritual magic practice. It is not claimed that we practise the very same rites, spells and so forth of the 16/17th century cunning-folk, for it is the very nature of these things to change their form and manner. One must remember that rituals are ensouled with practise, that spirits as well as men and women pass on and teach the Arte Magical. As the generations pass, some lore remains constant, some does not – it changes, evolves and adapts according to time, need, and insight. In the last century the streams of custom and oral tradition have flourished in small circles of ritual observance, and in being passed from generation to generation, the simple teachings of rural magicians have grown, coalescing with their longevity to establish traditions with rites of initiation and formal induction. Readers here are well-advised that the Cultus Sabbati is a closed circle and according to long-standing custom, those who ask for entry are refused. Initiation is by invitation only. Where the spirits so will it, a path shall be found.

The circle of the Cultus Sabbati holds dear the spells and customs which generations past have bequeathed. The use of psalms, biblical divination, oral customs of ritual praxis have remained with us, merging amidst a greater body of lore, some old, some new – yet all constant in vivification from the timeless wellspring of dream. For as time passes, the circle hearkens to the spirits patron to its heritage, and through dream and spirit-mediumship the circle fleshes itself and moves forward. The authenticity of our work does not rest in antiquity, it is active through present and on-going vision.

Traditional Sabbatic Craft often employs demonological names and imagery as part of a cipher to convey a gnosis of Luciferian self-liberation. Similarly, and as aforesaid, rituals may utilise Christian forms and terms, both as a part of long-standing custom and as part of a sorcerous intent to willfully re-orientate cultural accumulated ‘belief’ to magical purposes. […]” 

¿Y que es lo que tenemos entonces? Tenemos a una persona que dijo haber sido iniciado en un grupo secreto de brujos, de los que no hay constancia, que se mueve y forma parte de diferentes grupos herméticos, que sobre un hipotético Culto hechiceril rural y viejas tradiciones del folclore local, construye un Culto iniciático pero no religioso con aportaciones de diferentes filosofías, “magia” ceremonial, mitos judeocristianos y préstamos de órdenes esotéricas modernas… pero ¡oh sorpresa! No se trata de Gardner ni de ningún otro wiccano, sino de Chumbley y del Cultus Sabbati. No quisiera pensar lo que hubiesen dicho de cualquier Culto wiccano, si su fundador explicase que la incorporación de un personaje (Caín) de la mitología judeocristiana, es una parte esencial de los Cultos precristianos y el Paganismo Antiguo Británico, que Satán estuviese en el Panteón precristiano y que la Biblia, los Ángeles, Salomón o la Alta Magia fuesen por lo tanto elementos propios o compatibles de la religiosidad celta. Con esto no quiero decir que Chumbley hiciese tal equivalencia, sino que llamemos religión al Cultus Sabbati y lo reconozcamos como Brujería Tradicional, ignorando estos antecedentes.

De todo esto, se desprende que tenemos prácticas y un panteón post-cristianos, con Entidades como Satán, Caín o Lilith y también Lucifer pero en su versión cristianizada y por lo tanto posterior a la Biblia Vulgata, sin olvidar que todos estos elementos mitológicos solo pueden existir bajo la creencia judeocristiana de un Dios Creador (Yahwéh) contra el que se rebelan e interactúan, una mezcla de Torá, Biblia, Gnosticismo, Cábala, Magia Ceremonial, Francmasonería, Goecia, Esoterismo… ¿y esto es lo que entienden quienes se dicen brujos tradicionales, por “la brujería tradicional es el paganismo antiguo. Es la práctica de las creencias pre-wiccanas y pre-cristianas (o al menos tratar de revivir las viejas costumbres)”? Evidentemente, no.

Usando la misma vara de medir que aplican a los wiccanos y por idénticos motivos, solo podemos afirmar que el CULTUS SABBATI, NO ES UN CULTO DE LA BRUJERÍA TRADICIONAL. Y por no ser, tampoco un Culto religioso, sino una Corriente mágica Iniciatica, donde hechicería y folclore tienen una presencia importante, que sirve entre otras cosas para justificar considerarse Brujería Tradicional y no Fraternidad Esotérica.

Cuando introducimos doctrinas, Dioses y prácticas de otras religiones en nuestros Cultos, no estamos hablando ni de haber actualizado nuestro Sistema de Creencias, ni de adaptar o mejorar las prácticas existentes, sino de incrustar un sistema de creencias diferente y quizá antagónico, dentro del nuestro. El resultado no puede ser otro, sino haber creado algo distinto que si no se acepta como nuevo, en el mejor de los casos desvirtúa a ambos. Y con más razón si, además, lo hacemos con conocimiento de causa. Introducir un sistema dentro de otro, a la larga actuará como un “parásito” en el interior de un cuerpo vivo, ya se sabe qué va a hacer, y por muy bonito que lo expliquemos, el final es siempre el mismo: o se extirpa, o acabará por devorar desde adentro el cuerpo del anfitrión, llegando a poder matarle.

Terminábamos el artículo anterior, considerando negativamente que se reconozca el Cultus Sabbati como Brujería Tradicional, debido a un Sistema de Creencias y prácticas eclécticas muy influenciadas por la mitología judeocristiana, y bastante alejadas del Paganismo antiguo y de los Sistemas de Creencias de los Cultos precristianos, ya que incorporar figuras mitológicas y hechizos medievales, no le hace pagano en tanto no se construyan como, sobre y desde las Tradiciones y los Sistemas de creencias de los Cultos precristianos. Sin una teología politeísta y animista, ritos en consonancia con las liturgias precristianas y las filosofias y creencias que las sustentaron (qué menos que sentirlas y vivirlas), lo único que tenemos son meras parodias o pretextos, según el caso. Nadie puede ser monoteísta y politeísta A LA VEZ, ni recrear arquetipos o reproducir epifanías de los Dioses y de los Espíritus de la Naturaleza, para generar diferentes escenarios sagrados (simbólicos y extáticos) que no sepa auténticos. ¿Qué hace un brujo en un círculo salomónico? Lo que un vegano en una barbacoa…

Y para seguir con este análisis dispuesto en varias entregas, quisiera atender ciertas cuestiones que se me han planteado sobre el objeto, el sentido y el procedimiento crítico de este trabajo.

El objeto de este artículo, como ya he dicho anteriormente, es demostrar que las críticas y los motivos por los que nos negamos a reconocer como Brujería Tradicional a la Wicca, aún siendo correctos los criterios, se utilizan de forma arbitraria y subjetiva, pues parecen haberse “diseñado” antes para “deshacerse” de un problema, que para solucionar el mal hábito de utilizar la Brujería de forma indiscriminada. Y son arbitrarios, porque como estamos viendo, las causas para no considerar a la Wicca como Brujería Tradicional, están sujetas “… a la libre voluntad o al capricho antes que a la ley o a la razón.” . Si no consideramos a la Wicca como Brujería Tradicional, porque la Wicca Gardneriana, NO TODAS LAS TRADICIONES WICCA, parece ser que contempla doctrinas y prácticas de la “magia” ceremonial moderna, de la Cábala y de la mitología judeocristiana, no podemos defender a renglón seguido, considerar como Brujería Tradicional Cultos que recurren a la “magia” ceremonial, la Cábala o a la mitología judeocristiana (!). Y menos como justificación y reproche; criterio gravemente subjetivo, porque imponemos nuestro sentimiento personal sobre la Brujería, a la Brujería como realidad histórica, dando valor “… al modo de pensar o de sentir del sujeto, y no al objeto en sí mismo.” . ¿Y qué hacemos con las Tradiciones Wicca que sí cumplan con estos criterios? ¿Dejarian de ser wiccanas?

El sentido de este artículo, es saber si son comunes las reglas que aplicamos a la Wicca para no considerarla Brujería Tradicional, si las Tradiciones o GREMIOS que hoy están reconocidos como tales, las cumplen, y si tiene sentido, valga la redundancia, que observemos estos criterios, pues con el “todo vale” convertimos una simple definición en una matrioska cada vez más grande, y aunque para muchos sea coherente privar a la Brujería de un significado claro, es imprescindible que dejemos de interpretarla, para empezar a describirla. No es de recibo, no saber hacerlo.

El procedimiento usado en este artículo, es muy simple. Utilizar los mismos criterios que se han aplicado a la Wicca para negar su reconocimiento como Brujería Tradicional, a los Cultos que ya están reconocidos como Brujería Tradicional. Un análisis que no debería generar ninguna incomodidad, sino todo lo contrario, usarse “de oficio” por nosotros, para garantizar una mínima coherencia y preservar nuestras raíces, que son en definitiva los resortes que nos brindan una identidad propia y el fin último de toda Tradición.

El “problema” que suscita la Wicca y por lo tanto la Brujería Tradicional en sí misma, podemos verlo en una entrevista a Michael Howard sobre su libro CHILDREN OF CAIN [50]. En este trabajo sobre Corrientes contemporáneas de la Hechicería y la Magia Ceremonial, Howard describe el origen y las prácticas de los Cultos modernos de la Brujería Tradicional Británica, precisamente desde la óptica que ha provocado todo este galimatías: por un lado, que la Brujería Tradicional no sea una religión propiamente dicha -porque no interesa que lo sea-, sino el resultado de mezclar la Hechicería rural con la Alta Magia de la Edad Moderna y ritos, símbolos o arquetipos de los Cultos precristianos; y por el otro, que como la lo que se entiende por Wicca, viene de Gardner y sus corrientes mezclan Hechicería rural con Alta Magia de la Edad Moderna y ritos, símbolos o arquetipos de los Cultos precristianos, no puede considerarse Brujería Tradicional.

En realidad, la controversia con la Wicca surge porque Gardner reivindica el hecho religioso de la Brujería, reconocerse en la Vieja Religión, y no por haber presentado públicamente antes que los demás, lo que los demás no se perdonan haberlo hecho después, ni que, como estamos viendo, la Wicca Gardneriana tenga unas prácticas muy diferentes a otros grupos de la Brujería. La cara de la disputa fue el ego, la excusa, el método, pero el fondo, la fuente de todos los males, lo es el rechazo a perder el sindiós -verbigracia- que impera en la Brujería, por tener que aceptar el hecho religioso. Porque si hablamos de unas religiones con dogmas y doctrinas preestablecidas por los Cultos precristianos, que es a lo que alude la palabra brujería en su origen, y no de utilizar los Cultos precristianos para, como y cuando nos interese, que es lo que estamos haciendo nosotros ahora, lo hacemos de REGLAS, un serio problema para encajar estos grupos, hibridos entre Hechicería rural, Magia Ceremonial, Gnosticismo y Cábala, en la Brujería Tradicional, la histórica.

En la entrevista a Howard, a una pregunta con mucho que leer entre líneas, responde en el sentido que apuntamos: “We are now witnessing the usage of such terms as ‘Traditional Wicca’, which many initiates view as an oxymoron. Do you think there has been an attempt by various magical groups to blur the lines of definition or appropriate the outer trappings of Traditional Witchcraft, and if so, why? I’m not sure that Wiccans are deliberately trying to “appropriate the outer trappings of traditional witchcraft” and I see no conspiracy here. Nevertheless the use of such terms as ‘Traditional Wicca’ or ‘British Traditional Witchcraft’ has certainly blurred the lines of definition. From what I can tell the term British Traditional Witchcraft was first used in the United States to define and identify those lineages of modern neo-pagan witchcraft originating with Gerald Gardner, Alex Sanders and their followers. These were established lineages with a hierarchical priestly structure and a formal initiation with several degrees or grades. By using the term ‘Traditional Wicca’ or ‘British Traditional Witchcraft’ their followers were separating it from the more recent eclectic forms of ‘New Age Wicca’ and traditions such as solitary witchcraft and ‘hedgewitches’ or ‘kitchen witches’. Obviously this has caused confusion between traditional non-Wiccan witches and Wiccans. One traditional witchcraft forum on the Internet frequently has Wiccans join it because they do not know the difference between ‘Traditional Wicca’ and the Traditional or Old Craft that pre-existed Gardner… Also there is a tendency for the followers of neo-pagan witchcraft to deny the reality of the Traditional Craft pre-Gardner and, ironically considering their own recent origins, claim it is a modern invention. One reason for this is that there is only a tenuous connection between the beliefs and praxis of modern neo-pagan and Wiccan groups and historical witchcraft and the ancient pre-Christian religions of the past.” 

Llama la atención, que al contrario de lo que nos dicen, el término de “Brujería Tradicional”, no empezó a usarse para evitar que la Wicca ocupase el espacio de la Brujería, o para diferenciar la “Brujería Moderna” (Wicca) de la “Antigua Brujería” (Tradicional), sino para mantenerse al margen de corrientes New Age (“By using the term ‘Traditional Wicca’ or ‘British Traditional Witchcraft’ their followers were separating it from the more recent eclectic forms of ‘New Age Wicca’ and traditions such as solitary witchcraft and ‘hedgewitches’ or ‘kitchen witches’.”).

Y los seguidores de estas prácticas, muy solícitos a explicar por qué ellos son tradicionales y los wiccanos, no, obvian que las cosas no estén tan claras como parece. Pero al margen que no podamos compartir que la Wicca nazca con Gardner o que las únicas Tradiciones sean las que provengan de su linaje, ambas creencias falsas, no está de más recordar que fue desde la Wicca que también se usó el término “Brujería Tradicional”, para diferenciarse de las corrientes de corte moderno que, ahora, los aludidos dicen que es un título que excluye a la Wicca (?).

¿Hemos olvidado que la Corriente de Gardner, surgió como Brujería Tradicional, siendo sus detractores y sucesores quienes, solo después de su muerte, decidieron denominar en tono despectivo su Corriente como Gardneriana (detractores), y Wicca como sinónimo de Brujería (seguidores), dado que por este nombre explicó Gardner que se conocía a los brujos? ¿o que fue a partir de entonces (años 70/80), cuando Wicca comenzó a utilizarse convencionalmente, como un sinónimo de Brujería Tradicional desprovisto de carácter peyorativo, frente a una sociedad demasiado contaminada aún para respetar la Vieja Religión? Parece que fue Robert Cochrane, por sus detractores, y Doreen Valiente, por sus seguidores, quienes popularizaron el término Gardneriano como el de Wicca, respectivamente.

