¡Santo de todos los asesinos, ruego a ti!
¡Oh bendito Qayin, tú que eres el Santo de la mano izquierda de la muerte, protege a tu siervo fiel en contra de la miseria de todos mis enemigos!
¡Deja que tu guadaña enrojecida sea mi escudo impenetrable y su hoja una represalia séptuple contra todos aquellos que dirigen los dardos envenenados de su odio hacia mí! ¡Santo de todos aquellos que caminan en el exilio, pido que me defiendas contra el mal de aquellos que se oponen a mí!
¡Deja que tus enredaderas espinosas sean las cadenas que atan a todos mis enemigos y con las siete llaves bloquean todos sus caminos en la vida, con excepción de los caminos oscuros que los llevan a su desaparición!
¡De la misma manera que la sangre de Abel, nacido en la arcilla, se derramó, yo, tu fiel devoto, ahora ruego que se derrame la sangre de mis todos los enemigos conocidos y desconocidos, así voy a libérame de ellos y les salvó de que conspiren contra mí!
¡Poderoso San la Muerte, Oh Santo Maestro Qayin, te lo ruego ahora, intervén en mi nombre, protégeme contra todos aquellos que se interponen en mi camino, por el bien de su propia gloria mayor, derrota a todos y por lo tanto concédeme la seguridad y la victoria!
¡Amén!
