La DEVOCIÓN, es el primero de los tres pilares que sostienen los Cultos Precristianos. Por ella, se forja la religión, que es el resultado de la unión de un colectivo por la fe, la certeza y la veneración de una serie de creencias y prácticas, seguidas y transmisibles por y para otros en el espacio y en el tiempo.
Es una de las patas, de un Caldero que nutre a las religiones a partir de las experiencias, los sentimientos y los conocimientos de nuestros Ancestros con lo Trascendente, que en su conjunto forman las Creencias religiosas.
La religión, necesita unos referentes (creencias) que expliquen la Existencia con unos relatos (mitos) que de sentido a las cosas. Esta Mitología, requiere de la piedad y de la reverencia por lo Sagrado si ha de conservarse. Es aquí, precisamente, donde aparece la Devoción.
La Devoción, es pues el recurso intelectual por el que el ser humano es PARTE, REVIVE y PRESERVA este Relato, y por lo tanto es a través de ella que se conservan (Tradición) y transmiten (Transmisión) las creencias y prácticas de las diferentes religiones.
La TRADICIÓN, es el segundo pilar que sostiene a los Cultos precristianos. Atesora, el Corpus de creencias y prácticas que definen una religión, los Principios por los que se guía y las Reglas que la protegen.
Es, la simbiosis perfecta entre ortodoxia y ortopraxis que caracteriza a la religión como una Entidad armónica e independiente, que se define para sí y frente a otras religiones.
Que una religión sobreviva, el hecho mismo de conservarse y mantenerse, solo se puede garantizar si existe un MODELO a seguir, la INTENCIÓN de preservarlo y el DESEO de transmitirse.
La Tradición, entonces, es el conjunto de rasgos propios de una religión que sobreviven en el tiempo, porque hubo previamente la intención de CONSERVARLOS y que no se pierdan, cambien ni tergiversen con el devenir de los años y las circunstancias.