Y fue sólo entonces, después, cuando empezaron a utilizar el nombre de Wicca, para designar la Corriente de la Brujería popularizada por Gardner. De hecho, Gardner apenas utilizó dos o tres veces la palabra Wicca en sus escritos y sólo para referirse a cómo se denominaban los practicantes de la religión en la que dijo haber sido iniciado, el Culto de la Brujería:

“Al ser Gerald Gardner quien de modo nostálgico adopta una palabra arcaica anglosajona, para identificar a los practicantes de su sistema iniciático y mistérico llamado “Witch-Cult”, supuso posterior a su muerte gracias a Doreen Valiente y la incidental intervención de Robert Cochrane, re-identificar al sistema con la denominación “Gardnerian Wicca” o simplemente “Wicca” para reconocer a quienes procedían de ese linaje iniciático.” 

Sólo matizar a esto, que Wicca es una palabra proto-indoeuropea, anterior al anglosajón; Gardner no la utilizó para identificar a los iniciados de su Coven, sino de la Brujería en general; y el Sistema no era suyo ni le llamó el Culto de la Brujería, sino que el Culto de la Brujeria es la religión en la que fue iniciado. Sería tras sus innovaciones, que se constituyera después su Corriente.

¿Hace esto a la Wicca un producto de Gardner? En absoluto. Y es que guste o no guste, la Wicca siempre fue el Culto de la Brujería, y la Brujería es la práctica de la Wicca, y lo que vino con el Cristianismo, ha sido una desvirtuación constante y progresiva de los términos, conceptos y significados originales, que nos ha llevado a convertir un Oficio religioso ancestral, en tecnicas y prácticas “mágicas”. Y por supuesto que no hemos tenido la “suerte” de pertenecer a linajes antediluvianos, pero como si esto fuese imprescindible para practicar nuestra religión… pues claro que no ha habido que se pueda afirmar, una continuidad FISICA ininterrumpida desde la Edad Antigua, quizá ni desde la Edad Moderna, es que ni habríamos podido, ni fue prioritario exponerse, sino que al contrario, fue a través de ténues pistas, susurros en la Noche y la voluntad de personas con nombre propio de aquí y de allá y en todas partes, que lo más importante de las religiones europeas, sus creencias y sus ritos, sobrevivieron en nosotros con mejor o peor fortuna hasta que hoy, al fin, además de ponerlas en práctica empezamos a reconstruirlas en lo necesario, en tanto tengamos capacidad y conocimientos para hacerlo.

Como el hecho de iniciar nuestros ritos en círculo, girando un número determinado de veces en derredor, una práctica tan nuestra como antigua, vinculada implícita y explícitamente con los Cultos precristianos europeos, que de ninguna manera hemos adoptado de corriente esotérica alguna, moderna o medieval, y que sin embargo se nos reprocha haberlo aprendido de la Magia Ceremonial o Alta Magia ¡del siglo XIX! (Ritual Menor del Pentagrama, de la Golden Dawn)… ¿quizá porque fuese MacGregor Mathers, quien enseñó a los Lusitanos a procesionar en círculos durante los ritos funerarios, a los pueblos celtas en general, a girar en circulos para establecer el límite sagrado en sus rituales, o a los brujos ibéricos del siglo VIII e.a., a reunirse en círculo para hacer sacrificios a sus Dioses, como se condena en el Fuero Juzgo?:

“… é aquellos que facen circos de noche, é facen sacrificio á los diablos, estos atales o que quier que el iuez ó so merino les podiere fallar ó provar, fáganles dar á cada uno CC. azotes, é sennalelos na fronte layda mientre, é fágalos andar por diez villas en derredor de la cibdat, que los otros que les vienen sean espantados por la pena destos […]” 

Aunque el Colectivo de la Brujería siga enredado en la Magia Enochiana, por fortuna el mundo Académico tiene claros los antecedentes: “El gran número de prácticas tradicionales basadas en girar en torno a una cosa, persona o lugar que se hallan asociadas a rituales sociales, territoriales y religiosos de trasfondo indoeuropeo sugiere profundizar en su investigación como expresión de sacralidad en la Hispania Céltica. […] Desde el punto de vista cronológico, la ambulación ante lo sagrado queda atestiguada en la Protohistoria europea por los textos greco-latinos. […]” 

¿Quiénes eran AQUELLOS, esos congregados en bosques por la noche, para oficiar EN CÍRCULO, celebraciones religiosas de ADORACIÓN a los DIOSES PRECRISTIANOS en el s. VIII e.a., pese a saber que de ser descubiertos, perderían sus posesiones, serían torturados, expuestos a la humillación entre sus convecinos y en no pocas ocasiones ejecutados? Y es que:

“Un rito circumambulatorio –del latín circum y ambulo– es una práctica consistente en dar una o más vueltas alrededor de un objeto de culto central sea cual sea su naturaleza, adscripción religiosa o cultural, y por la que los participantes solicitan una intercesión de la divinidad en el mundo de los vivos o simplemente expresan reverencia, devoción o maldición. Se trata, por tanto, de una forma de veneración que lleva implícito el reconocimiento de la sacralidad de aquello que se rodea o de lo que esto representa […]“. No hablamos de círculos cabalísticos repletos de pictogramas hebreos, sino de ritos precristianos en toda su extensión, dimensión y profundidad, en un continuo de como mínimo mil años entre los celtíberos de Iberia y los brujos de Hispania, y mucho más allá, mejor decir más acá, pues son fórmulas rituales que han llegado INTACTAS hasta nuestros días.

Por eso, por tanto, es que duele leer de estas incongruencias envueltas en ramas que nos impiden ver el Bosque… Por eso, por lo tanto, es imprescindible devolver a nuestros Cultos su sentido original, por mucho que al hacerlo nademos contra corriente en un viaje sólo de ida, mejor decir de vuelta, que habrá de procurarnos el conocimiento necesario para fertilizar el espíritu y formar las mentes de quienes vienen detrás, con el testimonio aún latente de nuestros Ancestros.

Siguiendo con la entrevista, leemos que en la pregunta se plantea una presunta contradicción por el hecho de hablar de Wicca Tradicional, cuando suponen que la Wicca es una religión nueva. Es frustrante, la facilidad con la que se puede llegar a imponer un lenguaje manipulado. Que se de por hecho que la Tradición Gardneriana es la primera Wicca, es algo totalmente absurdo si tenemos en cuenta que la Wicca tiene al menos 6000 años. Sin embargo, en la propia pregunta está la respuesta. Porque el problema viene por parte de grupos esotéricos, apoyados por una masa “anónima” pero muy activa, que han querido que se difuminase la definición de Brujería, para decirse parte de la misma. Es ahí y en aceptar tal dislate, de dónde vienen estos lodos… Y no, no es que existiese una Brujería pre-Gardneriana, sino que los cambios que pudo haber implementado Gardner y otros después, a la Brujería Británica, han hecho de la Wicca que lleva su nombre una Corriente genuina. Será a partir de ahí, que pueda analizarse y definir si sigue el modelo pagano o el neopagano, de la Brujería Tradicional o de la neobrujería, de la Wicca o no.

Es curioso que Michael Howard identificase el Gremio hechiceril y “neochamánico” que vamos a analizar, Edgewitchey (‘Brujería del Cerco’), con formas eclécticas recientes de “Brujería”: “By using the term ‘Traditional Wicca’ or ‘British Traditional Witchcraft’ their followers were separating it from the more recent eclectic forms of ‘New Age Wicca’ and traditions such as solitary witchcraft and ‘hedgewitches’ or ‘kitchen witches’.”.

La Práctica de la Wicca, la Brujería, es el oficio o ministerio propio de una religión concreta, que actuó como caleidoscopio de la herencia religiosa prehistórica en el ámbito proto-Indoeuropeo. Creencias que evolucionarán local y paralelamente, pero no exentas de cruces y préstamos intercultuales, al ritmo de desarrollo de los diferentes pueblos de Europa, que de manera natural y tras su persecución, derivó en Cultos que emergieron de sus diferentes Tradiciones locales y transversales. El vínculo entre wicca y religión es primitivo, permaneció inalterado durante milenios y construye el término por el que fueron señalados los paganos durante mil años más, hasta que el Cristianismo subvertió el lenguaje religioso, para confundir a las gentes sometidas a su influencia y poder, convirtiendo a los sacerdotes, en hechiceros. Pero por lo mismo que hoy hemos resuelto hacer lo contrario: convertir a los hechiceros, en sacerdotes. Y no porque lo uno sea mejor o peor que lo otro, sino por el interés de antes y de ahora, en las implicaciones que resultan de lo uno y de lo otro:

“El análisis de la destrucción de los centros de culto ha supuesto igualmente el de las transformaciones operadas en el sacerdocio pagano -tanto el dedicado a cultos prerromanos como romanos que no se suelen diferenciar en las fuentes tardías–, que, perdidas sus prerrogativas, se vio obligado a realizar sus actividades de forma oculta o en espacios abiertos aislados, lo que les valió ser identificados con el mundo de la magia y la superstición.” 

Retengamos, entonces, este hecho: cuando nos referimos a la Brujería, hablamos de Culto, esto es, de devoción y de magia, pero al margen de las prácticas hechiceriles que coexistieron bajo cualquier creencia o modelo religioso, que por supuesto tuvieron nombre propio y diferenciado. Y cuando hablamos de Hechicería, lo hacemos exclusivamente de “magia”, de técnicas más o menos elaboradas pero prescindiendo o utilizando la religiosidad. En este caso (Hechicería), ni el Cristianismo fue una excepción, como puede comprobarse en los recetarios medievales y en la cultura popular. La diferencia, si acaso la más significativa, es que el Cristianismo no concebía estos supuestos y veía la misma cosa practicarla que ser fiel de cualquier otra religión. Y el trato, no muy diferente en lo punitivo, no solo fue perseguir las actividades “mágicas” que afectasen a terceros, sino todo lo relacionado con la magia, siendo entonces la unica salvedad, que para la nueva religión el conocimiento mágico en sí mismo, ya era un motivo de condena, mientras que para los Cultos precristianos, lo fue el uso indebido de este Conocimiento.

Y por cierto, por lo mismo que nadie imagina a un ebanista con pesas en las muñecas para que le dificulte su trabajo, no deberíamos dejarnos convencer que los hechiceros del pasado, usasen elementos o herramientas innecesarias para sus prácticas, como incorporar figuras mitologicas en las que no creian. Así que eso de que tuviesen unas creencias propias y diferentes de las de sus sociedades, es un cuento chino. Lo que sí tuvieron, fue una ética diferente, la suya propia.


▪ FALSO MITO: LA BRUJERÍA DEL CERCO, ES UNA TRADICIÓN DE LA BRUJERÍA TRADICIONAL


Este Gremio, es poco conocido socialmente pero de los más recurrentes para los que se dicen “solitarios”, dentro de la Brujería Tradicional. Quizá sea porque no existiendo más reglas o limites que las propias y un estatus reconocido, se exime de las obligaciones y responsabilidades de un colectivo, sin perder las ventajas como colectivo… Y eso está muy de moda.

No definir la Brujería del Cerco como Culto, pretende calificarlo en virtud de lo que se desprende tanto de sus prácticas como de las declaraciones de sus practicantes. Recogiendo el significado que explica la RAE de la definición de Culto, lo vemos más claro: “6. m. Conjunto de ritos y ceremonias litúrgicas con que se tributa homenaje. 7. m. Honor que se tributa religiosamente a lo que se considera divino o sagrado.” [59] Y si no es un Culto, no es Brujería. En todo caso, el significado etimológico de Culto, explica mejor por qué no encaja el sentido natural del término:

“1610s, «worship,» also «a particular form of worship,» from French culte (17c.), from Latin cultus «care, labor; cultivation, culture; worship, reverence,» originally «tended, cultivated,» past participle of colere «to till» (see colony). Rare after 17c.; revived mid-19c. with reference to ancient or primitive rituals. Meaning «a devotion to a person or thing» is from 1829.” 

Es evidente, que Culto hace referencia a formas religiosas, lo que desde luego no se da en el Gremio del Cerco. Y es que tampoco lo quieren, son sus practicantes los que cuando intentan definirse, lo hacen desmarcándose de la religión. Es un sintoma, que sean estos mismos Gremios quienes lo reivindiquen, como hace Howard trasladándolo a la Brujería Tradicional:

“In my opinion the Traditional Craft can be defined by the fact it combines various magical systems and beliefs and ways of working magic that range from the primitive to the sophisticated – so-called ‘low magic’ with ‘high magic’. For example one finds the use of poppets for healing and cursing and the practice of fertility magic alongside a gnostic belief system offering the promise of spiritual salvation and enlightenment… This is summarized by some comments made by one of the modern traditional witches who feature in my book, Robert Cochrane, discussing his great-grandfather in a letter to Robert Graves. Cochrane said that the Warwickshire and Staffordshire witches led by his forbear were not interested in attaining mystical states. Instead they practised magic for more basic reasons such as good crops, healthy children and the power to strike back at their oppressors. Of course there were and are many traditional covines who worked magically for both ends. In that respect there are examples of middle-class occultists working magically with rural witches that prove the point.” 

Sobre el Gremio del Cerco, no hay apenas documentación en nuestro idioma y menos de gente que se defina como practicante de este Arte, por lo que vamos a tener que recurrir casi siempre a textos de habla inglesa. En español, utilizo exclusivamente el Blog: Brujería del Cerco. Y a lo que preguntamos, si el Gremio del Cerco es una religión, nos dice:

“La Brujería tradicional con la tradición práctica de la Brujería del Cerco, no es una religión ni nada que se lo parezca… El error proviene de todas las Corrientes neopaganas que han surgido al abrigo de la llamada “Nueva Era” y especialmente la Wicca, un cajón de sastre donde tienen cabida desde el panteón egipcio hasta el hinduista pasando por el islámico, por poner un ejemplo. Los wiccanos eligen un panteón de dioses determinado que entra en consonancia con el entorno socio-cultural en el que viven o bien porque han sentido que han de trabajar con una energía u otra pues para ellos al final todo se reduce al dios y a la diosa y si seguimos excavando un poco, el dios y la diosa no son más que aspectos de una única deidad en su manifestación masculina y femenina respectivamente. Como veis, ahí tenéis la garra limitante del monoteísmo… Los brujos de todo el mundo practican esa ciencia esotérica según su propia ética y autoridad moral, algo nada bien visto por cualquier grupo o religión organizada. Los brujos de todo el mundo hacen la misma brujería. Lo único que los diferencia es la forma de practicarla y los ingredientes para usarla. Y lo más importante: la brujería no es una religión porque es una forma de ser, algo que surge de forma natural y que no necesita de intermediarios ni de rituales para contactar con los númenes. Uno, por las cosas que le suceden, sabe que es brujo. Si provienes de una familia practicante del Oficio, todo es más fácil. Si no la tienes, no importa. Los numerosos sucesos extraordinarios que rodeen tu vida te conducirán a ella […]” 

Como responder a todas estas declaraciones, da para mucho, primero voy a procurar ceñirme al tema, a que considere este Gremio y a la Brujería Tradicional, como NO RELIGIOSOS.

En este sentido, habría que explicar que culto y religión no son estrictamente sinónimos, pero están condicionados el uno al otro. Para no alargarme voy a tratar de poner un ejemplo práctico: el Cristianismo es una Religión de las que llamamos raíz, de manera que se extiende en ramas paralelas. El Catolicismo y el Anglicanismo, siendo Cultos diferentes, son religiones cristianas. Lo que en el fondo las diferencia, son las formas, el “conjunto de ritos y ceremonias litúrgicas con que se tributa homenaje.”, y las maneras con las que se contempla, concibe y explica el “honor que se tributa religiosamente a lo que se considera divino o sagrado.”

Asimismo, es llamativo que se considere “nuevaerista” la Wicca, cuando incluso la Tradición de Gardner es ANTERIOR a la Nueva Era. Siendo lo cierto, que será precisamente el Gremio del Cerco el que nacerá décadas después de la popularización de la Wicca, como resultado de unificar prácticas hechiceriles locales e inconexas, como una presunta Tradición milenaria utilizando para ello de gancho el chamanismo prehistórico, como veremos.

Decir que “la brujería no es una religión porque es una forma de ser, algo que surge de forma natural y que no necesita de intermediarios ni de rituales para contactar con los númenes“, es hacer una mera declaración de intenciones. Todas las religiones llevan implícita una forma de ser, acorde a sus creencias, y no es un hecho diferencial, sino una consecuencia. La religión es natural, tanto, que es incluso anterior a nuestra Especie y propio de otras (H. Neanderthalensis). El tema de requerir o no de intermediarios es subjetivo, puesto que muchas religiones o lo consideran como forma de sus prácticas o tienen excepciones donde se contempla. No es, sino, evitar reglas y compromisos, tener una responsabilidad, lo que camufla eso de “ir de solitario”.

Que una persona decida practicar o no una religión, es un derecho, que se permita hablar en nombre de todo un Gremio que no reconoce representantes ni a nadie que hable en nombre de los demás, una exceso, y que decida lo que es o no es ese Gremio sin la aprobación de TODOS los miembros que lo integran, es pasar por encima de las bases que defiende. Peor aún, es que recurra a una demagogia pueril para tratar de justificarse, pues no es necesario faltar al respeto de quienes deciden ser religiosos, para justificar que uno mismo no lo sea:

“Tanto el cristianismo como la Wicca son religiones. Las personas que siguen ambos credos parecen disfrutar de la pertenencia a un grupo (una parroquia, en el caso del cristianismo y un Coven, en el caso de la Wicca). Ambos llevan señales que los identifican como miembros de ese grupo: un cristiano suele llevar colgado al cuello un crucifijo y un wiccano un pentáculo. Similitudes sospechosas que tienen su origen en la gran farsa nacida de la Golden Dawn y que hablaremos, largo y tendido en este blog, cuando haya terminado mis investigaciones al respecto… El brujo o bruja no lleva ningún símbolo. Si bien la brujería tradicional tiene algunos símbolos propios, no se usa ninguno propio. El brujo no hace proselitismo porque le es indiferente que la gente la practique o deje de practicarla. El brujo sabe que la brujería es cosa de unos pocos y tampoco necesita el reconocimiento del grupo y menos ser reconocido como tal por los demás… Los wiccanos y los cristianos suelen practicar ritos de iniciación: el bautismo o el año + 1 día para ser considerado wicca. El brujo tradicional nace, no se hace. Muchos tenemos antepasados que nos transmitieron su arte de forma oral y que empezamos a hacer brujería desde que tenemos uso de razón…“ 

Decir que el Cristianismo como la Wicca son religiones, es una verdad de Perogrullo, si bien por la necesidad de ponernos en el mismo lugar, tenga el mismo sentido que comparar a la autora con Erzsébet Báthory, porque a las dos las consideraron brujas y brujería sus prácticas. Dicho esto, no se si los demás se sentirán felices por pertenecer a un grupo, en mi caso me siento felíz de practicar mi religión, no me importa que seamos 6 o 6000 en mi Culto mientras mi Tradición me sobreviva en la forma que yo la he recibido y transmitido. Ah, y llevo encima lo que quiero, si quiero, nadie me impone nada.

En cualquier caso, decirse chamana y seguir Cultos precristianos e ignorar que en la antigüedad, antes de que exteriorizar símbolos religiosos te pudiese costar la vida, nuestros Antepasados no sólo portaban múltiples símbolos mágicos y sagrados, sino que se los tatuaban, dice más de lo que yo pueda extenderme. Lo mismo puede decirse de hacernos sospechosos de vaya Usted a saber qué conspiranoia, por llevar pentáculos o vincularlo con las cruces que lleven los cristianos. Y ya ni decir de hacer del pentáculo, uno de los símbolos mágico-religiosos más antiguo y universal de la historia, una seña identitaria de la Golden Dawn (!) ¿Será que los pitagóricos le deben esta costumbre a Israel Regardie? Porque claro, que hace 2500 años hubiese quienes llevaran el pentagrama, para reconocerse entre ellos como miembros de su fraternidad, se lo deben a una Orden Esotérica del s.XIX e.a. Es más, lo hicieron 600 años antes de que los cristianos llevasen cruces, porque ambas “sectas” estaban compinchadas… evidente. Pero además, como cada cual actúa como quiera y es libre de aplicar su saber hechiceril, se permiten hablar en nombre de todos los brujos y afirmar que ningún brujo porta símbolo alguno, bueno, ningún brujo de verdad, de los que ellos consideran que lo son, porque tienen el poder y el derecho de decidir quién lo es, qué le representa y cómo vestirse.

Por lo mismo, que el brujo de verdad no hace proselitismo “porque le es indiferente que la gente la practique o deje de practicarla. El brujo sabe que la brujería es cosa de unos pocos y tampoco necesita el reconocimiento del grupo y menos ser reconocido como tal por los demás.“ No hay más que ver que los que se presentan como brujos del Cerco, no abren Blogs, ni se dedican a enseñar a la gente cómo convertirte en uno de ellos y realizar sus prácticas, qué va… 

En fin, es tal la incongruencia, que con objeto de atacar a la Wicca se llega a extremos que cuesta calificar, sin herir su amor propio. Y es que ¿Cómo se puede justificar que la Brujería Tradicional no es iniciática, a diferencia de la Wicca y el Cristianismo, en el mismo artículo que se reconocen como Brujería Tradicional, grupos donde se exige la Iniciación para forma parte de los mismos? ¿Acaso el Cultus Sabbati, Anderson Feri o el Clan de Tubal Caín, por citar algunos, no tienen ritos iniciáticos? ¿Es que nos han tomado a todos por idiotas?

Que la Wicca, como la Brujería en general, se hayan convertido en la “casa de Tócame Roque”, tiene más que ver con que cada cual diga y haga lo que quiera utilizando su nombre, que con la posibilidad de que esté concebida para que se la utilice de cualquier manera. La Wicca, es una religión que contempla los Cultos propios del ámbito Indoeuropeo, que es precisamente lo que reivindican desde el Gremio del Cerco, pero quitando obligaciones, reglas y responsabilidades. Que sean o no wiccanos todos los que digan serlo, no es argumento ni prueba de nada, o de lo mismo que aceptar a Aramis Fuster como bruja tradicional, porque lo dice. Y este lío empezó precisamente, con discursos, como que “Los brujos de todo el mundo hacen la misma brujería. Lo único que los diferencia es la forma de practicarla y los ingredientes para usarla.“ La Brujería, es una religión, el Gremio del Cerco, no. Los ingredientes por antonomasia de la Brujería son los que emanan de la Wicca: Devoción, Tradición y Transmisión… del Gremio del Cerco, ya vemos que otros. Bien, no es una religión, no tiene por qué tenerlos.

Y ahora sí que podemos responder a eso de que el “error” de considerar religión a la Brujería, provenga “de todas las corrientes neopaganas que han surgido al abrigo de la llamada “Nueva Era” y especialmente de la Wicca, un cajón de sastre donde tienen cabida desde el panteón egipcio hasta El hinduista pasando por el islámico, por poner un ejemplo […]”. En realidad, considerar la Brujería como religión, tras prohibirlo el Cristianismo, empieza a replantearse en la Edad Moderna, a partir de que la Ciencia histórica comienza a independizarse, básicamente desde el s. XIX, lo que en tono condescendiente y peyorativo recuerdan en algunos círculos paganos como el “Romanticismo histórico”, el mismo que poco a poco va ganando fuerza con los nuevos estudios académicos, y que nace mucho antes de los años 60/70 del s. XX, que es cuando eclosiona la Nueva Era. La Wicca Gardneriana no puede surgir al abrigo de la Nueva Era, pues sale a la luz al menos una década antes. Sí lo ha hecho, sin embargo, el Gremio del Cerco. De la Wicca Histórica, de la práctica de la Wicca, tenemos documentos que la mencionan expresamente al menos desde el s. IX e.a., cosa que no podemos decir de la Edgewitchery, que creo el término a finales del s. XX, precisamente con la raíz witch (wicca), como consecuencia de unir un localismo sajón (haegtessa, ‘cabalgar el cerco’, del Viejo Alto Alemán hegga, hecka), relativo a prácticas de la Vieja Religión, con el proto-indoeuropeo (+ueik-, wicce, inglés antiguo witch, witchery, ‘acción y efecto de consagrar’, práctica religiosa).

Sí que es cierto, que la Wicca se ha convertido en un cajón de sastre, si bien no menos de lo que lo ha hecho como Brujería en general. Pero este inconveniente, no puede interpretarse como una consecuencia de que exista la Wicca o que la llamemos Brujería, sino a que ya por interés o “invigilando”, hemos consentido o dejado que suceda con afirmaciones “generalistas” como la anterior, más enfocadas a buscar empatías y justificar que estén quienes no deberían estar, que definiciones que la expliquen. Estar al alcance de todos, no hace a la Brujería universal ni propia de cualquier parte, porque LA BRUJERÍA NO ES UNIVERSALISTA, sino consecuencia de la memoria religiosa de unas Tradiciones singulares en unos pueblos concretos. Por eso es que no sepamos de ningún h’ilol en Turingia, ni de una seidkona entre los Tzeltales. Y por lo mismo que respetamos la terminología foránea, deberíamos respetar la nuestra. Eso sí, parecer cercana no la hace asequible ni para todo el mundo. Y desde luego que no deberían aceptarse como wiccanas propuestas como una presunta «Wicca Egipcia», que no deja de ser una forma ecléctica más ad hominem que otra cosa. Que haya personas con más imaginación que coherencia, no significa que todo valga, sino que tenemos demasiado tiempo libre y una espalda muy ancha. Pero como ocurre con lo que llaman Brujería Tradicional: Brujería Verde, Brujería de la Cocina… o Brujería de Estar por Casa. Qué más da, si todo lo que no es Wicca, es Brujería Tradicional.

Por otra parte, es temerario guiarse por lo superficial de según qué afirmaciones: “Los wiccanos eligen un panteón de dioses determinado que entra en consonancia con el entorno socio-cultural en el que viven o bien porque han sentido que han de trabajar con una energía u otra pues para ellos al final todo se reduce al dios y a la diosa y si seguimos excavando un poco, el dios y la diosa no son más que aspectos de una única deidad en su manifestación masculina y femenina respectivamente. Como veis, ahí tenéis la garra limitante del monoteísmo…“

Todos deberíamos poder optar por la religión que sea o ninguna, sin que este derecho suponga un hándicap. Que para alguien sea un problema, dice más de él que del hecho en sí. Elegir, no tiene por qué implicar inventar, mezclar o reducir en este caso nuestra teología a la mínima expresión. Los Dioses no salen de cromos que podamos elegir o cambiar, sino del sentimiento religioso. Si la práctica de la Wicca es politeísta, lógicamente la Wicca tambien ha de serlo, y que los Dioses de nuestro Panteón tengan como figuras principales una Diosa y un Dios, no nos hace biteístas, henoteístas ni monoteístas. Sería como como culpar al Gremio del Cerco por ocultar la “garra limitante” del monoteísmo, tras la Dama Holda y el Viejo Nick, epítetos por los que se conocen a la Diosa Madre y al Dios Cornudo [67] como Figuras principales de su Panteón. Pero como deducir que incorporar la Diosa Asiática Hékate como tercera Divinidad en importancia, se supone que de los pueblos del norte de Europa [68], convierte al Gremio del Cerco quizá en cómplice del dogma de la Trinidad cristiana… ¿por qué no?

Y por cierto ¿dónde se ha quedado eso de que “La brujería del cerco tiene, como ya hemos hablado en alguna otra ocasión, un origen chamánico, basado en prácticas autóctonas registradas en la Europa septentrional y que es conocida como seidh o seidr […]” ? ¿o que “La Brujería del cerco es una mezcla de brujería y chamanismo basados en las tradiciones del Cunning Folk o Gentes de Astucia principalmente de Centroeuropa pero también de las Islas Británicas“ ?… “La brujería del cerco es depositaria de prácticas chamánicas antiquísimas que son propias de los pueblos europeos, una forma de brujería que bebe directamente del inconsciente colectivo europeo y sola y exclusivamente de los arquetipos que surgieron de aquel único caldo de cultivo. Es hora de romper una lanza a favor de una espiritualidad únicamente europea, nunca en detrimento de otras culturas pero sí complementaria e igualmente valiosa.“ … Estamos totalmente de acuerdo con romper una lanza en favor de nuestras tradiciones. Ahora, sólo hace falta cumplirlo y si por ejemplo dicen ampararse en un Panteón concreto, el Germánico en este caso, no recurrir a otros, como el Cario. Y de hacerlo, no incidir con su pureza.

Para zanjar el aspecto teológico, espero haber dejado muy claro el antecedente politeísta de la Wicca. Si con esto, hay quien piense que estoy diciendo que quienes reducen nuestro Panteón a una Divinidad con dos “caras”, a dos Divinidades con mil o solo a arquetipos, no son wiccanos, está en lo cierto, lo estoy diciendo. Que ya va siendo hora que rompamos el cordón umbilical, con la pila bautismal… y quédese quien lo sienta, no a quien le sirva o le guste.

Qué es la Wicca

Buscando un significado escueto y directo, podemos decir que Wicca es una religión pagana (politeísta, animista e idólatra) de transmisión aprehensible, de raíces ancestrales y de construcción hermética, mistérica e iniciática que se fundamenta en el Culto a la Naturaleza, a los Ciclos Vitales y a los Antepasados bajo el binomio Fertilidad/Fecundidad, donde confluyen un ceremonial complejo y unos rituales atávicos.

Ampliando el concepto, entendemos por Wicca al conjunto de confesiones religiosas paganas del mismo nombre, que se forjan básicamente en el Continente Europeo y la cuenca mediterránea, a raíz de patrones remotos de influencias paleolítica y neolítica, y el influjo posterior de los pueblos indoeuropeos a través de la evolución de la Brujería Tradicional (BT) hasta nuestros días, reactivada explícitamente a consecuencia de la legislación positiva occidental en materia de Libertad Religiosa en la segunda mitad del s. XX. Es por ello llamada la Vieja Religión.

Se proyecta como una doctrina arcaica, primitiva, que ha ido evolucionando en el devenir de los milenios preservando sus referentes fundamentales, como lo es la sacralización de los tiempos y de los ciclos vitales, la comunión con la Naturaleza, la devoción y Culto a los Antepasados, un politeísmo expreso tras el dualismo primario fertilidad-fecundidad en todas sus manifestaciones religiosas y la triple funcionalidad subyacente en sus divinidades[2], así como una materia o corpus de transmisión que se perpetúa, recoge o rescata dependiendo del  momento histórico de que se trate, con una manifiesta intencionalidad de prolongación y traspaso.

Wicca es una cepa religiosa compleja de la BT de origen indoeuropeo, de la que se segregarán posteriormente diferentes Ramas y Tradiciones que responden tanto a la geografía de su foco de referencia (Wicca Celta, Wicca Celtíbera, Wicca Sajona, etc.), como al modelo de transmisión (Wicca Hereditaria, Wicca Tradicional, Wicca Ecléctica, etc.) y a la especificidad propia del origen de la transmisión (Wicca Gardneriana, Wicca Alejandrina, Wicca Correlliana, etc.). Teniendo por lo tanto un componente horizontal (referencia geográfica) y otro vertical (referencia personal).

Siendo una consecuencia culta, histórica y etiológica de la BT[3], la Wicca responde al modelo básico contemporáneo de culto pagano: evolutivo, reconstruccionista, politeísta e idólatra[4]. El término neo-paganismo en el que tratan a veces de encuadrarla, es un convencionalismo académico-pseudoreligioso que detrae la evolución de los diferentes Cultos precristianos hasta la Wicca, bajo la afectación impuesta por la Iglesia Católica de considerarla un hecho aislado y desemejante de estos cultos arcaicos, posibilidad que ha sido usada despectivamente[5] para procurar desprenderla de una tradición histórica probablemente intermitente pero constante[6], de los Cultos y creencias precristianas de los que desciende y se nutre, unas creencias y tradiciones supervivientes de facto hasta la Edad Media[7] e incluso la actualidad[8], planteando que si hay creencias, tradiciones y restos cultuales que perviven hasta hoy, es porque la devoción y práctica intencional humana y no el azar lo debe haber hecho posible, razonamiento al que la Wicca recurre para explicar su arraigo y continuidad.


¿De dónde viene la Wicca?

Como toda tradición precristiana, la Wicca puede rastrearse remontando sus raíces paso a paso desde su inmediata antecesora a la fuente previa de la que se nutre y de este modo hasta la raíz. Así, podemos retrotraernos siguiendo el siguiente patrón: Wicca – Brujería – Paganismo – Cultos indoeuropeos – Cultos neolíticos – Cultos paleolíticos.

Que este proceso ha sido constante y definido a través de la historia, es algo conocido ampliamente en el mundo académico[9] e incluso al margen del circuito “oficial” por estudios de la misma Iglesia Católica, algo que sus propios investigadores reconocen sin ambages una vez que hacen referencia a la Vieja Religión fuera de la apología y el proselitismo:

“Una consideración particular de estas manifestaciones paganas merece en nuestros días la brujería. Muchas veces se tiende a identificar la brujería con el satanismo, sin embargo, se trata de dos realidades completamente diferentes. La brujería corresponde al contexto de las religiones pre-cristianas, particularmente a los cultos de adoración a las fuerzas de la naturaleza, y por lo tanto no se encuentra ligado en su origen a los conceptos de bien y mal propios del cristianismo. Claro que en los primeros siglos del cristianismo, durante su proceso de expansión, los cristianos se encontraron con estos cultos de la naturaleza, sus sacerdotes y prácticas, y debieron dar respuesta a ellos. El principio de razonamiento fue sencillo: los cristianos no conocen otro poder que el poder de Dios; todo lo que no provenga de Dios solo puede provenir de su adversario, el demonio. Por lo tanto, quienes invocan un poder que no es el poder de Dios, invocan el poder de los demonios y por lo tanto son adoradores del demonio. Este razonamiento llevó a considerar a todos los seguidores de los sacerdotes que adoraban las fuerzas de la naturaleza como por ejemplo los druidas y las brujas del centro de Europa como adoradores de Satanás; y a sus cultos, como cultos satánicos. Así comprendió a la brujería la Inquisición tanto en regiones católicas como luteranas y anglicanas; a punto tal que algunos autores han llegado a afirmar en su momento que en realidad la brujería era solamente una consecuencia (“invención” dijeron algunos) del accionar de la Inquisición. Sin embargo, estas creencias están muy lejos de las que describimos en el apartado anterior y desde sí mismas nada tienen que ver con la adoración del mal. No se debe confundir la adoración de Satanás con la adoración de las fuerzas de la naturaleza propia de las religiones europeas pre-cristianas. En estos términos los sacerdotes y sacerdotisas de los antiguos cultos europeos pre-cristianos de la naturaleza genéricamente llamados brujos y brujas, fueron considerados adoradores de los demonios por invocar fuerzas distintas de las del verdadero Dios a los ojos de los cristianos. Ahora bien, estrictamente hablando, estos brujos y brujas no pueden ser considerados satanistas en los términos que precisáramos antes. Dentro de este concepto de Brujería como culto a las fuerzas de la naturaleza, y brujo/a como el sacerdote o sacerdotiza de estos cultos, contemporáneamente podemos encontrar a la Wicca, el neodruidismo y otros movimientos semejantes que se caracterizan por celebrar el ritmo de las estaciones del año y otros fiestas de la naturaleza.”[10]

Esta consideración que “emparenta” la Wicca con la Brujería y a ésta después con el paganismo, tampoco es tema de discusión, sino de aceptación. De ahí que historiadores como M. Tausiet apostillen en cuanto a la segunda evidencia esta vinculación natural cuando explica que “es cierto que entre los practicantes de la magia rural no dejaba de ser común la invocación a ciertos espíritus, ya fueran expresión de fuerzas mágicas, antiguos dioses paganos, ánimas de los antepasados o incluso santos. Pero la nueva versión eclesiástica, según la cual se definía la brujería precisamente por el pacto con el Demonio, debe relacionarse más con la evolución de la propia Iglesia que con el pretendido cambio de las creencias y prácticas populares”… “Dentro de esta evolución puede comprenderse mejor la atribución de pacto demoníaco, no sólo a los magos cultos y a los herejes, cuyas doctrinas podían suponer una fuerte competencia a las enseñanzas de la Iglesia, sino también a cualquier conducta no controlada directamente por sus representantes. Para justificar la actuación sobre los medios rurales, donde todavía quedaban tantos restos de creencias paganas, tantas formas diferentes de interpretar lo sagrado, tantos ritos, tantos seres por quienes la mayoría de la población sentía un respeto especial, mezcla de admiración y temor, se llegó a inventar una nueva herejía: la brujería, tal y como la interpretaron quienes la definieron. Constituía ahora, en su opinión, un sistema de ideas opuesto al cristianismo y basado en la ayuda de Satanás (termino que, en griego significa precisamente el adversario.). De este modo, la brujería llegó a ser considerada como el crimen más grave de todos cuantos puede cometer el ser humano. Tal afirmación se basaba siempre en la supuesta vinculación con el Demonio por parte de quienes eran acusados de brujos. Y la justificación jurídica aducida era que la brujería reunía en uno otros tres tipos de delitos: herejía (el más grave, por la alianza con el Demonio), apostasía (ya que el brujo renunciaría a su fe para sustituirla por una nueva fe en el Diablo) y blasfemia (pues los ritos demoniacos constituían la más grave afrenta a Dios).”[11]

Que la obsesión hacia “la bruja” fue un tema de amplio significado para la teología medieval cristiana, no solo respondería a un modelo patriarcal orientalizante y profundamente machista, sino a una determinación implacable por agotar el paganismo, sabiendo que era la mujer firme depositaria de la Vieja Religión.

“Mejor informados estamos al parecer acerca del papel jugado por las mujeres en la religión de los celtíberos. A los testimonios iconográficos mencionados anteriormente que aparecen en las cerámicas pintadas numantinas, podemos unir el de Suetonio {Galba 9, 2) de que Galba se decidió a alzarse contra Nerón al conocer que éste había mandado asesinarle, animado por otra parte por los presagios del sacerdote del templo de Júpiter en Clunia, quien fue advertido durante el sueño de la profecía hecha doscientos años antes por una fatídica puella de que de Hispània saldría quien gobernase el Imperio. Esta profecía al parecer se conservaba escrita en versos en dicho templo.El testimonio de Suetonio es importante ya que muestra, junto a lo que conocemos por otras fuentes, que durante la época independiente de los celtíberos la mujer había tenido un papel importante en las prácticas religiosas, papel posteriormente mermado durante la dominación romana. Esta situación recuerda algo lo que nos narra Tácito acerca de los germanos. Según Tácito éstos veían en la mujer algo sagrado y profético y con anterioridad a su tiempo mujeres como Veleda y Aurania fueron consideradas seres sobrenaturales. En su tiempo, sin embargo, los sacerdotes habían tomado una importancia mayor, en relación sin duda con el desarrollo del antropomorfismo en la religión germánica y la individualización de sus dioses en el período comprendido entre Cesar y Tácito. La importancia de las mujeres en la esfera religiosa que observamos entre los celtíberos y germanos puede deberse tanto a factores económicos (papel de las mujeres en las labores de recolección que constituyen un importante suplemento en la dieta) como de tipo que podríamos llamar ideológico. Especialmente importante en este sentido es una cita de Salustio {Hist. 2, 92) que destaca el papel que las mujeres jugaban entre los celtíberos como transmisoras de la historia oral de las familias a través de cantos o relatos que narraban las hazañas de los antepasados: a matribus parentum facinora militaria viris memorabantur in bellum aut latrocinia pergentibus ubi illorum fortia jacta canebant. A esta función, importante dentro de las sociedades tribales en las que el conocimiento se transmite siempre en forma oral, la mujer debe haber unido sus conocimientos médicos sobre las propiedades de las plantas como principal recolectora. Igualmente el culto lunar, atestiguado por Estrabón entre los celtíberos, puede haber tenido implicaciones femeninas como ocurre en numerosas religiones”[12].

Queda pues, perfectamente claro cuál es el origen de la Wicca, tanto en su relación con la Brujería como en las raíces paganas de esta Religión. Toda explicación que minimice o desvirtúe en cualquiera de sus aspectos esta realidad incuestionable, estará generando una ambigüedad o confusión de todo punto superada por la realidad histórica y por lo mismo, marginal y desechable.

Aunque hubo movimientos tendentes a dar a conocer la Brujería a la sociedad a lo largo de los siglos XIX y XX, no sería hasta mediados de los años 50 de este último siglo cuando la Wicca se populariza de mano de Gerald Gardner. En palabras de Cantrell, “… no existe duda que a Gerald Gardner se le debe dar crédito al hacer pública nuestra religión en el siglo XX sin haber reinventado Wicca. Sería más por desarrollar la tradición que lleva su nombre, la Wicca Gardneriana, desde la cual muchas de las tradiciones del presente han podido desarrollarse. Gerald Gardner, Aleister Crowley y Margret Murray han hecho una contribución indeleble en el resurgir de la religión Wiccana como existe hoy y el trabajo de ellos en nuestra evolución nunca debe ser olvidada.“[13]


¿Cuáles son los principios religiosos de la Wicca?

Al no ser únicamente una Confesión Religiosa estrictamente hablando, sino la cepa religiosa a partir de la cual se desarrollan los diferentes Cultos que la componen, la Wicca tiene diversos principios que si bien pueden llegar a ser muy similares, varían incluso radicalmente de una Tradición a otra. Pese a ello, podemos referir aquí los más comunes:


–          Creencia en un Mundo Espiritual vivo, múltiple e interrelacionado, del que nuestra existencia forma parte.

–          Creencia en una Naturaleza viva y consciente, sagrada, en la que estamos integrados y de la que dependemos.

–          Creencia en la sacralidad de los Ciclos Vitales del ser humano y de la Tierra como Madre de todo cuanto es, así como de los Ciclos Astrales que nos determinan.

–          Creencia en los Espíritus de la Naturaleza, que intermedian, cohabitan e interaccionan con nuestra realidad.

–          Creencia en la vida después de la muerte, la transmigración del alma, la Ley de causa-efecto y la interacción entre vivos y muertos.

–          Creencia en el Culto a la Fertilidad-Fecundidad, a las Divinidades, a los Espíritus de la Naturaleza y a los Antepasados.


En cuanto a sus principios éticos, existen en Wicca unas recomendaciones comunes de entre las que cabe destacar, por lo universal de las mismas: no hacer proselitismo, no hacer nada que pueda perjudicar a terceros y no olvidar que todo vuelve a nosotros multiplicado por tres.

Es evidente que estas recomendaciones o consejos éticos no se forjan en el pasado sino en la experiencia y el ejemplo, fraguadas a partir de pronunciamientos filosóficos externos que han ido acoplándose a la moralidad Wicca. Así, el principio más debatido en la comunidad wiccana por su controversia, simplificado como “mientras a nadie dañes, haz  tu Voluntad”[14], recoge un pronunciamiento humanista complejo que puede ser el resultado de diferentes preceptos e ideas, tan variopintos como el conocido “ama y haz lo que quieras” de Agustín de Hipona, la polémica frase de “haz lo que quieras es la totalidad de la Ley”[15] de Aleister Crowley o con mejor sentido decir que “cada individuo tiene el derecho a actuar de acuerdo a su propia voluntad en tanto que tales acciones no perjudiquen o dañen a otros”, de Stuart Mill.

Esta regla fundamental, alejada del concepto abrahámico de pecado, principio moral del que carece la Wicca, es consecuencia de conferir plena libertad de acción pero también y por lo tanto plena responsabilidad a sus iniciados, pues a diferencia de otras ontologías religiosas, a la persona se la inviste no solo del reconocimiento al conocimiento adquirido, sino de la capacidad de actuar en libertad sabiéndola responsable de sus actos.

¿Existe un sistema sacerdotal, cómo se llega y qué representa en la Wicca?

Desde la complejidad de conceptos, Ramas y Tradiciones, el amplio espectro Wicca acepta y reconoce un sistema iniciático y gradual normalmente dividido en tres fases o grados que pueden sintetizarse en:


– Iniciado Wicca (1er. Grado)

– Sacerdote Wicca (2º Grado)

– Sumo Sacerdote Wicca (3er. Grado)


Esta distribución está organizada así porque la Wicca, a diferencia de los Cultos Abrahámicos, está concebida no para acoger a cualquiera con inquietudes espirituales más o menos afines, sino para escoger de entre aquellas personas con inquietudes espirituales claras, a quienes decidan libremente y soliciten continuar su camino iniciático en ella, guardar sus enseñanzas y transmitirlas después, y si bien es cierto que no rechaza a personas creyentes paganas, está concebida para formar iniciados y no a guías espirituales.

Para entenderlo con un ejemplo gráfico cercano y guardando todas las distancias, podríamos decir que cuando entramos en la Wicca, lo hacemos en un “seminario”. Y esto no es óbice para disgregar a ésta del contacto con la sociedad, pero sí para entender que no se admita a cualquiera que desee formar parte de ella.

Fieles, devotos o creyentes Wicca y paganos en general, son atendidos, aconsejados o asesorados e incluso se les dirige presidiendo los oficios sagrados, en los ritos de paso o en las grandes celebraciones si lo demandan y el Culto Wicca se presta a ello.

Podemos decir en este caso, que sí existe un grado o nivel sacerdotal dentro de la Wicca, lo que resuelve la primera cuestión.

Para acceder a este grado sacerdotal, que reconoce explícitamente la facultad del iniciado para oficiar ritos y ceremonias como representante religioso capacitado por/para el Culto, es necesario que la persona  complete una instrucción diferente y superior a la iniciación primera, tras un proceso delimitado en el tiempo que aunque difiera de una a otra Tradición, sí que condiciona al iniciado a respetar un período de preparación y superar las condiciones que se establezcan.

En el caso concreto del sacerdocio ha de prevaler, lógicamente y más allá de la propia intuición o entendimiento del iniciado, la experiencia de quienes entiendan preparada a la persona en su nueva etapa, algo imposible de validar por uno mismo. Es por ello que el sacerdocio no puede ser una asunción individual por parte del iniciado, sino la constatación por parte de otros de la aptitud del iniciado para el acceso a esta condición, ya sea por medio plebiscitario, como ocurre en la Wicca Sajona, o por reconocimiento expreso de quienes ya ostentan esta característica, como ocurre en la Wicca Celtíbera.

No puede haber, por lo tanto, Sacerdote/isa o Sumo/a Sacerdote/isa que no haya sido reconocido y capacitado previamente y de forma verificable en la Wicca. Este es un conflicto que se ha generado desde la llamada “Wicca solitaria”, porque tendemos a confundir Iniciado en la Wicca con Sacerdote Wicca cuando, como es fácil de entender, no son equiparables.

En la Wicca el sacerdocio representa un hándicap añadido, un paso más, un servicio si se quiere yuxtapuesto, no necesario para el iniciado pero sí razonable dentro del Culto de que se trate y además ineludible para que dicho Culto se mantenga, cuando no una consecuencia inevitable de la iniciación. En el caso de la Wicca Celtíbera exige un  periodo no inferior a seis años y pasar las pruebas y exámenes pertinentes para alcanzar este grado.

Queda claro, pues, que toda persona que se abrogue la cualidad de Sacerdote Wicca y ni que decir tiene si dice ser Sumo Sacerdote, deberá explicar ineludiblemente en qué Tradición o Rama ha obtenido esta responsabilidad. Hemos de saber, además, que pese a lo que utilizan como excusa muchos falsarios, no es cierto que su reconocimiento no pueda ser verificado, pues todas las Tradiciones serias tienen un Registro o en su defecto un apartado de su Libro de Sombras[16] donde poder confirmarlo. Así, quien diga pertenecer a la Tradición Celtíbera, por ejemplo, afirmando ser Sacerdotisa o Suma Sacerdotisa Wicca, puede saberse solicitando información al respecto, que se dará si el interés es legítimo puesto que se guardan la fecha, la persona o personas que han llevado a cabo la iniciación y el grado en el que haya sido iniciada.


Consideraciones finales

La Wicca no es una religión a la carta en la que cada cual pueda opinar lo que le venga en gana y hacer dogma de ello, ni mucho menos cualquiera que diga haberse auto-iniciado y solo por ello puede considerarse Sacerdote/isa Wicca, esa es una potestad que se reconoce y no se compra por la Tradición a la que diga pertenecer. No es lo que uno crea ni lo que nos gustaría que fuera, sino lo que es.

Una Tradición Wicca tampoco puede sacarse “de la manga” cogiendo de aquí y de allá simplemente lo que nos convenga, nombrarnos Sumos Sacerdotes y ponernos a administrar iniciaciones -normalmente previo pago- a diestro y siniestro, sino contener unas bases claras y una estructura definida que responda a una realidad mágica y religiosa concreta.

Hay quienes inventan “wiccas” y caminos iniciáticos inexistentes y se titulan de mil formas diferentes para dotarse de un arraigo y capacidad de la que carecen cuando ni siquiera saben por donde coger o como realizar un ritual de iniciación que no hayan copiado y plagiado antes de Internet, que titulan su publicidad con tales “títulos” para dotarse de una seriedad de todo punto inmerecida y “colar” mejor sus productos, o que llegan a la desvergüenza de decirse Druidesas de 25 años de experiencia y una vez descubiertas al año siguiente dicen llevar 25 años de Sumas Sacerdotisas Wicca. Incluso hay quienes registran nomenclaturas Wicca cuando no son wiccanos y se dedican a criticarla o tratar de desacreditarla.

En fin, que hay mucho sinvergüenza o desequilibrado suelto que estamos obligados a detectar y desenmascarar para que la Wicca deje de ser el cajón desastre desde el que cualquier irresponsable pueda engañar, abusar o timar a terceras personas amparándose en su “dilatada” trayectoria como Sacerdote wiccano. Parásitos que cuanto antes extirpemos, antes acabarán abandonando la idea de usar la Wicca para su lucro y ego personal, disuadiendo con su ejemplo a otros para que no sigan sus pasos.


[1] Este resumen está sacado de la obra “Historia de la Wicca. La Vieja Religión en la Nueva era” de ©Fernando González y tiene todos los derechos reservados, quedando expresamente prohibido todo uso contrario a lo estipulado legalmente al respecto de obras protegidas por copyright (Ley de Propiedad Intelectual) en la Legislación Vigente, sin la autorización expresa del autor.

[2] G. Dumézil. Los Dioses de los Indoeuropeos, París, 1952 (trad. española, Barcelona, 1970). Los Dioses de los Germanos (1953), trad. esp. México, 1973.

[3] +wicca. Término indoeuropeo *ueik-, *wicca-, con el significado de divino, santo, sagrado, brujería, brujo/a, conjurar, sabiduría, magia, adivinación, sacrificio, consagrar, bendito, etc. . (Julius Pokorny Indogermanisches Etimologisches Wörterbuch Pág. 1128… Gerhard Köbler, Indogermanisches Wörterbuch págs. 1342-1343). Wicca es un arcaísmo proveniente del indoeuropeo y raíz de la palabra Brujería (Witchcraft) y está por lo tanto plenamente justificado el uso del cultismo Wicca, como sinónimo o equivalente del término Brujería.

[4] Pagano, RAE. Pagano, Wikipedia.

[5] CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA. CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO 1993. JESUCRISTO PORTADOR DEL AGUA DE LA VIDA. Una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era” (Fuente)

[6] “¿Y cómo es que algunos de vosotros, que habéis renunciado al diablo y a sus ángeles, a sus cultos, y a sus malas obras, ahora volváis de nuevo a los cultos del diablo? Porque encender velas junto a las piedras y a los árboles y a las fuentes y en las encrucijadas, ¿qué otra cosa es sino culto al diablo? Observar la adivinación y los agüeros, así como los días de los ídolos, ¿qué otra cosa es sino el culto del diablo? Observar las vulcanales y las calendas, adornar las mesas, poner coronas de laurel, observar el pie, derramar en el fogón sobre la leña alimentos y vino, echar pan en la fuente, ¿qué otra cosa es sino culto del diablo? El que las mujeres nombren a Minerva al urdir sus telas, observar en las nupcias el día de Venus, y atender en qué día se hace el viaje, ¿qué otra cosa es sino el culto del diablo? Hechizar hierbas para los maleficios, e invocar los nombres de los demonios con hechizos, ¿qué otra cosa es sino el culto del diablo? Y otras muchas cosas que es largo el decirlas. He aquí que, después de haber renunciado al diablo, hacéis todas estas cosas después del bautismo, y volviendo al culto de los demonios y a las malas obras de los ídolos, faltasteis a vuestra palabra, y habéis quebrantado el pacto que hicisteis con Dios.” (Martín de Dumio. Santo cristiano y Arzobispo de Braga, s. VI E. a. De Correctione Rusticorum, 16. Obras completas de Martín de Braga, edición y traducción realizada porUrsicino Domínguez del Val, Fundación Universitaria Española, Madrid 1990, quien a su vez a utilizado la edición de C. W. Barlow, Martini episcopi Bracarensis opera omnia, New Haven 1950)… “Hacia 1270, la Suma del Oficio de la Inquisición, compuesta en el entorno de Benito de Marsella, consagra todo un capítulo a la ´forma de interrogar a los augures y a los idólatras´” (Jacques Le Goff. Historiador Medievalista profesor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Diccionario Razonado del Occidente Medieval. Pág. 88).

[7] «… la «caza de brujas» perseguía la liquidación de las últimas supervivencias del «paganismo», es decir, en esencia, de los cultos de la fecundidad y los argumentos iniciáticos. El resultado de todo ello fue el empobrecimiento de la religiosidad popular y, en determinadas zonas, la decadencia de las sociedades rurales.” (Mircea Eliade. Doctorado en Filosofía y Catedrático de Historia de las religiones en la Univeridad de Chicago. Historia de las creencias y las ideas religiosas. V. III, 306. LA «CAZA DE BRUJAS» Y LAS VICISITUDES DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR, pág. 293)… “Una religión viva y fuerte, como el paganismo griego, empieza en la sibila y termina en la bruja. La primera, hermosa virgen, a plena luz lo acunó, le dio el encanto y la aureola. Más tarde, decaído, enfermo, en medio de las tinieblas de la Edad Media, de las landas y de los bosques, fue escondido por la bruja; su piedad intrépida lo alimentó, lo hizo vivir todavía. Así, para las religiones, la mujer es madre, tierna cuidadora y nodriza fiel. Los dioses son como los hombres: nacen y mueren en su seno.¡Cuánto le cuesta esta fidelidad! . . . ¡Reinas magas de Persia, maravillosa Circe! Sublime Sibila, ¡ay!. . . ¿Qué ha sido de vosotras? Y ¡qué bárbara transformación! . . . Aquella que, en el trono de Oriente, enseñó las virtudes de las plantas y el viaje de las estrellas, aquella que, junto al trípode de Delfos brillaba con el dios de la luz y daba los oráculos a un mundo de rodillas… es la misma que, mil años después, es cazada como un animal salvaje, perseguida en las encrucijadas, execrada, despedazada, lapidada, sentada sobre carbones ardientes.” (Jules Michelet. Historiador. Fue Catedrático de Historia del Collège de France. Historia del Satanismo y de la Brujería. Pág. 3-4)

[8] “Las áreas occidentales o atlánticas de la Península Ibérica, desde Galicia y Asturias, consideradas habitualmente como tierras célticas, e igualmente todas las tierras del Norte, desde Galicia al País Vasco incluido, más las tierras de la Meseta, comprendido todo el Sistema Ibérico y el occidente del Valle del Ebro al Oeste de Zaragoza, territorios que coinciden con la llamada Hispania Celtica (Untermann, 1961; Almagro-Gorbea y Lorrio, 1987; Almagro-Gorbea, 2001a; id., 2005a; id., 2005c), conservan ritos y tradiciones de origen prerromano en el folklore mucho más numerosos de lo que se suele suponer.” (Martín Almagro-Gorbea. Catedrático de Prehistoria, Doctorado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid -premio extraordinario- y Anticuario Perpetuo de la Real Academia de la Historia. Especialidad protohistoria de la Península Ibérica y Europa Occidental. Tartessos, cultura Ibérica y cultura Céltica. Procesos de Aculturación y Etnogénesis. Museología. Excavaciones y Patrimonio Cultural. La Etnología como fuente de estudios de la Hispania Celta II.- Perduración de elementos celtas de la antigüedad en el folklore. Págs. 18 y 19)… “El fundamento del interés científico para la Historia de la Hispania prerromana de documentos etnológicos como los citados radica en que, a través del mundo romano, la cristianización, la dominación árabe y la Reconquista, han sobrevivido múltiples elementos culturales en procesos de “larga duración” que permiten documentar elementos de las creencias y la cosmovisión del mundo celta originario que han perdurado casi hasta nuestros días.”… “La conservación de ritos y tradiciones en el folklore es un hecho de sumo interés, que se explica por procesos de “larga duración” que afectan a diversos aspectos de la cultura, incluyendo la religión y el pensamiento (vid. supra). Este hecho permite comprender la perduración hasta nuestros días de tales elementos en amplias áreas de la Península Ibérica.» (Martín Almagro-Gorbea. Ibid. Pág. 21-23)

[9] “Los estudiosos de la historia de la brujería, como Giusseppe Faggin, están de acuerdo en el hecho de que el diablo es indispensable para que pueda existir la bruja. Para este investigador, el culto satánico del que se acusará a la bruja tiene un claro antecedente en los cultos paganos. El germen que ya se hallaba presente en Grecia y Roma va a ir floreciendo a lo largo de los oscuros años de la Edad Media. Las hechiceras clásicas llevaban a cabo sus actos mágicos sirviéndose del auxilio de los dioses paganos, esto es: del diablo, pues los dioses grecorromanos se demonizarán muy pronto…. La difusión del judeo-cristianismo supone importantes cambios a todos los niveles. Evidentemente, dichas transformaciones no se operan de forma inmediata, y durante largo tiempo convivirán Cristianismo y paganismo. Se dará un lento proceso de eliminación de los sistemas religiosos vigentes, degradándolos a la categoría de magia y superstición, haciéndose de ellos algo condenable.” (Eva Lara Alberola. Doctorada en Filología Hispánica por la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir. Hechicería y brujas en la literatura española de los siglos de oro. Págs. 58, 59)

[10] Oscar Gerometta. Bachiller en Teología egresado de las Facultades de Filosofía y Teología de la Universidad del Salvador de Buenos Aires, Argentina. Dirige “Informe  sobre Sectas”. Fuente: Catholic.net y ésta del Informe sobre  Sectas.

[11] María Tausiet Carlés. Doctora en Historia por la Universidad de Zaragoza, especializada en Historia Medieval y en el estudio de la brujería, la posesión demoníaca y la magia urbana. Doctorada “Cum laude” por unanimidad por su Tesis “Brujería y superstición en Aragón en el siglo XVI”. Ponzoña en los ojos. Brujería y superstición en Aragón en el siglo XVI. págs. 41, 42

[12] Manuél Salinas de Frías. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca en 1977 con premio Extraordinario de Licenciatura. Doctorado en Historia En 1981 con Premio Extraordinario de Doctorado. Vicerrector de Docencia, Profesor Titular de Historia Antigua del Dpto. de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Salamanca. LA RELIGION DE LOS CELTIBEROS (I). Págs. 88-89

[13] Gary Cantrell, “Creencias y Prácticas Wiccanas” (Wiccan Beliefs and Practices), St. Paul, MN: Lleellyn Publications, 2004, página 17.

[14] Rede Wicca.

[15] Aleister Crowley. El Libro de la Ley (The Book of the Law), editado en 1904.

[16] En la Wicca, el Libro de Sombras es el Diario de Cabecera del brujo, del Cóven o del Culto, incluso puede asimilarse a su Libro Sagrado, por ser donde se recogen todas las prácticas, experiencias, doctrinas, ceremonias, rituales y preceptos de su Tradición.

Los Paganos y Neopaganos

Este “grupo”, crítico y en apariencia heterogéneo de neorevisionistas y wikipedistas de la susodicha (pseudo)neoenciclopedia Wikipedia, lleva décadas esforzándose por que los paganos acepten que sus credos deben catalogarse como NEOPAGANISMO. Es verdad, que no se atreven a ser muy incisivos con todos los Cultos, porque los más sólidos y cohesionados no pasan por alto según qué críticas, y cuando no son aludidos desde grandes plataformas que puedan amortiguar la réplica sin apenas consecuencias, los “influencers” solitarios pasan “de puntillas” sobre ellos por temor a una reacción que saben van a provocar. Aún así, en las últimas décadas se ha hecho “tendencia” poner siempre por delante un “neo” a los Cultos precristianos actuales, al extremo que muchos paganos lo han aceptado, abducidos por ese RELATIVISMO absurdo que les obliga a creer que todo es relativo, que todo vale.

Lo peor, es que muchas veces con conocimiento usan esta palabra siguiendo el guión De la Iglesia Católica; pero no de la Iglesia histórica, la que convivió y persiguió al Paganismo CASI hasta exterminarlo, sino del cristianismo actual, el que aún heredando todo lo robado, mira con el mismo desprecio y soberbia de ayer a quienes no deja de considerar, el enemigo a abatir. Una atención, que mantiene su rol inquisitivo ya desde el principio, desde el momento en que quienes obligaban a todo el mundo a pertenecer a su religión, demonizaban a todo el mundo que no la aceptase y aún peor, que quisiera abandonarla.

Comparto reflexiones como las del Cardenal Poupard, pero no por los motivos que expone, cuando diferencia entre conversión, dicen también arrepentimiento, que traducen de la palabra METANOIA (‘cambio de opinión’) para referirse a los conversos al cristianismo, con el cambio de opinión y transformación espiritual de los bautizados actuales a favor del Paganismo, que para él no tiene el mismo sentido ni por supuesto profundidad o valores, y que, ojo, define como paganos, no como neopaganos. Curioso, que en esta Conferencia de Poupard, Neopaganismo sólo se mencione cuatro veces y Paganismo diez. De hecho y al margen del típico lenguaje eclesial (peyorativo), señala como paganos, “… los resurgimientos modernos de la religiosidad arcaica, es decir, las prácticas mágicas, la credulidad.” [1] (La negrita, es mía)… o sea, los Cultos paganos.

A diferencia de los antiguos cristianos, sobre todo aquellos bautizados por convicción (los menos), el pagano no entiende su proceso de “conversión” como arrepentimiento. Hasta ahí, nada que reprochar a Poupard. Quienes tanto ayer como hoy abrazan el Paganismo, si lo hacen desde otra creencia religiosa estarán desandando el camino, volviendo a sus orígenes, al de sus Ancestros. Por eso, lo que mejor explica el proceso de “conversión” actual hacia el Paganismo, antes incluso que metanoia, es EPISTREFO (‘volver, invertir el camino‘) [2], un término también utilizado sobre todo en el contexto bíblico del AT, porque el pagano no busca iniciar un camino nuevo, sino desandar el que ha recorrido para tomar otro más antiguo. Es teniendo en cuenta esto, que hoy podemos definir ambos conceptos en el sentido de las conversiones:


▪️PAGANISMO. Convertirse al Paganismo, es invertir el camino andado, volver hacia una religión anterior, precristiana, y por lo tanto animista, politeísta e idólatra.

▪️NEOPAGANISMO. Convertirse al Neopaganismo, es unirse a algo nuevo, diferente y posterior al Paganismo, pero inspirado en éste y a partir de las creencias precristianas.


Para los cristianos, convertirse conlleva DOLOR y ARREPENTIMIENTO, por “pecar” contra su Dios y vivir al margen de su Ley, pero para los paganos, supone LIBERACIÓN y REENCUENTRO, por liberarse de una religión que no se desea o ha sido impuesta y elegir la opción religiosa que le dicte su conciencia. Es interesante, seguir este desarrollo lingüístico entre metanoia y epistrepho, porque explica muchas cosas:

“1. Terminología.- En el lenguaje bíblico la metanoia dice más que el término «conversión» según su acepción moderna de paso de una convicción o de una conducta a otra, ya que en la Escritura encierra la idea de permanencia que surge de la nueva orientación existencial que provoca.

Todo este rico proceso espiritual se traduce mediante una doble serie de términos: 1) los que se relacionan con la raíz hebrea shlub, traducida en el griego de los Setenta por compuestos del verbo strepho, especialmente epistrepho, y 2) los que se refieren a la raíz nhm, traducidos siempre por metaneo/metanoia. La primera serie es la más abundante, sobre todo en el Antiguo Testamento, y conserva su sentido original concreto de «volver, invertir el camino, apartarse de un camino seguido hasta entonces», con la doble connotación de movimiento tanto fisico (vuelta del destierro) como psicológico (conversión religiosa). En el Nuevo Testamento, entre los diversos compuestos de strepho, tan sólo epistrepho posee, y no siempre, un sentido claramente religioso. En cuanto a la segunda serie de términos, en el Antiguo Testamento es menos frecuente que la primera y conserva también la connotación original de nhm («sollozar, suspirar»), que en forma reflexiva dice «arrepentirse, dolerse», no siempre en un sentido primordial y exclusivamente religioso. Por eso, «estos términos no evocan para el lector del Antiguo Testamento una actitud o una iniciativa característica de la fe de Israel» (J Guillet, Metanoia, 1094).

Por el contrario, cuando se pasa al Nuevo Testamento, se observa el fenómeno contrario: metanoeo/metanoia son mucho más usados que epistrepho, y siempre para indicar una actitud de fondo de la fe cristiana. Si se tiene en cuenta que el Antiguo Testamento de los Setenta distingue siempre rigurosamente entre metanoeo y epistrepho, por lo que nunca se traduce shub por metanoeo y, viceversa, nunca se traduce niham por strepho o alguno de sus compuestos, hay que concluir que metanoeo/metanoia en el Nuevo Testamento significan esencialmente arrepentirse» y «arrepentimiento». Sin embargo, no por eso se puede separar drásticamente la «conversión» del Antiguo Testamento del «arrepentimiento» del Nuevo, ya que los contactos entre ambos conceptos están presentes tanto en el Antiguo (Gn 3,9; Ex 32,12; Jr 31,18-19) como en el Nuevo Testamento (Lc 17,4; Hch 3,19: 26,20).” [3]


Pero dejemos aquí la terminología, para volver a Poupard:

“A través de estos resurgimientos del paganismo, encontramos la vieja herencia pagana, olvidando lo que el poeta Claudel celebra en sus cinco grandes odas: «bendito seas, mi Dios, que nos has liberado de los ídolos», ese Dios a quien siempre le rezan los jóvenes cristianos africanos llenos de vida. Los nuevos movimientos nos hacen volver a los ídolos, a las religiones de los normandos, de los celtas y de los bárbaros. Aquí se unen toda clase de grupos y de subgrupos.” [4]

Efectivamente, es a todo esto, y no a otra cosa, a lo que el Cristianismo y Poupard llaman Neopaganismo: al Paganismo. Y luego, mezclan el Paganismo original y auténtico, con las modas modernas y nuevas espiritualidades con la intención de confundir y desvirtuar:

“Lo que algunos llaman un retorno de lo religioso no es, por eso, un retorno a la fe cristiana, sino por el contrario, portador de un retorno en retroceso, una regresión al paganismo. Tenemos necesidad de llenar el vacío al que estos movimientos dan una respuesta. Esta proliferación de movimientos es un desafío lanzado al anuncio del Evangelio en la proximidad del tercer milenio.

Después de haber evangelizado al hombre moderno increyente, secularizado, la Iglesia se encuentra frente a nuevos paganos que no son incrédulos, sino que son hombres y mujeres que han sido creyentes, pero cuya fe poco a poco se ha adormecido. Están dispuestos a creer en algo que no es más el Dios de Jesucristo, sino algo que los aferra con algo.

Así, sobre nuestras tierras antiguamente cristianas, en el umbral del tercer milenio, surge ahora un hombre nuevo, que es a la vez religioso y pagano: es a él a quien la Iglesia debe anunciar el Evangelio y, en términos de inculturación, enseñarle a hablar en su lengua, la lengua de Dios, al mismo tiempo que está sumergido en las culturas dominantes.” [5]

En cuanto “rascamos” un poco, vemos que tanto en la Edad Media como ahora una y otra vez señalan al Paganismo y a los Cultos precristianos, y que eso de neopagano solo aparece como coletilla para herir la sensibilidad de los paganos y alimentar la de los cristianos con la esperanza que en el fondo son herejes, que no hombres y mujeres ejerciendo su libertad religiosa. Ovejas confusas y descarriadas, a las que deben/pueden rescatar. Vamos, que el “divergente” lo es por imbécil.

Pero a lo que estamos. Desde inicios de la Edad Media, el Cristianismo tuvo muy claro tener por pagano al practicante de las religiones precristianas, y he aquí el matiz, al igual que fue considerado pagano, el cristiano que apostataba para seguir las religiones antiguas, y esto, aún sin haber sido previamente pagano sino cristiano de generaciones, por lo que no hablamos de quien VUELVE a su religión anterior, sino de quien RETOMA los Cultos de sus Antepasados. Ya en ese tiempo, fue LA BRUJERÍA quien protagonizó un papel vital pero ignorado, como muy acertadamente explica Mircea Eliade:

‎”… la «caza de brujas» perseguía la liquidación de las últimas supervivencias del «paganismo», es decir, en esencia, de los cultos de la fecundidad y los argumentos iniciáticos. El resultado de todo ello fue el empobrecimiento de la religiosidad popular y, en determinadas zonas, la decadencia de las sociedades rurales.” [6]

Un hecho, que refleja la tozudez de quienes se permiten el lujo no ya de interpretar en vez de describir, que lo hacen siempre, sino de traducir a su gusto (mal) para poner lo que no dicen los exegetas. Y como hasta eso les parece poco, se lee neopagano donde dice pagano, como traducir uenéfica como bruja, corrigiendo a quienes se les reconoce, y así lo creen los neorevisionistas, por homologar el significado religioso de Paganismo.

Un texto, atribuido en principio a Agustín de Hipona y después a Martín de Braga [7], deja meridianamente claro que para la Iglesia Católica, los bautizados que apostataban de esta fe, con indiferencia de si antes fueron paganos o nacieron cristianos, el hecho de renegar de su religión y ser fieles a Cultos idólatras precristianos LES CONVERTÍA EN PAGANOS, pero no en neopaganos, palabra que por cierto aparece en el siglo XX:

“Quien observa ritos, o hechos, o augurios; o cree en los adivinos, o los sigue, o va a la casa de las brujas, o las recibe en la suya, o las interroga, sepa que ha renegado de la fe cristiana y del bautismo; y como pagano, apóstata y enemigo de Dios, incurre eternamente en su ira, a no ser que enmendado y penitente, se reconcilie con Dios y con la Iglesia”. [8] (La negrita, es mía)

De todas formas, sabemos que un siglo antes el mismo Agustín de Hipona ya defendía sin ambages esa misma postura, si bien la definió mejor, diciendo:

“… llamamos paganos a los cultores de muchos y falsos Dioses” (“… deorum falsorum multorumque cultores, quos usitato nomine paganos vocamus) […]” [9]

Fijémonos, que no dicen NEOPAGANO, sino PAGANO, independientemente a descubrir o retomar el politeísmo nativo. Se define como pagano, al cristiano que rechaza su religión para seguir los Cultos y prácticas precristianas, en lo principal el politeísmo y la idolatría, sin ningún “pero” o dar pie a pensar en este neologismo que ahora nos meten hasta en la sopa. Y tomemos nota, que vincula el Paganismo con la Brujería (la práctica de la Wicca). Vamos, que ni Agustín ni Martín tenían la menor idea de lo que era el Paganismo, porque como los neorevisionistas saben, en realidad los “conversos” eran neopaganos “inspirados”… si hoy en día, un pagano no bautizado en ningún culto cristiano -los hay- decide apostatar de su religión y entrar en los Testigos de Jehová, ¿será neocristiano? Seguro que sí…

Para justificarse, los neorevisionistas pretextan que los Cultos paganos actuales no son los mismos ni vienen de “linajes” milenarios ininterrumpidos, sino que en el mejor de los casos están INSPIRADOS en las religiones precristianas de las que toman el nombre. Como si, salvando lo evidente y para el caso, no cupiese recordar que el Cristianismo medieval y moderno, tienen muy poco o nada que ver con el de los primeros cristianos, o que RECONSTRUIR un Culto, va mucho más allá de inspirarse en el mismo.

Será precisamente el catolicismo, quien desde el siglo XX empiece a desdecirse de su criterio medieval y difundir que los focos de Paganismo, que se irán visibilizando según se implanta la Libertad Religiosa en los países occidentales y derogan las últimas leyes contra las creencias y prácticas paganas, eran intentos por “resucitar” o imitar viejas religiones “desaparecidas”. Pero esto, tiene una explicación muy sencilla: no pueden asumir, que de una u otra forma los Cultos paganos les han derrotado…

O sea, que ahora no se acepta considerar paganos a los cristianos de generaciones que apostataban para volver a la fe de sus Ancestros. Y no lo admiten, porque el corte en el tiempo y más si se prolonga durante siglos, es el único argumento razonado del que se valen para llamar neopaganos a los nuevos fieles de los Viejos Cultos, pero sobre todo, y he aquí el particular interés del cristianismo, para negar la antigüedad de estas religiones revividas, reconstruidas y visibilizadas que el cristianismo no asume que hayan sobrevivido. Pero, mienten.

Los cristianos, mienten porque conocen mejor que nadie que los sistemas religiosos de los Cultos precristianos, carecían de nóminas de fieles y archivos bautismales, por lo que hacen de lo imposible, la existencia de Registros, una “prueba” de legitimidad que saben inalcanzable. Y además son hipócritas, porque simulan carecer de una doctrina aún más peliaguda, en el sentido que no solo es posible la existencia de cristianos que no han sido bautizados por nadie, sino también ¡sacerdotes!, como leemos con MELQUISEDEC (Sacerdocio de Melquisedec). La trampa, está en normalizar que se analicen las religiones precristianas (paganas), con las reglas cristianas y desde la perspectiva del cristianismo.

Y mienten los neorevisionistas, porque no siguen el mismo criterio con ninguna otra religión que no sean las paganas, porque con el Cristianismo se “tragan” unos sapos de escándalo, y porque lo saben. Quien no crea esto, le animo a que lea la entrada Testigos de Jehová de la (pseudo)neoenciclopedia Wikipedia, por ejemplo, y vea las veces que aparece la palabra NEOCRISTIANISMO. Válido, también para la entrada Bahaísmo, donde tampoco aparece la palabra NEOMONOTEÍSMO, y otras muchas que no merece la pena enumerar, porque la evidencia es abrumadora.

Una de las primeras citas, sino la primera, del término Neopaganismo, no es del s. XV sino de 1930, y está en la ENCÍCLICA CASTI CONNUBII de Pío XI contra el Divorcio:

“. Pero lo que impide, sobre todo, como ya hemos advertido, Venerables Hermanos, esta reintegración y perfección del matrimonio que estableció Cristo nuestro Redentor, es la facilidad que existe, cada vez más creciente, para el divorcio. Más aún: los defensores del neopaganismo, no aleccionados por la triste condición de las cosas, se desatan, con acrimonia cada vez mayor, contra la santa indisolubilidad del matrimonio y las leyes que la protegen, pretendiendo que se decrete la licitud del divorcio, a fin de que una ley nueva y más humana sustituya a las leyes anticuadas y sobrepasadas.” [10]

Realmente, en aquellos primeros años del siglo pasado, el catolicismo haría un uso muy peculiar del término NEOPAGANO, sobre todo para criticar las políticas de libertades y derechos civiles que empezaban a consolidarse en los países occidentales. Trataba de comparar los derechos civiles con las libertades paganas, advirtiendo del “peligro” de una era pagana. Si bien, pocos años después (1937) la Iglesia Católica ya empezaría a enfocar el Neopaganismo hacia la descalificación plena del Paganismo ahora sí de forma religiosa. Para comprobarlo, léase la ENCÍCLICA MIT BRENNENDER SORGE (Con ardiente preocupación) también de Pío XI, equiparando las políticas raciales y pseudoreligiosas del nazismo, con los Cultos precristianos bajo el eufemismo hiriente de Neopaganismo:

“. Nos os damos gracias, venerables hermanos, a vosotros, a vuestros sacerdotes y a todos los fieles que, defendiendo los derechos de la Divina Majestad contra un provocador neopaganismo, apoyado, desgraciadamente con frecuencia, por personalidades influyentes, habéis cumplido y cumplís vuestro deber de cristianos. […]” [11]

A finales del siglo pasado, la Iglesia Católica terminó de diseñar la nueva política contra el Paganismo, llamándole Neopaganismo y confundiendo a cristianos y paganos, con el discurso sobre unas “nuevas” religiones ajenas a las pasadas, no herederas de aquellos Cultos que se vanaglorian haber exterminado, sino espiritualidades que inspiran a gente agnóstica, confusa o falta de fe. Y así, leemos en JESUCRISTO PORTADOR DEL AGUA DE LA VIDA. Una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era”, cómo en 2003 el Vaticano armó finalmente su estrategia para el s. XXI, que servirá de cabecera a neorevisionistas y wikipedistas, para fabricar una crítica muy similar a la cristiana:

“Neopaganismo: término rechazado con frecuencia por aquellos a quienes se aplica. Se refiere a una corriente que sigue un trayecto paralelo al de la Nueva Era y con el cual suele relacionarse. En la oleada de reacción contra las religiones tradicionales, especialmente la herencia judeocristiana de occidente, son muchos los que han vuelto la mirada a las antiguas religiones indígenas, tradicionales, paganas. Se considera que cuanto precedió al cristianismo era más conforme al espíritu de la tierra y de la nación, o que era una forma pura de la religión natural, en contacto con las fuerzas de la naturaleza, a menudo matriarcal, mágica o chamánica. Según dicen, la humanidad será más sana si retorna al ciclo natural de las fiestas (agrícolas) y a la afirmación general de la vida. Algunas religiones «neopaganas» son reconstrucciones recientes cuya verdadera relación con las formas originales puede ser discutible, particularmente en los casos en que están dominadas por componentes ideológicos modernos como la ecología, el feminismo o, en casos raros, por los mitos de pureza racial. ” [12]

De esta reflexión, pueden sacarse varias conclusiones. La primera y más evidente, que es la opinión de quienes aborrecen de las religiones precristianas, que las han plagiado, difamado, desvirtuado y perseguido hasta la extenuación durante siglos, y contra las que siguen combatiendo en la actualidad. Es una opinión bastante desafortunada, que como es costumbre con este tipo de “reflexiones”, está cargada de dobleces y ambigüedades. Otros no tan prudentes, dirían que henchida de veneno, prejuicios y estereotipos.

Resulta curioso, que destaquen el desacuerdo de los paganos porque se les defina como “neopaganos”. Quizá, hubiese merecido la pena haber enriquecido el texto con el motivo por el que los paganos no están de acuerdo con una etiqueta que no usan y con la que no se sienten identificados. Siquiera para contrastar.

Por otra parte, es una medio verdad decir que sea una corriente paralela a la Nueva Era, y que estén relacionadas. De hablar del auténtico Neopaganismo, sería cierto, pero como incluyen las religiones paganas, es falso. En las siguientes líneas, dejan claro hablar de Religiones precristianas, y no de nuevas espiritualidades y religiones, de corte ecléctico, que sí deberían etiquetarse como neopaganas y relacionadas con la Nueva Era.

Dicen, que “En la oleada de reacción contra las religiones tradicionales, especialmente la herencia judeocristiana de occidente, son muchos los que han vuelto la mirada a las antiguas religiones indígenas, tradicionales, paganas. […]”. Pero de entrada, se obvian dos detalles: primero que esta “oleada” de apostasías, no se debe a ninguna reacción CONTRA las religiones tradicionales, sino GRACIAS a la libertad religiosa, y segundo, que si el Cristianismo es tradicional en Europa, una religión oriental impuesta desde hace 1400 años y después de siglos de represión y persecuciones, más singulares serán las AUTÉNTICAS religiones nativas, las que ellos mismos definen como “… indígenas, tradicionales, paganas”, con más de 100.000 años desarrollándose con naturalidad en nuestro Continente [13]. Es de sentido común, pues, que cuando se tiene la posibilidad de saber, querer y elegir, se ejerza este derecho y llegado el caso uno se decante por el original antes que por las copias.

Si no fuese porque tildan equivocadamente como neopaganas, a las religiones paganas, estaríamos de acuerdo en afirmar que los neopaganos, en tanto emulen o simulen seguir cultos precristianos, no tienen nada o poco que ver con las originales, y su relación es discutible. Pero lo cierto, es que ellos señalan constantemente a los Cultos precristianos como objeto de su crítica y fuente directa de los colectivos que analizan y que entienden como paganos, si bien acaben mezclándolos con espiritualidades, ocultismo, yoga y todo lo que se les ocurra y catalogándolos como neopaganos. Y es precisamente la obsesión por clasificarlo todo como neopagano, lo que descalifica el total de su argumento.

Por otra parte, considerar moderno la ecología o el feminismo, es ridículo. Estrictamente hablando, no es cierto que sean conceptos modernos, sino que como conceptos en sí mismo, lo son. O sea, que lo moderno es el nombre, no lo que explica. Hablamos de neologismos, de palabras creadas para referirse a circunstancias concretas, y he aquí el matiz, bien conocidas desde la Antigüedad. Creer, que sólo ahora los derechos de la mujer sean objeto de reivindicación, que antes no lo hubo aunque no se llamase así, es un error.

La lucha por los derechos y la igualdad de la mujer, es tan antigua como el Machismo. En Europa, incluso en épocas prehistóricas, muchos pueblos tuvieron sistemas bastante igualitarios en relación con su tiempo y en su entorno, sólo superados por los países occidentales en el s. XX. Las viejas sociedades precristianas, como la celta, aunque no alcanzaron los estándares igualitarios actuales, desarrollaron unas tradiciones prehistóricas MATRIARCALES que estaban a años luz de las judeocristianas y que chocaron con el Patriarcalismo Oriental importado con el Cristianismo, de tal forma que reivindicaciones como el divorcio, la posesión de bienes, heredar, gobernar o la libertad sexual, eran derechos consolidados de la mujer:

“Una opinión expresada por un número de eruditos, es que la sociedad céltica arcaica gozaba de un orden social donde las mujeres estaban situadas en una relación de equilibrio armónico en relación a los hombres, ocupando una posición que no tenía paralelo en el resto de las sociedades indo-europeas. Podían reinar, gobernar, ocupar puestos dentro del mundo de la política, de la religión (había incluso druidesas), y de la vida artística; había mujeres jueces y legisladoras; podían poseer y mantener propiedades bajo su nombre, en forma individual, que incluso tras el matrimonio no podían ser apropiadas por el marido; escogían libremente con quién y cuándo se querían casar o juntar, y se podían divorciar sin dificultad alguna; y si eran abandonadas, molestadas, violadas, o maltratadas, poseían el derecho de reclamar y conseguir daños y perjuicios de considerable magnitud. […]” [14]

En cuanto a la lucha por la igualdad, ya dentro del ámbito del Cristianismo, que será a partir de su influencia que los derechos de las mujeres se pierdan o empeoren por más de 1500 años, se obvia la colisión de tradiciones y la lucha secular del Cristianismo por abolir los derechos de la mujer reconocidos entre aquellos pueblos. Es increíble, que en la actualidad nos sigan bombardeando con medio verdades para convencernos que el Feminismo sea moderno y esté desvinculado del Paganismo y la Brujería, o que en la Edad Media no se luchó contra la desigualdad…

Incluso movimientos ¿protofeministas?, como el de la Querelle des Femmes (Querella de las Mujeres) [15], del s. XV, conjura tardomedieval contestataria en favor de la mujer que dio pie a lo que luego sería la ORDEN DE LA ROSA, que no tiene que ver con la Orden Rosacruz, parte de una de las primeras feministas históricamente documentada, Christine de Pizán (1364-1430), filósofa, poeta y literata que pleiteó contra el Machismo en su obra LA CIUDAD DE LAS DAMAS, y dio pie a una agria polémica con la sociedad misógina de la época, hasta desembocar en la mencionada Querella de las Mujeres y, finalmente, en la reivindicación de la igualdad de la mujer de la Edad Moderna.

El planteamiento de Pizán en su obra y escritos posteriores, era simplemente brillante:

“Estaba convencida de que si se educara a la mujeres de la misma manera que a los hombres, ellas podrían tener las mismas facultades que ellos, incluso en el terreno científico y jurídico, aunque ella reconocía que unas serían más inteligentes que otras, pero, a fin de cuentas, lo mismo pasa con el sexo masculino.

Filósofos, poetas y moralistas parecían hablar al unísono para concluir que la mujer es intrínsecamente mala. Ella se rebelaba y le preguntaba a Dios por qué no la había hecho nacer varón a fin de no equivocarse en nada.” [16]

En fin, que antes de dar por sentado todo lo que leamos por la Red, busquemos en nuestra historia una realidad que a fuerza de dejar en manos de neorevisionistas y wikipedistas, nos han sustraído y remplazado por sus extravagantes opiniones de oídas.

Y cosa similar, ocurre con la Ecología. Es una palabra moderna cuyo origen se conoce [17], pero si nos ceñimos a su significado, también es antiguo, tanto, que como disciplina hunde sus raíces en el mundo helenístico, sin hacer de menos por ejemplo, a los Cultos celtas y a sus sacerdotes, los druidas, conocidos en la época como sabios naturalistas versados en el conocimiento de la Naturaleza, conservando la tradición de hacer de los espacios naturales Santuarios a PROTEGER, de su sostenibilidad un DEBER sagrado y de atentar contra Ella, un DELITO capital.

Pero hacer moderno y pagano el mito de la pureza racial, es un insulto a la inteligencia. El judeocristianismo, dijo mucho y mucho más debe callar de xenofobia y pureza étnica, tanto, como para no hacer de esto algo moderno y menos culpar al Paganismo de ello. Que antes de emponzoñar con estas vilezas, mejor harían releyendo la Biblia y a racistas como Basilio, Atanasio, Agustín, Justino, Jerónimo, Juan Crisóstomo… y callarse.

Los cristianos, saben desde hace tiempo que perdieron el discurso supremacista contra los paganos, que los persiguieron irracional y salvajemente durante casi 2000 años para nada en realidad, y que lo que les diferencia del Judaísmo, lo copiaron del Paganismo. Con estos mimbres, sabiéndose deudores y supeditados ética, ritual y teológicamente a las religiones precristianas, han construido una estrategia que desacredite estos Cultos contemporáneos que las representan, negando sus orígenes y su herencia, con el objeto de convencernos que son grupos huérfanos y sectarios creados con recursos esotéricos y ocultistas de los ss. XVIII al XX y otras tendencias heréticas, que captan “inadaptados” o creyentes frustrados y nostálgicos de una espiritualidad, que no religión en el fondo, que no han vivido ni entienden o es ficticia y a la que, en definitiva, no les une nada.

Esta neoestrategia, deslegitima a los mayores Doctores, Santos y Padres de su Iglesia, que durante más de mil años mantuvieron lo contrario. Y lo hace, diciendo ahora que el Neopaganismo “… indica la situación de aquellos que se consideran post-cristianos aun estando bautizados y se vuelven a dioses distintos del Dios de la Biblia (…).” [18] No es cuestión ni hay espacio, para profundizar en este asunto y recorrer el grueso de las neopiniones y el neodogma de la Neoiglesia, sobre el neotérmino Neopaganismo, pero con estas neocitas, se observa el neocambio de su neopolítica, y vemos de dónde sacan sus neolibelos los neorevisionistas de turno…

En las últimas décadas, han construido una posverdad que pretende ahogar todas las fuentes y referencias históricas, raíces que explican que el prefijo “neo”, aplicado a los paganos, solo sería aceptable si hiciese referencia a los NUEVOS FIELES (creyentes, iniciados) de los viejos Cultos paganos, y no que estas religiones reconstruidas, sí, pero antiguas, sean nuevas o esencialmente distintas a las que fueron. O en su defecto, que se apliquen sólo a nuevas corrientes espirituales y religiosas politeístas, y punto.

Para más escarnio, dicen que lo que sí sabemos que son corrientes espirituales, grupos de autoayuda y realización, pseudoreligiones y religiones neopaganas, etc., tienen la misma consideración que las paganas incluso sin ser siquiera religiones, como ocurre con el Cunningcraft (Hedge Witchcraft), reescribiendo la historia para dar una falsa trascendencia, a lo que nunca debió sustituir a la auténtica Brujería, a la Wicca.

Sin embargo, vemos que sobre todo en los mayores mentideros de la Red (Wikipedia, Facebook, etc.), unos pocos pero de manera constante falsean la Historia del Paganismo y de las Religiones Paganas y Nativas europeas actuales, para relegarlas a un segundo plano histórico, pseudoespiritual, pseudoreligioso, ecléctico y teológicamente pobre, sin ser nosotros conscientes que al consentirlo, nos convertimos en cómplices de esta farsa que es hacer del Paganismo, Neopaganismo, y del Neopaganismo, Paganismo.


1.- Paul Poupard. RELIGIOSIDAD y NEOPAGANISMO. La Iglesia ante estos fenómenos. Fuente: Boletín Informativo de la Fundación S.P.E.S. Conferencia del Cardenal Paul Poupard en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, Niza, 01/04/98, LA IGLESIA ANTE LAS NUEVAS FORMAS DE RELIGIOSIDAD Y EL NEOPAGANISMO. Publicado en la revista es «Culturas y», Volumen VI Nº 3/1998. Traducción del original en francés, por José Arturo Quarracino. Fuente:INFO-SPES. En Catholic.net.

https://es.catholic.net/op/articulos/2706/cat/18/religiosidad-y-neopaganismo.html

2.- Epistrefo (gr., Epi + Strepho)

https://emcitv.com/bible/strong-biblique-grec-epistrepho-1994.html

3.- A. Dalbesio. METANOIA. VocTEO.

https://mercaba.org/VocTEO/M/metanoia.htm

4.- Paul Poupard. Web cit.

5.- Paul Poupard. Ibid.

6.- Mircea Eliade. HISTORIA DE LAS CREENCIAS Y LAS IDEAS RELIGIOSAS. Vol. III., Cap. XXXVIII, 306. La «caza de brujas» y las vicisitudes de la religiosidad popular, pág. 293.

7.- DECRETUM GRATIANI, pars secunda, causa 26, cuestión 16, l. c. Columnas 1369 y 1370. Nota 72, capítulos 73 al 75.

8.- Martín de Andosilla y Arlés. DE SUPERSTITIONIBUS, folios 17v-18r. Introducción, Traducción y Notas: Felix-Tomás López Gurpegui.

9.- San Agustín, OBRAS COMPLETAS, RETRACTATIONES, libro II, cap. XLIII. vol. XVI, La Ciudad de Dios, pp. 115s. Véase también, Enciclopedia Cattolica, Città del Vaticano, Firenze, 1952, vol. IX, coll. 553-554.

10.- La Santa Sede. CARTA ENCÍCLICA CASTI CONNUBII DEL PAPA PÍO XI SOBRE EL MATRIMONIO CRISTIANO, p. 21. Dado en Roma, junto a San Pedro, el 31 de diciembre del año 1930, año noveno de Nuestro Pontificado. PÍO PP. XI. ©Copyright – Libreria Editrice Vaticana.

http://w2.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19301231_casti-connubii.html

11.- La Santa Sede CARTA ENCÍCLICA MIT BRENNENDER SORGE DEL SUMO PONTÍFICE PÍO XI SOBRE LA SITUACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA EN EL REICH ALEMÁN. A los venerables hermanos, arzobispos, obispos y otros ordinarios de Alemania en paz y comunión con la Sede Apostólica, pp. 3-4. Dado en el Vaticano, en la dominica de Pasión, 14 de marzo de 1937. PIUS PP.XI. ©Copyright – Libreria Editrice Vaticana.

http://w2.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_14031937_mit-brennender-sorge.html

12.- La Santa Sede. CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA. CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO. JESUCRISTO PORTADOR DEL AGUA DE LA VIDA. Una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era”.

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/interelg/documents/rc_pc_interelg_doc_20030203_new-age_sp.html#7.1.%20Algunas%20formulaciones

13.- Ina Wunn, Doctora philosophiae y Doctora rerum naturalium, Profesora de Ciencias de la Religión en la Universidad de Hannover. LA RELIGIÓN EN LA PREHISTORIA. Akal, 2012.

14.- Manuel Alberro. EL STATUS DE LA MUJER EN LAS ANTIGUAS SOCIEDADES CELTAS Y OTROS PUEBLOS INDO-EUROPEOS CONTEMPORÁNEOS, pp. 421-422. Ivs Fvgit, 12, 2005.

15.- Carmen Suárez Suárez. EL FEMINISMO ATRAVIESA LA HISTORIA O CÓMO HA SIDO LA LUCHA DE LAS MUJERES, pp. 11-15. Materiales didácticos para la coeducación. Construyendo contigo la igualdad. Edita: Consejería de la Presidencia Instituto Asturiano de la Mujer. Consejería de Educación y Ciencia. Dirección General de Ordenación Académica e Innovación Centro de Profesores y Recursos de Gijón. Distribuye: Instituto Asturiano de la Mujer. 2004.

16.- Esmeralda Merino. CRISTINA DE PIZÁN, UNA FEMINISTA EN LA EDAD MEDIA. Revista ESFINGE.

https://www.revistaesfinge.com/filosofia/filosofos/item/1252-cristina-de-pizan-una-feminista-en-la-edad-media

17.- http://etimologias.dechile.net/?ecologi.a

18.- J. Vernette, NEOPAGANESIMO, en «Sette e religioni», n.º 13, enero-marzo 1994, ESD, Bologna, p. 65. Ver, adelantelafe.com:

https://adelantelafe.com/cristianismo-paganismo-neopaganismo/#_edn2


Los Tres Pilares Del Culto Pagano

La DEVOCIÓN, es el primero de los tres pilares que sostienen los Cultos Precristianos. Por ella, se forja la religión, que es el resultado de la unión de un colectivo por la fe, la certeza y la veneración de una serie de creencias y prácticas, seguidas y transmisibles por y para otros en el espacio y en el tiempo.

Es una de las patas, de un Caldero que nutre a las religiones a partir de las experiencias, los sentimientos y los conocimientos de nuestros Ancestros con lo Trascendente, que en su conjunto forman las Creencias religiosas.

La religión, necesita unos referentes (creencias) que expliquen la Existencia con unos relatos (mitos) que de sentido a las cosas. Esta Mitología, requiere de la piedad y de la reverencia por lo Sagrado si ha de conservarse. Es aquí, precisamente, donde aparece la Devoción.

La Devoción, es pues el recurso intelectual por el que el ser humano es PARTE, REVIVE y PRESERVA este Relato, y por lo tanto es a través de ella que se conservan (Tradición) y transmiten (Transmisión) las creencias y prácticas de las diferentes religiones.

La TRADICIÓN, es el segundo pilar que sostiene a los Cultos precristianos. Atesora, el Corpus de creencias y prácticas que definen una religión, los Principios por los que se guía y las Reglas que la protegen.

Es, la simbiosis perfecta entre ortodoxia y ortopraxis que caracteriza a la religión como una Entidad armónica e independiente, que se define para sí y frente a otras religiones.

Que una religión sobreviva, el hecho mismo de conservarse y mantenerse, solo se puede garantizar si existe un MODELO a seguir, la INTENCIÓN de preservarlo y el DESEO de transmitirse.

La Tradición, entonces, es el conjunto de rasgos propios de una religión que sobreviven en el tiempo, porque hubo previamente la intención de CONSERVARLOS y que no se pierdan, cambien ni tergiversen con el devenir de los años y las circunstancias.

La TRANSMISIÓN, es el tercer pilar que sostiene los Cultos precristianos. Responde, al acto de llevar a efecto y a buen término el fin último de la Tradición (tradere), que es efectivamente transmitir aquello que se ha preservado.
Es, la consecuencia natural de procurar la supervivencia de la Doctrina, los Principios y las Reglas de un Culto, transmitiendo estos rasgos a sus nuevos fieles, con la intención que no desaparezcan y estas creencias y prácticas perduren en el tiempo.
Una religión, no sólo necesita de la DEVOCIÓN y la TRADICIÓN para existir, sino de una TRANSMISIÓN que la haga estable. Una regla tan básica, como imprescindible.
La Transmisión, así, es la tercera pata de este Caldero que fragua la religión a partir de la espiritualidad común de un colectivo, consustancial a las otras dos e imprescindible para que el Culto no acabe desapareciendo.

La Luna en el Paganismo

La Luna, está presente en todas las religiones antiguas, esto es un hecho indudable. Como lo es, que entre los Celtas y en concreto los Celtíberos tuvo una importancia clara que ha dejado huella en nuestras tradiciones y testimonio monumental y escrito en la Historia de nuestros pueblos.

Desde el tiempo de las cavernas en el Paleolítico, pasando por lo más recóndito de nuestros bosques durante la Edad Media e incluso en nuestras propias casas hoy en día, el sentimiento religioso del ser humano se ve impelido a invocar, celebrar o requerir el auxilio de la Hija de la Tierra de manera tácita y constante. Ya para atraer la abundancia, bendecirnos o protegernos, su influencia no ha dejado de manifestarse en múltiples formas y ocasiones, en no pocas presidiendo las fiestas más importantes de nuestros calendarios religiosos precristianos.

Buen ejemplo de ello, lo encontramos en la tradición celtíbera de dar culto durante los Plenilunios, documentada hace más de 2000 años y mantenida por la Brujería con el nombre de Akelarre:

“… los celtíberos y los otros pueblos que lindan con ellos por el Norte, todos los cuales tienen cierta divinidad innominada, a la que, en las noches de Luna llena, las familias rinden culto danzando, hasta el amanecer, ante las puertas de sus casas […]” 

La Luna, concentra en sí misma ser una Divinidad, la Manifestación de una Divinidad o el Medio para acceder y recibir la gracia o el auxilio de lo Divino, ya en forma masculina, femenina o bisexuada, si bien su carácter femenino es el que más se reproduce y mejor ha calado en la teología y el ideario popular. Esta Figura, muchas veces evocada como Madre o haciendo valer su faceta maternal, retuvo para sí y hasta no hace mucho su advocación durante el rito de bautismo pagano, donde los neonatos le eran presentados para su Bendición del Luar* y ponerles bajo su protección, o invocada para sanar a los niños que padecían una grave enfermedad:


“Hasta incluso en las aldeas del Ayuntamiento portugués de Montalegre cuando nacía un niño se consideraba que era bueno mostrárselo a la Luna durante tres noches diciendo:


Lua, luar,

Deste-me um filho,

Ajudai-m’o a criar (Braga Barreiros, F. 1916, 91)


Mientras que en el distrito de Viana do Castelo cuando un niño estaba muy enfermo la madre se lo mostraban a la Luna y le rogaban diciendo:


Luar, luar,

Deixa-me o meu menino,

Que o quero criar (Cunha Brito, 1912, 292).” 


La Hechicería popular, recogió esta fórmula cultual aplicándola a la consagración de sus fetiches (véase su sentido etimológico), palabra que comparte raíz con hechizo. De ahí, dejar bajo la Luz de la Luna objetos, amuletos y talismanes para que se “carguen” o consagrarlos determinadas noches y lunas. Una práctica, que como vemos tiene un origen atávico y vinculado al aspecto religioso de los Cultos precristianos.

Sea como fuere, la Luna, en concreto iluminarse bajo la luz que refleja, acompaña al ser humano en forma de mitos, leyendas, prácticas y creencias religiosas desde los albores de la Humanidad, sin olvidar que es por Ella que se elaboran los primeros calendarios religiosos-económicos, que con el tiempo darían lugar al Ciclo decemnovenal, también llamado Calendario Metónico en honor a su compilador el matemático Metón en el s. V a.e., o más conocidos con el nombre de Calendarios Luni-Solares, que son los que rigen los almanaques litúrgicos de muchas de nuestras viejas religiones. 

Esta Guía nuestra, que nace de las entrañas de la Tierra como consecuencia de un objeto venido del Cielo que impactó en nuestro planeta (Hierogamia), que guía las mareas, las cosechas e incluso la fertilidad, que inspira los sentimientos primarios del ser humano, que nos ilumina en la oscuridad y fortalece o bendice con sus rayos, con su LUAR, lleva en el ideario y ritual de nuestros pueblos desde que tenemos conocimiento de lo trascendente, y así fue y será en tanto existan Tradiciones que transmitan esta influencia y por qué no decirlo, esta «dependencia» hacia la Luna.